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Replay. por Breil Obrealdi

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Notas del capitulo:

Hoho ~ Aquí va el siguiente capítulo, puede que no sea particularmente emocionante, pero pronto va a empezar a liarse la cosa. Espero que os guste ^^

Kuroko esquivó por poco a unos chicos que pasaron corriendo a su lado sin reparar en él. Todo el mundo estaba emocionado por la excursión de aquel día, por mucho que fuera en la misma ciudad. De hecho, en el mismo parque en el que tuvieron una de las primeras novatadas, al lado de la residencia. Pero eso no importaba, hacía buen tiempo y lo mejor de todo, lograron pactar con sus veteranos para tomarse un descanso de las novatadas aquel domingo.

Y todo aquello sería estupendo de no ser porque notaba que algo estaba mal con Furihata y desgraciadamente, sospechaba saber de qué se trataba.

A pesar de ser de las personas que mejor conocía personalmente a Furihata, no había sido hasta la escuela secundaria cuando habían coincidido por primera vez y se habían convertido en inseparables amigos. El castaño siempre había sido una persona más bien tímida y reservada con sus asuntos, y no fue más que con el paso de los años que empezó a abrirse y le hizo al tanto de su situación familiar. Aparentemente su madre se había marchado de casa cuando él no era más que un niño y aquello había empujado a su padre al borde de la locura.

Nunca pudo superarlo.

El chico no le había dado muchos detalles, pero llegó el día en el que los servicios sociales se habían vistos obligados a intervenir y después de ser ingresado y dado de alta en el hospital, Furihata pasó a vivir con su abuelo materno mientras su padre fue llevado ante la justicia. Con su paso a secundaria, Kouki volvió a convertirse en un chico alegre y estaba seguro, era apreciado por casi todos. A los quince, eso ocurrió y el chico se cambió a su instituto. Según se enteraría más tarde, un abusón dos años mayor no dejaba de acosarlo, enseñándose particularmente con él. Aparentemente ya se conocían de la escuela primaria y por ese entonces ya se llevaban mal.

El caso es que Furihata nunca le habló directamente de lo sucedido, pero debió ser un absoluto infierno. A pesar de su apariencia delicada, era mucho más valiente y fuerte de lo que incluso él creía. Y sin embargo su voluntad fue completamente quebrantada.

Un par de meses después de haber ingresado en el nuevo instituto, estaban en medio de su descanso para comer cuando Kouki, revisando sus mensajes, había pasado a ponerse blanco como el papel. Lanzando su móvil lejos de él, murmuró algo demasiado bajo como para estar seguro de haberlo entendido, pero sonaba a “¿Cómo ha podido encontrarme?”. Al poco, salió corriendo en dirección al aseo.

Kagami volvía de comprar su habitual enorme bocadillo y el peliceleste apenas tuvo tiempo de avisarle de que les guardase las cosas antes de salir corriendo detrás de su amigo. En el baño, verificó que la puerta estuviese bien cerrada antes de llamarlo. 

- ¿Furihata-kun?

Se le heló la sangre en las venas al registrar el sonido de arcadas y reconocer posteriormente los sollozos que las siguieron.

Por primera vez en mucho tiempo, no tenía ni idea de qué decir. 

¿Cómo podía consolarlo?

No era muy dado al contacto, pero en ese momento su amigo lo necesitaba desesperadamente más que nunca y él no tenía corazón suficiente para negárselo. Sentándose a su lado, lo estrechó con fuerza y cerró los ojos cuando el llanto del otro se tornó más violento. Aquel día marcó un antes y un después, pues Kuroko se juró a sí mismo que cuidaría de él. No podía dejar que volviera a sufrir de esa manera.

Durante el último curso, un día que salieron a celebrar su victoria tras un importante partido que habían tenido, consiguieron convencer a Furihata para que los acompañase y bebiera un poco con ellos. No teniendo ningún aguante para el alcohol, fue cuestión de tiempo que se le subiera la bebida a la cabeza y este acabó —involuntariamente— contándole una vez que estuvieron solos que ya casi no tenía pesadillas. 

