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Sólo una vez más por Mazeni

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Desde que esos dos arcontes se interesaron por el pequeño ángel custodio no podían verse firmemente a los ojos, pues a pesar de no haber hablado de ello los dos sabían perfectamente que cada uno de ellos estaba deseoso de estar junto a él, lo anhelaban y cada vez era más notorio.

Aunque el arconte de cabellera plateada sabía perfectamente cuales eran los sentimientos de su pequeño ángel no iba a ser tonto para unirlos, si su destino era que sus compañeros estuvieran juntos no iba a ir en contra de eso, pero precisamente por ese motivo iba a tratar de conquistar a ese ángel pelinegro.

Lo que desconocía el ángel mayor es que su compañero de dorada cabellera ya conocía a ese ángel, más por pena no había podido hablar con él.

Sucedió hace unos miles de años, como siempre el arconte de ojos verdosos hacia su custodia para vigilar a los demás ángeles, aunque su trabajo original era juzgar a las almas de los humanos y darles otra oportunidad, el dios de la muerte se encargaba de enviar su alma pero ellos como arcontes tenían la obligación de juzgar lo que hicieron en sus vidas, y si se arrepentían tenían una oportunidad para enmendar lo que habían hecho y ser inmediatamente reencarnado, más en cambio si no lo hacían tardarían varios o tal vez miles de años para que su alma fuera nuevamente enviada a la tierra, como arcontes esa era su obligación, pero ese día le habían dicho que esta vez tenía que custodiar a los demás.

Lo que le molestaba más es que por su mirada tan tosca muchos le tenían miedo, no tenía amigos y nunca le interesaba coquetear con otros ángeles, no era de esa manera.

Hasta que de la nada había visto o para ser más específico había escuchado unos quejidos, sin mucho entusiasmo se acercó a ese lugar y lo que vio le molesto mucho, pues varios ángeles molestaban a un pequeño ángel de ojos color chocolate y piel blanca, al principio se quedó anonadado por su belleza y su pureza, pues aunque decían que los ángeles de la primera jerarquía eran hermosos nunca se podían comparar con el ángel que tenía frente a él.

Al ver sus ojos llorosos y su nariz roja tal vez por llorar se molestó más, sin dudarlo dos veces se acercó a esos ángeles abusivos y de una sola patada envió a uno de ellos al suelo, lejos del ángel de blanca piel. Los demás miraron a su ahora agresor y se quedaron petrificados ante su majestuosa presencia.

-Espero que corran antes de que haga algo malo – dijo en voz amenazante, pues a pesar de no tener amigos, su instinto de justicia llamaba dentro de él y no soportaba que otros fueran abusivos con los más débiles.

-Lo lamentamos mucho señor – sin decir nada más los ángeles huyeron dejando a el más pequeño en el suelo.

-Oye tú, ¿estás bien? – dijo en tono cortante, pero muy en el fondo pensaba “te ves adorable con esos ojos llorosos”

-Sí, estoy bien, lo siento - contestó un poco apenado y limpiándose las lágrimas.

- ¿Por qué te estaban molestando?

-Porque mis alas son muy pequeñas – contesto con un puchero y nuevamente con lágrimas en los ojos, pero sin dejarlas derramar.

-…- “Demonios, que adorable te ves” nuevamente pensó. – escúchame bien, no permitas que nadie diga que tienes unas alas horribles, tus alas son hermosamente aceptables, y si no las cuidas yo no estaré todo el tiempo para ayudarte ¿entendiste?

-Claro – con la cara sonrojada y con una débil voz no pudo creer lo que le estaban diciendo al ángel custodio.  

-Aunque a mí no me molestaría protegerte cada vez que…

-¡NO! – Dijo de repente el menor – te agradezco que me hayas ayudado, pero de ahora en adelante me defenderé, muchas gracias.

Sin más que decir corrió lo más lejos que pudo dejando al pobre arconte con confusión y con las palabras que quedaron al aire, no quería admitir nada, pero ese pequeño ángel lo había puesto nervioso.

