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Festival de Tanabata por DanyNeko

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Notas del capitulo:

Yugi-oh! Y sus personajes no me pertenecen. Si fuera así Yami no se hubiera ido y terminaría estando con Yugi, igual que Ryou con Bakura y Malik con Marik.
Además Tea se iría al tártaro por p*rr* xD.
Denle like a mi página de face, se los agradecería un montón, allí se entraran sobre los fics que subo y cuando actualizo, también subo imágenes de Yugioh =3 
https://www.facebook.com/pages/DanyNeko/786629491430778?ref=hl

Si vais en pareja, un muy lindo detalle es tomarse de las manos mientras miran las estrellas.

Al final, el festival cierra con hermosos fuegos artificiales. Algo a intentar es que estén en ese momento con la persona que aman.

 

— ¡¿Rose, me puedes atar el obi?! —pidió la azabache, frente al gran espejo en la habitación de la albina, lucía la yukata color morado oscuro, estampado con lunas plateadas; estaba abierto y resbalaba por sus hombros, dejando expuesta su clavícula y el nacimiento de sus pechos.

—Claro Dany —la de ojos rojos se acercó por detrás y sostuvo la tela lila para que la azabache se acomodara la prenda y pudiera ajustarle el obi alrededor de la cintura, remarcando su figura — ¿está muy apretado? —consultó luego de hacer el moño.

—No, está perfecto, gracias —le sonrió a su amiga, dándose la vuelta — ¿te ayudo con tu cabello?

—Sí, por favor —Rose se sentó en la cama y le ofreció el cepillo a la pelinegra. La albina vestía un kimono azul eléctrico, estampado con copos de nieve blancos en la falda y las mangas a juego con el obi del mismo blanco invernal, asegurado con una delgada cuerda trenzada de color celeste.

— ¿Cómo lo quieres? —consultó la oji-chocolate.

—Creo que lo llevaré recogido —decidió, pasándole los palillos con perlas que había comprado —quiero que luzca el tocado que me dio Seto —estiró una mano para tomar el tocado flexible estilo tiara con pedrería celeste y cian.

—De acuerdo —la azabache peinó hacia adelante el flequillo de la albina y luego empezó una trenza de izquierda a derecha, bordeando el flequillo y luego hacia abajo para luego recogerlo con pequeño ganchos de color plateado que se ocultaban en la propia cabellera, luego enterró cuidadosamente los palillos, dejando que las perlas colgaran hacia la derecha.

Hikari por mientras estaba en el baño de la habitación, secándose el cabello con la secadora para luego aplicarse laca, dándole más volumen y brillo a los rizos de su pelo bicolor. La menor ya estaba enfundada en un yukata negra con un obi de color azul egipcio decorado con símbolos dorados.

Cuando hubo terminado, salió del baño para reunirse con sus amigas que la ayudaron a ponerse un delicado tocado de pedrería dorada, estilo corona. Un regalo que Atem le había comprado a su novia específicamente para esa noche.

Sorprendentemente, el tricolor de piel bronceada había atinado con el color dorado.

— ¿Cómo vas a peinarte, Dany? —consultó Hikari, terminando de revisarse frente al espejo.

La azabache rebuscó en el bolso que había llevado y sacó algo —mi rey me obsequió estas cintas para el pelo, así que pensé en hacerme dos coletas altas a los lados —les comentó a sus amigas, enseñándoles dos cintas gruesas de tela color rojo sangre con pequeñas incrustaciones de pedrería multicolor por todo el largo ambas —ya saben que yo no soy de recogerme mucho el pelo.

Rose y Hikari se rieron. Sí, definitivamente lo sabían, Dany podía llegar a ser muy orgullosa con respecto a su cabellera.

—Eso es dulce pero… ¿rojo? —dudó Rose —no va con los colores que llevas.

—Supongo... —la aludida se encogió de hombros —pero es su color favorito y él dice que se ve bien en mi pelo negro —susurró la azabache, obteniendo una ligera capa de rubor por sobre sus mejillas —y con mis ojos.

—Aww —chillaron las dos — ¡son tan tiernos! —añadió Hikari, gustosa de devolverle a su cuñada las varias bromas que hacía en presencia de su novio. Ella y Atem no eran tiernos ¡Dany y Akefia sí que lo eran!

— ¡No es cierto! —chilló de regreso Dany, con las mejillas más arreboladas.

Rose se rio mientras veía a sus amigas atravesar una pequeña discusión sobre quienes o que era más tierno, adorable y adjetivos similares.
Meditó sin embargo en el último comentario de su amiga pelinegra… ¿sus ojos, eh? Marrón oscuro, como el chocolate… y rojo… Lo primero que se le vino a la cabeza fueron fresas cubiertas de chocolate, un postre que, Dany les había asegurado, Akefia llevaba para ella cuando se iban de picnic, hacían cena solo para dos en la casa de cualquiera de ellos, o simplemente pasaban algo de tiempo juntos.

