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Maravillosas Heridas [Omegaverse] Un Cuento de Maravillas #4 por soreto

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Una pincelada, otra más, el olor del aceite de la pintura; color sobre color, líneas difusas que se encuentran y mil escenarios, figuras vivaces en color.


Ahn se dejaba envolver por la serenidad de la pintura, y la parsimonia de su imaginación.


Mae observaba en silencio, con las manos sobre sus piernas cruzadas; incontables ocasiones presenció esa escena, y talvez sus sentimientos hacia el chico que pintaba tan natural como caminar acabarían igual, aun si no fuera un Alfa.


Extrañaba esos momentos, donde no eran más que ellos dos. Mae se alejó, pensando que así no dolería cargar con su deseo.


El Omega, pensaba que para su amigo de la infancia, el solo representaba salir de problemas; que Ahn lo buscaba porque lo necesitaba, no porque lo quisiera; que solo lo aprecia por ser bueno resolviendo líos.


Le pesaba el creer que Ahn no podía más allá de eso.


Unos meses antes de entrar a la universidad, Mae se intenta recluir en sus estudios; quería huir.


Ahn también se alejó, hasta aquel día de la universidad, manteniéndose todavía algo distante.


El joven Omega, era alguien que le gustaba encontrar soluciones a las cosas, así que Mae tomo aquella sugerencia de su padre: una confrontación directa.


Esperaba que a Ahn le sorprendiera que quisiera hablar con el, después de todo Mae mismo era quien huyó del Alfa la mayor parte del tiempo.


Un almacén alejado del bullicio de las aulas, era uno de los lugares donde Ahn pasaba la mayor parte de su tiempo, y lugar que generalmente tenía para si mismo por la tarde. Mae esperaba, nervioso de ver al otro, como de decir lo que venía rondandole desde hace tiempo.


Con sus ojos enrojeciendo en su rostro al pasar fuertemente el dorso de su mano, el Omega intento recordarse que el no era alguien que llorará tan fácil.


Las palabras de Mae cuando niños, sobre dejar que las emociones llegarán hicieron eco, dificultando aun más esas lágrimas pequeñas que pendian de sus pestañas; volvió a pasar su mano por sus ojos, dejando que el silencio le ayudará a prepararse.


El no dejaría que las emociones hicieran de él un manojo de nervios; ¿Qué no era un impertinente Omega? ¿Alguien  presumido para ser un Omega?


¡Era el momento de mostrar que tan impertinente podía ser!


— ¿Mae?— la grave voz y un joven alto de cabellos rubios entra al salón; el Alfa le mira preocupado— ¿Estas bien?, te veo rojo de la cara...


— Estoy bien,— le dice, quitándole importancia— Tengo algo importante q-que decirte— tartamudea, casi mordiéndose la lengua.


— Tu sabes que puedes decirme lo que quieras, mientras no me ignores más— bromea.


Darle vueltas era innecesario, necesitaba quitarse ese peso de encima; y si nada salía de ahí, intentaría no perder a su amigo.


— Estoy...no...He estado enamorado de ti hace mucho— La ansiedad hace que le tiemblen los labios, incapaz de mantener una expresión impasiva ve con ojos cristalinos al rubio.


El Alfa mira mudo al castaño; con le mira en silencio; pensar las cosas antes de decirlas no era su fuerte. Respira un par de veces, y deja que una expresión solemne se coloque en sus facciones.


— No puedo responder.


— Supongo que esa es una respuesta— sonríe triste, ya con algunas lágrimas por sus mejillas— No sueles pensar mucho las cosas, a menos que no quieras...— se limpia con las mangas de su abrigo el rostro esta vez—. Ah, necesito algo de tiempo...solo quiero que sigamos siendo amigos, ¿Esta bien?


Mae se apresura a dirigirse a la puerta, percibiendo un fuerte abrazo que lo retiene y hace girar para encarar al otro.


—¡Estas sacando las conclusiones que quieres!— le grita molesto Ahn— Se que no suelo pensar las cosas, por eso...por eso no quiero que creas que mi respuesta es un impulso— Le sostiene de los menudos hombros— No quiero que peinses que te quiero conmigo para que me saqués de problemas...decir lo que siento así, creo que parecería algo que me pareció buena idea así de repente.


— ¿A donde quieres llegar?— le pregunta molesto, aun sollozando— Si vas a decir algo, dilo.


El Alfa se desordena sus cabellos, suspira pesadamente y se aleja de Mae caminando al fondo del salón, donde esta un cuadro recargado detrás de un escritorio. Ahn lo coloca sobre el mueble más cercano, y coloca una mano sobre una manta que lo cubre; con la tela desapareciendo del marco, los colores dan paso a dos niños.


El y Ahn armando un rompecabezas.


— Aun no esta terminado...y me estabas ignorando, no estaba seguro cuando te lo enseñaría...— negó suavemente, admirando la escena, una muy común de su niñez— Quería decirte cuanto tiempo me he sentido así por ti, como lo importante que eres para mi...fue difícil, ¿Sabes cuanto tiempo me tomo darme cuenta? Se que no soy muy...muy perceptibo, ni conmigo mismo.


Mae observaba cada detalle, cada pigmento cuidadosamente colocado en un cálido recuerdo al óleo.


— Lo que quiero decir— camino para estar frente a Mae, tan cerca como le fuera posible—. Te amo— le abraza, tan fuerte como le es posible sin lastimar la delicada complexión del castaño.


— Te complicas demasiado para decir las cosas— Mae entierra su rostro en el hombro de Ahn al reclamarle.


— Tu eres el de las palabras— Se encoge de hombros, intentando conservar la dulce esencia del Omega.


Entre tropiezos y los años, terminaron por encontrarse quienes se buscaron desde la niñez.

Notas finales:

gracias por leer >:)


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