Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Una segunda oportunidad por Neko_Elle

[Reviews - 11]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Festín.

Hubo silencio por varios segundos. En verdad, lo había dicho y ambos estaban impactados. Degel se sintió incómodo al no obtener una respuesta o reacción inmediata, es decir, Kardia era una de las personas más sinceras y expresivas en la tierra. Era extraño. Estaba por pronunciar un “Ya, dime algo” pero no fue necesario. El rostro de Kardia se iluminó y se formó una sonrisa salvaje y pasional, pero al mismo tiempo, su expresión era de complacencia. En opinión de Degel, ese era el rostro de la felicidad. Kardia no esperó más y estampó sus labios esponjosos con los de Degel. Quien de inmediato correspondió el beso torpemente, mientras trataba de analizar lo que estaba sucediendo.

Antes de poder profundizar más, sintió a Kardia alejarse un poco, pero no quería permitirlo. Le sujetó de tal forma en que el beso no fuera interrumpido, pronto se aventuró en ingresar a su boca. Con delicadeza, le acarició el paladar con la lengua, provocando un cosquilleo agradable y adictivo. Era algo que venían deseando hacer de manera intencional desde siempre, pero que antes simplemente se limitaban a disimular a través de otras cosas. Una leve sensación de ahogo invadió a Kardia, debido a la urgencia de Degel. Pero, pronto, comenzó a sincronizarse con el ritmo de aquellos labios mientras su cuerpo iba tomando una postura ideal, sin percatarse.

Kardia sintió su cuerpo atrapado entre la cama y el de Degel, que se había posicionado sobre él. Sabía desde hacía un tiempo considerable lo mucho que Degel deseaba ese momento: tenerlo sometido bajo él. Pero no quería dejárselo fácil, le había hecho esperar mucho. Al menos, quería castigarlo un poco. Así que en la primera oportunidad le mordió el labio inferior con fuerza. Alguien como Degel que gustaba de guardar apariencias, merecía sulfurarse un poco. Además, quería dejar las cosas claras a ciertas personas. Pronto, el aprendiz de medicina se alejó. Su corazón estaba latiendo muy rápido y el dolor en su labio había sido excitante. Un sabor metálico invadió su boca y suspiró. El de ojos aguamarina lo miró expectante y como respuesta solo obtuvo una mirada altiva y una sonrisa orgullosa, supo entonces que Kardia había logrado algún objetivo del cual aún no se percataba, pero no importó.

Las manos de Kardia comenzaron a palpar el torso ajeno, colándose por debajo de la ropa. Degel sonrió y se dejó llevar. Era precisamente por eso, que, había esperado el momento adecuado. Abandonó la boca de su pareja solo para adherir sus labios al cuello ajeno. Ahí le olfateó, besó, chupó, lamió y mordisqueó la deliciosa piel que ahora compartía el aroma del mismo jabón que él usaba. Este pensamiento lo deleitó al instante: esa persona le pertenecía. Y ahora se encargaría de que el aroma de sus pieles fuese el mismo sin la intervención del perfume de una barra de jabón.

Sintió el cuerpo de Kardia tensarse cuando le mordía, pero se relajaba cuando le besaba y acariciaba de variadas formas con sus labios y lengua. Cuando terminó de dejar su marca, alzó su rostro para ver el de Kardia, estaba algo enrojecido y portaba una expresión nueva que no le había visto. Un fugaz recuerdo de una conversación que tuvo con Serafina el día anterior se hizo presente:

-       Me inquieta el hecho de que me hace sentir como nadie y saca lo mejor de mí. Pero también, gracias a él, sale a flote lo peor de mí.

-       Sabía desde hace mucho que tus sentimientos por Kardia eran muy profundos- comentó ella, aun inquieta por la conversación que había tenido con el susodicho, horas atrás. Conversación que no le revelaría a Degel.

-       Puedo decir que me gusta…mucho.

La joven le observó algo enternecida, no sabía si era ignorancia de sí mismo, inocencia o negación. Pero no pudo evitar, contestarle en su mente: [Degel, eso ya no es solo “gustar”]

-       Pero ¿siempre ha sido así cuando quieres a alguien? Este yo tan terrible ¿existiría incluso si él no estuviera en mi vida?

