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Nada está escrito por Lauradcala

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Solté mi cabello rápidamente luego de ver la nueva parte de mi piel, ya no iba a ocultar mi falta de una marca, iba a ocultar su existencia.

Baje a cenar con mi familia.

Mi madre, de quien había heredado mi apariencia, era una mujer menuda de piel pálida y ojos grises, su cabello era lo único que difería de ella, y no me quejaba, esos rizos castaños eran algo que no se podía crear dos veces.

Mi padre, en cambio, era un hombre alto de piel más bien bronceada, sus ojos eran de un café tan oscuro que casi eran negros y su cabello era tan negro como el mío, sus líneas de expresión denotaban que era una persona cuya sonrisa no era muy difícil de ver.

No tenía hermanos, el embarazo de mi madre había sido muy riesgoso, tanto que casi muere dando a luz, el hecho que siga con vida es un milagro pero, debido a eso, había quedado estéril.

-Hola cariño, ¿La pasaste bien con tus amigos?-Saludó mi madre con su voz dulce.

-Sí, le jugamos una broma a Noah, fue muy divertido-Respondí animado, opté por reservarme el otro suceso por el momento, ni siquiera sabía que había provocado la aparición de la marca y no quería alertarlos.

-Un dia de estos le van a provocar un ataque al pobre chico-Mi padre había entrado al comedor.

-No lo creo, de igual forma tiene a Jeremy para salvarlo-Respondí con tono burlón.

-Qué raro es el destino ¿No?, mira que juntar a dos personas tan distintas…-Comentó mi madre soñadoramente.

-No creo que sean tan distintos, ambos son un dolor en el trasero.

-¡Ángel!-Exclamaron mis padres al tiempo que puse mi mejor cara inocente y luego los tres nos desternillábamos de risa.

Mi madre sirvió la cena y al omento estábamos todos comiendo y comentando lo que habíamos hecho en el dia.

Mi padre comentaba los negocios que había cerrado hoy y mi madre hablaba de la hija de unos amigos suyos, al parecer, la chica estaba sufriendo migrañas a medida que su marca se hacía más nítida.

Eso llamó mi atención.

-Mamá, ¿La marca duele cuando aparece?-Pregunté.

Mis padres se miraron, mi defecto era un tema que era preferible no tocar.

-No siempre Ángel, puede pasar inadvertido o puede causar un dolor incapacitante, ¿Por qué?

-Simple curiosidad, solo no creía que algo natural causara dolor-Respondí distante.

-Bueno, tengo entendido que la marca se hace notar dependiendo de la cercanía de los destinados, por ejemplo, tu madre se desmayó cuando su marca se completó, fui yo quien la llevó al hospital, antes de eso ella no había notado mi existencia mientras que yo si me había interesado en ella, por lo que el destino tomó cartas en el asunto, su marca la incapacitó para que me notara, mientras que la mía paso inadvertida porque yo ya la había notado desde lejos, ese dia que nos presentamos nos dimos cuenta que éramos destinados.

-Entiendo-Murmuré.

Mi marca había ardido, así que había estado cerca de mi destinado, pero había ocurrido en un centro comercial así que no tenía forma de saber quién había sido, además, solo tenía una línea detrás de mi oreja, ¡Solo una maldita línea!

Muchas gracias destino, es bueno saber que estoy unido por el resto de mi vida a alguien cuyo nombre es una raya.

El resto de la cena transcurrió con normalidad, nadie comento más nada acerca del destino y nos enfocamos en comer y hablar de cualquier otra cosa.

Al terminar, me disculpé y subí a mi habitación, me miré otra vez en el espejo y comprobé que la estúpida línea seguía ahí.

Ni siquiera sabía por qué estaba enojado, toda mi vida me había lamentado por tener que ocultarme y ahora que no tenía nada de qué preocuparme, me sentía molesto.

Cansado de tantas emociones ese dia me metí en las sabanas buscando despejar mi mente y tomar un descanso reparador.

Que gran mentira.

No dormí en toda la noche, al contrario, no podría haber estado más activo, volví la cama un desastre, que tendría que ordenar la mañana siguiente, al dar tantas vueltas sobre el colchón.

Al final me quedé boca arriba mirando un punto cualquiera en el techo con la esperanza de que eso me dejara la mente en blanco.

