Capítulo 2
El viaje de regreso a Konoha fue lento, además había una notable tensión en el equipo que Naruto no recordaba hubiera estado presente durante la misión original. No pudo precisar tampoco el origen de esta tensión tampoco.
Ambos, Sakura y Kakashi, se habían sentido tremendamente aliviados cuando Naruto y Sasuke bajaron a la cocina a primera hora de la mañana. Sakura les abrazó a ambos y Sasuke lo permitió, lo que tal vez fue un poco fuera de carácter para él; y tal vez Naruto se había enganchado a ella más de lo necesario, pero aquello apenas era sospechoso considerando el enorme enamoramiento que tenía con ella a esa edad.
Sus sentimientos por ella no eran más de naturaleza romántica, pero seguía siendo una de sus mejores amigas, y después de haberla abandonado en el futuro, había sido maravilloso poder verla otra vez. A Kakashi también. Él sonrió cuando les vió y, por unos segundos, su rostro perdió sus características expresiones habituales para mostrarles un poco de calidez en su lugar.
Eso había sido hace cinco días. Ahora ellos se aproximaban a los límites de la Aldea de la Hoja, y si algo se había hecho obvio durante su viaje era que Sasuke y Naruto eran muy diferentes de sus contrapartes de doce años. Y ellos no eran muy buenos ocultando esas diferencias.
Ya lo esperaban, y al mismo tiempo no. Lo habían discutido en el futuro, antes de hacer el viaje, y habían acordado fácilmente en regresar a sus viejas personalidades, al menos mientras estuvieran en Konoha. A pesar de todo, Sasuke seguía siendo un hijo de puta y Naruto el hiperactivo ninja cabeza hueca número uno. No debería ser tan difícil personificar a sus yo jóvenes.
Aunque fueron las pequeñas cosas las que lo hicieron difícil. La manera en que caminaban y se sostenían con tácita confianza. La manera en que siempre estaban alerta a sus alrededores, sin siquiera intentarlo, como los shinobis experimentados hacían. Y especialmente la forma peculiar en que gravitaban el uno con el otro; la forma en que sus miradas se cruzaban una con la otra antes que otra cosa, la forma en la que intercambiaban conversaciones sin apenas palabras o incluso la manera en la que se movían, siempre cubriendo la espalda del otro, siempre en sincronía.
Naruto y Sasuke eran lo suficientemente listos para ocultar las primeras cosas de Kakashi, el resto de ello por otro lado… El resto de ello era más difícil de ocultar.
Una vez en Konoha se les ordenó reportarse a la oficina de Sarutobi inmediatamente.
– ¿Que tan malo fue en realidad? – Preguntó el Hokage seriamente, después de que los tres gennin fueron despachados. Kakashi observó el escrutinio con su ojo descubierto.
– Fue malo – admitió– Estuvieron inconscientes por tres días. No sé si Naruto recuerde haber matado a Haku, o haber usado el chakra del Kyuubi para hacerlo. Pero ese suceso lo cambió. A los dos en realidad.
– ¿Ah? – El Hokage levantó una ceja.
– Cuando Sasuke saltó en frente de Naruto, los dos pensaron que era un ataque mortal. Yo también, para ser honestos. Para Naruto, Sasuke murió para salvarlo. Y para Sasuke, él dió su propia vida para salvar a alguien, con todo lo que eso significa para él. Eso les cambió. No sé en qué forma, aún, pero sé que lo hizo.
Kakashi cerró sus ojos por un segundo, dejándose a sí mismo recordar. Consciente de que su ojo izquierdo centelleaba más brillante que nunca. Él también había sido salvado por su compañero hace tiempo. Aunque Obito no había sido tan afortunado como su primo. No hubo un regreso de la muerte para él. Pero su sacrificio cambió a Kakashi; Obito lo cambio en formas que antes no hubiera siquiera imaginado.
– Confío en que les tengas vigilados – dijo el Hokage.
– Desde luego
– ¿Has pensado acerca del examen chuunin?
–Sería una buena forma para probarlos– acordó fácilmente el jounin–. Pero si el sello de Naruto flaquea otra vez, especialmente frente a la población de Konoha… podría volverse peligroso.
