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Fragmentos. por Edithcumberbatch23

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Notas del capitulo:

 

Advertencias: ninguna

Beta: ninguno. Lo siento por los errores de ortografía que puedan encontrar. (En busca de un BETA)

Desclaimer: Los personajes de Sherlock como su historia no me pertenecen.

  Prompts: (objeto) Sombrilla

Sombrilla.

 

 

Gregory, nunca lo había pensado pero realmente odiaba la escuela. Aborrecía lo terriblemente temprano que tenía que levantarse. La difícil y exhaustiva tarea que los maestros encargaban a diestra y siniestra, como si los estudiantes no tuvieran vida propia. Detestaba tener que ser bueno en deportes y demostrárselo a sus padres siendo el mejor jugador de rugby. Odiaba ser el capitán del equipo y tener que quedarse hasta qué los bellos atardeceres iluminaran el campo donde jugaban. Pero lo que más maldecía de todo eso es ser un maldito cabeza hueca y no cargar su sombrilla aunque su madre se lo insistiera repetidamente.

Y como si el destino quisiera burlarse de su desgracia un diluvio se había desatado en todo Londres podía observar desde el edificio de la escuela como las calles se inundaban por doquier. Llegó hasta la puerta del instituto, esa parte que estaba protegida por un pequeño techo y se limito a esperar. Mil ideas pasaron por su cabeza unas más descabelladas que otras. Pero en toda y cada una de ellas terminaba empapado y enfermo al día siguiente.

Definitivamente se limitaría a esperar, aunque esto tardará horas. Un sonido capto su atención y cuando se dio cuenta a sólo un metro de distancia estaba un chico de su grupo.

Mycroft Holmes. Podía recordar su nombre y reconocerlo incluso a mil metros de distancia, después de todo tenía un insólito enamoramiento por él. Había quedado prendado al color llamativo de su cabello que eclipsaba cualquier cosa alrededor. De esos ojos grises que brillaban con una fuerza indescriptible, y de su voz que siempre lo transportaba a pensamientos escabrosos aun que solo compartieran los "buenos días".

Greg tuvo el reflejo de voltear hacia atrás en el momento que recibió una linda sonrisa. ¿Acaso estaba dirigida a él? La sensación de hiperventilar invadió su aparto respiratorio. Y la opresión de su pecho solo significaba que su corazón quería estallar de felicidad en ese mismo instante.

—Hola...— saludo atropelladamente esperando no sonar como un idiota.

—Hola ¿no tienes sombrilla?— la mirada de Mycroft se dirigió hacia la lluvia que poco a poco disminuía. — ¿Quieres compartir?

Difícilmente desechó la idea de pellizcarse sólo para comprobar que esta gran oportunidad no era uno más de sus sueños escabrosos.

—Si... si no te importa me encantaría. — dijo titubeando y pensando que realmente debería parecer un idiota a los ojos de un ser tan perfecto.

Mycroft Holmes, con todos sus gestos elegantes y de alta alcurnia que poseía. Le regalo nuevamente una sonrisa encantadora que sólo lograba provocar sentimientos contradictorios en el corazón de Greg. ¿Qué acaso él no sabe lo bello que es?

Porque debería saberlo para que dejara de ser tan encantador y así evitar que el joven Lestrade se enamorara de él un poco más todos los días. Porque este sentimiento que lograba que el corazón de Greg se agigantara y deseara frenéticamente salir de su pecho con cada latido, que sólo profesaba amor eterno. A veces era demasiado angustiante y difícil de ocultar. Dejo sus cavilaciones para otro momento que no fuera tan divinamente especial como este y se concentro en el hombre perfecto que tenía enfrente de él.

