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Replay. por Breil Obrealdi

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Notas del capitulo:

HEY. Ya he vuelto ~ De hecho tenía que haber subido este capítulo la semana pasada, pero no me gustó y volvía a escribirlo. Cosas de la vida

Tengo una SORPRESA y una noticia que os daré en las notas al final. Espero que os guste este capítulo tanto como a mí me divirtió escribirlo. -^^-

Tumbado bocabajo sobre su cama, no podía dejar de mirar la tarjeta plateada que le había dado el pelirrojo. No tenía nombre, sólo un número de teléfono y el material parecía caro. Recordándolo, la verdad es que le había parecido de lo más dulce por su parte que se preocupara por él hasta el punto de acompañarlo todo el camino y luego ofreciéndole su ayuda para el futuro... Un suavísimo rubor cubrió sus mejillas guardando la pequeña cartulina en su mesilla de noche. Tendría que agradecérselo más tarde. 


Tan pronto como la idea de acostarse y limitarse a dormir durante el resto del día pasó por su mente, hubo unos suaves golpes en la puerta y sin esperar a que respondiera entraron Kagami y Kise en la habitación, parecían enfrascados en algún tipo de discusión sobre baloncesto. Ah, también estaba Kuroko.


– Furihata-kun, vamos a comer. 


Y... Con ellos se marchaba su posibilidad de esconderse del mundo ese día. A menos que se molestase en dar algún tipo de explicación para la que no estaba dispuesto. Al menos no todavía. Debió de haber tardado demasiado en responder, porque Kuroko le preguntó.


– ¿Te encuentras bien? Pareces algo pálido.


Esa inocente pregunta logró que los otros dos se callaran para pasar a centrar su atención en él, lo cual lo puso algo nervioso. 


– Ah, ¡sí, sí! Estoy perfectamente, no te preocupes. A lo mejor es que no desayuné lo suficiente esta mañana... —hablando, se pasó nervioso la mano por el pelo que estaba casi seguro que estaría hecho un desastre. Especialmente después de haberse dormido en la azotea.


Suprimió un escalofrío. No, aquel no era el momento para pensar en eso.


– ...Si tú lo dices. Por favor, avísanos si te encuentras mal.


– ¡Claro, cuenta conmigo! —respondió con efusividad y si aquello lo había convencido o no, no lo dijo.— Tengo entendido que obtuvimos el permiso necesario para salir mañana.


Y con esas palabras logró cambiar de tema y reavivar los ánimos de sus amigos, la cuestión principal pasando a ser cómo estarían formados los equipos para el partido.


– ¡Ah! —exclamó de pronto Kise y esbozó una ladina sonrisa que no prometía nada bueno. — Chicos, necesito vuestra ayuda con algo.


***


Aomine se despertó con el odioso sonido de la música a todo volumen. Mataría al imbécil que se atrevía a joder a semejantes horas. Volviéndose en la cama, se fijó en el reloj de la mesilla de noche que marcaba claramente con números rojos, las doce y media de la mañana. 


Oh, parece que se había quedado dormido.


De mala gana al resultarle obvio que no iba a ser capaz de volver a conciliar el sueño —como pillase al de la musiquita, le iba a meter el puto altavoz por donde le cupiese—, se movió, sacando los pies de la cama. Cual autómata, su primer instinto fue ir al baño a aliviar cierta presión y, una vez más cómodo, se quedó estático en medio de la habitación. Frunció el ceño. Por algún motivo le parecía que estaba extrañamente limpia.


Algo no encajaba...


Demasiado dormido todavía como para darle muchas más vueltas al asunto, fue al armario para ponerse algo de deporte. Su pijama consistía en unos simples calzoncillos y como anoche le dio pereza desvestirse del todo, ahora también un pantalón corto negro. No estaba particularmente emocionado por la salida de ese día, pero habría partido y uno simplemente no ignoraba una amenaza de muerte de Akashi en el caso de no ir. Bastante que por su culpa estaba participando en las novatadas, no quería que le echara más mierda. 


Claro que ya no estaría solo... Kise estaba igual de jodido que él. 


Sonrió al recordar la cara de enfado del rubio el otro día. 


