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Maravillosas Heridas [Omegaverse] Un Cuento de Maravillas #4 por soreto

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Para la mala fortuna de Byung Mae, su crecimiento se estancó en una estatura similar a la de abuelo, un par de centímetros menos quizá, eso no le quito la determinación de tener la mejor alimentación posible, con la esperanza de crecer un poco más, que no paso aun alcanzando sus dieciséis años.


Una cosa si cambio, por más que no lo entendiera.


La forma en que sus emociones se mezclaban sin orden al estar con Ahn, estoico como su madre cuando estaba nervioso, no lo dejaba ver.


A veces sin aliento, o con la mente en blanco sin poder hablar cuando el Alfa le sonreía, algo impropio de él; parecía que la situación no era tan fácil como Mae creía, y menos con su primer celo cerca.


Mae intento contárselo a sus padres; pero quien tenía más experiencia como Omega y en relaciones, según lo que conocía de su familia era su abuelo.


— No es tan grave cariño— las manos de Hye arrullaban a su nieto, que estaba sentado a su lado en su cuarto— Es normal a tu edad, ¿Quién es él te altera tanto? — delicados dedos se posaron en el hombro del joven.


Y ahí estaba nuevamente, alterado e incapaz de decir alguna razón lógica que le cambiara lo que sentía; era Ahn, su amigo.


—Ahn— soltó, agitando sus pies sobre el suelo—. ¿Pero si somos amigos? No sé...


— Bueno, yo así conocí a Teuk— le animo— Uno no decide esas cosas, solo debes aceptar contento lo que sientes; Ahn es un buen chico.


— No creo que él me vea de esa manera...ha salido con muchas personas—bufo triste, con sus labios en una mueca— Sería mejor no preocuparme por eso.


Con expresión comprensiva, acarició la espalda de Mae—. Ya veremos, no hay que adelantarse.


El joven Ahn, como era normal en los Alfas de su edad, salió con varios tipos de personas; intentando pintar a aquellos que tuvieran su interés en el momento, para terminar, buscando las expresiones descuidadas de Mae; esas sonrisas y miradas cuando el Omega estaba solo, sin nadie a quien probar algo.


Para ninguno de los dos era claro que querían hacer; para Ahn, quien era menos dado a reflexionar sobre sus sentimientos, era todavía menos claro con quien quería estar, o porque sentía las cosas que le hacían tener a quien conocía desde niño en sus divagaciones, y en la punta de su pincel.


Joven y poco observador, no notaba lo rápido que desaparecía la firmeza en Mae, ni su sonrisa dolida al verle ir contento con otros.


— Ya sé que me dirás que no es nada— una taza de chocolate aparece frente al joven Omega sostenida por su padre, se sienta frente a él en la cocina—. Pero nadie se irá de aquí hasta que sepa que es ese nada.


— Creo que te molestaras...


Jian le miro sorprendido, para después tensarse—. ¿T-te interesa alguien? — pregunto, con sus cejas juntas en expresión de pánico.


Al Alfa le parecía pronto hablar de eso...


Muy pronto.


— Lo sabía— suspiro derrotado su hijo, desviando la mirada como si estuviera decepcionado.


Oh no.


Lo estaba perdiendo, pensó el mayor, al ver a su hijo moverse para irse.


— ¡No es eso! — se apresuró a decir Jian— Solo es un poco la sorpresa...no estoy molesto— sonrió tan genuinamente como pudo.


— ¿En serio? — pregunto cauteloso el joven.


— Nunca podría molestarme contigo— Asintió con energía.


— Esa persona, un Alfa, la conozco hace mucho— inició Mae más tranquilo—. Ha salido con otros, y creí que eso no me molestaba...pero si lo hace.


— Bueno— tantea Jian, viendo que tiene la atención de su hijo—. Los Alfas, suelen ser más inquietos a tu edad...no sé si te sirva; podrías intentar un acercamiento más directo.


