Llegué a mi casa un par de horas después de haber salido y tranquilicé a mi madre, quien me esperaba en la sala muerta de nervios mientras mi papá hacia hasta lo imposible por calmarla.
Una vez me aseguré de que mi madre no iba a desmayarse, subí a mi habitación y tomé mi celular, lo había sentido vibrar en mi bolsillo todo el rato y no me había molestado en verlo siquiera.
Tenía varios mensajes en el chat de mis amigos, un par de Jessie, bastante de Dante y, sorprendentemente, Daniel también me había escrito.
Abrí el de Daniel por curiosidad.
“¿Sabes? No quise preguntar porque tenías un humor del infierno pero, ¿desde cuándo sabes que eres el alma gemela del profesor Weaver? ¿Crees que tendrás preferencia en el grupo? Porque si es así, yo también quiero tener ventaja y, la más importante, ¿De casualidad sabes por qué el profesor quería matarme al principio de semestre? Aunque me hago una idea, no quiero estar equivocado.”
Suspiré y me reí ligeramente, Daniel estaba siendo Daniel.
“Hola Daniel.” Escribí.
“Te hago un interrogatorio digno de una investigación policial y tú me escribes ‘Hola Daniel’, ¿Es tu forma de evadir mis preguntas? Porque no va a funcionar.”
“No estoy evadiéndote, solo te saludaba.”
“Hola Ángel, ¿Respondes mis preguntas ya?”
“Eres un poco insistente, ¿cierto?”
“Deja de jugar y responde.”
“A ver, sé que Dante es mi alma gemela desde hace un par de semanas.”
“¿Se llaman por su nombre? ¡Wow!”
“No lo hagas parecer un asunto tan grande, todas las parejas se llaman por su nombre, sería demasiado raro que lo llamara profesor cuando estamos los dos.”
“Apostaría a que eso definitivamente le gustaría…”
“¿Por qué razón le gustaría que le llame profesor cuando puedo llamarle por su nombre?”
“No importa, sigue respondiendo.”
“¿Tener preferencia? ¿Por qué tendría preferencia conmigo?”
“Porque te ama tanto que no te dejaría perder la materia.”
“Espero que sea un mal chiste, Dante no haría eso ni de broma, no pondría su trabajo en riesgo por mí, créeme.”
“Que lastima, quería tener beneficios a tu costa, no es que sea tu amigo por conveniencia pero…ya que estamos en eso…”
“No va a pasar.”
“Está bien, responde la última, es la que más me intriga.”
Leí otra vez la última pregunta y me quedé pensando en que responderle, no quería que Daniel se sintiese mal por estar cerca de mí, él era totalmente inocente de la paranoia de Dante.
“La verdad, no tengo idea.”
“¿Seguro? Debería haberte mencionado algo.”
Este chico…
“Supongo que, si lo hizo, no me di cuenta.”
“Pues yo tengo una teoría.” Escribió Daniel.
“¿Teoría?”
“¡Por supuesto! No puedes recibir esa clase de trato glaciar y no preguntarte las razones.”
“No creo que nada bueno salga de esto.”
“Solo espera. Yo creo que el profesor Weaver estaba celoso de mi porque yo te saltaba encima todo el tiempo.”
“¿Qué?”
“¡Piénsalo! Definitivamente no te gustaría que tu pareja este rodeada y tocada por otra gente.”
Analicé su postura, la verdad es que la sangre me había parecido lava en las venas cuando vi a aquella rubia colgada del brazo de Dante.
Rubia cuya identidad aún desconocía y que debería preguntarle a Dante al respecto.
“Bueno, tienes razón en ello. A propósito, dejaste de abrazarme de un dia para otro, ¿Por qué?” Pregunté.
“¿Extrañas mis abrazos? No sabía que podías arriesgar tu cuello a la regla de oro por mí, que galán eres, Ángel.”
“¿Sabes qué? Ya no quiero saber nada.”
“Relájate, solo quería molestarte, no te abrazo porque…no lo sé, cuando te conocí y supe tu nombre pensé que podías ser mi alma gemela pero, luego de ser tu amigo, simplemente desaparecieron las ganas de saltarte encima todo el tiempo, hoy comprobé porqué, (No de la mejor forma) y comprobé lo que mi mente llevaba imaginándose hace tiempo.”
“Interesante…”
“Aunque, si quieres, puedo volver a abrazarte todo el tiempo.”
“No, gracias, no quiero eso.”
“Está bien, pero solo porque no quiero morir a manos de un profesor.”
Rodé mis ojos y abrí el chat de Jessie porque no creía tener más tema de conversación con Daniel.
“¿Moriste? ¡Ha pasado una eternidad desde la última vez que supe de ti! ¡Y no me invitaste a tu funeral! Eres un traidor, Ángel.” Decía su mensaje.
“Hola a ti también, bruja.”
“¡Hasta que apareces! Te mandé el mensaje hace tres horas.”
“Estaba ocupado.”
“¿Con Dante?”
“No, con Jeremy.”
“¿Jeremy? ¿De qué podrías hablar tú con Jeremy?”
“Cosas de hombres.”
“¿Eres un hombre? ¡Vaya! Eso sí que es una novedad.”
“Que graciosa, Jess.”
“Ya, en serio, ¿Para que fuiste a ver a Jeremy?”
“Te lo dije, cosas de hombres, es algo privado.”
“Igual voy a enterarme por otra parte y, cuando lo haga, vas a desear haberme contado por tu cuenta.”