No estaba seguro de qué había hecho que justo ese trozo de memoria fuera evocado en ese momento. Tembló ante tal pensamiento, Kardia debía ser suyo ahora. Volvieron a conectar sus labios, mientras se acariciaban el uno al otro. Ahora no era necesario pensar en el lugar o en la evolución de su relación, podían disfrutar simplemente del momento. Justo como le gustaba a Kardia. Y él, quería complacerlo.

Kardia acarició por encima de la ropa, la entrepierna de Degel, pero este último le impidió volver a hacerlo, sujetando sus manos y entrelazándolas con las suyas, para después llevarlas lado a lado de su cabeza. Kardia comenzó a frotar su cadera con la de Degel, no necesitaba sus manos para incitarlo más. La sensación en sus miembros era agradable y familiar. Sin poderse resistir, desabrochó ambas prendas y se dejó envolver por la llamarada llamada “Kardia”.

Masajeó los dos miembros con sus manos, provocando gemidos ahogados en el beso, era como si supiera exactamente, cómo tratar el cuerpo griego. Las manos de Kardia se negaban a quedarse quietas y se sujetaron a la espalda ajena, tocándole el torso y todo lo que alcanzaba. Degel estaba complacido por el interés que su compañero tenía también por su cuerpo. Era mutuo. Luego, quiso ser parte de aquellas caricias íntimas. Bajó sus manos y quiso compartir la tarea de acariciarlos.

Después, se limitaron a tocar el trozo de carne hinchado y caliente, de su pareja. Kardia sintió la textura, las venosidades y enredó sus dedos en el vello púbico de Degel, para después sujetar y juguetear con sus testículos. Por su parte, Degel acarició su cadera con una de sus manos y desvió una de ellas para “accidentalmente” rozar sus glúteos y su entrada, pero pronto se detuvo y subió su mano hacia sus pezones.

-       ¿No vas a continuar? - le sedujo en grave.

-       No tengo aquí lubricante o condones.

-       Vives en una casa llena de médicos, estoy seguro que encontrarás algo si buscas - se burló.

-       Mi tía está en la habitación de al lado, no voy a pedirle un condón o lubricante- declaró.

-       ¿Por qué no? También es médico- le molestó. De alguna forma, esa conversación en la que lo fastidiaba, resultaba casi igual de placentera que lo que hacían- No creo que lo vea mal.

-       ¿Y qué le voy a decir? - preguntó de forma retórica, pero siendo Kardia, siempre tendría una respuesta.

-       “Tía, tengo esta terrible urgencia de dar un paso que me tardé doce años en dar ¿en dónde guarda los condones y el lubricante?” - hubo silenció- Suena bien ¿no?

-       No – fue su obvia y absoluta respuesta- ¿Qué te parece si hacemos otra cosa que creo, te gustará? - propuso en lugar de la petición del de ojos apatita.

-       ¿Qué? - inquirió abierto a sugerencias.

-       Recuéstate de lado- dijo, mientras observaba a Kardia seguir sus indicaciones. Se relamió, era como tener un animal salvaje y exótico en su lecho.

Entonces, el muchacho con ojos de apatita, vio a Degel reacomodarse en la cama, su rostro terminó lejos de él, pero frente a sus ojos tenía una vista deliciosa del erguido miembro de su compañero. Sonrió con picardía, entendió su idea. Nunca lo había hecho y la idea era interesante, aunque debía admitir que le ponía algo nervioso. Es decir, con Degel no sentía ninguna clase de vergüenza o asco, pero sí algo de impacto por estar viviendo ese momento. Y confirmó todo, cuando sintió la lengua de su compañero recorrer su extensión. Dejó salir un suspiro y su respiración se agitó un poco. Entonces, con sus cálidas manos, sujetó el pene de su compañero y comenzó a besar y chupar el glande, mientras con sus dedos, masajeaba la base. Ocasionalmente se detenía cuando sentía en su miembro los labios franceses ceñirse a su prepucio y a la corona de su falo o cuando sentía como apegaba su nariz a él y aspiraba su aroma.

