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Ojos Cerrados por Kuromiyano

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La sombra de un hombre alto se asomaba por unos estantes en la oscuridad dejando ver a una persona alta, pelirrojo y pese a la oscuridad, podía distinguir las facciones del hombre y notar sus ojos cerrados.

Neil se acercó con pasos parsimoniosos dejando resonar el eco en el aire, podía oler un perfume a jazmín agradable al olfato. Se dirigió a la mesa enfrente dela mesa al lado de la ventana dejando la pila de libros que cargaba sobre ella.

. –Es raro ver a gente a esta hora de la noche. –mencionó esperando alguna reacción del visitante. –Pero la tienda no cierra hasta pasada la media noche… -

La voz profunda y tranquila de Neil le pareció discordante con la situación. ¿Qué biblioteca cerraba tan tarde? El dueño debía de ser un excéntrico por lo que veía, pensando que Neil era el dueño de la biblioteca.

Prefirió no indagar en el misterio del lugar e ir directamente al asunto que le interesaba. –Soy un extranjero y me he desorientado un poco en la ciudad.  Vi el lugar abierto y decidí preguntar por una llamada. –explicó, al terminar tuvo la incómoda sensación de haber interrumpido un silencio propio del ambiente, como si fuera  intruso en una conversación ajena.

. -¿Y se le olvido el celular también? –inquirió. –Es descuidado y peligroso tener esos deslices en estos días, sobre todo estando en un país desconocido – avanzó hacia el borde del sillón en donde él estaba parado mostrando una mueca de disgusto ante el comentario de Neil. Pudo notar que el hombre era siego enseguida, agarró el bastón que estaba apoyado en el brazo del sillón y le sonrió a Albert leve y cordial. –Abajo hay un teléfono que puede usar, si gusta lo guio. –

. –Le agradezco…la ayuda. –dijo de forma reticente mostrando un tono arrogante, se sentía ofendido por el anterior comentario de Neil, indirectamente le había dicho tonto.  

. –No hay de qué. –con una señal Neil le indico que lo siguiera. Lo guío hasta la mesa de recepción, le señalo el teléfono negro apuntando con el dedo. –Ese es…si me necesita estaré en el segundo piso acomodando algunos libros. –

Albert observó la figura alta de Neil subir las escaleras con el bastón, había algo en el hombre que lo inquietaba y no era la ceguera lo que lo molestaba. Dejo salir un suspiro, era mejor que se apresurara a hacer la llamada a un taxi.

El sonido de rozar de los libros al colocarlos era el único sonido que acompañaba al vacío del pasillo en el que se encontraba. Pensaba en el olor a jazmín, se le había hecho familiar ese olor, finalmente recordó el escenario y la persona con la que se peleó Daniel en el avión. Una parodia de reencuentros, pensó.

El dueño se encontraba fuera haciendo unos recados, le dejo el cierre a él. Neil tenía que hacer un viaje temprano en la mañana hacia la exposición  de arquitectura, se presentaría como un profesor de universidad, el dueño le había conseguido el puesto fácilmente. Realmente la misión ni siquiera había comenzado, se consideraban en vacaciones, la recolección de información era un juego de niños y la ejecución más rápida que el abrir y cerrar de los ojos. Sospechaba que esa misión que les habían dado era una fachada, los querían a él y Daniel fuera de algo, la pregunta era:

¿De qué?

Agarró el bastón de nuevo para movilizarse al barandal del segundo piso, no escuchaba ruido del visitante, tal vez ya se había ido, el hombre no le pareció muy cómodo con su persona, era probable que sin querer dijera algo inapropiado y dadas las anteriores reacciones y tonos de Albert no creía que quisiera permanecer ahí por mucho tiempo. Para su sorpresa, escuchó el pasar de las paginas, aun no se había marchado. El sonido se había detenido y supo por instinto que había subido la mirada para verle, decidió bajar para ver si le ofrecía algo más.

. –Tiene un muy buen inventario aquí. –alabó Albert volviendo la mirada a las estanterías. –Hay libros muy difíciles de conseguir, ejemplares muy interesantes y obras literarias muy reconocidas de autores renombrados. –

. –El dueño fue un adepto del viaje y la investigación en su tiempo. Lugar al que iba, historia que encontraba y libro que adquiría. –

. -¿Usted no es el dueño?-preguntó extrañado.

. –No, soy un empleado, el dueño ha salido por un momento. –

. –Oh… -bajo la mirada respirando profundamente. –Por la hora que es, pensé que nadie más que el dueño se quedaría encargado de un lugar así. -miró con curiosidad como Neil se movía hacia la mesa de recepción y tomaba un tarjeta de presentación para entregársela.