“¿Cómo esta Carlie?”
El cambio de tema fue una buena jugada, Jessie estaba entusiasmada con su nueva amiga y comenzó a mandar pergaminos de sus últimas andadas, para unos pocos días que no habíamos hablado, el par de chicas parecían haber recorrido la ciudad de punta a punta.
Jessie contó que compartían la mayoría de clases y que, al parecer, Carlie había ido a un campamento al que ella había asistido cuando era niña, pero que no se recuerdan la una a la otra.
Recuerdo el campamento porque fue uno de las pocas vacaciones que pasé sin mi mejor amiga para jugar, o sea que la pasé jugando videojuegos en mi habitación o en el claro con mis padres.
Unas vacaciones bastante emocionantes.
Mientras Jessie escribía un reporte detallado de cada respiración que había tenido junto a su amiga, abrí el chat grupal y me puse al dia con lo que había pasado mientras no estaba.
Maia y Derek enviaban fotos de la ciudad a donde se habían mudado y pedían ayuda para decorar el pequeño apartamento que habían conseguido para vivir los dos mientras estudiaban, así que todos habían estallado en opiniones, consejos y, al parecer, dejaron salir las amas de casa de su interior mientras les daban los mejores trucos de limpieza para que pudiesen apañárselas sin problemas.
“¿Son paredes a prueba de sonido? Porque los vecinos podrían molestarse.” Escribí con una sonrisa maliciosa.
“¡Ángel!” Respondió Derek.
“¿Era necesario ese comentario?” Dijo Maia.
“Por supuesto que sí, Maia querida, porque si hacen la limpieza, y son muy ruidosos, molestarían a los otros inquilinos y no queremos eso, ¿O sí?” Escribí.
“Ah, era eso, supongo que si…” Respondió Maia.
“Pues, con la mentalidad y las ultimas andanzas de Ángel, dudo mucho que no tuviese dobles intenciones.” Dijo… ¿Jeremy? Usualmente estos comentarios eran dichos por Jessie.
“¿Andanzas? ¿En que anda metido Ángel?” preguntó Jessie.
“¿No te ha contado?” Le respondió Jeremy.
“No, no necesita enterarse.” Escribí yo.
Mi celular empezó a llenarse de notificaciones desde el chat privado con Jessie.
Tampoco me libré de ella en el grupo.
“¡Respóndeme en el chat personal!” Escribió mi amiga.
“Me niego.” Respondí.
Cerré el chat grupal y lo silencié, al igual que el de Jessie.
Maldito Jeremy, no sabe en la que me metió.
Quedaba una sola conversación pendiente, la de Dante.
Realmente no quería continuar la discusión de la tarde pero tenía curiosidad por ver que había escrito.
Finalmente abrí la conversación y suspiré al encontrarme más de lo mismo.
“¿Dónde estás? Al menos dime a donde fuiste, Ángel, debo saber dónde estás.” Rezaba el texto.
“Eso no es necesariamente de tu incumbencia, Dante.”
“¡Hasta que te dignas a responder!”
“Hasta ahora pude responder, estaba haciendo cosas más importantes.”
“¿Qué responder mis mensajes?”
<> quise responder pero solo sería añadir más leña al fuego.
“Solo estaba ocupado, ¿vale? No me fijé en mi teléfono por un rato.” Respondí en cambio.
“¿Con tu amigo? ¿Qué podrías estar haciendo con otra persona como para no responderle a tu pareja?”
“No lo sé, ¿Conversar? ¿Disfrutar de un momento agradable con alguien cercano?”
“Pero, si en realidad estaban conversando, podrías haberte tomado un segundo para responder.”
“Déjalo ya, Dante, no quiero seguir discutiendo esto porque, simplemente, no estamos llegando a ningún lado.”
“¿Me estas ocultando algo?”
<> pensé.
“¿Qué podría ocultarte?” Tecleé.
“No lo sé, dímelo tú.”
“No oculto nada Dante, y me niego a seguir con esta pelea sin sentido, nunca pensé que tener un destinado podía ser tan tedioso.”
“¿Soy un problema para ti?”
En este punto estaba saliendo de mis casillas y quería romper algo.
La cara de Dante por ejemplo.
“En estos momentos si, lo eres.” Respondí.
“Solo quiero saber lo que haces, ¿Es mucho pedir?”
“Tengo derecho a tener asuntos en privado.”
“Bueno, no estoy acostumbrado a que mis parejas me oculten cosas.”
Parejas… ¿Se estaba refiriendo a Susette? Por Dios, que no se esté refiriendo a Susette.
Cansado de pelear, escribí un tajante “Buenas noches” y apagué el teléfono.
¿Estaba molesto? No tenía ni idea, ciertamente me hervía la sangre pero tenía una opresión en el pecho que no podía atribuírsela al enojo.
¿Qué bicho le había picado a Dante?
Pensaba que, cuando conociera al misterioso destinado que había permanecido oculto por dieciocho años, iba a tener la vida risueña que mis padres me habían mostrado cada dia de mi vida, pero esto no le llegaba ni a los talones.
¿Esta sería la forma en que iba a vivir el resto de mi vida? ¿Sería la única persona cuyo destino no tiene un final feliz?
Al parecer, la pieza que me faltaba, había salido incompleta y yo estaba pagando el precio de recibir las consecuencias del error que cometió el universo.
Con este pensamiento en la cabeza, me quedé dormido.