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Sólo una vez más por Mazeni

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Desde que estuvieron en ese espacio solo para ellos dos el arconte de ojos color zafiro no podía despegar los ojos del pequeño ángel que lo acompañaba, aunque su mirada no era dirigida hacia él de alguna manera se sentía un poco molesto, así que para que lo notara y volviera a su pequeño mundo donde solo podía estar con él tomo un su mano y la llevo a su boca besando esta vez su palma.

Parece que el pelinegro se dio cuenta del contacto tan directo y al fin miro a su compañero, pero esta vez su rostro estaba de un color carmesí que se confundía con el color de las rosas que los acompañaban.

-Al fin me haces caso – sin dejar de sonreír ante la reacción del ángel menor lo miró a los ojos - ¿sabes?, no me gusta que me ignoren.

-Lo siento, lo que pasa es que estaba observando a los demás ángeles – aunque el menor sabía que no era verdad no podía decirle al mayor algo tan íntimo sobre él. 

-A los, o al ángel rubio – su rostro y mirada cambio un poco al mencionarlo, pero su compañero no supo interpretarlo. – se nota mucho ¿sabes?

-¿De verdad se nota? – lo había hecho, había confirmado lo que quería esconder y el menor lo sabía – por favor, no le digas nada.

Aunque sabía que ese ángel tan hermoso de ojos verdosos  no lo conocía y que jamás lo haría no podía esconder su angustia.

-No te preocupes, no le diré nada, pero a cambio dime ¿Qué es lo que hizo que te fijaras en él?

-Su amabilidad

El arconte se quedó sin palabras, eso seguro era una broma, el pequeño rubio no era amable con nadie, de hecho siempre les decía inútiles y cosas para ofenderlos, pero ese era su carácter, por eso cuando escucho que el pelinegro se había fijado en él gracias a su amabilidad el oji azul quedó con la boca abierta.

-¿Estás seguro que no lo estas confundiendo? – aun no podía creerlo.

-Estoy seguro, me ayudó mucho hace unos miles de años, como puedes observar mis alas no son muy grandes como los demás, se debe a que soy muy joven, y aunque muchos de mis compañeros tienen alas preciosas las mías no son muy bonitas.

“Yo pienso que son bonitas” pensó el peli plata, pero no lo diría en voz alta, al menos no aún, ya que no quería asustar a su pequeño.

-los demás siempre me molestaban, se burlaban de mí y algunos incluso me lastimaban las alas, sabía que no lo hacían a propósito, pero eso no quitaba que me doliera, así que un día mientras estábamos en el valle muchos me estaban molestando y él me ayudo. Los golpeo un poco y me regaño, me dijo que no tenía por qué dejarme por nadie, que mis alas eran aceptables y que por eso las tenía que defender, él fue el único que me tendió una mano cuando nadie más lo hacía.

Mientras el pelinegro hablaba de su pasado, sus pupilas más se dilataban al pensar en el rubio, y más adquirían brillo.

-Te enamoraste de él. – no era una pregunta, era una afirmación. – Fue amor a primera vista.

-No sé si llamarlo amor a primera vista, pero desde ese día comencé a observarlo de lejos, cada día, más lo admiraba y admiraba su belleza, cada día lo veía volar con su armadura negra y en la noche lo veía regresar, desde ese día me ha gustado, y tal vez me he enamorado de él.

- Ya veo – aunque al mayor le pareciera que eso era amor, no quería que el menor se diera cuenta de lo que realmente sentía hacia su compañero rubio.

-¿Le dirás?

-No le diré – aunque su sonrisa era de resignación no pudo evitar sacudir su cabello entre sus manos. – puedes estar tranquilo.

-¡Muchas gracias!

-¿No lo quieres conocer? – pregunto de repente el mayor.

-¿Qué?

-Me refiero a conocerlo en persona, puedo ayudarte, ese niño es molesto algunas veces, pero no es malo.

-No, gracias. – el tono de voz del ángel menor sonaba triste. – no quiero que conozca a alguien como yo.

-¿Alguien como tú?, ¿de que estas hablando? – ese comentario por parte del menor no le hizo comprender a que se refería.

-Me refiero a… pues… - el menor dejó las palabras en el aire, no se atrevía a mencionar que era una persona insegura y menos ante aquel arconte.

-ya entiendo, no digas tonterías – sin pensarlo dos veces tomo las manos del pelinegro y las levantó un poco – eres la persona más dulce que he conocido, ninguno hablaría de los humanos como lo haces tú. La mayoría, incluyéndome pensaría en los humanos como seres arrogantes e idiotas, pero tú no lo haces, los quieres y eso te hace un ángel maravilloso.