¿Lo dejaba con el culo al aire? Pues él se quedaba sin ropa con la que poder cubrir su propio culo. Se había colado en su habitación una tarde que había tenido que quedarse en la uni por un trabajo en grupo o algo por el estilo —la verdad es que ni maldita idea, pero tampoco importaba mucho— y pillando todo lo que estaba a la vista en su armario, se lo llevó al estanque donde el otro se la había jugado la última vez y PLASH. Al agua pato. 


La ropa del niño bonito estaba ahora mojada, llena de lodo y algunas prendas pasarían a convertirse en el nuevo hogar de algún que otro animal.


Había sido una jugada maestra.


Pero no era tan estúpido como sus amigos parecían creer y sabiendo lo mucho que le molestaría aquello, no bajó ni por un momento la guardia durante los próximos días. Hacía al menos ya casi una semana de ello y el rubio no daba señales de estar afectado. Si bien él seguía sin fiarse del todo, barajó la posibilidad de que por fin se hubiera rendido.


Debería de haberlo sabido mejor.


Al abrir el armario tardó unos segundos en reaccionar. 


Parpadeó varias veces, estupefacto.


Hijo de puta.


Su armario estaba total y absolutamente vacío, a excepción de una bolsa de plástico y un sobre cuidadosamente colocado sobre ella.


¿Quería guerra? Pues él pensaba darle un puto ejército.


Ignorando inicialmente la carta, cogió de mala gana la bolsa y le dio vueltas entre sus manos, estudiándola. A simple vista no había manera de saber de qué se trataba, lo único que tenía claro es que era algo blandito. Aquello le dio mala espina. No queriendo postergarlo más, rasgó el sobre.


Una hoja amarilla que apestaba a colonia asomó en su interior. Gruñendo por lo bajo, se puso a leer. 


"Querido Aominecchi


Siento haber tenido que llegar a este extremo, no me ha quedado más opción. ¡Cómo te atreviste a hacerle eso a mi ropa! (╬ Ò r48; Ó) Ahora sufrirás como yo he sufrido. Tengo en mis manos tu posesión más preciada... ¡Tus revistas porno de Mai-chan y la figurita! (Y todo lo demás que había en tu armario) La verdad es que la calidad de sus detalles da miedo. Si quieres recuperarlas tendrás primero que ir a la zona alta del parque vestido con lo que hay en la bolsa, allí te esperan las siguientes instrucciones. MUAHAHA 


Buena suerte, quien ríe el último ríe mejor (◕r55;v36;)


PD: Si se te ocurre intentar escaquearte o ir a por mí nunca recuperarás tu tesoro, está bien escondido ~"


¡Noooo! ¡Su colección de Mai-chan no!


Kise se las pagaría... Una vez hubiese recuperado sus cosas.


Con el deseo de venganza rugiendo por sus venas, desgarró la bolsa para encontrarse... Una minúscula camiseta rosa fucsia. Tampoco estaba tan mal, ¿no? Podría haber sido peor. Claro que todavía no había visto la brillante decoración de lentejuelas que escribía con letras enormes UKE, en la parte delantera. No sabía qué significaba, pero seguro como el infierno que nada bueno. 


Estuvo a punto de hacer girones la camiseta ahí mismo e ir en busca de Kise para encararlo directamente, pero el imaginarse la cantidad de dinero que había invertido en sus revistas —y ya no digamos la figura— tirado a la basura, se lo impidió. Rechinando los dientes, se la puso soltando una retahíla de insultos que hubiese ganado una mirada de horror por parte de cualquiera que lo escuchase. Y cuando se le acabó el repertorio, se los inventó.


Cabreado, salió dando un portazo.


Las miradas de estupefacción y divertimiento, así como las risas de fondo, no hicieron más que aumentar sus ganas de matar. Incluso pilló a varios chicos tratando de grabarlo con el móvil. Una pena que ahora tuvieran que comprarse uno nuevo.


En el parque, en lo alto de la colina donde se supone que había sido citado, Kuroko lo estaba esperando con otro sobre y, ¿una sandía? ¿Qué coño?


Se acercó dubitativo aunque destilando odio por cada poro de su piel, especialmente cuando el siempre impasible peliceleste estaba casi temblando por aguantarse la risa.


– Tetsu... —dijo por lo bajo a modo de advertencia. 


Sin mirarlo a los ojos, le tendió el sobre... Y la sandía.