Tal vez, solo tal vez pueda existir algo más que una amistad al lado de ese pequeño ángel de dulce ojos color chocolate, tal vez si se acercaba a él podía…

No pienses tonterías, ni siquiera puedes acercarte a alguien sin que corran del miedo por tu actitud, ¿Por qué piensas que le interesas a ese adorable ángel?, es mejor quitar este extraño sentimiento.”

Lo que ese ángel ignoraba era que ese ángel custodio desde ese día más que una admiración hacia él, seria amor.  

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-¿Entonces?,  ¿te gusta? – pregunto el ángel de negra armadura.

-Me gusta – confirmo el ángel de ojos zafiro.

-A mí también me gusta anciano, me gusta mucho. – ante aquella declaración no pudo evitar el sonrojo de este.

-lo sé – se defendió con resignación. – sé que te gusta mucho, se te ve en la mirada.

Aunque se sentía derrotado y frustrado no era la persona de que se aprovechaba de alguien, sabía que las dulces miradas del pequeño ángel custodio no eran para él, tal vez nunca lo serian, pero no quería apartarse de su lado, aunque su corazón perteneciera a alguien más quería estar con él.

-¿Entonces, te rendirás?

-¿Qué?

-Qué si te rendirás viejo, me gusta mucho.

-A mí también me gusta mucho, demasiado diría yo, no puedo ceder a lo que me pides.

-Entonces…

-Lo siento

-Bien, si es lo que quieres.

Sin decir nada más el ángel de cabellera dorada se fue en busca del pequeño custodio, quería volver a verlo y aclarar sus sentimientos.

-“Eso es todo” – pensó el peli plata – “por fin tu amor se hará realidad mi pequeño ángel.”

El hermoso ángel de armadura plateada nunca se había sentido de esa manera, siempre hablaba por cortesía con los demás ángeles, pero con ese pequeño era diferente, al saber que por fin su amor se haría realidad no hacía nada más que provocar que su pecho doliese, quería desearle lo mejor, de verdad que sí, pero simplemente no podía.

no me rendiré, no aun” Pensó una vez más, no se iba a dar por vencido tan fácilmente, le había entregado su anillo, lo más preciado e importante para él, y a cambio su bello ángel le había regalado su brazalete, pueden decir lo que quieran, pero él tenía más recuerdos hermosos con el pequeño que su compañero arconte.

Extendiendo sus alas y besando la piedra de jade incrustada en su anillo empezó su rumbo a su lugar especial, que ahora ya no era solamente para él, ahora lo compartía con ese ser maravilloso. 

Al llegar no encontró a su pequeño y eso mentalmente lo puso nervioso, pero pasado un momento vio como los arbustos se empezaron a mover dejando ver a un hermoso ángel pelinegro.

-lamento la tardanza – comentó sonriéndole al arconte con esa sonrisa que tanto le encantaba. – me encontré con…

-Lo entiendo – no era necesario que lo mencionara, sabia de quien estaba hablando. - ¿y bien?

-¿disculpa?

-¿Qué te dijo? – no podía evitar ser curioso, no cuando se trataba de él.

-Pues… - por un momento dudó en decirle, pero recordó que le había entregado su brazalete, su confianza. – me dijo que me invitaba a volar con él.

-Ah, ya veo. – le dio una sonrisa, pero por más que se esforzara de que fuera sincera, simplemente no podía. - ¿y porque no fuiste?

-Porque tú me habías llamado antes de encontrarlo a él.

Solo esas palabras bastaron para que su corazón diera un giro y se sintiera plenamente feliz.

-Pero querías ir con él.

-Sí, pero también me agrada tu compañía, con él me siento nervioso pero por alguna extraña razón contigo me siento tranquilo.

-Eso quiere decir que piensas en mi – aunque lo dijo en un tono muy bajo se creía que  no lo iba a escuchar, pero ese pequeño espacio era solo para ellos dos, incluso el ruido ajeno no era bienvenido, así que si lo escucho.

-Que dices, siempre pienso en ti – contestó el ángel pelinegro sonrojándose más que nunca.

-“No me rendiré contigo, seré la persona a quien dediques esas miradas de amor”, pensó el peli plata.