Y determinó que sí, el chocolate y el rojo podrían funcionar muy bien con esa parejita.

Así que tomó el cepillo e intervino en la disputa de sus amigas, antes de que tuviese que ir a por bolsas de hielo para bajarles el sonrojo de sus rostros, y separó en dos perfectas mitades el cabello negro de Dany para hacerle las coletas, dejando como siempre su flequillo peinado hacia la izquierda y dos delgados mechones delanteros que le caían hasta el pecho.

.

.

Mientras las chicas estaban en lo suyo, los chicos estaban esparcidos por la primera planta.

—Es una tontería —se quejó Seto. Usando una yukata blanca que tenía bordado el logo de Kaiba Corp., en azul por las mangas, cerrado con un obi azul añil y encima un ahori azul grisáceo.

—Solo déjalas ser —bufó Akefia con aires despreocupados y las manos tras la nuca.

—Es ilógico —volvió a argumentar — ¿por qué querer ir al festival en tren cuando podemos ir perfectamente en uno de los vehículos de Kaiba Corp?

—Las chicas quieren disfrutar del paseo completo —Atem meneó la cabeza —no le veo el problema.

Seto ahogó un gruñido. A veces no lograba comprender a su Rose.

Bakura, Yami, Yugi y Marik estaban aprovechándose de las múltiples consolas que había en esa gran casa mientas esperaban a los primos faltantes.

Así que, cuando Ryou y Malik, Bakura se levantó, dejando el mando sin contemplaciones por el sofá en el que estaban, dirigiéndose a Ryou con determinación en la mirada.
El albino de ojos verdes apenas si pudo saludar a Yugi y sus amigos cuando Bakura lo tomó de la muñeca y lo arrastró con él al balcón.

—Deeeee acuerdoooo —Ryou parpadeó lentamente cuando Bakura, aun sosteniendo su muñeca, se quedó mirando al hermoso jardín de la mansión Kaiba, muy callado — ¿hay… alguna razón en particular por la que me trajeras aquí de la nada o…?

—Te ves muy bien —murmuró por lo bajo Bakura, acariciando lentamente el dorso de la mano que sujetaba.

Ryou se revolvió, confuso —gracias… eh, tú también luces muy guapo —le sonrió con dulzura —te dije que te verías bien con estos trajes —Bakura llevaba una yukata gris sujeta con un obi de color turquesa y un ahori negro.

Bakura por fin se dignó a mirarlo, a Ryou le pareció notar una pequeña sombra rosa pálido en el rostro ajeno pero los colores cálidos que empezaban a pintar el cielo le hicieron dudar.

Algo en los ojos de Bakura cazó la atención del oji-esmeralda.

— ¿Qué es lo que me estás ocultando? —preguntó directamente, mirándolo de forma inquisidora.

Bakura resopló — ¿desde cuándo me volví un libro abierto? —se quejó, con nadie en particular, simplemente bufando al aire.

—No lo eres —le calmó el menor —pero sabes que puedo llegar a ser muy detallista con las personas que me importan.

Bakura lo miró fijamente y Ryou le sostuvo la mirada. Orbes lavandas decididas y joyas esmeraldas curiosas.

Luego de unos momentos de inquietantes momentos de silencio, el mayor habló —Quiero que vayamos juntos  a ese festival —le dijo con total firmeza.

Ryou sintió que estaba al margen del rumbo que había tomado la conversación —creo que me estoy… perdiendo de algo, Bakura —le dijo honestamente, ladeando un poco la cabeza — ¿no se supone que iremos todos juntos al festival en Hiratsuka?

Bakura lanzó un gruñido, al ver que no lograba expresarse de forma que Ryou interpretara lo que quería decir pero le costaba verbalizar con claridad. Maldijo para sus adentros ¿a dónde se había ido esa complicidad que ambos solían compartir tan naturalmente?

Ryou no hacía más que mirarlo confuso, sin poder entenderlo.

El mayor se revolvió el pelo con una mano y fue cuando la realización lo golpeó. Todo el tiempo había estado manteniendo su pelo en una coletilla mal hecha, atada con la cinta celeste que había comprado aquel día.

La desató sin miramientos y se la mostró a Ryou, justo frente a los ojos. El oji-esmeralda seguía sin comprender nada en absoluto — ¿recuerdas lo que nos contó Dany-nee? —atinó a decir mientras se envolvía el dedo meñique y, con ayuda de su boca, cerraba el nudo —Quiero. Que. Vayamos. Juntos —repitió, enfatizando cada palabra.

Los ojos de Ryou se abrieron como platos en ese instante. Abrió la boca, pero sin saber qué decir volvió a cerrarla; las mejillas y el rostro en general empezaron a aumentar de temperatura y vacilante, volvió a abrir la boca con los labios temblando pero de nuevo la cerró.

