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Una segunda oportunidad por Neko_Elle

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Notas del capitulo:

Hola!


Lamento la tardanza, tuve un terrible bloqueo de escritor. En fin, esto es en realidad parte del capítulo anterior...El próximo no creo tenerlo tan pronto como antes, pero ya lo estoy avanzando.

Tangible -segunda parte-

Finalmente, Degel había obtenido una oportunidad para estar a solas con Kardia, pero este se encontraba durmiendo de nuevo. Era lo normal, su cuerpo estaba cansado por la energía que estaba invirtiendo en recuperarse. Suspiró. Y no pudo evitar pasear sus ojos por aquel cuerpo recostado, traía a su mente recuerdos deliciosos y no muy castos. Aquellos días encerrados en la habitación de hotel, habían sido maravillosos para él, pero al mismo tiempo tortuosos.

Prácticamente había secuestrado a Kardia ese día, o al menos así se sentía, pero estaba consciente que Kardia se había quedado por voluntad propia con él. Era imposible obligar al griego a hacer algo que no quisiera y en cierto modo eso le tranquilizaba, puesto significaría que ambos estaban "seguros".

Cuando iban aun en el auto, decidió por sí mismo dirigirse a un hotel y Kardia no se opuso, solo arqueó la ceja con una sonrisa pícara y soltó un bufido cuando sintió la mano de Degel acariciar su muslo. Esa había sido la invitación que el muchacho de lentes había dado, esa y una mirada casi suplicante. Por supuesto, al ser Kardia, aquella caricia no se quedó ahí, el de ojos de apatita tomó su mano y la reubicó en su entrepierna, estimulándose un poco y consintiendo su viaje a aquel hotel. Degel no pudo ocultar una sonrisa ante dichas acciones y acarició la entrepierna de Kardia por encima de la ropa.

Al llegar, no tardaron mucho en recepción, pidieron la habitación y Degel compró algunas cosas que necesitarían. Pronto, subieron a aquellas paredes que los resguardarían del mundo hostil que aguardaba. Apenas Degel abrió la habitación, sintió a Kardia empujarlo dentro y cerrar la puerta tras de sí. El de hebras azuladas permaneció ahí recargado, viéndolo con una mirada cargada de excitación, invitándolo, tentándolo. Eso era algo que siempre había querido. Quería ver a Degel emproblemado un poco más, pero su necesidad era mayor y la carne es débil. Se prendió de su boca, derritiéndose en un beso húmedo. Degel fue guiándolo hacia la cama hasta que lo hizo sentarse en ella.

- Escucha- dijo entrecortadamente al escuchar y sentir la piel deliciosa comenzar a sudar. Se había agitado- Tiene que ser con calma, o podríamos ponerte en peligro- dijo con tiendo, tocando su pecho.

- Si muero en una cama, prefiero que sea así- dijo pícaro, continuando con su urgencia de tocar y ser tocado- Haciendo algo divertido contigo.

- Pero no quieres morir en una cama- dijo serio, tomando su rostro entre sus manos. El griego aguardó un poco, dándole tregua y con ello la razón – Lo haremos en una posición en la que puedas respirar bien. Si llegas a sentir dolor en el pecho o cualquier molestia; Kardia, debes prometer que me avisarás.

El muchacho sonrió una vez más y unió sus labios a los ajenos de forma tan breve que Degel lo interpretó como un acuerdo mutuo. Por petición, casi orden de Degel, se metieron a bañar entre caricias e hicieron algunas preparaciones para higienizar y comenzar a dilatar la zona. Luego, ambos con sus cabelleras húmedas y sus pieles adornadas con un aroma afín, volvieron al mullido colchón. El de hebras verdosas, había dejado sus antejos olvidados hacía mucho, así que solo se sentó en la cama, para después invitar a aquel muchacho que desde siempre le había robado espacio en su mente a sentarse en su regazo.

Degel también sentía la urgencia de tomarlo, pero su necesidad de mantenerlo vivo- con él- era mayor. Así que se contuvo y se limitó a repartir besos y acariciarle toda la espalda. A Kardia no le desagradó del todo ese tipo de atenciones tan cariñosas. Degel podía ser una persona afable y totalmente distinta cuando estaban a solas. Aunque hubiera preferido dar rienda suelta a las pasiones carnales que su cuerpo solicitaba, eso tampoco estaba mal. Por un momento se preguntó si Degel ya tendría experiencia o si solo era su conocimiento médico guiándolo, pero no quiso preguntarle, si la respuesta era la primera opción, simplemente no podría concentrarse.

