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Sólo una vez más por Mazeni

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Aún no había decidido sus sentimientos con claridad, no entendía si lo que sentía por ese ángel de ojos color zafiro era amor o admiración, no quería cometer el mismo error que con su compañero de rubia cabellera, se odiaba por hacerlo sufrir pero no quería engañarse a sí mismo con algo que no iba a funcionar.

Quiero conocerlo más, saber sus temores, sus alegrías, sus pensamientos”, ese era el pensamiento frecuente del ángel pelinegro.

Siempre que trabajaba le gustaba ver a sus dos humanos favoritos, pero últimamente sufrían mucho, se supone que la diosa del amor les ayudaría, pero no había visto progreso en ellos, así que a veces él en secreto ayudaba a esos dos a encontrarse.

-No se preocupen mis pequeñas almas, en la siguiente vida podrán ser mujer y hombre, si se llegan a encontrar serán felices. – dijo en un susurro al ver a esas dos personas.

Aunque les deseaba lo mejor no podía evitar sentirse triste al verlas, eran hermosas sus almas, y su historia de amor era lo que había hecho que pensara que los humanos eran los seres más afortunados.

-Esta es tu segunda vida. – dijo en un susurro.

Estaba tan concentrado en observando a esos dos seres que no se dio cuenta que alguien lo observaba detenidamente fascinado con el rostro que estaba haciendo ese ángel menor.

El ángel peli negro solo quitó su atención de los humanos cuando vio su anillo resplandecer, al verlo por inercia sonrió dulcemente, solo así se dio cuenta quien era la persona sentada a su lado.

-Por fin me haces caso – aunque trataba de hacer un rostro molesto, su sonrisa decía todo lo contrario.

Un hermoso ángel con armadura plateada le miraba fijamente.

-¿Desde cuándo estas aquí?  - preguntó el menor alarmándose.

-No mucho, pero me gusta esa mirada tuya.

-… - el sonrojo del menor era aún más fuerte.

-¿Nos vamos? – dijo tomándole de la mano el mayor.

-Si.

Verse se había convertido en una costumbre, siempre se encontraban y en varias ocasiones como esa se tomaban de la mano y solo volaban o algunas veces caminaban, pero siempre estaban juntos.

-¿Qué tanto observabas que te veías tan fascinado? – preguntó el arconte de hermosa cabellera plateada.

-A los humanos.

-¿A todos? – contestó sorprendido.

-No, no, no a todos, veía a dos humanos especiales. – al momento que contestaba no pudo evitar reírse suavemente ante la ocurrencia del mayor.

-¿Especiales?

-Sí, especiales, siempre los observo, su historia es realmente asombrosa.

-Antes mencionaste  algo de “segunda vida”, ¿era la segunda vez que reencarna?

-No, no sé cuántas veces ha reencarnado que ya perdí la cuenta.

-¿Entonces cómo puedes decir que es su segunda vida? – asombrado el mayor lo miró.

- Pues esa es una razón por la cual adoro a los humanos, verás, cuando un humano es creado por primera vez se considera su “primera vida”, como es bastante obvio, pero cuando renace no se toma en cuenta por así decirlo a excepción si tiene su mismo rostro que en su primera vida.

-Pero su alma es la misma.

-Sí, su alma es la misma pero no el rostro inicial, es como si las veces que reencarnara su alma buscara su lugar inicial.

-Entonces cuando nacen con su mismo rostro…

-Es más probable que se encuentren con su alma destinada, porque ellos la primera vez que fueron creados se vieron e inconscientemente buscan ese rostro entre miles de personas en la Tierra.

-Es increíble. – el arconte mayor estaba impresionado por lo que eran los humanos.

-Si, pero muchas veces en sus reencarnaciones están con alguien más, un alma que no es destinada a ellos.

-¿Y qué pasa cuando eso sucede?

– Algunas veces no llegan a estar juntas, algunas otras viven felices.

-¿Cuántas veces nacen con el mismo rostro? – pregunto el mayor.

-Ocho veces.

-¡¿OCHO VECES?! – contestó aquel arconte sin siquiera inmutar su asombro.

-Si.

-Que injusto.

-Bueno, no nacen iguales simultáneamente con el mismo rostro, algunas veces tardan unos miles de años, ellos deciden cuando quieren nacer con su mismo rostro.

-¿Y que pasa después de que acaban con sus ocho veces?

-Ni yo lo sé, no soy tan grande, fui creado mucho después que los demás.

-Entiendo, - sin decir nada se acercó más al ángel menor - ahora entiendo un poco más el porque te gusta tanto ver a los humanos. - En un suave movimiento el arconte besó la mejilla del menor, provocando un sonrojo en sus mejillas. – Gracias por contarme algo tan maravilloso.

-Pero que dices, yo aún no sé nada de ti, ¿Cómo es tu trabajo?