Tanto para Naruto, como para los ciudadanos.
Nadie en la villa había olvidado el ataque de la bestia de nueve colas, y había muchos que no se lo pensarían dos veces para tomar venganza, incluso si eso significaba matar a un niño de doce años. Ésto Kakashi no lo dijo. Aun así Hiruzen lo había escuchado.
–Enviaré una carta a Jiraya. Creo que ya es tiempo de que conozca a su ahijado, después de todo.
Kakashi asintió. Con el Sannin cerca, se sentía más confiado de enviar a sus estudiantes a encarar el peligro de lo desconocido. Entendiendo que la conversación había terminado, hizo una lenta reverencia y desapareció de la oficina. Su equipo había estado fuera de Konoha por tres semanas y era muy probable que un nuevo ejemplar del Icha-Icha hubiera arribado a las librerías para ese momento. Y Kakashi no había tenido la oportunidad de leerlo aún.
Y eso simplemente, no podía ser.
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–¿Estás bien?– La pregunta lo sorprendió. Naruto movió su cabeza para dar un vistazo a Sasuke, quien lo miraba desde su pequeña cama en una esquina. Desde que llegaron a Konoha, hace tres semanas, Sasuke se había mudado al apartamento de Naruto. La casa de su amigo era más grande, pero guardaba también muchos malos recuerdos y Sasuke se rehusó completamente a poner siquiera un pie en el distrito Uchiha otra vez, ni siquiera para tomar sus cosas. Al final Naruto se ofreció para ir y traer una maleta llena de ropa y armas para él.
A él no le importaba. Vivir con Sasuke era agradable. El piso que compartieron por dos años después del final de la guerra era más grande y cómodo que el actual, pero Naruto no necesitaba esos lujos para ser feliz. Sólo necesitaba a Sasuke a su lado; y ahí estaba él.
Compartir un cuarto, sin embargo, era un poco más complicado. Trató de no pensar en eso.
–Si. ¿Y tu?– respondió con una sonrisa. Sasuke ignoró su pregunta.
– Luces preocupado– insistió.
–Supongo que estoy un poco cansado– admitió Naruto, con un pesado suspiro. En verdad, se sentía exhausto; pero había hecho poco para merecer el sentimiento–. Estoy seguro que me sentiré mejor después de una buena noche de descanso, creo.
Sasuke frunció el ceño y mordió su labio; él bajó la cabeza y miró hacia su cama, y por un momento Naruto estuvo seguro que Sasuke le tomaría la palabra, y dejaría el tema por la paz. Pero entonces su amigo levantó sus ojos otra vez y, obstinadamente, clavó su mirada en él.
Sus ojos eran negros y profundos, y para Naruto mirarlos, era como estar en casa. Ellos también tenían la habilidad de ver demasiado. Siempre la tuvieron.
Sasuke hablo.
–No tienes que mentirme. Ni tienes que decirme la verdad tampoco. Pero si lo haces, estoy aquí y te escucharé– dijo.
Naruto se sintió desgarrado. Sasuke estaba siendo honesto e invitaba a Naruto a abrirse a él. No era un tonto. Él sabía el tipo de persona el tipo que era Sasuke, siempre solitario, siempre manteniendo su corazón protegido a eones de aquellos que pudieran alcanzarlo, y en consecuencia, el sabía cómo de valiosa y rara era esa oferta. Pero no quería molestar a Sasuke con sus preocupaciones.
Al final, Naruto tenía que hacer una elección. Y él sabía que la amistad era un camino de dos vías. Así que eligió ser valiente y dejar entrar a Sasuke también.
–Es más duro de lo que creí. Estar aquí–Sasuke asintió, entendiendo, pero permaneció en silencio.
Naruto respiró profundamente, tratando de reunir el coraje para poner en palabras los sentimientos que le carcomían por dentro las últimas dos semanas.
