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ENLAZADOS por Rallyun

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***

  El tema de conversación del salón era el chico nuevo que había desaparecido apenas aparcaron en la preparatoria. Se suponía que debería entrar en cualquier momento pero seguía sin haber rastro de él. Tyler se mordió las uñas de la frustración y su compañero le vio como si fuera un asqueroso gusano.

—Basta —le pidió este, Tyler bajó la cabeza de la pena—. Es sólo un muchacho.

Tyler se horrorizó, no se trataba sólo de un muchacho. Era algo más maravilloso y magnifico, un milagro.

—No puedo evitarlo ¿Qué tal si le tocó otra clase? Nunca sabría su nombre.

Su amigo carraspeó a milésimas de darle taquicardia.

—Puedes acercarte y saludarle, así de simple —explicó sencillamente Jess ¡Pero no era tan fácil! Tyler no iba bien vestido ni lucia bonito ¡ni siquiera se había puesto perfume! Incluso podría decirse que ese día lucía especialmente peor que los anteriores—. Si quieres me acerco al chico nuevo.

No tardó en espantarse. Jess era un omega hermoso de piel nívea como la leche —sin acné ni manchas—, ojos grandes que resplandecían cual luna llena y, por sobre todo, su rostro contrastaba magníficamente con el cabello negro y lacio.

Sí el chico nuevo conociera a Jess, la única oportunidad que tendría Tyler de ser algo más que un conocido —un novio quizá— se desharía entre sus dedos.

—¡No! Ni te le acerques, por favor —rogó Tyler, casi llorando—. Quiero saludarlo… Pero no me veo bien… ¡Mañana! ¡Si! ¡Ajá! Mañana.

Jess mostró su inquietud alzando una ceja.

—¿Mañana? Tyler, es solo un chico… No es para tanto —le restó importancia su amigo pero Tyler no tardó en negar con las manos—. Mira, si no lo saludas hoy, será peor mañana. Es un Alfa ¿verdad? Hay varios que irían tras él.

Tyler se sintió patético ¿Cómo no lo había pensado antes? ¡Maldición! El chico nuevo sería engatusado por otros omegas y alguna que otra beta ¡Ni le darían oportunidad! Santo cielo, no podría ni acercarse.

—Era que te tomaras el autobús —rezongó Tyler—. De esa manera Erick no me hubiera molestado y el chico nuevo se hubiera sentado conmigo.

Su amigo puso los ojos en blanco.

—Erick te hubiera molestado igual —dijo Jess, suspirando del aburrimiento—. Le gustas.

Los colores le subieron a las mejillas. Menuda tontería. Para nada. Imposible. Erick solo molestaba y ya… ¡No había nada implícito! Además, si fuera cierto, le pondría triste decirle al Alfa que no sentía nada por él.

Nada de nada.

—No exageres —habló Tyler con seriedad—. A Erick le gusta alguno de mis hermanos, sí. Ellos son hermosos.

Jess se carcajeó.

—Y yo también soy hermoso —se escuchó como arrogante, pero era la pura verdad—, pero ni me coquetea. Apenas me habla.

—Porque tienes novio —aclaró Tyler, haciendo un mohín—. Uno que está muy bueno.

Imaginó que su amigo se molestaría por hablar así de su Alfa, Tyler lo hubiera hecho, pero Jess solamente sonrió con suficiencia y se cruzó de brazos.

—No es mi novio.

Eso le frustró. No entendía como Jess negaba a su novio cada vez que se lo preguntaban. Realmente carecía de sentido y lógica. Tyler, sin querer, los vio besarse y otro día, en el cine, de la mano. Si él estuviera de pareja no lo negaría ¡Todo lo contrario! Lo diría sin pena, con alegría y lleno de placer.

El rostro del chico nuevo vino a su mente, en burbujas y corazones rosas.

Parecía bobo, un idiota, pero cada vez que lo recordaba su mente se desdibujaba en arte abstracto. Como si hubiera estado viviendo para ese momento, para conocerlo. Tyler deseaba no tener que vivir más tiempo con esa opresión en el corazón cada vez que no estaba con él.

Sentía que se moriría de lo contrario.

—Bueno —aceptó sin ganas, ya había perdido el hilo de la conversación y solo miraba a la puerta deseando que alguien entrara por ella—. De todas formas, no le gusto a Erick. Lo notaría, créeme.

  Su amigo soltó una risita antes de cubrirse con las manos la boca.

—Claro —dijo al final Jess, mofándose—. Lo notarías.

