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ENLAZADOS por Rallyun

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Notas del capitulo:

Gracias por leer <3 y perdón por la maldita tardanza.

 

 Tyler no se explicaba cómo había acabado de ser el señorito Don Nadie al bello omega que abofeteó y rechazó a Erick. Había sucedido tan de repente que seguía sin saber exactamente de qué le elogiaban, si de su nuevo aspecto o de tener el valor de poner en su lugar a un Alfa que se había pasado del listo al tocarle el culo.

—¡Bien hecho Black! —alagó una omega, la había visto en los pasillos pero nunca se habían hablado. A Tyler le incomodó no conocer su nombre— Erick es un puto.

—Hey —exclamó Jess—. Tampoco te pases. Erick hizo lo que cualquiera hubiera hecho.

Estaban en el patio, había algunos viendo a Tyler por su osada vestimenta —muy tentadora— y Jess estaba leyendo Romeo y Julieta para la clase de Literatura. Iban a interpretar la obra para fin de año en una adaptación no tan fiel al libro, Tyler creía que sería bonito audicionar para el protagónico pero sabía que la timidez se lo impediría, esperaba que Jess se quedara con el papel.

—Erick no tenía permiso de tocar algo que no le pertenece… Es acoso sexual ¡Denúncialo! —insistió ella—. Es lo correcto.

Para Tyler el asunto había llegado demasiado lejos. No podía hacerle algo así a ese gran imbécil. Le tenía un indignante cariño. Maldito sea el día en que la vida de Erick se juntó con la suya, ha de ser en kínder cuando hicieron contacto en los columpios y en primaria cuando en San Valentín Erick le llamó feo y Tyler le había mordido la mano en repuesta.

—No me importa —repuso Tyler en tono monocorde—. Y tampoco es asunto tuyo.

La chica parecía que iba a decir algo y a pesar de que no lo hizo, Tyler supo que se fue enojada.

Jess le recriminó la manera en que había respondido pero tampoco insistió en que se disculpara, también no le dijo nada sobre el asunto de la caída accidental y como Erick le agarró sugestivamente.

Aún no conocía el nombre del chico nuevo y esperaba que la oportunidad se hiciera en la cafetería.

—¿Sigues leyendo? —le preguntó a Jess.

—Sí —respondió— ¿Quieres decirme algo?

—Quiero que el chico nuevo sea mi pareja y estemos juntos de por vida.

Lo deseo con toda mi alma.

Jess negó con la cabeza, en ningún momento le miró. Tyler tuvo miedo.

—No lo conoces —replicó—. Entiendo que te hayas enamorado a primera vista, es muy guapo y todo eso… Pero no lo conoces, no sabes si es todo lo que aparenta, Tyler.

Qué fuerte. Jess podía decir cosas horrendas sin usar malas palabras pero Tyler se rehusaba a creerle. Había sido una conexión instantánea, magia.

—Lo único que espero es que me ayudes a estar con él… y no me hagas lo que hiciste hoy.

—¿Qué es lo que te hice?

—Lo sabes —determinó Tyler—. No quiero que lo hagas más, Erick no gusta de mí.

Jess  dejó el libro a un lado, no parecía enojado mucho menos feliz. Nunca le había visto tan serio.

—Como quieras —aceptó—. Te ayudaré con tu historia de amor de adolescente hormonal.

—Gracias —ironizó Tyler—. Y ahora… ¿Me pasas la tarea de Matemática?

—No, eso no.

 

***

 

En el trabajo de Literatura, un relato corto desde la perspectiva de un objeto, Tyler tenía un I.

Y Jess un ¡Excelente! Con una miniatura del profesor alzando un pulgar.

—¿Cómo esto es posible? —se preguntó Tyler mirando a Jess— ¡Es un relato! Tuvo que haberme puesto un bien o regular. En todo caso ¿Qué significa un “I”?

El amigo de Tyler bostezó antes de arrancarle la hoja de las manos. Quizá se había pasado de la raya al pensar en que Jess reprobaría —su relato era demasiado oscuro, como si fuera de terror— y el karma estaba echándole los perros con ese I.

—Insuficiente —declaró Jess— O incompleto.

—¿Debería ir con el profesor y preguntarle?

—Debes —aseguró—. A menos que desees esforzarte más en los próximos trabajos…  Que según la guía de la asignatura serán más relatos, poemas y cuentos.

—Mierda —dijo Tyler, mordiéndose el labio—. Creo que fui el único que reprobó.

—Esa boca, niño —le riñó Jess, riendo—. Solo yo puedo blasfemar en nuestra relación.

Realmente, le daba igual reprobar o no. Más tarde subiría la nota con trabajos complementarios.