Estaba en shock.

—T-Tú… dices que… yo —Ryou tomó una bocanada de aire, las piernas le temblaban —Wow… yo…

Ryou sintió la necesidad de mirarlo a los ojos y eso hizo. Los ojos lavandas ocultaban de manera casi estoica la llama ardiente que se había desatado al exponer sus sentimientos, pero muy pronto notó el cambio, la tensión, la frialdad; Bakura parecía más frio que cuando se metía en peleas, solo que ahora se mostraba mudo en vez de cortante y altivo… de alguna manera parecía ¿herido?

Y el pequeño albino notó que posiblemente debía acreditárselo al tiempo que llevaba callado.

Bakura pensó que estaba rechazando… su declaración, o intento de ella.

Sin saber qué más hacer, Ryou sacó el listón turquesa que había comprado junto a su yukata y se lo enseñó, sonrojado como estaba se acercó los pasos que los separaban, rodeando su propio meñique con el accesorio y le tendió las puntas para que el propio Bakura lo anudase.

Controlando heroicamente el temblor en sus manos, Bakura ató la cinta, mirando la mano de Ryou hasta que la otra tomó posesión de su mejilla y le incitó a mirarle.

—Estaré muy feliz de ser tu pareja en el festival, Kura —sonrió feliz —tú también me gustas.

Las manos que portaban las cintas de colores se unieron, así mismo sus labios.

.

.

— ¡Por fin, nee-san! —se quejaron Yami y Atem cuando escucharon a las chicas bajar —cinco minutos más y te juro que subía —añadió Yami, pues su gemelo se quedó embobado al ver a Hikari bajar tras su hermana —oye Atemu ¿te traigo un cubo? —se burló.

— ¡Cállate! —el moreno golpeó al menor en el bíceps derecho, con un fina capa de rubor en sus mejillas.

Mientras los gemelos discutían, Seto y Akefia se acercaron al pie de la escalera, tendiéndole una mano a su respectiva novia, por lo que Atem dejó de prestarle atención a su hermano e imitar a los dos mayores.

—Como siempre, logras que este tipo de ropas te luzca de maravilla —aduló Seto, llevándose la mano de Rose a los labios en un caballeroso gesto.

La albina le obsequió una sonrisa un tanto apenada —tu luces muy elegante, Seto —con sus manos tanteó las orillas del ahori abierto como si lo acomodara, aunque todo estaba perfectamente en su lugar.

—Dioses, te ves preciosa —le susurró Akefia a Dany, acercándola a él para rodearle con un brazo la cintura —juro que no puedo cuando usas esas coletas —la besó en la frente.

La azabache le sonrió coqueta, besando la mejilla de su novio, cerca de la boca —y tú te ves muy guapo —correspondió — ¿en serio elegiste el traje tu solito? —preguntó con un tono jocoso.

—Muy graciosa, princesa —le regresó, mordisqueando sutilmente el hélix de su oreja, haciéndola estremecer.

—Mi ángel, te ves muy hermosa —Atem abrazó dulcemente a su novia.

Hikari le sonrió, sonrojándose un poco —gracias Temi —se acomodó en sus brazos tú también te ves muy bien con esa ropa.

—Por fin podremos irnos —dijo Yami, rodando los ojos al ver de lejos a las tres parejitas.

—Oh vamos Yami, se ven tan lindos —Yugi sonrió, tomando una foto de su hermana.

El aludido ser rio —luego me pasas esa foto, me servirá para molestar a mi hermano.

Ambos tricolores se rieron.

— ¿Quién va a por las dos bolitas de nieve que se escaparon al balcón, para que podamos irnos? —preguntó Marik, sentado sobre el reposabrazos del sillón.

— ¿Por qué me miras a mí? —se quejó Malik, en un puchero.

— ¿Porque Ryou es tu primo? —le regresó con obviedad.

Malik frunció más los labios inconforme —yo voy contigo —le ofreció Yugi, tomando la muñeca de su amigo.

— ¿Y tú qué? —le susurró Yami, cuando los menores se alejaron.

— ¿Qué? —respondió Marik con rudeza.

—No te hagas el duro conmigo —bufó Yami — ¿piensas decirle a Malik que te gusta?

—Eso no es de tu incumbencia.

—Lo es desde que me contaste que sueñas con él —señaló con tono insinuante y una sonrisa burlona.

A Marik se le subieron los colores a la cara, por lo que le metió un puñetazo en la cabeza a Yami, rápidamente correspondido.

—Bueno, entonces ¿nos vamos o qué? —preguntó Bakura, gustoso de cortarle a su hermano el momento con un su novia y llegando de la mano con Ryou.

— ¡Sí, démonos prisa! —apuraron las tres chicas con emoción, separándose de su respectiva pareja para salir de la mansión, cuchicheando sobre lo divertido que sería el festival.