-       Esto te gustará…- dejó salir sus palabras sin filtro. Era de esas ocasiones en las que no le importaba al de ojos aguamarina mantener esa “pantalla” y expresarse.

Kardia tenía un cuerpo sensible y le gustaba la excitación que sentía, pero no quería quedarse atrás. Por alguna razón quiso ganarle a Degel en su propio juego. Con sus manos siguió estimulando el pene de Degel, y su boca la guio hacia sus testículos, paseó su lengua húmeda con suavidad por su testículo izquierdo haciendo círculos con ella. Ocasionalmente sentía a Degel detener su labor y lo escuchaba suspirar, con ello iba encontrando los puntos sensibles de su pareja. Aunque nunca habían llegado a ese punto, se sentía como un cuerpo conocido y explorado con anterioridad, por lo que no les tomaba mucho tomar el ritmo más adecuado para excitarse mutuamente. Pronto, con su lengua, el griego fue explorando sus gónadas, hasta que llegó a cierta zona de su escroto donde encontró aquella línea delicada que lo dividía. Escuchó entonces un gemido por parte del francés, que si bien, no fue un sonido muy fuerte y ahogado, fue una voz que nunca le había escuchado. Luego, sintió cómo el pene hinchado se derramaba manchando su cabello.

La agitación en Degel era grande, su máscara de templanza estaba rota. Aquello que hizo Kardia, ni siquiera le había dado oportunidad de advertirle y no quería ser el único en llegar al orgasmo. Respiró con agitación, disfrutando del momento y tan pronto le fue posible, continuó para poder prodigarle a Kardia tanto placer como él le había dado.

El de ojos de apatita sintió su miembro abrazado completamente por la cavidad oral de su compañero. Y en breve, sintió los dedos ladinos, explorar todo el rafe perineal hasta masajear de forma circular su entrada. No pudo evitar apretar sus ojos y encajar sus uñas en los muslos de su pareja como si fueran barrotes de una deliciosa prisión, cuando sintió la suave lengua tocar un cierto punto en el prepucio y con la firme y fresca mano, sujetó sus testículos con su mano libre y los empujo hacia su interior.

-       Deg- no pudo terminar de pronunciar su nombre, y mucho menos, la advertencia que pretendía darle. La espalda de Kardia se arqueó y su cuerpo se estremeció mientras su esencia llenaba su boca.

Permanecieron algunos minutos en la misma posición y en silencio. Acababan de despertar, pero luego de tal encuentro, el sueño les invadió en su totalidad. Era como si todas sus energías se hubieran visto drenadas de la manera más apetitosa posible.

-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o

Un par de horas más tarde, escucharon el llamado de los tíos de Degel, era hora de cenar. Se observaron un poco y Degel sintió la necesidad de besarlo, pero no deseaba empalagarlo, así que se mantuvo dónde estaba sin perderlo de vista. Degel observó los ojos azules de Kardia, en ellos todo se veía diferente. Por primera vez, comenzó a gustarle incluso ese lado suyo que consideraba vil. Si era algo creado por la presencia de Kardia, debía amar también ese lado de sí mismo.

Se levantaron, se acomodaron un poco sus ropas. No había problema con sus cabellos, después de todo, se supone, habían estado durmiendo hasta hace poco. Kardia sonrió maliciosamente, pero no pudo definir bien el motivo hasta que se vio en el espejo y vio el estado de su labio inferior. Las marcas por aquella fuerte y excitante mordida que le propinó, estaba ahí. La sangre se había aglutinado, formando los inicios de una costra que destellaba en su níveo rostro.

Trató de calmarse para poder salir, no servía de nada reclamarle algo. Estaba seguro de que eso solo enorgullecería a Kardia. Y aún más, él tampoco creía en su propio enfado. En realidad, estaba más que extasiado de ver esa herida, le hacía sentir especial. No. Lo era. Era especial para Kardia y era un hecho innegable.

