Capítulo 13
Konoha: Unas cuantas horas antes…
En sólo unas semanas, mucho había cambiado en la Aldea oculta de la Hoja. Los exámenes chuunin los cuales, al principio, parecían ser la perfecta oportunidad para fortalecer los lazos de Konoha con otras aldeas así como mostrar los talentos de la nueva generación, se habían vuelto un desastre.
El ataque de Orochimaru contra la aldea les había tomado por sorpresa, y lo peor es que no estaba solo. Se había aliado con la Aldea de la Arena y fundado la suya propia, la del Sonido.
En medio de cientos de muertes que el Sannin había dejado a su camino, hubo una pérdida que era irreparable: Hiruzen Sarutobi, el tercer Hokage que había muerto protegiendo a su gente.
El Tercero había sellado una parte del alma de Orochimaru, incluido sus brazos. Usando un jutsu prohibido que, al final, reclamó su propia vida. Kakashi, con todas sus habilidades y reputación, había sido incapaz de hacer nada más que pararse ahí y ver los terribles eventos que sucedían frente a sus ojos.
Incapaz de ejecutar sellos con sus manos, Orochimaru, el muy cobarde, huyó. Un equipo ANBU había sido enviado inmediatamente para rastrearlo mientras él estuviera debilitado; pero habían fallado en hacerlo, por qué incluso una serpiente herida todavía era escurridiza. Orochimaru se recuperaría y regresaría un día a terminar lo que había empezado, Kakashi no tenía duda de eso.
Pero esas eran muy distantes preocupaciones para el futuro, y había tantas cosas de las que hacerse cargo ahora mismo. Primero, tenían que disponer de los muertos,docenas de buenos hombres y mujeres. Luego, tenían que consolar a sus familias y tranquilizar a los aldeanos.
Daños de esta escala no sucedían desde que el Kyūbi atacó la aldea hace más de trece años. El pánico se extendió como la pólvora por todos lados. Todos temían el regreso de las oscuras eras ninja, cómo en el tiempo de las Grandes Guerras.
Entonces, una vez que la población civil fuera tranquilizada, finalmente sería el momento de encargarse de los dos asuntos más importantes. Primero, necesitaban iniciar y firmar un tratado de paz con Sunagakure, cuyo Kazegake había sido traicionado y asesinado por Orochimaru, y cuyos jinchuuriki habían desaparecido durante la batalla; algunas personas hablaban de deserción, otros pensaban que había sido secuestrado por los acólitos de las serpientes. Solo sus hermanos parecían realmente preocupados por su desaparición…
Y finalmente estaba el asunto más crucial de todos, que era la elección de un nuevo Hokage; un shinobi capaz de liderar y proteger al pueblo. Después de semanas de un debate brutal entre las cabezas del clan y el señor feudal del país, eligieron a Danzō Shimura. Esta era una elección con la que Kakashi no se sentía completamente cómodo, hasta el momento.
Sabía que el hombre era leal a la aldea, había servido durante años como General de las fuerzas ANBU y, aunque viejo, todavía era lo suficientemente hábil para disuadir a los enemigos de atacar a Konoha. Y aún así, a pesar de admitir que era una elección lógica, Kakashi preferiría tener a uno de los legendarios Sannin como el nuevo Hokage.
Jiraya había rechazado rápidamente la oferta, diciendo que estaba más preparado para la vida como un vagabundo. La ubicación de Lady Tsunade era un misterio para todos, ya que ella había desaparecido de la aldea muchos años atrás y había jurado no volver a poner un pie en Konoha. Kakashi había esperado que Jiraya pudiera encontrarla y persuadirla de romper aquel juramento pero, cuando hizo esa sugerencia, el Sannin se rió en su cara y respondió crípticamente: "El único capaz de lograr tal hazaña ha elegido un camino diferente para sí mismo"
Movidos por la falta de otras opciones viables, los jefes de familia de cada clan de Konohagakure habían reconocido a Danzo como el Goindame y le habían jurado lealtad, aunque algunos con más renuencia que otros. Una vez que este servicio privado concluyó, la decisión se hizo pública y Danzo asumió el cargo en una ceremonia pública.