-Lo dices porque no me conoces – con timidez bajo la mirada y susurro esas palabras, pero a pesar de que el pelinegro las dijo muy despacio el guardián que tenía en frente las pudo escuchar.

-Eso es lo que más deseo, conocerte, quiero saber más de ti, quiero saber lo que piensas y cuáles son tus ideales, quiero ser algo más que un conocido para ti.

-Pero ¿y si descubres que no soy lo suficientemente interesante? Te desharías de mí.

-No eres un objeto para desecharte, eres alguien que quiero conocer, quiero que en cualquier problema que tengas me llames, quiero que yo sea el primero en acudir si algo te molesta.

Mientras el mayor iba hablando más se iba acercando al ángel tímido que tenía enfrente, y más se daba cuenta de un dulce olor que emitía este.

-¿Algo así como un amigo?

-¿Qué?

-Quieres ser mi amigo – eso ya no era pregunta, era una afirmación por parte del menor.

Durante unos momentos el peli plata se quedó sin habla tratando de procesar lo que acababa de ocurrir, claro, era obvio que ese ser tan dulce frente a él no iba a entender nada si ya tenía a alguien en su corazón. Sin más argumentos que decir solamente pudo reír ante la inocencia de ese ángel.

-Lo lamento, es que eres tan dulce que no puedo evitarlo – se apresuró a decir al notar que el menor ponía cara de confusión – seremos amigos, quiero ser tu amigo, así que si necesitas a alguien o si quieres hablar con alguien búscame.

-Pero soy de menor jerarquía que tú – dijo el menor un poco desilusionado.

-Cierto – el mayor puso una mano en la barbilla pensando una manera de comunicarse con el pequeño. – ya sé.

Sin pensarlo dos veces el arconte se quitó un anillo de los muchos que tenía y se lo dio al pequeño ángel. Antes de que se pudiera oponer o contradecir, le tomo una mano y cuidadosamente deposito este anillo en su dedo, aunque le quedaba un poco grande solo eran milímetros así que no habría problema.

-¿Qué haces? – pregunto el menor.

-Si tienes un problema, solo besa la piedra de jade del anillo, y yo sabré que quieres verme.

-¿Cómo lo sabrás?

-Porque yo tengo a su hermano. Los dos anillos fueron construidos por la misma piedra, así que sabré cuando me necesites. Cuando lo beses no hay necesidad de ir por ti, nos veremos en este lugar, y me contaras lo que quieras, incluso si nada más me quieres ver, no importa, yo vendré a verte.

Al escuchar al mayor hablar, el ángel pelinegro se emocionó, ya que tenía por fin un amigo con el cual podía hablar libremente, desde que fue creado siempre se escabullía de los demás, pero por alguna extraña razón ese ángel frente a él no le causaba miedo o desconfianza, de hecho desde la primera vez que lo vio lo considero muy hermoso.

-Muchas gracias – el menor miró el anillo entusiasmado y solo por curiosidad beso la piedra. Al hacerlo su anillo hermano brilló, aunque su luz fue tenue fue un brillo muy hermoso. – brillan.

-Si, los dos brillan.

-Entonces tú también hazlo – pidió el pelinegro – cuando quieras verme, claro, si es que quieres, llámame tú también, vendré a encontrarme contigo.

-Por mi encantado.

Pasaron tiempo platicando de tonterías, ambos rieron y se divertían con la compañía del otro, ninguno había experimentado el sentimiento de tranquilidad junto a una persona, el mayor se sentía feliz, mientras que el menor se había relajado en la presencia del arconte.

Cuando por fin decidieron que era la hora de marcharse, el mayor detuvo al pelinegro con un agarre de la mano.

-Muchas gracias por este adorable día – antes de que el menor pudiera reaccionar los labios del peli plata estaban ya posados en sus mejillas. – me divertí mucho.

El pequeño ángel no pudo reaccionar al instante y se dio cuenta cuando el peli plata se separó de él.

-Gra-gracias a ti- es lo que pudo decir el menor, llevándose una mano en la mejilla donde había recibido aquel beso.

-Llámame cuando me necesites o quieras verme.

Y sin nada más que decir, emprendió el vuelo dejando atrás a un sonrojado y avergonzado ángel.

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-¡VIEJO! ¡TE ESTOY HABLANDO! – una pequeña voz molesta lo saco de sus pensamientos.

-¿Qué es lo que quieres? – estaba cansado porque la ceremonia del deidad aun no acababa, quería salir de allí de inmediato.

-¿Por qué no tienes tu anillo? – Pregunto el rubio curioso y al parecer algo molesto – sabes que solo te lo tienes que quitar cuando decides entregarle tu alma a alguien. ¿No me digas que fuiste lo bastante idiota para perderlo?