Salieron de la casona y abordaron una gran limo, perteneciente la corporación Kaiba que, y a pesar de las quejas de Seto, los llevó hasta la estación de trenes y se regresó a la mansión.

Había varias personas allí, vestidos de manera similar, claramente con el mismo destino. Preguntaron por la línea que los llevaría a la ciudad de destino y compraron los tiquetes para entrar a la estación, para su buena fortuna tan solo faltaban dos minutos para que el tren más próximo llegara así que se formaron a la espera.

Las chicas se sentaron con su respectiva pareja, así mismo Bakura y Ryou, por lo que Malik se sentó con Yugi y Marik con Yami.

El viaje fue tranquilo, los chicos incluso recibieron un saludo de alguno que otro compañero de clases.

Al bajar se podía notar como el ambiente festivo llenaba cada rincón de la ciudad. En todas las casas había farolas de papel y colgaderas llenas de grullas de papel, los arboles de bambús bellamente decorados y cientos de personas en yukatas caminando por las calles en grupos, familia o parejas. La mayoría dirigiéndose al templo shinto más grande del lugar. Allí es a donde el grupo se dirigió

—Sabía que eras tú —Dany se dio vuelta al oír una voz conocida, viendo a una chica de larguísimo cabello azul oscuro con puntas platinadas, tenía ojos verdes como esmeraldas y piel muy clara. Tenía una yukata azul-negruzco con petalos plateados del mismo color del obi.

—Ah, Tsukiyomi-san —musitó la pelinegra de regreso y soltó la mano de Akefia para ir a saludarla junto con Rose, pues ambas compartían una que otra clase con la peliazul —así que también viniste al festival.

—Sí, vine con algunos compañeros —señaló un poco más atrás, dejando ver mejor el objeto que llevaba en manos.

—Qué lindo peluche —exclamó Rose, al ver el peluche de un lobo gris, con alitas, que tenía la chica.

—Lo he ganado por allá —les mostró varios tenderetes con juegos y premios —hay muchos muy bonitos, pero este simplemente me llamaba —dijo con una risilla —bueno, un gusto saludarlas, nos vemos.

—Sí, cuídate —dijeron a coro las dos.

—Ustedes igual —añadió la peliazul antes de regresar con sus compañeros.

— ¿A dónde vamos primero? —preguntó Yugi.

—Vamos por allá, hay puestos con premios —dijo de inmediato Dany.

— ¿De veras? ¡Quiero ver! —se sumó Hikari.

—Las alcanzamos después, iremos por algo de tomar —decidió Malik, caminando al lado contrario del que Bakura iba con Ryou.

—Yo voy con ustedes hermana —se apuró Yami, al ver que Yugi se iba junto con Hikari también.

A fin de cuentas se separaron para disfrutar del festival a su antojo. Marik se había ido con Malik y la pareja albina a probar la comida del sitio.
Rose estaba encantada tomando fotos en diferentes partes del templo y Seto no se separaba de ella.
Atem, Yami y Akefia empezaron a disputarse en la primera caseta de juegos donde Dany, Hikari y Yugi, habían notado un juguete o peluches que les interesaba.

— ¡El peluche de Jirachi está precioso! —había dicho la pelinegra, amante de la famosa saga Pokemón.

— ¡El gato negro de abajo es muy tierno! —la había seguido Hikari.

—Tienes razón hermana, aunque a mí me gusta más ese Kuriboh —Yugi señaló la caseta de al lado.

El pequeño tricolor se había acercado a preguntar en la caseta para participar, cuando Yami se le había adelantado, confirmando por el premio que el oji-amatista quería, y jugó para ganarlo. Sonrojado, Yugi simplemente pudo asentir, y se hubiera quedado viéndolo si el puesto siguiente no hubiera llamado su atención.
Atem y Akefia por otro lado estaban poniendo a prueba su puntería con pistolas de agua.

Los gemelos tricolores y el peliplata habían ganado los premios que sus acompañantes habían detallado se voltearon para mostrarlos y entregárselos con todo el orgullo del caso, pero los hallaron ya distraídos.

—Mira hermana, pesqué este para ti —Yugi le entregó a Hikari una pequeña pelota atada a una cuerda con un pequeño nudo que pasó por su dedo medio —pensé que te gustaría —el juguete era de color azul con diseño de olas.

—Qué lindo, gracias hermano —Hikari le dio algunos botes a la pelotita luego de depositar un besito en la mejilla de su mellizo. Yugi le sonrió, orgulloso de la sonrisa en los labios de la bicolor.

Dany les sacó una foto con su teléfono, ella tenía una manzana acaramelada en manos.

Un aura fría de decepción les llamó la atención a los tres, así que se volvieron solo para ver a Yami, Atem y Akefia hechos chibis con los ojos cerrados, expresión de berrinche y aquella aura azul y deprimente emanando de ellos.