Kakashi, a pesar de su particular aversión hacia el hombre, se sintió aliviado cuando todos los procedimientos terminaron. La vida en el pueblo podría volver lentamente a la normalidad. Tenía temas personales y apremiantes por atender y, los ha pospuesto lo suficiente; retomaría esos asuntos que principalmente giraban en torno a sus dos desaparecidos estudiantes.
Cuando Naruto y Sasuke desaparecieron tres semanas antes del inicio de los exámenes Chuunin, Kakashi se preocupó. No era común en ellos perder la oportunidad de probar sus capacidades y demostrar su valía en una ocasión tan memorable. El Hokage había calmado sus temores, asegurándole que los dos gennins estaban en buenas manos: Jiraya había venido al pueblo por una noche y los había pedido para una misión de infiltración. Jiraya era el padrino de Naruto y el candidato más adecuado para mantener el sello del Kyūbi a raya en caso de peligro, por lo que Kakashi no había insistido mucho para recuperarlos.
Sin embargo, a medida que pasaban las semanas y el primer día de los exámenes Chunnin llegó y terminó, Naruto y Sasuke aún no habían regresado al pueblo. Kakashi estaba cada vez más preocupado y comenzó a sospechar de la explicación del Tercero. Algo estaba pasando con esos dos, algo serio, y el difunto Hokage lo mantuvo en el más críptico silencio, a pesar de que él como su maestro,l era el responsable de su bienestar.
El primer día después de que terminara el proceso de las elecciones, Kakashi buscó al único hombre que podía ofrecerle algunas respuestas. Finalmente pudo enfrentar al Sanin de la forma en que lo había querido hacer desde el principio.
—Sasuke y Naruto, ¿dónde están?—demandó importándole bien poco que el shinobi frente a él fuera más mortal de lo que él mismo era.
Jiraya le miró sorprendido y, después, algo de lástima asomó a sus ojos—¿Hiruzen no te lo dijo?
—Todo lo que dijo fué que los llevaste contigo para una misión de infiltración.
—No—negó Jiraya moviendo la cabeza—No los llevé conmigo. Mi misión era regresarlos. Ellos se fueron por su propia voluntad.
—¿Se fueron?—eso era lo último que Kakashi esperaba escuchar. No le habría sorprendido mucho si sólo fuera Sasuke, porque así era el camino de un vengador pero ¿Naruto? ¿Yéndose por su propia voluntad? No podía creerlo así que preguntó—¿Ambos?
—Si. Y sé lo que estás pensando, pero fueron ambos—le aseguró Jiraya—. Ha pasado demasiado tiempo desde la última vez que ví a dos shinobis tan bien sincronizados el uno con el otro.
Kakashi no tuvo tiempo para considerar dichas noticias. Habían asuntos más importantes— ¿Los encontraste y no los trajiste de regreso?
—Lo intenté—respondió el Sannin calmadamente—y fallé… Naruto me venció, aunque no puedas creerlo. Ni siquiera llegué a darle batalla.
—¡Estás hablando sin sentidos!—le acusó Kakashi furiosamente, lo que comprobaba la preocupación por sus estudiantes; tanto que su apariencia apacible se había tornado furiosa—. Tú eres un renombrado Sannin. Ellos son sólo dos gennin quienes creen ser mejor de lo que en realidad son ¡No durarán un mes ahí afuera!
Por un momento pareció que Jiraya iba a contradecirle. Lucía escéptico a sus palabras y no parecía nada preocupado, pero luego cambió de parecer y sólo se encogió de hombros—. Puedes intentar encontrarlos por ti mismo—le dijo—. La última vez que les ví, estaban cerca de la frontera entre el País de la Arena y el País de la Piedra, pero pon atención a mis palabras, Kakashi, no serás capaz de traerlos de regreso.
Kakashi ni siquiera se molestó en responder a eso. Le dió la espalda al Sannin y se alejó. Ahora ya tenía un destino en mente.