–Son... las personas. Los veo y veo a mis amigos, a mi gente amada, pero ellos me miran a mí y… soy solo un extraño para ellos. Incluso para aquellos quienes no me odian por culpa de Kurama no soy nadie. Y no es como… como si no lo esperara, porque ya lo sabía, sabía que esto iba a ser así. Sólo pensé que sería capaz de crear esos lazos otra vez, sabes. Pero ahora, cada vez que los veo, cada vez que trato… me siento una basura. Como una mentira.
Maldijo, golpeando su puño contra el muro. Sus ojos azules estaban llenos de ira, ira que era dirigida directamente hacia sí mismo.
–Los abandoné, Sasuke– confesó, sin ver a su amigo. –A mí preciada gente. Ellos me querían y contaban conmigo. ¡Algunos de ellos eran como mi familia! Y yo sabía que ellos iban a estar bien sin mí, sabía que estarían bien, sin embargo les dejé sin más. Para siempre; ni siquiera les explique por qué…
Se detuvo por un momento, toda su ira parecía haberse disipado en un instante. Ahora sólo se sentía culpable y exhausto otra vez.
– ¿Qué derecho tengo de introducirme en sus vidas otra vez?– preguntó débilmente–. Los veo y los reconozco, no por lo que son, sino por lo que fueron para mí ¿Qué derecho tengo yo para jugar así con sus vidas?
–Te preocupas por ellos. Eres su amigo– respondió Sasuke con simplicidad.
Naruto negó con la cabeza.
– ¡No! ese es el punto. Ellos alguna vez fueron mis amigos, antes de abandonarlos. Pero ahora no lo son. Ellos…
–Tonterías– Sasuke le reprendió, sin perder su templanza–. Podrán no ser tus amigos, pero tú eres el suyo ¿O me dirás que no morirías por protegerlos? ¿Qué no pelearías por ellos si alguna vez necesitan tu ayuda?
– ¡Por supuesto que lo haría!– replicó rápidamente. No había duda en eso.
–Entonces eres su amigo, créeme, lo sé mejor que nadie–. Sasuke le sonrió, casi tímidamente– siempre serás su amigo, así es como eres tú.
Muy lentamente, Naruto le regresó la sonrisa.
–Tienes razón. Los protegeré si alguna vez necesito hacerlo. Y siempre los amaré, y veré por ellos. Pero Sasuke, son tan jóvenes ¡Son sólo niños! Mientras tú y yo ya hemos pasado por una guerra. Cada vez que veo en sus ojos y dejo escapar otra mentira… Ya no quiero hacerlo más. Quiero que tengan la oportunidad de crecer y desarrollarse por sus propios medios, que tomen sus propias decisiones. Deben ser ellos, los únicos que decidan el tipo de persona en que se quieren convertir, no yo. Yo… yo he perdido a mis amigos. Yo los dejé atrás, y esa fue mi decisión. Y tal vez un día, cuando sean mayores, nos volvamos amigos otra vez. Pero eso no va a pasar ahora. Y no puedo… no puedo seguir viviendo a través de las apariencias, jugando a ser dios con su futuro; sabiendo tanto de sus vidas cuando aún no han elegido compartir eso conmigo aún. Ese tipo de poder es peligroso y no es… no es bueno; es algo que nadie debería tener
Sasuke asintió, lentamente. Podría entender de dónde provenían los resquemores de Naruto, incluso si él mismo no estuviera pasando por la misma situación. Pero ellos nunca habían sido sus amigos, no realmente, ni después de la guerra. Se habían vuelto sus camaradas, y él había aprendido a respetar a algunos de ellos; al resto los toleraba o solo los ignoraba, siendo Sakura la más notable excepción.
Sakura... él se preocupaba por ella; aún lo hacía. Pero el ser importante para él significaba que deseaba que fuera feliz y alcanzar todos sus sueños. Sasuke no quería que esos sueños lo incluyeran a él. Ese tipo de emoción, por el sólo hecho de ser felices no era suficiente, por qué Sakura quería que fueran felices juntos, ella los deseaba activamente envueltos en la vida del otro… Era raro, Sasuke sólo se había sentido de esa forma con dos personas en todo el mundo. Uno, estaba sentado en la cama a un lado de él. El otro era su hermano.