Tyler pensó en replicarle esa manera tan poco creíble de darle la razón. No solo su amigo no le creía sino que se burlaba de su percepción de la realidad. Erick no estaba enamorado de él, para nada, no existía motivo que llevara al Alfa a enamorarse de su patética persona. Quizá tan solo era un capricho de un chico guapo. Claro, eso tenía sentido.

Pese a todo, lo único que pudo hacer es abrir la boca antes de ser interrumpido por la profesora de Historia.

Fue la única que ingreso al salón durante el primer módulo y Tyler no prestó atención a lo que ella pudiera decir.

Por breves momentos, imaginaba al chico nuevo al lado suyo y sonriendo.

***

 Apenas logró encontrarlo.

A decir verdad, ni siquiera fue quien lo encontró. Jess se lo había dicho.

—Hay un chico rubio y demasiado guapo para existir en el gimnasio —Jess estaba en los baños y mantenía una búsqueda feroz con un estuche de maquillaje —. Creo que es a quien buscas. Ahora quédate quieto, Ty.

Jess obligó a Tyler a sentarse en la mesa del lavabo, en realidad no era una mesa pero lo parecía. Las refacciones que se debían hacer en el baño quedaron a medias al ver que las medidas no eran las adecuadas, de manera que dejaron un pedazo de mármol sobre dos pilares de metal. Se sentía un completo kamikaze sentado con esa tranquilidad, no debían está ahí y ni hablar de que las clases habían comenzado, es decir, las del segundo módulo. En cualquier momento podría entrar algún auxiliar y arruinar el plan fríamente elaborado por Jess. Uno en que Tyler choca sin querer al chico nuevo, como en las películas románticas.

—Apúrate —pidió Tyler, no paraba de temblar—. Se puede ir.

Jess negó.

—Son clases de gimnasia, no se van a ir —le respondió sin más y sus ojos brillaron al encontrar el corrector  de piel—. Listo, ahora podemos comenzar con tranquilidad.

Con tranquilidad —repitió Tyler, mordiéndose los labios—. Empieza, pero no creo que luzca bien.

—No lucirás bien —aclaró Jess—. No traje todo mi set y ni hablar de tu asqueroso aspecto. ¿Se supone que eres un Black?

—De la segunda rama familiar —corrigió Tyler, en verdad carecía de los recursos extravagantes de sus hermanos—. De todas formas, lo importante es el interior.

Su amigo rió con ganas.

—No, en este preciso instante lo que cuenta es tu exterior. Luego podrán enamorarse de sus entrañas —Jess le pasó una toalla rosa por el rostro, humedeciéndola con agua antes—. ¿Tomas agua? Tienes la piel muy seca.

—O tú tienes la piel muy húmeda.

—Lo digo en serio, Ty —dijo Jess haciendo un mohín. Luego le recogió el cabello con las invisibles y le untó dos tipos de crema—. Siempre quise hacer esto.

—¿Maquillarme? —preguntó Tyler incómodo.

—No —Jess con una esponjita amarrilla le fue cubriendo cada poro, cada manchita e imperfección—. No maquillar. Hacerte lucir bien.

Tyler se sintió ofendido pero intentó no demostrarlo.

—Es lo mismo.

—El maquillaje no siempre hace lucir bien —opinó Jess—. A pocas personas le queda el rímel, el lápiz labial… etc. Pero tú luces bien, eres bonito. Tienes labios gruesos y pómulos altos, ni hablar de ese culo de ensueño.

—¡Oye! —chilló Tyler, avergonzado—. Si luciera bien, no debería usar maquillaje.

Antes de responder, Jess inspeccionó su estuche —era redondo y venía forrado de flores silvestres—. Hizo aparecer en una de sus manos un lapicillo negro.

—Tienes razón —Jess le agarró el rostro y por inercia Tyler cerró los ojos, sintió algo sobre los bordes de los parpados—. Tu lucirías bien sino te encargaras de competir contra los vagabundos todos los benditos días.

—No lo hago —replicó abriendo los ojos— ¿Ya está?

—No del todo, cierra —Tyler obedeció y tuvo la misma sensación—. Ahora sí, abre.

No podía verse en el espejo —para hacerlo debería girarse—, pero por lo que veía en el gesto disgustado de Jess supo que no le quedaba bien el delineador de ojos. Quizá lucia terrorífico, como un mapache con rabia. Además, sentía el rostro duro y de plástico.

—No hagas así —le dijo Jess—. Te falta sombras y rímel… ¿Qué color debería usar?

—No lo sé. Nunca hice algo semejante. Usa cualquiera, rápido.

—¿Negro? Oh, espera, tus ojeras aún se notan, mejor aclaro un poco más esa parte.