—Ahhhh ¿qué? —musitaron los tres, observándolos con gotitas bajándoles por las frentes.  

.

.

Alrededor de las once de la noche todos se reunieron en los pastizales detrás del templo, por donde corría el río. Había farolas, antorchas, luces enredadas en las ramas de los arboles; mantas en el suelo y gente escogiendo lugar para ver el cielo.

El grupo estaba reunido en un par de mantas juntas, comiendo o charlando sobre lo bien que la estaban pasando, tomando fotos o simplemente acomodados.

Tal era el caso de Atem, que tenía a su novia en brazos, la bicolor abrazada a su nuevo peluche se permitía dormitar un poco en el pecho del moreno pues estaba ya algo cansada de todo el rato que habían estado allí.
Rose estaba sentada en medio de las piernas de Seto, compartiendo con este algunos bocadillos mientras conversaban suavemente de las condiciones del cielo aquella noche y que tan bien podían apreciarse las estrellas.
Akefia abrazaba a Dany quien, sentada a su lado, pasaba las piernas por sobre el regazo de su novio y recostaba la cabeza sobre su hombro mientras acariciaba distraídamente el peluche del pokemón entre sus manos y ambos compartían besos esporádicos, charlando de cualquier cosa.

Yugi y Yami estaban sentados uno al lado del otro, totalmente juntos, Yugi recostaba la cabeza en el hombro de Yami mientras compartían galletas.
Bakura tenía la cabeza recostada en las piernas de Ryou mientras este le hacía mimos en el pelo.
Malik y Marik estaban tumbados uno junto al otro, no se notaban en un ambiente precisamente meloso, pero se divertían armando figuras imaginarias entre las estrellas o reconociendo algunas que otra constelación.

—Esa parece un caballo levantado sobre sus patas traseras —señaló Malik.

—Aquella una araña —se rio Marik.

Malik soltó también una risilla, y mientas buscaba armar alguna otra figura, un destello brillante que cruzaba el cielo a velocidad sorprendente llamó su atención —Marik ¿viste eso? —preguntó.

— ¿Es una estrella fugaz? —volteó la cabeza para ver al chico a su lado.

—Eso creo —Malik no lo miró, siguió el recorrido de la estela brillante con ojos ilusionados y una sonrisa asomándose en sus labios, así que no notó como Marik se perdía detallándolo.

Sin ser consciente de que su boca se había abierto ligeramente, Marik observó como el flequillo cenizo caía a los costados, dejando libre su frente, donde sintió el impulso de dejar un beso; detalló los ojos que brillaban con entusiasmo e ilusión, sintiendo superficialmente una punzada de que tan bella mirada no se la dedicara a él; y se perdió un poco más de tiempo en sus labios, carnosos, bien delineados, que sonreían, y de los cuales moría por apoderarse… tal como lo hacía en sus sueños… cuando marcaba con su boca, lengua y dientes aquella tersa piel -que imaginaba deliciosa y cremosa- sus labios, su cuello…

Esos malditamente provocadores sueños donde Malik lo abrazaba con confianza y se sentaba sobre su regazo para ofrecerse a él. Contoneaba los labios entreabiertos justo frente a los de Marik, tentándolo y la misma vez rogándole por un beso… un beso que se convertiría en muchos más, azorados, fogosos, húmedos, que conducían a un abrazo más cerrado y que terminaba con ellos dos, acostados muy juntos sobre la cama o el sillón o lo que fuese, hechos un lio de piernas y brazos, entregándose a los besos del otro y murmurándose palabras que reafirmaban la conexión entre ellos, porque ambos sabían que se necesitaban, que eran el uno del otro…

Y todo terminaba allí. Nada de sueños húmedos -por suerte, al parecer aún no había llegado a tan vergonzoso límite- nada de escenas sugerentes donde se arrancaban la ropa con desespero. Solo se entregaban de forma dulce, apasionada sí, pero no menos cariñosa y apaciguaban el fuego de necesitarse el uno al otro con abrazos y besos.

Y ¡Joder! Como deseaba poder hacerlo de verdad.

— ¡Miren el cielo! —había chillado Hikari, cuando Atem la despertó para que viera la estela de luz que, al igual que los peli-cenizos, había notado.

— ¡Estrellas fugaces! —exclamó Yugi más atrás, pues ahora, varias luces más se habían sumado en la cúpula celestial.

— ¿Qué? No se suponía que hoy fuera lluvia de estrellas —dijo Rose extrañada. Una o dos se podían pasar por alto, pero ahora eran por lo menos ocho en el cielo, y más atrás se les unieron más.

—Tienes razón —dijo Seto, sacando su teléfono —esto es inusual.

— ¿Pero son estrellas fugaces? —preguntó Dany, observándolas fijamente —parecen algo… ¿raras?