Kardia comenzó a sentir la piel de su cuello y pecho ser torturada por los labios demandantes de Degel, que comenzaba a succionar y dejar marcas con cuidado, pero Kardia quería más, así que movió un poco su cadera para tallarse con él y tratar de hacer que Degel dejara de una vez por todas, ese maldito autocontrol que lo caracterizaba. Dejó que sus manos viajaran hasta sus entrepiernas, que ya estaban despertando y empezó a atenderlas con prisa.

- ¿Quieres que te ate a la cama? – le reprendió- Ve con calma.

- Eso suena interesante- comentó paseándose la lengua por los labios- ¿Eso hace con los chicos malos, señor?

Con un giro veloz y ávido, hizo que Kardia terminara recostado boca arriba sobre la cama. Con la misma velocidad, abrió la bata de baño que resguardaba escasamente su cuerpo. Se desabrochó la suya y expuso su miembro, mientras observaba que el de Kardia estaba erguido. Pronto, cayó en cuenta que era él quien se estaba precipitando y perdiendo el control. Pero, había deseado ese cuerpo desde hacía tanto tiempo, que le había sido difícil controlar ese arranque.

- Lo siento- se disculpó.

- Me gustó- admitió Kardia con un brillo en sus ojos.

Degel se colocó entre sus piernas y observó el bien formado cuerpo griego. El pecho delicioso que subía y bajaba, los pezones que rara vez se había permitido observar. Y el festín que yacía en aquella anhelada cadera. Tomó algo de lubricante y comenzó a untarlo en aquel cuerpo, mientras se agachaba para ir repartiendo besos en aquel vientre. Kardia no deseaba ser solo un espectador o un muñeco de carne que se quedara inmóvil, así que tomó entre sus manos el rostro de Degel para hacerlo voltear y lo jaló hacia sí para acariciarlo con sus labios. En tanto, Degel, siguió preparando su zona inferior, para lo que vendría después.

Kardia concentró su labor en la clavícula y el cuello ajeno, con el único objetivo de dejar una marca visible y estridente, dejar en claro al par de rusos o a quien sea, que le pertenecía. Incluso si la operación no llegara a salir bien, esa sería la prueba de que alguna vez había sido suyo. Su mente comenzó a divagar un poco, cosa que no encantó para nada a Degel. Tratando de mantener la mente de Kardia con él, presionó un punto en el interior de Kardia; había creado las distracciones suficientes como para poder hacer tal proeza. La boca de Kardia se despendió por unos momentos del cuerpo de Degel para tratar de tomar algo de aire. Eso se había sentido muy bien, un calor y una sensación intensa habían recorrido su cuerpo como un rayo, deseaba más. De manera dominante se quitó a Degel de encima y volvió a posicionarse de tal forma en que podría cabalgarlo.

- Kardia, no deberías…- fue acallado por aquellos labios carnosos y un gemido similar a un ronroneo. Siguieron así un poco más, entonces, Degel trató de hablar nuevamente, aunque sin dejar de mover sus manos- Kardia, podrías lastimarte- dijo haciendo un movimiento de tijeras con sus dedos.

Kardia le puso de manera rápida un condón. Si a algo había puesto atención en su vida, fue a esa incómoda clase de educación sexual que Krest les había dado hacía un tiempo considerable. Si lo pensaba, quizá el hombre ya había esperado algo así. Le debía mucho y pronto sería él quien estaría tratando de extender su vida. Quizá Zaphiri tendría razón en aquello que le dijo una vez, pero no importaba. Antes de darse cuenta, su cuerpo era presa de los labios de Degel que recorrían su cuello, así como sus manos todo su torso.

- Estás ausente- dijo de pronto Degel. Lo cual era extraño, generalmente era Kardia quien clamaba una atención completa- ¿En qué piensas?

- En tu tío – respondió a propósito. Quería fastidiarlo un poco y lo consiguió. Degel frunció el ceño notoriamente.

- No pienses en otro hombre mientras estás conmigo- exteriorizó. Era poco usual que Degel lo hiciera, pero Kardia sabía que era probable que la cercanía de la operación tuviera que ver con ello.