– Todavía me atormenta de vez en cuando… Pero hace varios meses que ya no me persigue en sueños. Ya no me da miedo cerrar los ojos por si él fuera a estar ahí…

Esas palabras que hubiese carecido de sentido para cualquier otro y que hubiese juzgado de extrañas, significaron todo para él.

La entrada de Aomine en su campo de visión lo trajo de vuelta al presente. Tenía un papel que cumplir a petición de Kise, no debería distraerse. Furihata había dejado atrás todo aquel asunto, allí estaría a salvo. Y sin embargo por más que se lo repetía no lograba desembarazarse de cierta inquietud.

 

***

 

Tras la magistral idea de Aomine para acallar a Kise y de paso también a ellos, tardaron un buen par de segundos en reaccionar. Y para entonces todavía no se habían separado. Ligeramente sonrojado, desvió la mirada hacia un lado pues le parecía que la situación empezaba a tornarse demasiado íntima para sentirse cómodo mirando. Kuroko, sutil como siempre, carraspeó sonoramente para recordarles su presencia. Automáticamente, Kise pegó un brinco y detuvieron su muestra de afecto en público. La cara de Kise podría competir con un semáforo.

Afortunadamente para él, Takao eligió el momento justo para aparecer, una pelota de baloncesto debajo del brazo.

– ¡Hey, chicos! Pensábamos echar un partido, pero nos faltan un par de jugadores. —chistó por lo bajo, dirigiéndose claramente a unos chicos que los observaban desde lejos.— Malditos cobardes. —masculló por lo bajo— Entonces, ¿qué me decís?

Si algo había aprendido en el corto tiempo que llevaba allí, era a no fiarse nunca de la sonrisa amable de Takao. Por su propia experiencia, nunca significaba nada bueno.

Antes de que pudieran preguntarle nada o simplemente huir, Kagami se adelantó aceptando sin pensar.

– ¡Sí, claro!

Por qué mundo cruel.

Kuroko casi lo tiró al suelo al golpearlo detrás de la pierna con la rodilla y logrando que esta le cediera.

– ¡Oe, Kuroko! ¿Y a ti qué te pasa?

– Kagami-kun eres idiota.

– ¡¿Ah?!

– No digas luego que no te lo advertí.

Al llegar a la pista donde jugarían, Kise y Aomine seguían sin mirarse. El rubio al menos, pues se negaba a dedicarle ni una mirada siquiera. Aomine por otro lado, iba como siempre a su bola y no dejaba de quejarse, repitiendo la pereza que le daba aquello y cómo le gustaría irse a dormir o disfrutar de la nueva revista de Mai-chan.

Allí los habían estado esperando Murasakibara, Midorima y… ¿Seijuurou?

Llegaron justo a tiempo para verlo haciendo un mate.

Era el mate más hermoso que había visto nunca. Estaba jugando sin camiseta y se quedó embobado admirándolo.

Espera.

¿QUÉ?

Se sacudió mentalmente para espabilarse. Semejantes pensamientos no eran propios de él. Por favor, que el chico se hubiese apiadado de él y le hubiese ayudado la última vez no significaba que ahora tuviera que gustarle. Nop. Para nada. Estaba seguro de que lo hubiera hecho por cualquier otro amigo que estuviese en apuros.

¿Significaba eso que eran amigos?

– Furihata-kun, estás babeando.

– ¿Có-Cómo? —se pasó rápidamente el brazo por la boca, queriendo borrar cualquier posible evidencia de su embelesamiento y que delatase lo que estaba pensando, pero ahí no había nada.

La pequeña sonrisa ladina que esbozó Kuroko hizo que enrojeciera al comprender lo que había hecho el peliceleste.

Maldito pequeño fantasma astuto.

– Oh, Kouki.

El culpable en cuestión de la situación, pareció percatarse de su presencia y se acercó a ellos bebiendo de una botella de agua roja, echándose luego un poco por la cabeza para refrescarse.

Quien fuera agua para poder…

Ya basta.

Kouki pervertido castigado encerrado en los confines de su mente.

¿No hacía de pronto mucho calor?