—Son meteoritos —aclaró Seto, a lo que todos voltearon a mirarlo.

— ¿Lluvia de meteoritos? —confirmó Rose, a lo que su novio asintió.

— ¿Y eso es muy raro? —preguntó Yami.

—Ocurre cuando un cometa se fragmenta al entrar en la atmosfera terrestre y empieza a orbitar al sol —le explicó su hermana mayor —hay unas cuantas que ya se han confirmado, ocurren anualmente en fechas específicas, pero sí, son eventos raros y mucho más cuando son así de… inadvertidos.

—Parece que el cometa se avistó hace un par de horas o así —añadió el CEO, guardando su teléfono luego de haberse informado un poco sobre el asunto.

—Pues también es hermoso —comentó Yugi.

—Tienes razón Yugi —apoyó Dany, entrelazando una mano con la de Akefia.

— ¿Estás feliz, princesa? —le susurró el moreno, entrelazando sus dedos.

—Desde luego, mi amor —la azabache lo besó —a tu lado soy mi feliz.

—Fue muy buena idea venir al festival —le dijo Hikari a Atem.

—Así es, linda —Atem besó su mejilla —volveremos el próximo año si quieres.

— ¡Sí! —la bicolor le sonrió, lo tomó de las mejillas y le dio un beso, dejándolos a ambos sonrojados.

—Vamos a por los tanzaku —propuso Rose, levantándose de la mano con Seto.

—Sí, vamos —Dany y Hikari se pusieron en pie también, jalando a sus chicos con ellos.

Yugi se sonrojó y, bajo los ojos curiosos de Yami, se apuró a ir junto a su hermana. Todos se acercaron a un puesto y compararon las notitas de colores para escribir sus deseos o poemas. 

Colgaron los tanzaku en las ramas de bambú que había justo detrás de donde estaban las mantas.

Aibou

— ¿Qué pasa Yami? —consultó, amarrando el papelito.

— ¿Puedo saber que deseaste? —Yugi se sonrojó por ello y empezó a balbucear —vamos… te mostraré el mío —ofreció con una sonrisa.

Yugi miró el nudo a medio hacer en sus manos, no era ninguno de los poemas que había practicado con anterioridad pero… aun así era algo… revelador.

Le daba pena mostrárselo a Yami.

—E-está bien… supongo —tiró de la cuerda y se lo extendió a su amado.

Pido que la felicidad
llene la vida de mi ser querido
tal como su sonrisa
llena de dicha mi corazón
Sus ojos, un vino que me embriaga
Y me iluminan
Cada que me dirige la mirada

Aibou… Tú… Tú estás…

Yugi lo miró hacia arriba, con los ojos temblorosos y pestañeando repetidas veces mientras se mordía el labio inferior; el corazón le latía a mil por minuto. Se llevó las manos tras la espalda, apretándose las muñecas y se decidió, se puso en puntillas y unió sus labios con los de Yami, en un beso torpe pero tierno.

A-A… Aibou

—Lo siento —y Yugi salió corriendo.

—… ¡¿Qué?! Aibou, espera.

El pequeño tricolor se sentó a las orillas del río, abrazando sus rodillas para enterrar el rostro entre ellas.

Aibou

—Lo siento —murmuró, aun en su posición encogida.

—Deja de disculparte —se quejó Yami en un bufido, sentándose a su lado — ¿por qué lo haces?

—Te besé… sin permiso.

Yami volvió a bufar —demonios ¡Como si eso me molestara!

Yugi levantó la cabeza de golpe y lo miró sonrojado — ¿qué?

Yami le tendió dos papeles, el poema de Yugi y lo que él mismo había escrito —te dije que podías leer el mío.

Con dedos temblorosos, el oji-amatista tomó el papelillo de color morado claro.

Pido poder estar siempre al lado de mi Aibou
Hacerlo sonreír es mi alegría
No importa si este sentimiento no es correspondido.

Yugi abrió los ojos como platos —Yami…

Esta vez fue el mayor quien reclamó sus labios — ¿te gustaría salir conmigo? Mañana, cuando volvamos a casa… tal vez ir a la piscina —pidió, pegado a sus labios.

—Suena bien… Sí, me gustaría Yami —aceptó el menor, dándole un beso de vuelta.

El aludido se permitió soltar una risilla en medio del beso, atrayendo la hermosa silueta del menor con un brazo alrededor de su cintura.

—Maravilloso.

El sonido de las campanas resonando por todo el templo y sus alrededores los despertaron de su ensoñación, más que eso fue notar a las personas que se acercaban a la orilla del rio para poner a flotar las ramas de bambú con los tanzaku y las decoraciones en la rivera del rio.

Era media noche.

—Vaya que este festival causa estragos en la gente —Malik vio a su primo besando a Bakura luego de poner los deseos de ambos sobre el agua.

—Puedes decirlo dos vez —gruñó Marik, arrodillándose a su par —oye ¿y tú que deseaste?