. –Es la dirección del lugar, si gusta de algún libro no dude en venir. Como usted dijo hay muchas cosas interesantes aquí. –bajó la mano cuando sintió el jalón de Albert al tomar la tarjeta. –Tómese su tiempo ahora, si aún no se va. –

. –Por supuesto, gracias por el ofrecimiento, lo tendré en cuenta. –respondió, Neil asintió con la cabeza antes de apartarse. - Albert Robertson.-se dijo sorpresivamente. – Me disculpo por la tardía presentación. – levanto la mirada para enfocar el rostro inexpresivo de Neil.

. –Neil Sting, a la orden. –inclinó la cabeza a modo de saludo. –Espero encuentre algo de su agrado en este lugar. –sonrió cortes. En eso la bocina de un carro sonaba en la calle.

. –Debe ser mi taxi. –dijo volteando hacia la entrada de la biblioteca. –Gracias por la ayuda Mr Sting. –levantó la mano para despedirse hasta que recordó que era ciego, pero antes de que alejara su mano Neil la tomo normalmente.

. –No hay de qué. –su mano era grande, de dedos largos y cálida, cualquiera diría era eran unas manos fuertes pero Albert tuvo por alguna razón la sensación de que desaparecerían. Al soltarlo el roce de sus palmas dejo un extraño sentimiento de inquietud. Tal vez era el aire que rodeaba al Neil o la biblioteca.

. –…Nos vemos –

. –Que tenga una buena noche. –

Neil se quedó en su puesto sin moverse escuchando los pasos de Albert alejarse hasta entrar al taxi y alejarse.  Sus labios resecos y fríos por el clima se curvearon suavemente en una irónica sonrisa. La vida daba muchos giros inesperados, tenía el presentimiento de que volvería a ver a Albert, tal vez…en no tan buenas circunstancias.

…….

El lugar lúgubre, húmedo y oscuro sintonizaba perfectamente con la  alta figura en lo profundo del pasillo. La gabardina desgarrada y sucia arrastraba pliegos de tela por el suelo, los pasos de sus botas resonaban claramente, como si fuera el único sonido en aquel lugar existente. Las ventanas en el extremo del pasillo, dejaban entrar suaves rayos de luz gracias a la luna en ese momento en su cuarto menguante. Subió las escaleras dejando oír el rechinar de la madera podrida, sus manos enguantadas se deslizaban por el barandal de las escaleras.

Se dirigía al último piso de aquel hospital psiquiátrico abandonado en las afueras de Minsk, un bosque muy conocido en toda Bielorrusia, “Kurapaty”  cementerio de muchos civiles en la Gran Purga entre 1937 y 1941, una historia de ejecución similar a la de Francia durante su revolución. El hospital era grande, cuatro instalaciones designadas a diferentes departamentos en su tiempo para atender diferentes casos, abarcaba más de 7 manzanas de terreno, en lo alto de las montañas aislado de toda sociedad, derruido por un repentino incendio cerca de 1973, una matanza y muerte terrible de todo enferme y empleado.  Ahora ese imponente manicomio no era más de que ruinas desgastadas y abandonadas.

La oficina que pertenecía en su  tiempo a él principal del lugar no sería nada más que un espacio abandonado si no fuera porque había un par de sillones negros individuales ubicados en el centro del cuarto. Los grandes ventanales acomodaban la escena dejando entrar la luz dandole un aire peturbante. El  hombre se adentró a la habitación sentándose en uno de los sillones justo enfrente del otro en donde otro hombre de apariencia más pulcra y elegante estaba sentado con la gracia de todo un aristócrata.

. –Misión completada. –susurró mirando a los ojos al hombre frente a él.

. –Esplendido…como siempre Visha. –

. –Pero no es para eso por lo que me llamas. –enderezo su espalda haciéndola tronar sonoramente provocando un leve suspiro de su boca. En su acento se remarcaba audiblemente un acento ruso al pronunciar los vocablos con una voz sepulcral, demasiado profunda y sombría. –¿Qué quieres Damián?

El mencionado sonrió con la cortesía de un bufón de la corte.

. –Benjamín nos ha puesto juntos en un nuevo trabajo. –volteo hacia los ventanales alzando su mirada hacia un punto inexistente. –¿Es una hermosa noche no lo crees Vicha? –un gruñido fue todo lo que recibió como repuesta, había una peligrosa nota de irritación.