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Oficina del Hokage
—Entre—la voz del Godaime resonó a través de la puerta. Kakashi lo hizo sin perder tiempo. Se adentró a la oficina y se arrodilló en el piso, que era una formalidad raramente observada con los dos anteriores Hokages.
—Hokage sama—saludó respetuosamente. El hombre respondió amablemente.
—Hatake-san ¿Qué lo trae a mi oficina?
—Dos de mis estudiantes, Uchiha Sasuke y Uzumaki Naruto—respondió directo y al grano—El Sandaime les asignó una misión de encubiertos hace tres meses. El Sannin Jiraya puede confirmar esto; sin embargo, ya que el Tercero falleció, solicito permiso para encontrarlos y traerlos de regreso a la aldea.
El Godaime le miro detenidamente, tomandose unos segundos para considerar la petición—¿Qué hay de tu otra estudiante, la Kunoichi?
Ésta pregunta congeló a Kakashi por un momento. Tenía que admitir que ante su hipócrita preocupación y enojo por la desaparición de Naruto y Sasuke, había renegado del tercer miembro de su equipo. Sakura había estado decepcionada al enterarse que Sasuke se había ido a una misión, y peor, se había llevado a Naruto en lugar de a ella. Le había pedido a Kakashi que la entrenara, determinada a demostrarle a Sasuke que ella podía ser igual de útil en pelea, y así lo había hecho, al principio.
El problema era que Kakashi no sabía cómo enseñarle a una chica como Sakura. Él se inclinaba por un enfoque directo en la enseñanza, esto es, que usualmente golpeaba a sus alumnos hasta que aprendían lo que estaban haciendo mal. Era un método lento, pero efectivo, o al menos, funcionaba bien con niños obstinados como Naruto y Sasuke. Kakashi no se atrevía a tratar a Sakura de esta manera. No sentía que ni su cuerpo ni su mente fueran lo suficientemente fuertes para soportarlo.
En su lugar, le enseñó a caminar sobre el agua, lo que aprendió bastante rápido. Ella era increíblemente buena controlando su chakra, tal vez incluso mejor que él a su edad. Kakashi había decidido enseñarle genjutsu, como el siguiente paso natural en su entrenamiento, lo que resultó ser un completo desastre.
En teoría era la decisión correcta. De las tres técnicas ninja, el genjutsu era el que requería un control casi perfecto sobre el chakra. Sakura parecía ideal para eso. Sin embargo, el genjutsu también era el arma más cruel que un ninja podía manejar. Era, en esencia, una terrible violación a la mente de alguien. Era una herramienta que los ninjas de sangre fría usaban para infiltrarse en las mentes de sus enemigos y destruir todo lo que formaba la identidad de esa persona, solo dejando atrás una mera sombra de lo que esa persona había sido alguna vez.
Para manejar el genjutsu efectivamente, los ninja necesitaban tener un instinto asesino dentro de ellos, instinto del que Sakura carecía por completo. Kakashi había pasado por alto esto cuando decidió enseñarle, y se culpó por los días infructuosos que le dedicaron al entrenamiento.
Las continuas fallas en aprenderlo adecuadamente habían matado lentamente el entusiasmo de Sakura por mejorar sus habilidades como kunoichi. Se había vuelto más callada y retraída, y Kakashi podría haber hecho algo al respecto, pero luego Orochimaru había matado a todo un equipo de gennins durante la segunda parte de los exámenes, y su atención pasó de sus alumnos a la aldea.
El Hokage le había asignado un puesto de vigilancia, pero no identificó a Orochimaru a tiempo, quien resultó estar disfrazado todo el tiempo como Kazekage. El Hokage había muerto, por su fracaso. Kakashi no iba a fallar de nuevo. No a sus dos estudiantes más prometedores, no al hijo del hombre que fue su segundo padre.
Sakura tendría que esperar hasta que trajera a Naruto y Sasuke de regreso a la aldea, y luego los tres podrían ayudar a la kunoichi a mejorar sus técnicas, juntos.
—Sakura Haruno—respondió el hombre—de hecho. Considero que lo mejor es que permanezca aquí hasta que todo mi equipo esté reunido.