Ojeras, aspecto de un vagabundo y piel seca. Cualquiera pensaría que la vida de Tyler era difícil, que debía trabajar para mantenerse en un pequeño departamento que alquiló a la afueras de la ciudad y, además, debía prostituirse para ganar más dinero. Esos eran algunos de los rumores que corrían por los pasillos.

Pero no era cierto. O al menos no del todo.

Vivía en la azotea de una mansión, comía todos los días y dormía muy tarde debido a que tenía problemas de insomnio. Esa era la verdad. El deprimente estado de su ropa se debía a que no le importaba demasiado ese asunto, aunque la llama se encendió cuando vio al chico nuevo como todo lo demás, una conexión con la parte arreglada de su ser. Quería lucir bien, bonito. Quería que el Alfa le prestara atención y no pasara de largo como hizo esa mañana en el autobús.

—¿Ya habrán terminado las clases de gimnasia? —preguntó Tyler— Ha pasado mucho tiempo.

—No el suficiente —le dijo Jess cepillándole el cabello. Tyler frunció el ceño al sentir su cabello siendo jalado—. Él llegara junto a los otros imbéciles y entraran a los vestidores. Ahí apareces tú, justo cuando comienza el receso. Te chocas contra él y ¡pam! Se habrán conocido por accidente.

—¿Por accidente?

—Por accidente —afirmó Jess— Ahora desvístete.

—¿Qué?

—Desvístete —repitió, Tyler le miró con duda—. Tu ropa es espantosa, te pondrás la mía.

Oh… No supo si le encantó esa idea o si le horrorizó. O si fue una combinación extraña de ambas.

Jess llevaba una remera manga larga de color negro con los hombros descubiertos y sin cuello, en vez de ello se encontraba un collar pegado a la piel con un dije de metal colgando. Contaba también con pantalones azules ajustados y rotos, y botas cortas. Imaginarse vestido así, le causaba una terrible impresión.

—Ok —respondió sin más—. ¿Necesitas, eh, privacidad?

Jess soltó una risotada.

—No, pero sé que tú sí. Metete al baño, te iré pasando a medida que me desvista. Tú encárgate de pasarme esos trapos que llamas ropa.

Claro trapos… Muy cómodos. Tyler bufó y se metió a uno de los cubículos, bajo la tapa de la toilette y se sentó sobre él. Primero se sacó las zapatillas Star All, luego la campera sin forma y la remera dos talles más grandes. Se las pasó a Jess por encima de la puertecilla y su amigo le lanzó todo el conjunto de moda ¿Qué tan rápido podía desvestirse Jess? Al final, lo único que le falto intercambiar eran los pantalones militares.

Una vez acabado ese asunto, surgió un problemón. Los pantalones de Jess se le ajustaban horrores en el trasero pero cerraban que era lo importante. Tyler quería morirse. Todo era muy pequeño, muy ajustado. No existía libertad, ni comodidad. Una catástrofe.

—Sal —le pidió entonces, riendo, Jess—. Seguro tiene arreglo.

—No —negó demasiado avergonzado para horrorizarse—. Devuélveme mi ropa.

—¡Ni hablar!

—¡Jess!

—Muéstrale al mundo tu culo. Tu nuevo tú.

—Aprieta, mucho —insistió Tyler, las mejillas se le pintaron de rojo—. Por favor…

—A ese chico le gustara… Estoy seguro que se enamorara de esa fisonomía tuya.

A pesar de lo artificial del asunto, Tyler no pudo evitar alegrarse, solo deseaba que ese chico le viera con la misma devoción y amor. Parecía ser un tanto patético al estar tan desesperado pero era imposible no sentirse así ¡Fue amor a primera vista! No conocía el nombre del chico nuevo, soñaba con pronunciarlo durante su celo y con él devorándole en cuerpo y alma. Eufórico por menuda fantasía, salió con confianza pero apenas se cruzó con la mirada de Jess deseó retroceder en el tiempo y doblegar su voluntad de encontrarse con ese Alfa ese día ¿¡Qué tontería iba a hacer!?

—Lindo —dijo Jess—. Ya van a salir del gimnasio. Vamos, mírate en el espejo.

—No quiero.

—Hazlo —insistió Jess—. Mírate y ya. Estas lindo.

No se había percatado de que se estaba cubriendo el rostro hasta que Jess le agarró de los brazos con una suavidad irreal pero sin arrebatarle su voluntad. Sólo lo acariciaba.

—No… —dijo Tyler, sentía que en cualquier momento echaría a llorar—. Quítame esto… No me gusta.