Mycroft abrió una sombrilla que era lo suficientemente grande para dos personas. Se cubrió con ella y observo detenidamente al joven que tenía enfrente de él. Tener esa mirada gris clavada en su cuerpo provocaba un sentimiento extraño de querer huir en Greg. Le importaba muy poco que estuviera lloviendo y se empapara en el proceso. Dio unos pasos hacia adelante aunque su instinto le sugería delicadamente con gritos en su cabeza que diera media vuelta y se alejara de la perfección que tenía delante. Tal vez sólo era su subconsciente que le sugería de manera muy discreta que él no era nada en comparación al inigualable Mycroft Holmes. Pero mando todo al demonio con tal de caminar hombro con hombro con el pelirrojo de sus sueños

Tal vez Mycroft observo la duda que proyectaba cada poro de la piel de Greg. Porque el muy desgraciado sonrió con más ganas y extendió su mano izquierda hacia él, pronunciando con esa voz que lograba congelarle el cerebro, le aceleraba el corazón y convertía sus piernas en gelatina. — Vienes…— y se quedo allí esperando una respuesta positiva. Es que no se daba cuenta que si incluso se atreviera a invitarlo al mismísimo infierno, Greg lo seguiría sin rechistar.

Se acerco a él hasta estar debajo de la sombrilla y se pregunto si debía tomar la mano que tenia frente a él extendía o se quedaba con la pose de idiota que sólo surgía en presencia del pelirrojo. Se inclino por la segunda opción.

Empezaron a caminar lo más separados que el espacio de la sombrilla se los permitía. Y aun así jamás habían estado tan cerca. No sabían que decir o cómo empezar una conversión sin parecer ridículos o mas forzado de lo que ya aparentaba. Finalmente Greg no tuvo necesidad de empezar una conversación, y eso porque dios se apiado de su alma y el pelirrojo de sus sueños empezó a hablar.

—Escuche que tu equipo ira al final de campeonato de rugby. — dijo tan tranquilo y elegante como siempre y eso sólo lograba causar un poco de angustia en Greg. Al pensar que le era indiferente a Mycroft.

— Bueno si, digo no es por presumir pero somos muy buenos. — dijo Greg dirigiendo su mirada al pelirrojo y encontrándose con una linda sonrisa dibujada en su rostro.

— Lo sé. Estoy seguro que ganaran ese campeonato. — sus miradas se conectaron. Gris con marrón una combinación extraña en todos los sentidos.

— ¿Nos has visto jugar?— pregunto Greg por curiosidad porque estaba seguro que Mycroft no es el tipo de persona que le apasionan los deportes.

— Sólo a ti…

El corazón de Greg dio un salto desbocado "Sólo a ti" había dicho Mycroft con toda la naturalidad del mundo que Greg no poseía al estar cerca de él. Se detuvo. Dejo de caminar y se concentro en observar al hombre perfecto que tenía a su lado. Mycroft se detuvo junto a él mirándolo con curiosidad y un brillo especial en sus ojos. Que significaba eso. Era bueno que Greg se creara dulces ilusiones de que podría ser correspondido.

Los dos eran casi de la misma estatura. Aunque Greg le ganaba por unos cuantos centímetros. No era difícil para él agacharse lo suficiente y besar esos labios que lo estaban tentando. Y así comprobar de una vez por todas, si realmente tenía una oportunidad con el pelirrojo de sus sueños. Era un plan de tres simples pasos: agachar, besar y esperar una reacción. Que aunque sonara tan sencillo para Greg resultaba a un más difícil que los problemas de algebra.

Se quedaron allí observándose mutuamente. Mientras el clima de Londres parecía querer dar tregua y poco a poco iba menguando la lluvia. Mycroft sostenía la sombrilla que los protegía de las gotas de lluvia. Aunque eso no importaba mucho porque la tormenta había dejado grandes charcos a su paso y era difícil esquivarlos por lo tanto los zapatos y la orilla de los pantalones de ambos estaban empapados.

Fue en ese momento en donde la mirada marrón de Greg que se posaba de los labios apetecibles de Mycroft hasta sus bellos ojos grises que se dio cuenta que podía hacerlo. Se agacho lo suficiente para estar a sólo unos escasos centímetros del pelirrojo que no hizo nada más que quedarse quieto y esperar pacientemente. Esa era la señal que Greg esperaba justo cuando sus labios tocarían los ajenos, una mirada de horror opaco el rostro de Mycroft. Greg se detuvo al pensar que estaba siendo rechazado.