El Godaime estuvo de acuerdo, de acuerdo con la sabia elección— ¿Está al tanto de la naturaleza de la misión de sus estudiantes?—preguntó.
—Me temo que el Tercero decidió no compartirlo conmigo—Danzo arrugó el entrecejo ante esa respuesta, pareciendo pensativo.
—Podría ser peligroso sacarlos de una misión sin saber exactamente cuáles fueron sus órdenes…
El corazón de Kakashi saltó conmocionado, pero su rostro permaneció impertérrito. Sí el Hokage no le autorizaba a irse…
—Por otro lado—habló nuevamente el Godaime, interrumpiendo sus pensamientos—es altamente probable que no estén al tanto de los cambios que han ocurrido con el liderazgo de la aldea. Debemos por lo menos hacer un recuento de los objetivos que persiguen con su actual misión.
Pareció pensarlo por unos cuantos segundos más y, finalmente, asintió para sí mismo, satisfecho con la conclusión a la que había llegado, antes de dirigirse a Kakashi.
—Esto es lo que harás—dijo—. Encontrarás dónde están tus estudiantes y el propósito de su misión. Después de eso, dejó a tu buen juicio si deben regresar contigo, o permanecer en su puesto hasta completar la misión—guardó silencio por unos cuantos segundos y se detuvo frente a Kakashi fijando su mirada con la del otro hombre—Hatake Kakashi, ¿acepta esta misión?
—Sí, Hokage-sama—respondió solemnemente.
—Bien, puedes partir al anochecer—le despidió formalmente—. Ve y cumple con tu deber como shinobi de la Hoja.
Kakashi asintió sin perder tiempo en responder ésta vez y, en un parpadeo, desapareció de la habitación. No había tiempo que perder. Naruto y Sasuke tenían que sobrevivir hasta que él pudiera encontrarles.
Debía tener fé en ello.
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Más tarde, ese día…
El Hokage dejó su oficina casi después que Kakashi. Estaba complacido, muy complacido, por los eventos que durante el día se habían desarrollado exactamente como esperaba. Ahora era el momento de dar las verdaderas órdenes, esas que podrían proteger a la aldea de sus más poderosas amenazas; especialmente de las amenazas disfrazadas de aliados. Aunque no podía hacer eso desde su oficina -al menos no aún-, no cuando su reinado apenas había empezado y habían muchos que parecían desconfiar de él.
Fue profundo bajo tierra, de regreso a sus cuarteles de RAIZ, donde sus más leales shinobis esperaban sus órdenes. Pasó por delante de su antigua oficina, cruzó el pasillo y se detuvo un momento frente a una de las celdas.
El prisionero dentro de la celda lucía particularmente joven, con rasgos delicados y cabello oscuro color jengibre. Él también estaba inconsciente. Según las órdenes del Hokage, varios sellos que suprimen chakra habían sido grabados en la piel del niño, estaba esposado y encadenado a la pared en todo momento. También le habían negado comida desde que fue encarcelado.
Para algunos, tratar así a alguien tan joven parecería cruel, pero Danzo lo hizo solo porque lo creyó necesario para salvaguardar a los ciudadanos de Konoha y no se complació en ello. La Aldea de la Arena había atacado a la Hoja sin provocación, causando cientos de muertes. Los clanes principales de Konoha habrían permitido que esta ofensa quedara impune, pensando que la muerte de su Kazegake había sido suficiente castigo.
Desafortunadamente para La Arena, Danzo había previsto que esto sucedería, y había actuado rápidamente mientras aún había tiempo. Él había enviado a su shinobi más hábil para recuperar el jinchūriki mientras todos estaban ocupados peleando. Había sido sorprendentemente fácil de hacer. Según el informe que había leído, el jinchūriki ni siquiera se había unido a sus camaradas en el ataque, y se estaba preparando para abandonar Konoha cuando su ANBU lo rastreó y lo capturó. No hubo testigos de la hazaña, lo que significaba que Danzo no tenía que denunciarlo a nadie.