—Pues… últimamente he estado teniendo unos sueños… que me hacen muy feliz —admitió el pelicenizo menor —pedí… que esos sueños se hagan realidad —le miró de reojo, ruborizándose muy tenuemente.

— ¿Sueños? —se sorprendió Marik —igual que yo…

Malik lo miró intrigado ¿A caso Marik también habría probado el mito de dormir con la foto del ser amado bajo la almohada?
Le dolió el pecho de pensar si estaría soñando con alguien más y de pronto recordó…

“Si duermes con una foto de tu amado bajo la almohada, le encontrarás siempre en tus sueños”

¿Encontrarse… podría ser… que acaso ambos compartieran los mismos sueños?

—Marik… por favor, dime ¿con quién sueñas? —el menor apoyó las manos en el pasto justo al lado de Marik, inclinando su rostro junto al del mayor, mirándole con ojos esperanzados e ilusionados.

Marik parpadeó, asombrado, cuando la nariz de Malik chocó contra la suya propia, dado el impulsivo acto del menor. Ambos se sonrojaron, pero el menor no titubeo ni retrocedió.

—Yo… nunca dije que soñaba con una persona en especial —respondió el mayor, aun aturdido — ¿por qué sabes…?

No lo soportó más, tenía los labios de su ángel a escasos centímetros de los suyos, tentándolo, igual que en sus sueños. Llevó ambas manos a las caderas del menor, por sobre la tela dorada del kimono estampado con magnolias blancas de Malik, gesto que siempre hacía antes de apropiarse de su boca; vestidos como estaban no podía ponerlo sobre su regazo, la tela se los impedía, pero sintió los dedos de Malik enredarse en su nuca… como lo hacía en sus sueños tras morderle los labios.

Lo besó.

Y ambos lo sintieron. La necesidad del otro despertó como brazas ardientes de una hoguera, a través de sus labios las llamas ardientes se fundieron y se apaciguaron en la danza de sus lenguas.

—Creo que ya lo sabes, Ma-Lik —el mayor le lamió lentamente el labio superior, provocándole un escalofrío — ¿Qué me has hecho? —chupó y mordisqueó el inferior, dejándolo tan rojo como una manzana —solo puedo pensar en comerte a besos.

Malik se puso rojo, pero no se resistió de ninguna manera.

—Los infernos ¡Sí! Quiero que se hagan realidad —exclamó entre besos —Esa forma tan coqueta en que te acercas a mí, y me dejas marcar tu piel ¡Que todos sepan que eres mío!

El menor lo miró, arqueando una ceja de forma traviesa — ¿Lo soy, Marik?

Marik depositó un beso en su cuello — ¿Quieres serlo?

Malik gimió —Maldición ¡Claro que quiero!

El menor lo besó de nuevo y luego se acurrucó en su pecho, rosando su rostro justo en la división de la tela de su yukata y posando sus manos sobre sus pectorales.

—Anda, pongamos esto en el lago… aunque parece que las estrellas ya nos han cumplido nuestro deseo.

—Sí.

.

Pasaba ya un rato de la media noche cuando la gente empezó a retirarse. Yugi, Hikari y Ryou estaban prácticamente dormidos, sobre las espaldas de su respectiva pareja.

—Discúlpame por… hacerte llevar a mi hermana, Atem —se disculpó Yugi, frotando sus ojos para evitar dormirse, mientras Yami lo cargaba.

—No te disculpes Yugi, es mi chica de todas formas —el moreno se encogió de hombros —estoy acostumbrado, Hikari no pesa mucho y además, es mejor que tener que encargarme de mi hermana —añadió con una risilla burlona — ¿verdad, Yami?

—Totalmente Temu —se rio el oji-vino menor, escuchando el intento de reprimenda que quedó a medias por el bostezo de Yugi.

Los gemelos echaron una mirada hacia atrás, su hermana mayor caminaba abraza a Akefia y el moreno miraba más a su novia que al piso por el que andaba, pues a la azabache le pesaban los ojos del sueño, pero era tan terca como el peliplata y no le permitía al chico cargarla.

—No seas cabezota, princesa, déjame llevarte —le murmuraba él.

—No Kefi, puedo caminar yo misma —negó ella.

—Lo que te estás es cayendo de sueño —bufó.

—Dany ¿Por qué no lo dejas hacerlo? —le preguntó Rose, caminando al lado contrario de la azabache, con el brazo de Seto alrededor de su cintura. La aludida se quedó callada y desvió la mirada, a lo que Rose sonrió y le dedicó un guiño a Akefia antes de poner sus manos sobre los ojos de su amiga delicadamente, por lo que se rezagaron un poco.