— Suena a una táctica de batalla— Reía el joven— Gracias por escuchar papá.


Min Ahn era un adolescente inquieto, curioso e impulsivo tenía noviazgos sin pensarlo mucho y por curiosidad; duraba poco con sus parejas, siempre sintiéndose más cómodo con Mae, a veces buscando los conflictos para estar con el Omega, de quien no podía alejar sus ojos.


Así fueron las cosas hasta que entraron a la universidad, la misma para turbar más a Mae.


No tenía caso estar ahí parado, menos cuando el frio calaba y le hacía tener los labios rojos.


El Omega llevaba recargado en los pilares de ladrillo rojo de la imponente entrada de la universidad varios minutos; intentaba evitar a su amigo, quien su sola presencia le hacía entristecerse, aun si tenía que soportar una muy probable aguanieve, y todavía con el hecho de que ambos estudiaban cosas diferentes.


Quien diría que artes estaría en el mismo campus que psicología.


Mae negó para sí mismo, y retomo esa terquedad, como porte orgulloso que le caracterizaba; con la espalda recta y expresión sobria suspiro para entrar, no podía tener retrasos, menos con ese profesor que parecía arrugar todo su rostro por la mera idea de impartir clase a un Omega.


Y no tenía opción, Mae podía denunciarlo con las nuevas leyes que obligaban a la universidad a tener Omegas en sus clases.


Antes de que diera un paso al frente y media vuelta, frente a él estaba un Alfa que llevaba viéndolo un rato, reconociéndolo como compañero en varias clases.


r13; ¡Mae! r13; saludo animoso, con una gruesa bufanda cubriéndole la bocar13; Me preguntaba que hacías parado aquí, ¿Esperas a alguien?


El Omega observo a su compañero, con el cual no hablaba mucho pero tampoco parecía renegar de la vieja imagen de un Omega, aun si el joven era gentil, era más bien cortesía engañosa, pero llevaban una relación cordial.


r13;No realmenter13; correspondió el saludo, aun si no confiara en el Alfa, Mae creía que lo correcto era ser cortesr13; Ya debo irmer13; Se gira sin intención de decir nada más y en cuanto el otro asiente entendiendo.


r13;Pero podríamos salir despuésr13; le dice alcanzándolo y cortándole el pasor13; No tienes Alfa, ¿O sí? r13; pregunto amable, pero al más pequeño le pareció condescendiente.


r13;No sé qué intentas con esa preguntar13; responde sonriéndoler13; pero se me hace tarder13; Intenta esquivarlo.


r13;Vamosr13; insiste el chico, sonriendo, e intentando ver algo en la expresión apática de Mae, una que ponía cuando estaba fastidiado.


r13;Parece que no eres el único tercor13; una voz resuena a espaldas del Alfa.


Detrás de ellos estaba sonriente Ahn, alto y con su cabello rubio medianamente ordenado.


r13;Mira quien lo dicer13; sonríe algo aliviado, viendo incomodo al otro chicor13; No creo que sea correcto que digas eso, considerando los problemas que me causas.


r13;Lo siento, lo sientor13; repite sobando la parte de atrás de su cuellor13; ¿Nos vamos? r13; Mira de reojo al Alfa que hablaba con Mae, que parece incómodo.


El castaño no quería estar mucho con Ahn, pero era su vía de escape de esa situación; acepto caminando hacia donde estaba el rubio y se dirigieron hacia las aulas.


r13;No se porque me has estado evitando Maer13; dice Ahn, con la vista al frenter13; pero lo haces.


r13;No lo hago, he estado ocupador13; respondió, sintiendo su boca seca por mentirle a alguien que lo conocía muy bien.


r13; Nada de esor13; rechaza la explicaciónr13; Me evitas, pero ya averiguare porquer13; Se colocó frente a Mae de un salto, y posa sus ojos serios en los del Omega.


No estaba esa sonrisa despreocupada, en su lugar, la pose del Alfa decía lo determinado que estaba.


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