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Los días transcurrían y cada vez su afecto hacia el arconte mayor era más, lo consideraba como un amigo muy especial, sin embargo cada vez el arconte de cabellera rubia iba a buscarlo más frecuentemente, y aunque le encantaba su compañía siempre estaba nervioso y algunas veces no se podía calmar lo cual terminaba por huir de él.

-Oye cerdito, ¿Por qué huyes de mí? – pregunto el ángel de armadura negra acercándose más de lo debido, usaba siempre una voz tan dulce y tierna cuando le hablaba.

-No me digas cerdito, no estoy tan gordo – aunque sonó seguro, por dentro no lo estaba.

-Para mí lo eres, es algo que quiero decirte de cariño, solo entre tu yo.

-Lo entiendo

Esas eran usualmente sus pláticas, aunque  no duraban mucho el ángel a su lado siempre lo tomaba de la mano, algunas veces le mandaba miradas difíciles de descifrar y eso hacía que más se avergonzara, no entendía cuál podría ser su cometido, pero siempre por alguna razón recordaba al arconte peli plata, con él podía hablar libremente.

-Oye, te estoy hablando – tomando la nariz del pequeño para llamar su atención – no me ignores de esa forma.

-Ah, lo lamento, estaba pensando algunas cosas.

-¿Cómo que para que me ignores de esa forma?

-Ah, solo, de mis compañeros

-¿Otra vez te están molestando? – contesto el arconte molesto.

-No, no, solo que algunas veces me preguntan cosas que no quiero responder, y no me agrada mucho. – mintió.

-Pues no les contestes y ya, no tienen derecho a hacerte hablar a la fuerza.

-Tienes razón.

No podía decirle que estaba afligido porque su compañero no lo había llamado, y cuando él mismo lo hacía solamente lo veía un rato y después se iba con la excusa que tenía que hacer algún trabajo o cosas por el estilo, algunas veces solo se veían y aunque quisiera hablar más con él, siempre por alguna razón en sus ojos se veía tristeza, pero a él le dedicaba una sonrisa.

Se sentía rechazado e inclusive triste ante la actitud del ángel de ojos color zafiro, no quería ser una molestia. “qué tal si ya se aburrió de mi” esos eran sus típicos pensamientos.

-Oye, hazme caso – una voz lo saco de sus pensamientos y cuando reacciono vio que su compañero estaba recostado en su regazo, su cabello dorado se extendía a través de sus piernas y tenía los ojos cerrados. – mientras estás conmigo no debes de pensar en alguien más.

-No estoy pensando en alguien más – mintió.

Sin pensarlo dos veces acaricio la cabeza del rubio, y sin ocultar una sonrisa poco a poco sus mejillas se tiñeron de un bello color carmín.

No muy lejos de ahí se encontraba el peli plata observando aquella hermosa escena, aunque aún no eran nada, no tardarían en serlo, pero con él pequeño ángel de ojos chocolate se sentía a gusto, no podía privarle su felicidad y lo mejor para él era que estuviera con su compañero pero molesto arconte, se veían felices  y eso era lo que deseaba para el menor, su felicidad.

Aunque estés con él, mientras tengas mi anillo serás parte de mi alma”

Y con ese pensamiento decidió que no lo volvería a ver, ya que a pesar de sus esfuerzos cada vez que se reunían solo el ángel peli negro hablaba del arconte rubio y siempre estaba feliz.  

Por eso aunque lo llamara no lo volvería a ver, mientras más alejado de él estuviera, su corazón menos sufriría, sabía que al entregar su anillo era riesgoso, pero aun así lo hizo y no se arrepentía de nada, ya que al menos tenían un lazo que los unía y ese era esos dos anillos, cosa que podía presumir y sentirse orgulloso, pues aunque nunca pudo decir que ese ángel le pertenecía, al menos si podía decir que sus momentos con él fueron hermosos.  

Notas finales:

¡Hola!, La verdad es que actualizo porque como ya dije anteriormente solo llega la inspiraciòn, espero que esten disfrutando de mi fic.  

Nos leemos la proxima vez. 


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