-Tal vez ya decidí darle mi alma a alguien – dijo fingiendo una sonrisa.

-Estas completamente loco, das asco viejo.

Un poco molesto el peli plata tomo entre sus manos el rostro de su molesto compañero y sin decir nada lo comenzó a estudiar detalladamente, aun no entendía como un ser tan dulce y amable como lo era su pequeño ángel pudiera enamorarse de este chiquillo malcriado.

-shueldame viesho – como el mayor tenía aprisionando su rostro con sus manos, no podía hablar bien.

-aun no entiendo como tú puedes ser tan popular. – susurro el peli plata.

-¡YA SUELTAME!

 Sin dudarlo soltó un punta pie a su compañero que sin ninguna duda lo soltó y en su lugar comenzó a saltar de dolor.

Aunque la armadura que utilizaban ayudaba bastante a situaciones peligrosas y los protegían, para un golpe tan insignificante como ese no ayudaban mucho.

-Escúchame bien viejo, si regalaste tu anillo es tú problema, pero recuerda que solo se lo debes de dar a una sola alma, debes de estar seguro que esa alma es la indicada.

-Tranquilo, sé que es la indicada.

-Debe de corresponderte, le estas entregando algo muy importante para nosotros, si no te corresponde…

-Se lo que pasará, pero aun si no lo hiciera estaría feliz con solo amarlo.

-Estás loco.

Sin más que decir y algo molesto el rubio giró sobre sus talones y regresó a su puesto, así mismo lo hizo el peli plata, ya que su deber era custodiar la entrada principal.

Habían hecho varios trabajos para el deidad, pero nunca como guardias de la entrada, a pesar que era un poco molesto era la primera vez que estaban tan cerca y a la vez tan lejos de los deidades.

Era molesto ya que en la entrada los principales invitados eran los ángeles de la primera jerarquía, a lo que los arcontes les molestaba un poco, al menos a ellos dos, esos ángeles eran muy coquetos con ellos y a pesar de que su trabajo era estar neutros el menor se molestaba y no ocultaba su enojo, más en cambio el peli plata cada vez que intentaban coquetear con él solo sonreía disimuladamente.  

Aunque había muchos ángeles hermosos ninguno podía igualar la hermosura de aquel ángel custodio, al menos para él.

-Oye viejo, es mejor que no hables. – comento en un susurro su compañero menor.

-¿Por qué no… - no pudo seguir con su pregunta, al levantar la vista vio a dos seres preciosos, atrás de ellos venían por su aspecto dioses, y los pudo reconocer por sus extravagantes vestimentas, pero las dos personas que caminaban delante de ellos estaban tomando de las manos, no les pudo ver los rostros, pero sabían quiénes eran ellos, y sin dudarlo, antes de cruzar la puerta los dos arcontes se habían inclinado sobre su rodilla para hacer una reverencia ante esos dos seres.

Pasaron sin detenerse y de reojo él ángel de armadura plateada pudo observar a los dos seres principales abrazándose mutuamente, entre la fina tela que cubría cada uno su rostro pudo diferenciar lo que era una sonrisa por parte de los dos, se sonreían mutuamente, no para los demás.

Atrás de ellos pasaron algunos dioses, la diosa del Amor, portando un vestido precioso y junto a sus guardianes, atrás de ella entraron los dioses de la Vida y de la Muerte, cada uno con sus guardianes correspondientes y finamente llegó el dios de la Medicina. Eran los más importantes y los más cercanos a los deidades.

-Oye viejo, ¿lo viste verdad? – pregunto el rubio una vez que los dioses entraron en el gran salón.

-Lo vi.

-realmente se aman.

-Siempre lo han hecho.

Esa fue la última conversación de la noche entre esos dos compañeros, a pesar de que los dioses se mostraban un poco intimidantes, no lo eran, eran cuatro dioses cercanos a los deidades, y ellos ayudaban a sus decisiones, fueron los primeros para ayudar a los humanos a guiarlos. Por eso aunque fue por unos minutos o incluso segundos, los dos arcontes estaban impresionados del amor que se tenían los deidades. 

En ese entonces aquellos dos arcontes no se imaginaban que algún día estarían frente a esos 4 dioses y los dos grandes deidades.

 

 

Notas finales:

Hasta ahora estos son los cápitulos que tengo, cada semana actualizare, y algunas veces entre semana,la verdad no tengo una fecha para actualizar, sólo lo hago cuando llelga la inspiraci{on. 

Gracias nuevamente por leer, espero sus opiniones y si les esta agradando. 


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