Rose tarareó un poco y cuando le quitó las manos de los ojos esta se apoyó más en el cuerpo del moreno, realmente estaba adormecida —ven aquí, mi preciosa princesa —con un poco de ayuda de Rose, Akefia acomodó la chica sobre su espalda y los tres que quedaban en pie se pusieron al día con los demás, que los habían adelantado una cuadra.

Unos minutos más y todos llegaron al hotel en el que habían reservado con antelación.
Se acomodaron en cuartos de pareja como habían acordado, a excepción de que Yugi, en vez de dormir con su hermana, dejó que Atem se quedara con ella y él se fue a dormir con Yami. Así mismo Malik dejó que Bakura se quedara a dormir con Ryou mientras él compartiría habitación con Marik.

-o-

—Me sorprende lo espabilada que estás aún, tus amigas no resistieron el sueño —le dijo Seto, ya tumbado en su cama mientras Rose se desmaquillaba en el baño.

—Bueno… soy bastante nocturna a decir verdad y, a diferencia de Dany, no tengo hermanos de los que ocuparme —soltó una risilla al salir del baño, en un pijama blanco, pero con los accesorios aún en su pelo, el cual se soltó frente a Seto, dejándolo embelesado al ver la cascada blanca que cayó por la espalda de su novia.

—Gracias por esto —señaló la tiara de piedras.

El castaño se encogió de hombros —La vi y pensé que te luciría perfecta... —la miró subirse a la cama y la recibió entre sus brazos —como siempre, no me equivoqué.

-o-

—Nena ¿segura que no te dormiste allí dentro?

—No tonto, ya salgo —aseguró la azabache con voz adormecida.

Akefia suspiró, recargado en la puerta del baño, por lo que casi se cae cuando Dany abrió. Ella se rio mientras el moreno recuperaba el equilibro y le echaba un vistazo, la azabache usaba únicamente una bata de tirantes color morada que le llegaba a medio muslo, con la huella de un gato estampada en el abdomen. Akefia tragó en seco, viéndola desatar las cintas rojas para soltar su largo cabello, cuyas puntas en bucle cayeron por la línea de su cadera, mientras ella bostezaba.

Akefia la miró con ternura —Vamos princesa, a la cama —la cargó en brazos, sin recibir una queja, y así la llevó a la cama, abrazándola —dulces sueños, preciosa.

—Descansa… mi rey —murmuró ella, dándole un beso en los labios antes de caerse rendida.

El moreno sonrió, la besó en la frente y la acurrucó más contra sí, cerrando los ojos para dormirse también.

-o-

Atem no tuvo el corazón para despertar a su pequeña bicolor, por lo que simplemente la acostó en la cama, le quitó las sandalias y el tocado, y se cambió para acostarse a su lado.

—Dulces sueños, reina mía —le murmuró al oído, acostándose tras ella para abrazarla y pronto cedió al abrazo del sueño, para reunirse con su amada que ya le llevaba una clara ventaja.

-o-

Yugi apenas pudo cambiarse la yukata al pijama por sí mismo, por lo que Yami, al igual que su hermano, se encargó de sacarlo los accesorios y acomodarlo en la cama.

—Dulces sueño, mi Aibou —le susurró al oído —no sé si quiero que la noche duré para siempre, para poder abrazarte, o si prefiero que llegue el mañana para que podamos ir juntos a nadar —murmuró en medio del sueño, jugueteando con el pelo de su pequeño.

-o-

Bakura se tomó el atrevimiento de aflojar el obi de Ryou al acostarlo, el pobre estaba totalmente dormido, que solo pudo acurrucarse en los brazos de Bakura instintivamente cuando este se acostó a su lado.

—Ryou… —Bakura desató el lazo en su dedo y en el del menor, atándolos a ambos juntos y dejándolos sobre el velador, antes de volverse y abrazar a su chico —dulces sueños —besó su mejilla, y se dejó llevar por el sueño.

-o-

—Marik… —el menor se revolvía algo avergonzado, a los pies de la cama, mirando al mencionado que, sentado en la misma, palmeaba sus muslos en una invitación a sentare.

Sonrojado, Malik hizo caso, se subió a la cama y -ya libre del traje tradicional, se sentó a horcajadas de Marik, poniendo ambas manos en su pecho.

Marik lo tomó de las caderas y lo besó, haciéndose luego para atrás, acostándose.

—Duerme bien, mi Tenshi —le deseó con malicia y posesividad en la voz, acariciando suavemente sus caderas por sobre la pijama.

Malik lo miró con cariño —tú también, mi Marik —se inclinó para otro beso y finalmente se acomodó sobre el pecho del mayor para poder dormir.

Ya mañana tendrían tiempo de hablar mejor las cosas.

…Fin           

 

Notas finales:

Un saludo especial a LeR, por apoyar tanto el fic y por un pequeño detallito que seguro reconoció ^^

Gracias a todos los que lo lleyeron, abrazos y besos.

Nos leemos en otros fics ^^/

Ja ne~nya


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