-Bueno, cuando un humano muere el dios de la muerte es el encargado de recolectar sus almas, pero nosotros somos los encargados de juzgarlas.

-¿Juzgarlas?

-Sí, si no han cometido nada malo en su vida son perdonados y pueden renacer inmediatamente, pero si sucede todo lo contrario deben ser juzgados y castigados, no renacen inmediatamente y en su siguiente vida encontrar la felicidad le será difícil.

-¿Qué cosas deben hacer para recibir ese castigo?

-Algunas de ellas es matar, suicidarse o muchas de ellas, al menos en esta época es violar.

-Sí, lo he visto.

-Solo  son algunas cosas, nosotros debemos ser justos con los humanos, aunque a veces puede ser un poco cruel.

-… - el menor entendía, muchas veces había visto a los humanos hacer ese tipo de cosas y nunca le gustaba presenciarlo, pero que el mayor decidiera el destino de los humanos, aunque sabía que era su trabajo y estaba en su naturaleza…

-Lo siento, no quise incomodarte amor mío – tomándolo en brazos lo abrazo y beso lentamente la frente del menor.   

Eso era frecuente en el mayor, un momento podía hablarle tranquilamente y cuando menos se daba cuenta ya le estaba hablando con bellas palabras.

-No me incomodaste, solo…

-No lo aceptas – terminó la frase el mayor.

-No, solo que no entiendo como un ser tan gentil como tu tengas un trabajo tan rudo.

El ángel peli negro acunó la mejilla del arconte con su palma y sin dudarlo le dio un beso en la mejilla contraria, aunque fue un beso muy rápido no quitaba el hecho de que estaba progresando con el mayor.

-Me gustas – dijo en un susurro el menor – me gustas mucho.

-Yo te amo – confirmó el mayor. – Te amo mucho, haría cualquier cosa por ti.

-Yo también lo haría por ti.

Cada vez su cercanía era menor y sus palabras eran mucho más suaves en cada frase, el mayor había abrazado a su ángel de la cintura y lo había acercado a él, en cambio el ángel peli negro abrazaba al mayor por el cuello, haciendo su cercanía cada vez más íntima.

A pesar de la diferencia de altura que tenían esos dos ángeles no importaba ya que el menor se ponía de puntitas haciendo que el peli plata sonriera para sus adentros ante esa tierna acción.

El arconte besó el cuello del menor haciendo que esté reaccionara de forma involuntaria ante ese toque tan directo en su cuello.

-Me encantas – susurro el mayor volviendo a besar el mismo lugar donde anteriormente había puesto sus labios. – no sabes cuánto me encantas.

Tomando ventaja de lo que decía acercaba más su cuerpo al de su pequeño ángel y para sorpresa, este no se resistía.

-Quiero conocerte más, no vayas tan rápido. – dijo por fin el peli negro.

Aun se sentía culpable por lo que le había hecho al arconte de ojos verdosos y mirada profunda, pero no podía negar que le encantaba estar así con el peli plata, no le molestaba esa cercanía con él y eso era lo más maravilloso, porque cuando estas con alguien con quien puedes ser tú mismo esa sensación es única.

-Está bien mi pequeño, haremos lo que tú digas – contesto el arconte sin separarse de él.

Eso era lo que el menor adoraba del arconte, que respetaba sus decisiones y con cada palabra le hacía sentir confiado, seguro y eso era lo que más le gustaba.

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En un principio pensó que se recuperaría tras haber perdido a su ser que más amo, tal fue su primer amor del menor, pero eso no quitaba que  aún le doliera, aunque había pasado ya un poco tiempo desde que el menor tomo esa decisión de separarse no podía evitar sentirse enojado al ver como su compañero casi diario salía, no había necesidad de preguntar el porqué de sus salidas, era más que obvio a quien iba a ver.

Aunque su compañero arconte tenía mucho más años que él de alguna forma se sentía inferior, el ángel pelinegro era el único que a pesar de su mal carácter le hablaba sin miedo alguno, aunque no fue su amigo, pudo ser algo más y por solo poco tiempo había probado esos labios tan dulces que tanto le encantaban, cada noche llegaban sus recuerdos de los momentos felices que tuvo con el menor, y por inercia no podía evitar sonreír.

Aunque le odiaba a su compañero peli plata no podía evitar sentirse feliz por él, ya que al parecer había tomado muy enserio su consejo de ir tras el peli negro, desde lejos los cuidaba a ambos, no podía hacer que nada más que eso para que estuvieran felices.

Soy un idiota”, pensó el menor.

“Soy un idiota enamorado y eso es el mayor defecto que puede tener alguien como yo”

Él no podía ser feliz mientras que el ángel custodio no lo fuera, cuando el menor encontrara su felicidad entonces, solo entonces podía ser feliz. 


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