-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o

Al bajar al comedor, lo primero que los recibió fue la mirada fija de la tía de Degel, Garnet. Era tenía una especialidad en dermatología y cirugía estética, así que el detalle en el labio de Degel, no pasó de ser percibido por ella, sobre todo, porque ella lo había visto llegar y definitivamente no traía esa marca antes de irse a dormir. La dama le tomó de la barbilla y observó esa herida, estaba por preguntarle lo obvio, pero al ver como el escaso color en su rostro se desvanecía por completo dándole un aspecto hasta cianótico, se contuvo. Observó a Kardia y notó de inmediato la feroz marca en su cuello. Kardia también poseía una piel clara, por lo que era notoria.

-       Kardia, ¿podrías acompañarme un momento? - solicitó la mujer. El muchacho hizo una mueca de incomodidad, pero asintió en silencio.

La mujer subió la escalera siendo seguida de cerca por el muchacho hasta su habitación. Degel se sintió desnudo de pronto, tal fue la sensación que, con la vista, comprobó que aun llevaba ropa puesta. Su tío, quien había estado observando todo, mientras fingía no hacerlo, no le dijo nada. Ni siquiera hizo alusión a la invitación de Garnet para el muchacho.

En la habitación principal, la doncella le indicó al muchacho que tomara asiento mientras buscaba algo. Pronto, se acercó con algunas cosas y las pegaba un poco a él, como buscando algo.

-       ¿Maquillaje? Sabe que no soy mujer, ¿cierto? - dijo haciendo a propósito, la voz más gruesa. La dama sonrió.

-       No creo que sea buena idea que vayas por ahí con eso ¿no? – dijo señalando su cuello.

-       Creí que el objetivo de esas marcas era que se vieran- atinó a decir. La presión de la mirada de aquella mujer, le hizo desviar la suya. Entendiendo que era mejor callarse y hacer lo que ella le pedía.

-       Primero te pondrás este corrector así- comentó aplicándole un poco de corrector y difuminándolo- Después, aplicarás esta base y de la misma forma lo vas a difuminar ¿entiendes? – dijo mostrándole cómo debía hacerlo. Kardia asintió en silencio y ella le entregó aquellos productos- Si no te gusta la idea, puedes usar tu bufanda de siempre- atinó a decir, guardando el resto de sus cosas, mientras era seguida con la mirada por Kardia- Vamos a cenar- le llamó extendiéndole la mano con una sonrisa suave.

-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-

Durante la cena, Krest se había hecho de la vista gorda con el evidente y fogoso ataque que había recibido el labio de su sobrino, quien trataba por todos los medios evitar que se notara algo que no podía ocultarse. Les daría el tiempo necesario para que le dijeran formalmente de la relación que evidentemente acababan de iniciar. Pero en su mente le preocupó un poco, que parecía ser que, Kardia aún no le informaba sobre la operación. Estaba seguro de que, con ello, la expectativa de vida de Kardia aumentaría y que, además, lo ayudaría a llevar una vida más normal, pero aún le inquietaba que Degel no supiera al respecto. Había hecho muchas cosas para lograr que tuvieran lo que tenían. No estaba seguro de qué le había impulsado con tanta fuerza a permitirles estar juntos, pero seguía haciéndolo.

Se había hecho cargo de la educación de Degel desde que era un niño pequeño, ya que sus padres viajaban demasiado. Era mucha inestabilidad para un niño viajar tanto, así que aceptó criarlo. Y luego, cuando entró Kardia a sus vidas, se había encargado de convencer a ese tutor temporal que tenía, Zaphiri, de adoptar al niño formalmente. Era un hombre confiable, aunque con algunos problemas de personalidad, pero agradable. Además, solo necesitaba que el niño saliera del orfanato y tuviera un apellido diferente al suyo. Quería observarlo todo. De igual forma, era él quien se hacía cargo de su manutención, su educación y sus gastos médicos.