Ahora tenía un jinchūriki, una preciosa herramienta que le serviría para proteger la aldea, con el cual negociar. Este jinchūriki era especialmente crucial en estos días, considerando que el propio jinchūriki de Konoha había desaparecido y, aparentemente, había desertado de la aldea en compañía del último superviviente Uchiha, nada menos. La mera idea llenó su corazón de ira, pero luego se recordó a sí mismo que estaba en el camino de rectificar eso ahora, al menos.
—Danzo-sama—una voz le trajo de regreso a la realidad. Uno de sus más leales subordinados había llegado y se arrodillaba frente a él.
— ¿Ha habido algún progreso?—demandó Danzo, sin desperdiciar tiempo en jocosidad.
—Algo, pero seguimos trabajando para encontrar alguna forma de deshacer el sello sin matar al sujeto.
El Godaime sintió un nuevo arranque de ira surgiendo de su interior, y lucho por mantenerlo contenido. Ese había sido el primer problema en el que habían comenzado a trabajar, pero seguían sin encontrar una solución.
— ¿Que pasa si proseguimos de cualquier forma?—preguntó—¿El sujeto sobrevivirá lo suficiente para que podamos trasplantar a la bestia con cola a otro shinobi?—a un shinobi que fuera leal a la aldea y, más importante, uno que fuera leal a Danzo.
—Es arriesgado—respondió sinceramente su subordinado—. Podríamos tener éxito para crear otro jinchuriki, pero si el sujeto muere antes de completar el trasplante, la bestia con cola morirá con él. Entonces le tomaría años antes de renacer.
—No—Danzo rechazó esa posibilidad—No podemos permitirnos perder tal poder, al menos no mientras sea el único jinchuriki en nuestra posesión. Asignarás un equipo de dos ninja médicos y un especialista en sellado para trabajar en el caso. Tal vez encuentren algo que se haya escapado—el ANBU asintió, aceptando la orden sin protestar. No se sintió ofendido y su orgullo no estaba herido. Él solo vivía para servir a su general.
Después de sopesar la idea por unos segundos, Danzo fue más allá—Tengo una nueva misión para ti “Kakashi el del Sharingan” se irá esta noche en busca de sus estudiantes rebeldes. Uno es el jinchuriki de Konoha y el otro es el último Uchiha. Kakashi desea traerlos de regreso a la aldea y disfrazar su deserción como una misión encubierta asignada por el Tercero. He sancionado esa misión. No tengo intención de permitir que esa deserción quede impune.
— ¿Desea que lo siga?
—Si. Hatake no solo es su maestro, sino también uno de los mejores rastreadores que tenemos en la aldea. Los conoce y ellos confían en él. Incluso si están dispuestos a mantenerse alejados de Konoha, no tendrán ninguna razón para esconderse de él. Él es nuestra mejor oportunidad de recuperar lo que nos pertenece.
Su subordinado no tuvo que preguntar para saber que se refería al jinchuriki.—¿Que deberíamos hacer con el Uchiha?
Danzo lo medito por unos cuantos segundos. Uchiha Sasuke tenía que morir. Sí Konoha iba a disfrutar de una paz duradera, era esencial enviar a todo el clan Uchiha a la otra vida. Uchiha Itachi también había contemplado esa realidad, pero había permitido que su apego a su hermano nublara su buen juicio; perdonar su vida e ir tan lejos como para amenazar a Danzo si algún daño le llegaba a pasar a su hermano. ¿Tal debilidad todavía perduraría? ¿Podría un ex shinobi ANBU permanecer tan demente atado a su hermano menor, a pesar de los largos años que habían pasado entre aquel entonces y ahora?
No había forma de que él lo supiera, pero no podía arriesgarse a despertar la furia de Itachi. Itachi era el único hombre que podía destruir todo lo que era Konoha y hacer que nunca volvieran a levantarse otra vez. Danzo no podía darse el lujo de convertir a Itachi en un enemigo, lo que significaba que solo había un camino que podía tomar.
Danzo se despreciaba por las órdenes que estaba a punto de dar, pero no tenía otra opción.
