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Sólo una vez más por Mazeni

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  Desde ese día ya no se hablaban como ángel custodio o arconte, ahora eran Yuuri y Viktor, tal vez los nombres fueron lo más importante para ellos, Viktor se sentía completamente feliz ante el nombre, por fin se podían diferenciar de todos.    -Yuuri, cariño, hay un lugar en donde quiero ir contigo, al parecer un poco más allá de la frontera hay un lugar precioso, es como un manantial. – dijo el arconte emocionado mostrando su usual boca de corazón, esa que tanto adoraba.   -Yo, no lo sé.    La frontera era ese lugar donde separaba el paraíso con el infierno, en un principio Yuuri no sabía a lo que se refería cuando Viktor hablaba sobre la frontera, hasta que le explico, y de hecho, fue curioso porque su primer encuentro fue cerca de ese lugar, por lo que le había explicado era peligroso si un ángel custodio se acercaba.    -Vamos, es un lugar muy genial, por favor.    -Pero Viktor… - al mirar al peliplata no pudo hacer nada más, le estaba dando una mirada tan tierna y dulce, con esos ojos que hacía que su corazón latiera con fervor.    -Vamos amor, yo iré contigo, yo te protegeré. – ahora ponía esos ojos llorosos suplicantes. -Está bien Viktor, está bien, iremos juntos, confió en ti. – termino de decir el menor ya que no podía ganarle a esa expresión.    -Me gusta cuando me llamas así. – tomándolo de la barbilla y alzando su rostro plantó un dulce beso en sus labios.    No a lo que usualmente estaba acostumbrado a dar, ya que normalmente sus besos eran más profundo y hasta cierto punto las caricias eran ya una parte de ellos.    -Pues eres Viktor, eres mi Viktor – correspondiendo a su beso se abalanzo hacia su cuello dándole un abrazo sosteniéndolo, fundiéndose en un beso.   -Y tú eres mi Yuuri – correspondiendo a su abrazo lo tomó de la cintura y lo acercó más a su persona – bien mi amor, nos veremos antes de amanecer, te iré a recoger, besare el anillo y nos veremos fuera del gran salón donde usualmente trabajas.    -Está bien, te estaré esperando amor. – sin más que decir el menor se levantó de aquel espacio y en una forma traviesa beso rápidamente al mayor. – te amo.    Elevando sus alas al menor emprendió el vuelo, dejando a un arconte confundido e impresionado, pues cada vez ese pequeño ángel a su lado se volvía más atrevido que cuando lo conoció, incluso algunas veces él mismo le besaba y no eran besos dulces, eran todo lo contrario.    Cuando eso sucedía no podía evitar impresionarse, pues no lo hacía muy a menudo, lo que si le gustaba mucho era que a su Yuuri le gustaba acariciar su larga cabellera, le encantaba, muchas veces se recostaban en el suelo y el menor lo consentía, le encantaba cepillar su larga cabellera y en más de una ocasión le hacia una travesura, lo trenzaba y muchas veces alrededor de ella le ponía flores, no le molestaba pero no era una buena combinación con su armadura y ese tipo de peinados, pero como era ese ángel cualquier cosa lo aceptaba.    Aun pensando en esos bellos recuerdos el mayor emprendió el vuelo ansiando su viaje, era la primera vez que llevaba a Yuuri a un lugar a parte de su lugar especial, por eso lo iba a secuestrar todo el día, no importaba si al siguiente lo regañaban, al fin de cuentas eran ángeles y su trabajo no era muy pesado, ni para uno ni para otro.    Al llegar a su jerarquía solo pudo sonreír y esperar por el amanecer, solo pedía eso.    ------------------------------------------ ---------------------------   El pelinegro volaba tranquilamente hacia el salón donde toda su existencia había estado, pero se percató de algo inusual, unas hermosas alas  volaban cerca de su camino, no pudo evitar sentirse nervioso al ver a ese hermoso arconte.    