Y Sasuke no planeaba mentirle una vez lo encontrara. Todo lo contrario, Sasuke no haría otra cosa que decirle la verdad. Por una vez, él sería quien hablara y su hermano tendría que escuchar. Usaría su sharingan y le mostraría el futuro, todo. Sólo entonces Itachi se daría cuenta de todo lo que Sasuke había tenido que pasar, todo lo que Naruto había sacrificado para darle ese regalo. Sí Sasuke le mostraba, su hermano no tendría otra alternativa que rendirse con todo lo demás, y elegirlo a él ésta vez.
–Deberíamos irnos entonces. Si tenemos cuidado, podríamos abandonar la villa esta noche– sus palabras tomaron a Naruto por sorpresa. Era la última sugerencia que hubiera esperado escuchar. Naruto miró a Sasuke, los ojos azules eran demasiado honestos y expresivos para esconder la incredulidad detrás de ellos.
– ¡Sasuke!– desaprobó– pensé querías que esperáramos a Itachi. No tenemos ninguna garantía de encontrarlo si nos vamos ahora.
–Él es mi hermano, y tú y yo somos los shinobi más poderosos con vida. Incluso si no podemos acceder a todos nuestros poderes aún, somos lo suficientemente fuertes para sobrevivir. Lo encontraremos– él estaba seguro de eso. Podría tomarles uno o dos meses, incluso un año, pero finalmente lo encontraría. Él ahora sabía la verdad acerca de su hermano; y después de lo que Naruto había hecho por él, estando ahora aquí, no dejaría que nada ni nadie los mantuviese separados.
Naruto no lucía tan convencido.
— ¿Estás seguro?—
—Lo diste todo por mí—respondió Sasuke seriamente. Su negra mirada fija en el rostro de su amigo—Y sé que fui egoísta. Sé que no debí dejarte hacer esto. Y sé que sí Kakashi o Sakura estuvieran aquí me odiarían por ello y me reprobarían por ser un terrible amigo.
—No... —Naruto intentó interrumpir, y negar sus reclamos, pero Sasuke no lo dejó.
—Es la verdad. Sé que no soy un buen amigo, Naruto, y jamás he predicado ser una buena persona. No es... —no era algo que hiciera a propósito—. No es como si hubiera elegido ser así. Preocuparse por alguien es… Difícil. Antinatural. Extraño—Sólo no sé cómo hacerlo—confesó bajando la mirada. Se sentía casi apenado, y por alguna razón sabía que no podía enfrentarse a los ojos de Naruto, tan azules, sinceros y emotivos, buscándole ahora.
–Algunas veces observo a la gente y veo cuán fácil es para ellos, sentir. Y yo pienso, pienso que, en algún momento fué así para mí, alguna vez. Pero ya no es más así. Aun así me importas ¿sabes? Eres mi amigo, siempre lo has sido, incluso cuando no quería que lo fueras. Es tan fácil mirar a todos los demás y no verlos, no realmente. Pero contigo… contigo es imposible no verte.
Aun así Sasuke lo había intentado; casi mata a Naruto intentándolo, muriendo él mismo en el camino. La diferencia es que ya no quería 'intentar' más. Naruto era su amigo. Él e Itachi eran las únicas personas que le importaban en el mundo, y Sasuke los protegería; incluso estaba dispuesto a intentar ser buena persona por ellos.
—Así que si el estar aquí te hace infeliz, nos iremos—terminó rápidamente, con una sombra rosada amenazando con salir de sus mejillas.
Hablar de sus sentimientos siempre había sido difícil. Pero lo hizo por Naruto, porque honestamente le debía eso al menos, aunque afortunadamente Naruto lo conocía lo suficiente para ver qué era lo más que Sasuke podía ofrecer por el momento. El rubio seguramente podría zanjar la conversación por ahora.
Y como siempre, Naruto no lo decepcionó.
Sonrió abiertamente hacia Sasuke, y su sonrisa fue la más brillante que Sasuke había visto en un largo tiempo. Se levantó de su cama y caminó a su lado, tranquilamente, sentándose en la cama a un lado de Sasuke y posando una mano en su rodilla. Luego sus ojos lo observaron.
Eran ojos muy azules
—Nos vamos esta noche entonces.
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