Pero entonces escucho detrás de él. Un sonido de claxon y las ruedas de un automóvil pasando por la calle a toda velocidad. Después de eso sólo sintió el agua fría de una charco empaparlo por completo. No importo el movimiento rápido que Mycroft realizo para tratar de protegerlo del agua con la sombrilla. El charco no tuvo piedad de ellos llevándose la peor parte Greg que sentía el uniforme pegado a su cuerpo y escurriendo agua por doquier. Mycroft soltó una carcajada al observar tal escena.

—Haha. ¡Oh dios! Lo siento Gregory. — dijo sin poder contener la risa que salía de su boca. — No debería esta riéndome, pero fue tan gracioso. Haha puede haber sido yo, pero...

Greg no lo dejo terminar, lo atrajo hacia él, a sus brazos tratando de empaparlo lo suficiente para burlarse de él también. La risa de los dos se detuvo y ocurrió algo más.

Algo mágico. Como si de una corriente eléctrica se apoderara de ellos. Greg acerco el cuerpo ajeno lo máximo posible, hasta no deja ni un centímetro de espacio entre sus cuerpos. Sus manos se dirigieron a ese rostro cubierto de adorables pecas; que era adornado por un bello color carmesí y esos ojos que brillaban en éxtasis por la sensación indescriptible del momento. Greg beso esos labios que había empezado a desear desde hace años y que aparecían en sus sueños constantemente. Un pequeño roce entre ellos que le supo a gloria.

Se separo de Mycroft esperando una respuesta, cualquier reacción. Desde luego Mycroft no dudo en soltar la sombrilla y pasar sus brazos alrededor del cuello del más alto. Esperando por más y deseando que nuca acabara.

Al primer beso le siguieron muchos más. Unos lentos y dulces. Otros bruscos y sin experiencia. Y uno más donde Greg se atrevió a ser mas imprudente y se dedico a explorar con su lengua la cavidad ajena donde Mycroft recibió gustoso.

Al separarse estaban empapados la sombrilla reposaba en acera de la calle donde ellos habían perdido el decoro y demostraban el amor que sentían el uno por el otro.

Sus mejillas estaban sonrojadas y sus cuerpos calientes a pesar del clima frio y de sus ropas mojadas. Pero eso era todo no habría mas movimiento. Al menos no en la calle.

De nuevamente un claxon de un auto sonó a espaldas de Greg. Al voltear encontró un elegante carro negro de esos que solo salen en las películas y poseen las personas ricas. Un chofer de traje negro bajo sosteniendo una sombrilla para protegerse de la lluvia que lentamente se convertía en llovizna. Se acerco a ellos y con su mirada penetrante observo de mala manera a Greg.

—Joven Mycroft, su madre estaba preocupado porque no llegaba a casa. Así que me enviaron por usted.

La mirada sorprendida que le dirigió Greg a Mycroft era digna de una fotografía.

—Iré en un momento. Puedes regresar al auto.

No fue necesario repetirlo dos veces al chofer le hizo caso. Aunque en ningún momento alejo su mirada hostil de Greg.

—Me tengo que ir. — dijo como si él no acabara de presenciar lo que estaba pasando. Mycroft se agacho por la sombrilla y los cubrió nuevamente con ella, tomo una de las manos de Greg que no dejaba de estar anonadado. Por todos los hecho que acaban de pasar y sostuvo la sombrilla sólo por inercia.

Mycroft se acerco a él dejando un dulce beso en sus labios, sonriendo de manera encantadora. Logrando que su corazón latiera desbocado.

—Me has robado el corazón nuevamente. — dijo Greg inconscientemente pensando en voz alta.

La risa que soltó Mycroft sólo era digna de ser escuchada por los dioses.

—Sería increíble que mañana lloviera otra vez. ¿No lo crees, Gregory?— dijo mientras se alejaba después de un último beso y Greg lo observaba subir al auto que muy pronto estuvo tan lejos como para distinguirlo.

Gregory sonrió, por el pensamiento que abordo su cabeza ya que realmente se alegraba de a veces no hacerle caso a su madre, y nunca cargar la sombrilla.

Pero realmente deseaba y esperaba con todo su corazón que mañana simplemente volviera a llover.

 


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