Nuevamente tocó un punto en el interior de Kardia que le produjo un estremecimiento completo y una agitación, que no debió llegar. Sintió un dolor ligero en el pecho, pero no pudo ocultarlo, Degel lo notó casi de inmediato y se detuvo.

- No pares- dijo el de ojos apatita, frustrado, tratando de continuar.

- No- se negó- Respira, Kardia- le alentó, haciéndose a un lado. Notando la agitación en el otro y el esfuerzo que hacía por no mostrar su evidente malestar.

Lo cierto era que, después de lograr estabilizarlo, Degel se negó a continuar, para decepción de Kardia. Pero, aun así, decidió permanecer ese día y el que seguía, encerrado con el muchacho con ojos de apatita en aquella habitación de hotel, disfrutando de su compañía, de su aroma y de sus constantes seducciones. Si bien, no lograron consumar a plenitud el acto, pero no evito eso que sus cuerpos se reencontraran, besándose, acariciándose y acurrucándose, como tratando de recuperar aquellos años en los que estuvieron juntos sin estarlo.

Salió de su ensoñación, para llegar a la realidad en aquel cuarto de hospital. Topándose con los ojos de apatita abiertos y aquella libertina sonrisa iluminar su mundo. Degel le devolvió la sonrisa y se acercó a él para depositar un beso en sus labios. No le importaba quién pudiera entrar o pudiera verlos, necesitaba sentir esa boca tan deseada. Luego de aquel anhelado roce, besó su frente y habló.

- ¿Cómo estás?

- He estado mejor. Me dijo tu tío que…

Fue interrumpido por una voz que venía de la puerta.

- Moriste en quirófano. Justo cuando creí que me libraría de ti- dijo Zaphiri, ingresando en la habitación.

- Págame, gané la apuesta. Te dije que viviría solo para seguir haciendo de tu aburrida vida una aventura- contestó insolente.

Zaphiri sonrió un tanto más tranquilo. Fue entonces que notó la presencia de Degel. Frunció el ceño con desagrado, pero borró enseguida esa expresión. Personalmente, no tenía nada en contra de Degel, pero no podía evitar sentir la inquietud de que Kardia fuera solo una especie de juguete de un niño rico. Esa idea nunca había abandonado su cabeza y nunca le había agradado. Si bien, al inicio, para él, Kardia representaba solo un ingreso extra, no podía negar que su vida era un poco más entretenida desde su llegada. Bueno, quizá más ocupada que entretenida, pero no podía quejarse de aburrimiento. Siempre había sido de una naturaleza desconfiada; y sinceramente, Krest y su sobrino, solo aumentaban dicha desconfianza.

- ¿Y tuviste que desaparecer estúpidamente dos días antes de la cirugía?

- Seguí las indicaciones, Degel no me dejaba en paz con eso- mencionó. Después de todo, había sido tan de improviso, que realmente no habían avisado a nadie

- Estuviste con Degel- afirmó, no estando muy seguro de qué pensar al respecto. Es decir, era obvio el motivo. Le dio un golpe en la cabeza con los nudillos, simplemente como reprimenda.

Degel observó la interacción entre ese par. Nunca le había terminado de agradar cómo Zaphiri trataba a Kardia, sin embargo, estaba agradecido con él y de algún modo se había acostumbrado a ver aquella peculiar interacción que tenían. Además, de no ser por él, no sabía si hubiera logrado conocer a Kardia, así que, para él, Zaphiri era una figura de respeto, puesto resguardaba a la persona que él consideraba más preciada.

Estaba consciente de que Zaphiri sentía un cierto desagrado por él y su tío, sin embargo, nunca le negó ver a Kardia y simplemente por ello, le era razón suficiente para tratarlo con respeto. Además, siempre tuvo la esperanza de que gracias a su trato tan "especial", la posibilidad de que Kardia quisiera mudarse pronto y así lograr compartir techo, era más factible. Se reprendió mentalmente, no debería pensar así. Si deseaba estar con Kardia, lo mejor sería hacer las cosas bien y decirlo con su propia boca. Pero no podía evitar desear a esa persona en todos los sentidos posibles. Sentía tantas cosas por ese muchacho que irrumpió con una fuerza irresistible en su vida, que temía quedar totalmente corrompido, pero al mismo tiempo, le entusiasmaba que algo así ocurriera.

 

Continuará...

Notas finales:

Si aun me leen, gracias!

Letheb, en realidad eres una de las razones por las que me apuré a continuar esta historia y salir de mi bloqueo de escritor XD


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