. -¿Por qué contigo? –

. –No lo sé, desde que ambos escogimos trabajar por nuestra cuenta nunca se había interpuesto en nuestro modo de trabajo. Pero tu sabrás amigo mío…no es como si hubiera opción a reclamo. –

Los dos se miraron a los ojos estudiándose fríamente. El disgusto de Visha era palpable, su angulado rostro pétreo con obvios rasgos escandinavos no era tímido al contraerse en una mueca disconforme, sus ojos absurdamente claros  parecían brillar con la luz de la luna dando un brillo amenazante y sobrenatural. Ante los ojos de Damián, una figura imponente y salvaje, uno de los mejores asesinos con la muerte de sombra al igual que él. En cambio, el claro contraste de su persona con el de Visha era casi cómico, su traje hecho a la medida, su postura refinada, sus ojos manipuladores y calculadores, su sonrisa encantadora llena de veneno, Damián era una belleza deletérea.

. –Pues…maldito sea. –siseó escupiendo las palabras con sorprendente fuerza de impresión. –Supongo que a ti te dio los detalles de lo que sea que nos encomendó. ¿O no?

. –Los tengo. –

Con movimientos parsimoniosos saco un folder del maletín que reposaba justo al lado de su sillón, abrió el folder con tal tranquilidad que parecía que el tiempo a su alrededor se había detenido.

. –Asia…En Hong Kong. Hay un tráfico de una droga nueva que se pensaba no saldría en el mercado hasta el próximo año. Fue robada y está siendo dispersada  sin estar debidamente manufacturada, es lo que ha estado provocando las repentinas muertes por intoxicación los últimos 5 meses. –Explicó, levanto la mirada un momento notando los penetrantes ojos de Visha, calmados, serios y sin embargo mortíferos. –La misión es deshacernos de toda la organización de tráfico y matar al ladrón de la droga, finalmente destruiremos las muestras de la droga salvando una porción para entregárselas al jefe.

. –Una masacre. –susurró, notaba cierto jubilo en su tono. –No está mal…

. –No creo que sea tan simple. Después de todo, de haber sido así yo no estaría aquí. –

Tenía un punto.

Visha mataba en los ambientes más violentos, su campo era casi un páramo de batalla regional donde podía alzar su fuerza, degollar, disparar, explotar, deshacerse de sus objetivos con total libertad de expresión. Damián pertenecía a un campo más sigiloso, mataba, pero encubierto; su poder era su apariencia de caballero, atraía a su presa ágilmente hasta tenerla en sus manos, la hacía sentir a gusto en sus brazos, hombre o mujer morían por sus manos plácidamente atraídos por su atractivo, su encanto. Visha infligía terror y disfrutaba de ello, Damián era un dulce veneno mortal.

¿Cuál sería el motivo de colocar a dos personas tan diferentes juntas?

. –¿Cómo me encontraste? –preguntó, había recibido una extraña invitación encima del escritorio de su guarida, intuía que podía ser alguien del gremio pues nadie más sabría la localización y la forma de entrar a la guarida pero jamás se hubiera imaginado que sería Damián el percusor de aquella invitación.

. –Benjamín me dio el país en donde operarias, de ahí tuve que seguir constantes movimientos militares para dar contigo hasta llegar a Minsk. –guardo los datos de nuevo en el folder y cruzo sus piernas grácil. –Honestamente pensé que no encontrarías la invitación, vigile la guarida por un mes entero y no aparecías. Finalmente decidí esperarte aquí por tres semanas. –

. –Tenía pensado tomar la misión de Vietnam luego de salir de aquí. –lanzó un bufido molesto. –Este es un recado molesto. –

. – ¿Por la misión o por mí? –se aventuró a preguntar juguetón regalándole una procaz sonrisa. – A mí no me disgusta esta situación tanto como a ti. –

Le pareció escuchar “kvailas” de los labios de Visha, un pequeño murmullo que había salido naturalmente en respuesta. Sabía lo que significaba, era la primera vez que era llamado “imbécil” tan espontáneamente.

. –Tienes gustos tétricos. –comentó Visha refiriéndose al lugar de encuentro. –Un manicomio… -una trémula sonrisa se formó en sus labios. –El lugar más adecuado para nosotros, ¿no lo crees? –su cinismo logró sacarle una sonrisa a Damián.

 Tal vez era una escena digna de Faustus, un encuentro entre dos demonios, entre dos asesinos en un lugar acorde a ellos.

 . -Un cuadro muy apropiado. Tengo un instinto para ello... -

 

 

 

Notas finales:

 

 

Gracias por leer!!

 

Dejen sus reviwes si lo desean.


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