Desde entonces, Kardia estaba muy apegado a ellos, así como ellos a él. Era un muchacho enérgico, pero con más energía de la que su corazón enfermo podía soportar. Era hasta lamentable de ver. Seguido veía a muchos jóvenes perder el tiempo frente a un televisor, un ordenador o un celular y con un corazón en perfectas condiciones. En cambio, Kardia, deseaba poder hacer lo que ellos desperdiciaban. Deseaba darle esa oportunidad y poder ver lo que les deparaba a él y su sobrino. Pero desde entonces, el futuro estaba siendo construido. Y parecía ser que ese par habían dado un paso más. No solo el labio de Degel y lo que Garnet había ayudado a Kardia a maquillar, se lo decían. También esa actitud alegre y esa aura llena de sosiego.  

Otro recuerdo más le invadió. Uno en el que Kardia se había vuelto a escapar, como ya era costumbre. Se había encargado de llamar a Zaphiri para entregárselo, pero también para tener una conversación con él. El hombre llegó apurado, aflojando el nudo de su corbata, le saludó de mano y estaba por preguntar por su dolor de cabeza, pero Krest no lo permitiría. Había algo importante de qué hablar.

-       Buenas tardes- le saludó- ¿Me permitiría hablar con usted? - solicitó.

-       ¿Qué rompió? – inquirió con una expresión cansada.

-       No ha roto nada. Pero iré al grano. Sobre lo que hablamos el otro día. Sigue en pie mi propuesta sobre hacerme cargo de su caso y gastos médicos ¿Ha pensado al respecto?

-       Escuche, le agradezco esto, pero…

-       Esto- le interrumpió- Podría salvar la vida de ese niño.

-       Mire, yo solo soy su tutor temporal porque necesitaba dinero. Y le seré sincero, no tenía pensado quedármelo. En cuanto mejore, es probable que el estado lo reclame.

-       Dudo que eso suceda- comentó el médico- El estado no tiene tantos recursos para hacerse cargo de todos los niños, por eso solicitan tutores temporales. Yo puedo hacerme cargo de sus gastos y estudios, sin embargo, no puedo adoptarlo formalmente. Necesito que ese niño esté seguro y permanezca cerca, pero que tenga otro apellido.

-       ¿Por qué?

-       Creo que Kardia tiene potencial y un mayor deseo de vivir que el resto de las personas. Además, mi sobrino parece haberse encariñado con él y eso no pasa a menudo.

Zaphiri escuchó eso con atención y de inmediato leyó entre líneas. Bufó. Era increíble lo que ese sujeto decía:

-       Es decir que ¿Va a pagar mucho dinero por un muñeco de carne y hueso para su sobrino?

La honestidad con la que había hablado Zaphiri, era brutal, pero ciertamente, era una forma de verlo. Aunque la realidad, era que estaba más interesado en el resultado. Era una especie de experimento y él quería ser quien registrara todo. Además, esa brutal honestidad, podría terminar de educar de la manera más adecuada, a un individuo como Kardia. No quería un niño que se sintiera tan en deuda que no pudiera decidir, y la persona ideal para criarlo era él. Lo quería como el tutor de ese pequeño.

-       Eso y porque estoy intrigado en observar algunas cosas.

-       Usted tiene una personalidad muy torcida ¿no? – soltó.

Salió de sus recuerdos. Podía escuchar que las voces que conversaban, eran las de Garnet y Kardia. Básicamente los que más hablaban en esa casa. Degel parecía azorado, demasiado como para poder unirse con normalidad a la conversación.

-       Degel- llamó el jovencito- Mañana es la exposición de Calvera. Si puedes ir, le harías un gran favor. Ella es foránea, así que es más difícil encontrar con cierto número de personas- explicó.

-       ¿Cuál exposición? - inquirió Garnet interesada.

-       Una muestra gastronómica. Necesita varios comensales ¿Quiere ir?

-       Suena delicioso – comentó ante la invitación - Pero lo siento. Tengo una cirugía mañana- se excusó.

-       Lleven consigo a Serafina y Unity- solicitó Krest- Tengo entendido que mañana estarán desocupados.

-       ¿No hay problema? - preguntó Degel a Kardia.