Sin pensarlo dos veces se acercó al arconte de hermosa cabellera dorada, aun sentía culpa, pero quería estar en buena relación, si no fue algo más quería ser su amigo, más en cambio si ese arconte lo rechazaba también estaba en todo su derecho.    Al descender y quedar detrás de él, tenía duda de si debía o no hablarle, no quería sorprenderlo, pero quería hablar con él, de verdad quería, el menor se armó de valor.    -Hola, cuanto tiempo – trató de sonar tranquilo, pero no podía.    Al parecer el arconte lo había escuchado, pero por razones obvias no se había girado al instante, solo había esperado un momento y lentamente se giró para encontrarse a ese ángel el cual aún seguía amando como la primera vez que lo vio.    -Hola cerdito, te ves muy bien. – contesto el arconte rubio en una sincera sonrisa, agradeciendo que su voz no delatara su emoción al verle.    -Tú también te ves bien, me alegra – aunque quería halar más las palabras no salían por si solas.    -El viejo te cuida bastante bien ¿no es así? – lo dijo en broma, pero al parecer el menor lo malinterpreto.    -Sí, creo que sí.    Era como hace años, no podían mantener una conversación normal sin sentirse incomodos, y el silencio tampoco lo era para ambos, entonces ¿Qué es lo que pasaba?, ya no eran nada, pero aun así ese bello arconte le quería, y quería protegerlo de todos que lo lastimaran, tal vez aun no lo podía proteger, pero cuando lo necesitase él estaría para ese ángel pelinegro.    -Lo digo en broma cerdo, no puedo creer que pienses que aún me gustas, eres tonto.    -Yo no he dicho nada. – se defendió avergonzado el menor.    -Se puede ver en tu cara lo que estás pensando, y quiero que sepas que si no fuera por mi ese anciano y tú nunca se habían dado una oportunidad, así que se un poco más agradecido por no ir por ti en ese entonces.   -¿Gracias? – contesto en duda.   -Si algo te llegase a preocupar recuerda que tienes un amigo aquí, así que deja de preocuparte con algo que paso hace mucho, no quiero que seas un tonto y desperdicies tu juventud envejeciéndote como a tu pareja, quiero que seas feliz.   -Es que soy feliz pero me preocupo por ti.    -Entonces si tú eres feliz, yo también lo seré, soy tu amigo así que deja de preocuparte de tonterías.   -Lo siento – dijo el menor en un susurro.    -Idiota, te he dicho que no tienes la culpa de nada, solo se feliz con mi compañero. ¿esta bien?  Ese bello arconte le dedicaba una sonrisa tan dulce y llena de cariño que quien alguna vez lo conoció pensaría que no era el mismo ángel.    -Muchas gracias – sin pensarlo dos veces el menor abrazo a su ahora amigo, quería agradecerle lo que había hecho, aunque las palabras no fueron suficientes al menos ese gesto lo era.    -No tienes que ser tan expresivo, pero acepto tu abrazo cerdito.    Correspondiendo a ese abrazo lleno de gratitud aspiro aire y le llego una suave fragancia, era un olor diferente de lo que recordaba, pero no quería decir nada, solo quería ser fiel a sus palabras y protegerlos aun si su corazón se hiciera añicos cada vez que lo veía, pero tampoco quería ser un desconocido para ese ángel custodio.     -Bien cerdo, tienes que regresar, prométeme que serás feliz con ese anciano.    -Te lo prometo, pero quiero que tú también encuentres la felicidad, no eres malo, por eso no me gustaría verte triste.    -Es una promesa, solo que yo me tomare mi tiempo, no quiero ser tan temerario como ustedes.    -Está bien. – contestó el pelinegro un poco sonrojado.    -Ah, y otra cosa, quiero que me consideres tu amigo, te ayudare si necesitas algo, cualquier cosa que quieras te ayudare.    -Muchas gracias, gracias por ser mi amigo.    -No tienes que agradecer, ahora, si me disculpas tengo que regresar a mi jerarquía, nos vemos luego cerdito.    -Cuídate mucho.    