—Mata a Sasuke Uchiha y has que alguno de tus hombres lleve su cuerpo a Orochimaru.
El ANBU levantó la cabeza ante eso, aunque una máscara cubría sus gestos y dificultaba el saber que era lo que estaba pensando en ese momento.
— ¿Qué hay de sus ojos?—preguntó al fin.
—Deja que Orochimaru los conserve, pero a cambio asumirá la responsabilidad pública del destino de ese chico y te dará el sello que necesitamos para trasplantar a la bestia con cola de un jinchuriki a otro satisfactoriamente.
El hombre asintió de acuerdo.
—Toma a los cinco shinobi más fuertes contigo y envía a otro a negociar con Orochimaru de antemano—indico Danzo—. Recuerda, Hatake Kakashi es una herramienta fuerte para la aldea y no deseo perderlo. Dicho eso, tu prioridad es recuperar al Uzumaki, como jinchuriki, y matar a Uchiha Sasuke por los medios que sean necesarios. Lo dejo a tu criterio.
—Danzo-sama—el subordinado aceptó la misión respetuosamente—considérelo hecho.
El Godaime le dio unas cuantas instrucciones más y le despachó con unas pocas palabras—No me falles.
Cuando ese intercambio tuvo lugar, ninguno de los hombres le había prestado atención al prisionero en la celda. Incluso después de que abrió los ojos por primera vez en varios días. Ninguno de ellos noto cuando el prisionero recuperó la conciencia después de escuchar el nombre de la única persona que había sido amable con él; el único que había despejado las mentiras que nublaban su vida, y que le dijo la verdad que muchos le habían ocultado.
Ni Danzo ni su subordinado habían notado que el prisionero escuchaba su conversación, ni la forma en que sus manos habían empezado a temblar, para luego moverse lentamente hacia el collar que colgaba de su cuello. No lo vieron cuando jaló de la cadena, y se llevaba el collar a la boca, donde lo sostuvo entre sus dientes.
No oyeron cuando el prisionero suplicó a la bestia dentro de su cabeza. Shukaku y el chico habían hablado antes, ya que Naruto le reveló su existencia, pero rara vez se llevaban bien y estaban muy lejos de formar una alianza. Y sin embargo, esta vez, Gaara le suplicó en silencio, ni Danzo ni su subordinado lo oyeron.
Suplicó a Shukaku para que le prestara un poco de su chakra, solo por un momento. Los sellos que estaban impresos en su piel le impedían usar su propio chakra, pero el único sello que debía mantener el chakra de Shukaku como un prisionero dentro de su cuerpo siempre había sido defectuoso, y los ninjas que lo habían capturado no se habían dado cuenta todavía.
Si pudiera tomar prestado suficiente chakra para activar el sello de su collar, ese que Naruto le había dado hace muchos meses. Le podría sacar de esa celda. Le transportaría hacia él.
Shukaku estuvo de acuerdo, así que el chakra de la bestia de cola comenzó a fluir en su cuerpo provocándole dolor. Mucho dolor. Los sellos grabados en su piel reaccionaron negativamente a la presencia extranjera, y el dolor casi hizo que Gaara se desmayara nuevamente, pero se resistió. Esos hombres tenían órdenes de recuperar a Naruto y traerlo aquí, luego lo torturarían de la misma forma en que lo habían torturado a él. Así que se resistió, por el bienestar de Naruto.
Ni Danzo ni su subordinado sintieron tampoco cómo el prisionero lenta, muy lentamente, acumulaba una pequeña cantidad de chakra en sus manos. No lo vieron cuando formó el sello de mano que activaría el sello de transportación en su collar.
Lo que sí notaron, fueron los sellos grabados en su cuerpo cuando comenzaron a brillar dentro de la oscuridad de la celda, tratando de neutralizar el chakra del prisionero. Oyeron el grito visceral del niño por el dolor que le estaban causando.
Era muy tarde. El collar de Gaara lanzó una luz cegadora y un segundo después el prisionero se había ido.
Ellos no serían capaces de encontrarlo.