Es decir, Calvera lo conocía a él de vista y por asociación a Kardia, pero a Unity y Serafina, no los conocía para nada. No estaba seguro de qué tan buena idea era llevarlos o si serían bienvenidos. Además, estaba lo que pasó el otro día con ellos, parecía que Kardia y Serafina habían tenido una especie de discusión que se negaban a revelarle. Por otra parte, Kardia sabía que no podía evitarlos mientras estuvieran ahí y sinceramente, hasta había olvidado su existencia por ese día. Ni hablar, habría que llevarlos y eso serviría de ayuda a Calvera.

-       No lo creo, Calvera hace amigos con facilidad y el punto es que necesita gente que pueda confirmar su asistencia. De igual forma le comentaré para que se prepare- dijo sacando su teléfono y enviando un mensaje de texto.

-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o

El día anterior, habían quedado en que irían a la muestra gastronómica, Kardia se adelantaría y llegaría con Manigoldo y Albafica. Mientras Degel, llegaría más tarde con Serafina y Unity. La reunión pasó sin mucho contratiempo. Calvera había preparado una exposición llena de deliciosos platillos bien presentados y la decoración combinaba a la perfección. Estaba segura de que obtendría una nota alta. Cuando la dama vio a Kardia llegar junto con sus amigos, sonrió complacida. Al ser estudiante de intercambio, no tenía la facilidad que muchos otros tenían de invitar familiares, así que debía invitar a sus amigos y amigos de amigos. Le alegraba que Kardia hubiera llevado algunos más. A Manigoldo lo conocía, él llevaba las apuestas de lo que muchos sabían, pero fingieron que ese tema no existía. Se llevó una grata sorpresa de ver ahí a Albafica, si bien, el muchacho era atractivo, era algo asocial. No se le veía a menudo fuera del laboratorio. Solo de forma ocasional con Manigoldo o en su trabajo. Le tranquilizaba verlos ahí.

Minutos más tarde, vio llegar a Degel. Otra sorpresa más. Lo había visto tan huraño el otro día, que no había creído que fuera a su exposición, pero le agradó verlo ahí. Recordó la conversación que había tenido con Kardia y parece que las cosas ya no encajaban como le había dicho aquel día. Sonrió, quizá habían cambiado las cosas. Luego, notó algunas situaciones que le hicieron sonreír más. Huexda, se paró a su lado.

-       ¿Por qué sonríes?

-       Por qué creo que te ganaré la apuesta- dijo de pronto. Con orgullo.

El muchacho volteó a ver a Kardia y al afamado Degel. Nada parecía fuera de lo común. Es decir, Degel tenía reventado el labio, pero eso podría tener muchos motivos. Un golpe, por ejemplo. De ahí en fuera, la actitud era la misma. Kardia siempre se mostraba confianzudo con sus allegados. Estaba sentado al lado de Degel, pero en realidad no estaba charlando con él. De hecho, estaba hablando amenamente con Albafica mientras se burlaba de Manigoldo. Por su parte, Degel tampoco estaba charlando con él. Casi parecían ignorarse.

-       ¿Cómo sabes? - inquirió incrédulo.

-       Solo hay que verlos. Están diferentes - dijo ella notando la actitud relajada y cómoda que tenían uno al lado del otro. Además de las ligeras inclinaciones en su lenguaje corporal.

El fuego que generalmente se percibía en Kardia no se sentía tan salvaje como en otras ocasiones. Tampoco se percibía molesto por la presencia de más gente que le robara la atención de Degel. Se presumía cálido, confiado y apacible. Por otra parte, Degel se mostraba ligeramente inquieto, pero al mismo tiempo, esa aura inalcanzable que le rodeaba, estaba “derretida”.

-       Yo los veo igual.

-       No- negó ella- Hay algo diferente en ellos, te lo aseguro.

-       No lo creo- insistió él.

-       Págame- exigió la doncella extendiendo su mano.

-       No te pagaré nada. Siguen igual- hizo una breve pausa y tuvo una idea que solucionaría su apuesta- Te demostraré que te equivocas.

-       ¿Cómo?

-       Ya verás.