¿Para qué mierdas quería él una sandía? 


Para estampársela a Kise en la cabeza.


Lo más extraño es que tenía un enorme agujero, casi como para poder guardar en ella un balón.


Podría estar plácidamente descansando en su bendita cama o jugando al baloncesto en lugar de pasearse por allí como un gilipollas. Pero no. Antes de abrir el siguiente sobre quiso preguntarle a Kuroko por qué estaba ayudando a al rubio, pero aprovechando su habilidad de pasar desapercibido este ya se había marchado.


– Maldito cobarde.


"¡Muy bien Aominecchi, lo has conseguido! (๑>j7;<๑) Ya estás más cerca de haber acabado, detrás del árbol donde estaba Kurokocchi hay una bolsa con un flotador, manguitos y una tabla de madera con ruedas. Póntelos y luego baja toda la cuesta hasta la pista de baloncesto montado en la tabla. La sandía en la cabeza por favor, es para protegerte las pocas neuronas que te quedan. Recuerda que te observamos y sabremos si no lo haces ღゝ◡╹)ノb25;"


Uy, sí. 


Sin lugar a dudas, pensaba recrearse torturándolo deliciosamente antes de matarlo. No le daría el placer de poder escaparse de él sin más. No señor. 


Se puso los manguitos mientras mentalmente dejaba al rubio calvo, su cabeza brillante como una bola de bolos, y luego lo mataba de mil formas distintas. 


Bienvenidos a mil y un Kise maneras de morir.


Sin pararse a pensarlo, se subió en la tabla cual skate y se lanzó cuesta abajo. Fue según se acercaba el final y el suelo se le antojaba condenadamente duro, que cayó en la cuenta de que no tenía ni idea de cómo iba a frenar. En realidad, tampoco tuvo la oportunidad de planteárselo mucho que digamos. En el momento en el que decidió que saltar era su mejor opción una ráfaga de globos de agua lo golpearon de lleno empujándolo hacia un lado y tirándolo encima de unos arbustos. 


El lado positivo es que el aterrizaje forzado había sido más o menos un éxito, había conseguido no morir. El lado negativo es que ahora estaba calado... Se acercó el brazo mojado a la nariz para olfatearlo. ¡Era colonia de bebés! 


Levantándose tan elegantemente como podía de las pobres plantas, clavó una mirada furibunda en el autor de todo aquello que, acompañado de Kagami, Kuroko y otro chico moreno que le sonaba de una de las novatadas, estaba descojonándose de él a carcajada limpia. Kagami y Kuroko doblados por la mitad y prácticamente rodando por el suelo. El sonido de alguien haciendo una foto con el móvil desvió su atención. ¿Adivináis de quién se trataba?


Ya está. 


Hecho una furia, se acercó a él lentamente. Tal y como se reía era imposible que pudiera huir por lo que las prisas no importaban. Con una mano le agarró del cuello de la camiseta y pegó su rostro al suyo. E incluso aun así, el muy desgraciado no dejó de reírse. 


– Cállate. Última oportunidad.


El rubio hizo un esfuerzo al percibir lo verdaderamente enfadado que estaba su amigo y apretó los labios queriendo disimular la sonrisa, pero el ver que seguía llevando el casco de sandía en la cabeza, junto con todo lo demás y oliendo a Nenuco* como para localizarlo a varios kilómetros de allí pudo con él y estalló de nuevo en carcajadas.


Se acabó.


Terminando de acortar toda distancia que los separaba, le cubrió la boca con la suya y de ese modo silenciarlo. Aquello fue suficiente para acallarlos a todos de golpe. 


Eso ya le gustaba más.


 


 


~~~


*Nenuco, marca de colonia de bebés española.

Notas finales:

AQUÍ ESTOY. 

Me han convencido para hacerme Twitter (@BreilObrealdi), así puedo hablar con vosotros más facilidad y stalkear un poco distintos fanarts de super artistas. Y HABLANDO DE ARTISTAS GENIALES, si podéis seguid en Twitter a @xMiyuV. Acaba de empezar a subir sus dibujos y lo que he podido ver hasta ahora me ha enamorado. En esa cuenta también se subirá la SORPRESA (es un fanart, sólo adelanto eso), aquí os dejo el link:

https://twitter.com/xmiyuv/status/924326941397782528


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