En algún momento debió funcionar, me dormí una hora antes de que el sol anunciara el alba.

Me levante cerca de la hora del almuerzo.

Corrijo, mi madre me levanto cerca de la hora del almuerzo.

Estaba preocupada, tenía como pasatiempo salir a correr temprano en la mañana y, al no verme salir por la puerta mientras ella hacia el desayuno, pensó que había enfermado.

Bueno, mi aspecto no ayudaba en mi favor, tenía ojeras, estaba pálido, más de lo normal, y me sentía agotado.

Mi madre revisó mi temperatura y me preguntó si sentía algún dolor, su rostro era la preocupación absoluta, pero la calmé diciendo que había sido una semana algo dura en la escuela y que solo era cansancio.

Me sonrió y me dijo que si quería, aún estaba a tiempo de almorzar con ellos, si no, ella podría subirme algo de comer.

Acepte su oferta y bajé al comedor.

Mi padre abrió los ojos al ver mi aspecto y no pude evitar soltar una risita.

-¿Es que te arrolló un auto anoche mientras dormías? ¿O acaso te has transformado en vampiro? Deben ser esas películas que ves, han acabado por convertir la ficción en realidad y te has vuelto un monstruo-Dijo con voz socarrona.

-Ya, Dominic, déjalo en paz-Regaño mi madre conteniendo una sonrisa.

-Vamos, cariño, ¡pero si se ve fatal!-Exclamó él riendo.

-Ha pasado una mala noche, y te recuerdo que tu aspecto por las mañanas deja mucho que desear-Replicó ella con una expresión picara.

-¡Susan!-Mi padre se sonrojó un poco.

Ahora era yo quien trataba de ocultar una risita.

Mi madre me guiñó un ojo y nos invitó a pasar a la mesa.

El olor de la comida casera hizo que mi estómago rugiera, no me lo pensé dos veces y ataqué lo primero que mis manos alcanzaron, hasta que mi madre me recordó los modales y tuve que contener mi instinto salvaje que surgía cuando mi madre cocinaba.

En medio de la comida, donde las bromas entre mis padres siguieron durante un rato, mi madre sugirió que podríamos pasar la tarde en el parque y tal vez hacer un picnic.

Mi padre estuvo de acuerdo de inmediato aunque, claro, era raro la vez que mis padres estaban en desacuerdo con algo, me uní al plan pensando que el aire fresco me revitalizaría.

Mi madre aplaudió emocionada y comentó que saldría de compras para traer algo que pudiese llevar al picnic, insistimos en que no era necesario pero ella nos hizo callar con un gesto de la mano, mi padre y yo nos miramos y suspiramos, nada la iba a hacer cambiar de opinión.

Cuando terminamos recogí la mesa y mi madre me mando a ducharme y prepararme para nuestro paseo.

Para hacer la broma olfateé la camiseta con la que había dormido.

-¿Es que huelo mal?-Pregunté fingiendo estar herido por su comentario.

-No había querido decírtelo, cariño, pero realmente apestas-Y para enfatizar su punto sacudió su mano delante de su nariz mientras torcía el gesto como si oliera algo desagradable.

-¡Mamá!-Grité entre risas simulando estar ofendido.

-Anda ya, apestoso, ve a darte una ducha

Me saco a empujoncitos de la cocina y, cuando subía las escaleras, la escuche reírse.

Sonreí y entré al baño.

Encendí el agua fría y me metí al chorro dando saltitos hasta que me acostumbré a la temperatura.

Cuando consideré que era posible una hipotermia salí de la ducha y me froté rápidamente la piel tratando de recuperar el calor corporal.

Es contradictorio, lo sé, pero no podía evitar el agua fría, amaba la sensación fresca que perduraba en mi piel por horas.

Me vestí con unos jeans de color negro y la otra camiseta que había comprado el dia anterior, me miré en el espejo y, al ver la camiseta, inmediatamente recordé al chico de ojos dorados, ¿Cómo se llamaba? Dante.

¿Por qué venia un extraño a mis pensamientos mientras me vestía para una tarde familiar? Ve tú a saber, pero concluí que debía ser porque fue él quien me vendió la prenda que estaba usando así que no le dí más vueltas al asunto.

Me coloqué un par de tenis y bajé a reunirme con mis padres.


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