 

Al final de la exposición, Calvera había obtenido ya su calificación y era momento de poder convivir con sus amigos, ya que el peligro de perder puntos, había pasado. Se acercó alegre a saludarlos, pero antes de llegar, fue interceptada por Huexda. Kardia, notando esto, se levantó de la mesa y se dirigió donde aquel par. Sabía que a Calvera no le agradaba demasiado ese sujeto y mucho menos ser tratada de esa manera, así que estaba listo para ayudar de ser necesario. Huexda no era un mal tipo, pero era exasperante con su insistente actitud y fingida cortesía.

-       Hey, Romeo – saludó Kardia, haciendo acto de presencia.

El muchacho de platinada cabellera sonrió y se acercó a él. Degel se puso de inmediato en estado de alerta. Luego, Huexda pasó cada brazo por los hombros de Calvera y Kardia, impidiéndoles moverse libremente y paseando con ellos por el lugar. Manigoldo sonrió al ver la escena, la mirada del siempre tranquilo Degel había cambiado notoriamente.

-       ¿Qué haces? - reclamó la chica ya fastidiada y cansada.

-       ¡Suelta! – exigió veloz e igualmente fastidiado, removiendo su hombro un poco para quitarse ese brazo de encima.

El más alto sonrió, volteó a su derecha y medio cargó a la chica, logrando que sus pies se despegaran del suelo para darle un beso en la mejilla. Algo molesta, se limpió la mejilla con el dorso de su mano mientras se deshacía del agarre empujándolo con su codo, sin perder de vista lo que pasaba, permaneció quieta. Había supuesto que era parte del plan de Huexda. Luego, el muchacho de tez morena y cabello patinado, volteó a su izquierda, sujetó la mandíbula de Kardia para inmovilizarlo. El griego notó su intención de inmediato y trató inútilmente de hacer fuerza para alejarse, mientras decía.

-       No me beses la cabeza

Veloz y con una sonrisa bellaca, depositó un beso en la sien del muchacho, para disgusto del de ojos apatita, quien lo demostró con su indomable expresión. Sus ojos salvajes y esa mueca con los labios que asomaba sus dientes; sus colmillos resaltaban de tal forma en que le daba un aspecto bravío. Kardia se mostraba molesto, indómito. Deseaba lanzarle un golpe y estaba por hacerlo. Entonces, sintió una mano en jalar su brazo. Era Degel, que estaba ahí para evitar que se metiera en una pelea estúpida y arruinara la presentación de Calvera, que, aunque ya la habían calificado, aun podían cambiar de opinión sus maestros. Degel pensaba en todo. Resopló molesto y fue a reunirse con Manigoldo y el resto que estaban en la mesa para no acrecentar el inminente desastre si continuaba.

-       Llegas más de 200 años tarde – susurró el francés al hombre de más de dos metros de estatura. Portaba una mirada helada, su voz se mostró cínica y lacerante. Su actitud podía interpretarse en todo sentido como el de un ser que fingía haber sido domesticado y que buscaría la manera más “correcta” de destruirlo, de ser necesario. A Huexda le dio la impresión de que estaba tratando con una persona diferente.

Sonrió cínico y algo desanimado, había sido derrotado. Se volvió a la chica y le extendió a Calvera un fajo de billetes que ella recibió con una sonrisa amplia y guardó de inmediato en su escote. Manigoldo notó todo esto, se dio cuenta de inmediato de lo que ocurría. Vio a Degel volver a la mesa y su postura había pasado de relajada, a una especie de guardia y recelo hacia el griego. Mientras Kardia, quien casi parecía tener erizado el cabello fingía no darse cuenta del asunto. Al estudiar criminología, podía percatarse de esos ligeros cambios. Se alegró mucho por ellos, aunque no estaba seguro de por qué le había sido una noticia tan alegre. Le pareció gracioso que, aunque se esmeraran en no hacer pública su relación, sería algo imposible. Las acciones y forma de moverse de ambos chicos, desde siempre gritaban a los cuatro vientos “amo a esta persona”. Por fortuna para él, Albafica y él eran mejores disimulando. Bueno, en realidad no le importaba que se supiera de su relación, pero a Albafica no era algo que le gustara ir mostrando por ahí, era una persona privada y lo respetaba. Pero pudo entender el sentir de Degel.

 

Continuará…

 

Notas finales:

Gracias por leer.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).