Se concentró en la punta de sus pies, inseguro sobre cómo debería proceder.

– Ah… Buenos días, Seijuurou-san. —lo saludó de vuelta.

– ¿Cómo te encuentras? Lamento haber tenido que marcharme ayer, se trataba de un urgente asunto de negocios que no podía postergar.

– Oh, no, no. No te preocupes. Tenías que irte, no tienes por qué disculparte. Al contrario, yo… —el volumen de su voz disminuyó gradualmente debido a la vergüenza. — Quería pedirte perdón y darte las gracias, fuiste de lo más amable conmigo.

Un extraño silencio pareció instaurarse en el ambiente. Si el pelirrojo lo notó o no, no lo demostró.

– Por favor, no se dan. Me alegro de haber podido estar ahí para ti.

Se atrevió a alzar la cabeza y supo que había cometido un error al ver lo cerca que estaba en realidad el otro.

¿De qué estaban hablando?

Ah, sí. Su espectáculo de ayer.

Concentración, Kouki. Concentración.

– Yo… Gracias.

– Desgraciadamente, mi itinerario no me permite quedarme al partido de hoy, pero volvamos a vernos para charlar. Podríamos ir un día a tomar algo. —se volvió hacia el resto de chicos que durante todo ese tiempo habían estado escuchándolos descaradamente. — Vosotros ya estáis informado de lo necesario, ¿está todo claro?

Todas las cabezas asintieron a la vez.

– Perfecto entonces, nos vemos pronto Kouki.

– S-Sí.

No fue hasta que hubo desaparecido de su vista y estuvieron seguros de que estaban fuera del alcance de su oído que volvieron a hablar. Kuroko, todavía su lado —la verdad es que se había olvidado de él— fue directo al grano con el asunto que interesaba a todo el mundo.

– Furihata-kun, ¿desde cuando tú y Se--… Seiju--… —parecía que se estuviese atragantado al decir su nombre, ¿se encontraba bien?— … y él sois tan cercanos?

– Esto, uhm…

El peliazul se limitó a arquear una ceja inquisitiva.

– Digamos que ayer puede que tuviese una pequeña recaída… Y él estuvo ahí para ayudarme. Sin pedírselo, fue de lo más atento conmigo y se encargó de cuidar de mí hasta que llegué a la residencia. Incluso me acompañó a lo largo de todo el camino. La verdad es que le estoy muy agradecido. 

Kuroko guardó silencio durante un par de segundos y una vez, supuso, que su respuesta lo hubo convencido respondió.

– Ya veo. ¿Y qué opinas de él?

– Oh, pues lo cierto es que todavía no lo conozco demasiado… Hemos coincidido en la biblioteca, pero no fue hasta ayer que verdaderamente le presté atención. —eso no era del todo cierto, ignorar a Seijuurou después de todo era una tarea imposible, pero su amigo no necesitaba pensar que él estaba obsesionado.— Creo poder atinar a decir que es una de las personas más dulces que he conocido.

Puede que su apariencia o manera de lidiar con la gente fuera en ocasiones más bien fría, pero en muy poco tiempo le había demostrado ser alguien de confianza con quien se podía contar.

– Comprendo.

– ¡Oooe! ¡Dejaos de cháchara y venid a jugar! ¡Démosle una paliza a estos tíos!

– Ya vamos Kagami-kun. Un poco de paciencia.

Furihata sonrío amplia y sinceramente. Sí, en definitiva, había tomado la decisión correcta al elegir ir a estudiar allí. Puede que no ese día, ni tampoco el siguiente, pero con la ayuda de sus amigos lograría salir adelante. Tenía esperanza.

Notas finales:

Hehe... ¿Qué os ha parecido? Sé que no es uno de los más emocionantes, pero sólo esperad a ver lo que se avecina. Como pequeño avance del siguiente capítulo, se conocerá un poco más sobre la vida de Akashi y las cosas que hace como parte del líder del Clan Rakuzan. ~

No os olvidéis comentar con vuestra opinión, me encanta y emociona leeros. Resultais una gran fuente de aliento, gracias por todo. Nos vemos ~


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