El rubio extendió sus alas y siguió su camino agradeciendo que las cosas no terminaran tan mal entre ellos dos, aun dolía, dolía demasiado pero, ¿acaso eso no era normal?, a ese ángel tierno y dulce le amaba con locura y aunque no lo dijera en voz alta a su pareja la consideraba un gran compañero, lo estimaba pero no demasiado.    El propósito por el cual tal vez fue creado es para proteger a esos dos idiotas enamorados, aunque su corazón cada vez se sentía mal por amar a alguien no correspondido.    --------------------------------------------------------  El menor solo pensaba en una cosa, mejor dicho en alguien y ese era su Viktor, desde que llegó al enorme salón a pesar que estaba cuidando a los humanos no se podía concentrar del todo, estaba emocionado y al mismo tiempo nervioso por esa esperada salida.    Ese bello arconte peliplata desde que lo conoció le mostró muchas cosas interesantes,  desde pequeñas joyas hasta valiosas, un ejemplo claro era ese diamante que en secreto colgaba en su cuello con una bella cadena que lo sostenía, también le había enseñado algunas rosas y siempre le regalaba fragancias que usaba diario, pero en cambio el menor nunca le había mostrado algo interesante, de alguna manera se sentía mal por eso.    Por eso esta vez era el turno de mostrarle un mundo diferente al arconte, le mostraría como era la vida diaria de los humanos, quería que los conociera mejor, tal vez no le gustara tanto como a él, pero al menos lo mostraría, no todos son malos como en un principio pensó.    Para eso llevaría consigo ese espejo que cada arconte tenia, con él podía ver a los humanos y vigilarlos por eso lo llevaría para mostrarle ese maravilloso mundo a Viktor.    “Tal vez no te guste mucho, pero quiero compartir contigo un poco de lo que amo, quiero que me entiendas mejor, así como yo lo estoy haciendo”   Ese era su pensamiento, porque por más que se contaran sus secretos aún sentían que no se conocían del todo, a pesar de que sabían interpretar sus facciones y sin palabras se podían comunicar, aún faltaba más por entender, nunca era suficiente para ninguno de los dos.    Ansioso y nervioso el pelinegro no durmió en toda la noche, solo miraba constantemente su anillo con la esperanza de verlo resplandecer, parecía alguien ansioso por un regalo, pero por más que esperara parecía que el tiempo no avanzara, era de alguna forma frustrante, cuando quería que el tiempo fuese más lento no lo hacía, y en estos momentos que anhelaba que el amanecer no llegaba.    “Que frustrante es”    Nunca imaginó que la espera para ver a alguien fuera tan larga, era la primera vez que se sentía de esa forma, no podía evitar sentirse emocionado.    Pasando la noche y unas largas horas de agonía y angustia de la nada y de forma inesperada su anillo brillo de forma hermosa anunciando su salida, al ver ese anillo brillar por segunda vez no tuvo duda, tomó el espejo con sumo cuidado y se dirigió a la puerta principal de ese gran salón.    Pensó que esperaría por el arconte, pero no hubo necesidad, al salir se encontró con una hermosa sonrisa.    -Yuuri, mi amor, pensé que no saldrías. – demandó el peliplata abrazándolo al mismo tiempo que buscaba sus labios.    -Viktor, ¿Cómo podría olvidarlo? – aceptando ese tierno beso le correspondió a su abrazo.    -¿Vamos?    -Vamos.    Tomándolo de la mano los dos se elevaron emprendiendo el vuelo, querían ese día solamente para ellos dos, querían pasar tiempo y aun si todos se opondrían a su amor no importaba porque en ese momento solamente existían ellos dos y las estrellas eran testigo de su amor y de esas hermosas miradas que se daban el uno al otro. 

 

Notas finales:

Hola bellas personitas, nuevamente estoy aquí actualizando un nuevo capítulo, espero que lo estén disfrutando...

Desde ahora las cosas se pondrán bien. 


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