—Ni te has mirado —repuso Jess sin maldad. Le acunaba entre sus dedos largos y finos—. Tyler…

—No soy yo…

—Eres tú, sigues siendo tú. Solo es otro envase.

—Otro envase —rió y supo que Jess se enojaría al ver su trabajo arruinado por sus lágrimas—. Perdón… No puedo… Ya estoy llorando…

—Es rímel a prueba de agua. No pasa nada.

—No me refiero a eso…

—Lo sé, ahora mírate. Si no te gusta te vuelvo a tu plano y feo aspecto.

Tyler se destapó el rostro y se miró en el espejo. No supo que decir, la sorpresa fue tal que no reaccionó a tiempo. Se suponía que ese quien estaba en el espejo era él pero no lo reconocía como tal. Tenía un porte más seductor, fino y bonito. Los hombros erguidos, su piel lista para marcar y un rostro liso y ligeramente deseoso, las pestañas largas y ojos grandes, los labios brillando y un rubor artificial en las mejillas. A decir verdad, ese aspecto no le gusto. Para nada. Fingía ser algo que no quería, como si deseara ser un chico popular.

—¿Qué dices? ¡Luces muy lindo!

—Sí… —respondió pero no pensaba que lucir lindo significara que estuviera bien—. Yo… Perdón pero…

La campana sonó.

—Es ahora, Tyler —dictó Jess—. Al chico nuevo le gustara.

Por el chico nuevo, se animó.

—¿Cuándo saldrá?

Jess no le respondió de inmediato, le agarró de la manga de la remera y le arrastró hasta la puerta. Salieron pero se mantuvieron en el margen de la pared. Tyler observó a un grupo de chicos corriendo y apestando hacia ellos. Salían de gimnasia y por sus uniformes distinguió que estuvieron en la cancha de básquet.

—Hola bebé —dijo uno de ellos pero Tyler se había ocultado detrás de Jess— ¿Quién es el que se oculta como un ratoncito?

—Vete a la mierda —repuso Jess a ese muchacho—. Largo.

Le sorprendió la manera en que ese grupito obedeció. Quizá porque sabían quién era el novio de su amigo o solo porque respetaban a Jess. Tyler quiso ser como él.

—¿Viene? —preguntó entonces Tyler, no podía ver nada— ¿Sí?

—No. Vienen otros.

—¿Estás seguro que lo viste? —dijo asomando su la cabeza como un pajarito.

—Claro. Creo… no sé quién es el chico nuevo y di por sentado que se trataba del rubiales.

Tyler no dijo nada, no porque no tuviera nada que decir sino porque se paralizó al verlo ¡Era él! Estaba sudado y mantenía un gesto de fastidio que le enamoró. Quería conocer todo sus aspectos, cada uno de ellos, coleccionarlos. El cabello rubio se le pegaba al rostro debido al sudor, sus ojos negros escudriñaban algo lejano y su atlético cuerpo se movía inquieto. Quería lamerlo. Besarlo. Hacerle el amor.

Chupársela.

—Es él —aclaró Tyler avergonzado por sus pensamientos pervertidos—. Es él… Santo Cielo… Luce…

—Demasiado irreal… Es muy guapo… creo que más que Erick… Cuando te enamoras apuntas alto, eh.

Tyler sintió el amor llegar hasta las orejas.

—No está caminando… —se alarmó, acongojado— ¿Estará esperando a alguien?

Jess suspiró y antes de poder responder le agarró de la mano a Tyler.

—Ahora está caminando, vamos. Es tu oportunidad.

Los pies de Tyler se convirtieron en gelatina.

—¿Ahora? No… No puedo….

—Sí, si puedes. Espera. ¡Ocúltate!

Rápido como un rayo, Jess le empujó hasta quedar en el baño, nuevamente. Al principio no lo entendió pero no tardó en hacerlo. Se suponía que debía tropezarse accidentalmente.  No podía ser accidental si se veían antes. Su amigo le obligó a estar pegado a la puerta y escucharon, esa era la oportunidad.

Paso.

—¿Listo?

Más pasos.

—Sí…

Entonces, Jess con ganas le tiró por la puerta y Tyler se golpeó contra un abdomen. Sintió la felicidad subir desde las puntas de los pies. El chico nuevo le había agarrado como un príncipe, como un caballero ¡Que encantador! Lentamente levantó el mentón, sintiendo la calentura en sus mejillas y temblando de la felicidad. Deseaba verle mejor y cuando lo hizo…

La magia se desvaneció.

—Tú… —arrastró la palabra con profundo asco—. Erick…

Y Erick le estaba tocando el culo ¡Para nada caballeresco!

 

 

 


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