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Maravillosas Heridas [Omegaverse] Un Cuento de Maravillas #4 por soreto

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La casa estaba silenciosa; lo único que alejaba el absoluto silencio era el ruido del televisor de la sala de estar, y el ligero rose de un cuerpo acomodarse debajo de unas cobijas. Hye miraba agotado, sin poner atención realmente una película infantil que pasaba por el televisor.


Una sonrisa divertida aparece en la suaves facciones del Omega; recordando cómo, intento que Suni disfrutara ese tipo de cosas, para terminar el siendo el que acabara aficionándose a los parques temáticos, como la inocencia de las películas para niños.


El hombre de cabellos castaños un tanto indomables; veía triste el televisor, sosteniendo un vaso de leche tibia en sus manos, algo que le calmaba después de su celo, que por su edad era mucho más demandante en su cuerpo. Sintiendo el cosquilleo acostumbrado de la extrema sensibilidad aun presente en su piel, suspiro y se hundió entre un montón de cojines puestos en el sillón para él.


Una de las razones de sus bajos ánimos, era que se encontraba solo; no obstante, esa no era la principal razón; ese día, era el nacimiento del pequeño Min Ahn, un evento en el que Hye deseaba estar, después de haber formado una agradable amistad con el joven Omega. Pero su celo se interpuso con sus deseos, acabando el día agendado para la cirugía de Mo.


Suni y Jian, le vieron apenados; pero hacer que Hye se moviera, no era muy bueno para el cuerpo del Omega mayor.


—Lo siento papá—le dijo Suni abrazándole, mientras Jian le traía algunos bocadillos y un poco de leche para que estuviera cómodo—.Si te hacemos venir, sería demasiado para tu cuerpo— finalizo el joven castaño.


—No te preocupes cariño— negó delicadamente, recostándose en las almohadas que Jian le estaba acomodando—. Yo sé que no sería lo mejor, y no quisiera enfermarme ahora mismo— sonrió cálidamente, agradeciendo con un movimiento de cabeza las atenciones de ambos—. Vayan antes de que se les haga tarde—apuro— Tomen muchas fotos— se despidió el mayor, viendo como Jian ponía una de sus manos en la espalda de Suni, apoyándole al caminar con el estado de su embarazo.


Esos gestos entre, aun inexperta pareja, le recordaban mucho a los días en que esperaba Suni. Algo similar era su vida en ese entonces, la tristeza le era ajena, la crueldad una palabra foránea.


La fe ciega fue su mayor carga.


Cuan feliz fue en el momento que le permitieron cargar el cuerpecito tibio de Suni.


La mirada de orgullo de Shin.


Algo que duro apenas diez años.


¿Qué sería de él si no tuviera a su hijo?


Esas cosas, le hacían encogerse temeroso; su hijo fue, y era su fuerza, sin nadie a su lado, probablemente seguiría aferrándose a meras ilusiones. Madurar fue duro, reconocer la crudeza de la sociedad fue un aprendizaje cruel.


Él amaba a su familia, hizo cosas que, para otros Omegas, representarían el final de sus sueños y vida; como era el abandonar a tu Alfa. Pero tenía también que comenzar a ver, que era lo que él quería, la plática con Jian le hizo reflexionar sobre sus propias aspiraciones;


Su vida era su familia, eso no cambiaría;


¿Pero que quería él?


Molesto con su indecisión, e incapacidad de hallar solución a esa incógnita, decidió poner más de su parte en reflexionar sobre sus propias metas, y anhelos. Con la mente más clara, y una voluntad más firme, decide el buscar sus propias pasiones.


Con esa idea en mente, y su carácter por naturaleza animoso; se sentó un día a desayunar con los otros dos habitantes de la casa, para hablar de sus decisiones.


—Me alegra mucho papá— le dijo, con una sonrisa apenas notable— Creo que...algunos de tus pasatiempos son, cuidar a las personas, ver películas y tejer— enlisto no muy seguro, su padre era alguien devoto a su hogar—. También te gustan los parques temáticos y las películas para niños.


—Esos pueden ser...—reflexiono, tan inseguro como Suni.


¿Qué le divertía hacer?


La cara de Hye demostraba gran esfuerzo en sus cavilaciones; sus pensamientos no le ayudaban a poder dar con algo que decir, y entonces, se dio cuenta, con amarga sorpresa; que él no sabía lo que le gustaba.


—A mí me gusta...—comenzó Hye, su voz ronca y apagada por lágrimas que retenía—. Lo que me gusta es...— recargo su rostro de uno de sus puños de un brazo que mantenía recargado sobre la mesa— No lo recuerdo.


El Omega mayor, se abandonó al llanto, hundiendo su rostro en sus pequeñas manos, siendo observado por los otros dos con tristeza; Suni se levanta, y acaricia su espalda, siéndole imposible abrazarle por su condición. Jian trae un poco de leche tibia para calmar los ánimos de Hye, y acercarle unos pañuelos.


—Podemos ayudarte a ver qué cosas te agradan— consuela Suni, sonriendo como solo lo hace en raras ocasiones— No es necesario que te preocupes.


— ¿No le agrada salir?— sugiere Jian, viendo más tranquilo a Hye—. Talvez haya un lugar que le guste.


—M-me agradan los parques de diversiones...— se limpió el rostro con un pañuelo.


—Si sabes que te gusta papá— dice el Omega menor—. Al menos con una cosa se comienza...quizá solo tienes que recordar que es lo que más te gustaba hacer en tu tiempo libre.


Hye asiente, respirando para calmarse, piensa; en que antes, disfrutaba hacer muchas cosas de las que menciono Suni, pero que no recordaba hacerlas desde hacía tantos años. Se da cuenta, que él nunca salió de la casa, conocer otros lugares, era algo en lo que nunca pensó; su vida era su Alfa, y cuidar su hogar;


Ahora se daba cuenta que existía más.


Mucho más.

Notas finales:

gracias por leer <3


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