Pero le parecía incorrecto haber sido el único que recibiera esa nota, claramente era un insuficiente. En notas numéricas podía tratarse de 1, 2, o 3 ¿Qué había hecho mal? Puede que no fuera especialmente original, o creativo, pero eso ya no estaba en sus manos. De todas formas, se sentía horrendo desaprobar y ser el único.

El profesor de Literatura era un omega, no era especialmente guapo ni tan joven. Era plano e insulso, y Tyler creía que de seguir su vida así terminaría como él de adulto. Llevaba gafas circulares y tenía pecas, si bien era delgado no había algún otro atributo que le hiciera lucir mejor  y aunque su ropa no estaba mal, era antigua, camisas de cuadros y pantalones de jean y los típicos zapatos Converse. Ese profesor era un friki total.

—Ty —llamó Jess—. Puedes aprovechar ahora y preguntarle.

Lo malo, es que no sabía aprovechar oportunidades.

—Déjalo —dijo Tyler, guardando la nota en el cuaderno—. Luego me arreglo.

Siempre sucedía que olvidaba arreglar los asuntos. Tyler por el resto del módulo se quedó viendo la hora del reloj.

Quince minutos.

Quince minutos y el chico nuevo lo conocerá, se enamoraran.

 

***

 

Ni siquiera tuvo tiempo para pensarlo. O imaginarlo ¿Cómo no se dio cuenta? Había sido un completo iluso, se había olvidado olímpicamente de él. Todo estaba saliendo mal, desde la mañana y quizá para siempre.

Jess se partiría de risa cuando volviera del baño.

Pasó en frente de la mesa de los populares, Erick estaba en él, y fingió no darse cuenta de las miradas que se dirigían a su retaguardia, porque se sentía asqueroso. No sólo era Erick, sino que otros cerdos le habían estado lanzando piropos inmundos durante los recesos. Jess le contó que un graciosito había escrito en el baño de Alfas y hombres beta “Miren el culo sin estrenar de Tyler Black”. No podía creerlo, le pareció muy sexista así que cuando el primer pervertido lo manoseó durante la fila para el almuerzo, Tyler se hizo a un lado y lo ignoró.

Ya que de enfrentarlo se echaría a llorar.

El chico nuevo no estaba sentado en ninguna mesa y eso en cierto modo era bueno. Si hubiera estado en la cafetería no sabría que hacer de verlo con los populares —temía que se convirtiera en un hijo del diablo— y  fuera seducido por un omega igual de hermoso que Jess. Tyler conocía a la perfección a uno de los hijos del diablo, ya que era su hermano el omega privilegiado de la mesa que engatusaría hasta al propio arcángel Miguel.

—Bu —exclamó Jess sorprendiéndole por la espalda—. ¿Lo viste?

—No, no lo he hecho —sollozó Tyler— ¿Sabías que mi hermano comparte clase con él? ¡Seguro ya le echó las garras encima!

—¿Piensas quitarle el novio a tu hermano? —bromeó Jess— ¡Qué cruel eres!

—No están saliendo —aclaró enojado.

—Todavía —señaló su amigo en una risita—. Joan podría estar o no interesado en él. No lo sabemos.

Yo lo sé, Joan está interesado en todo lo hermoso y nuevo.

—¿Qué hago? ¿Qué debería hacer? —preguntó desesperado Tyler— Joan me lo quitará.

Cuando estaban en casa, Joan era muy hiperactivo. Muy violento de vez en cuando. Su papá decía que tal vez Joan tuvo que ser Alfa ya que éste poseía una fuerza tremenda, algo que quedó corroborado cuando su hermano en un ataque de histeria por un peluche golpeó en el rostro a Tyler, arrancándole un diente de leche. Desde esa vez, Joan se muestra avergonzado y ya no le molesta.

Si tan solo su hermano supiera que deseaba exterminarlo de su camino.

—Comparten clases —informó Jess—. Por lo que tengo entendido están juntos… con Erick… La manada completa, eh.

No, no, no. El mundo estaba en su contra, definitivamente. Tal vez había hecho algo muy malo en su vida anterior ya que ahora todo salía mal. Ya no estaba tan seguro si su plan funcionaría aunque, para ser honestos, no tenía un plan en sí. Pensó en seguirlo al momento en que fuera a recoger la comida pero cuando llegó a la cafetería no había rastro del chico nuevo.

—Si tan sólo supiera su nombre… —pidió Tyler—. No compartimos clases ni nada… Es imposible que nos hablemos.

—Puedo hablarle yo —se ofreció Jess—. Ahora.

Tyler negó.

—¿No tenías que encontrarte con tu novio? —recordó Tyler, todos los lunes daban una vuelta en moto. Tyler le envidiaba esa capacidad de no ser encontrado escapándose de clases—. Puedo apañármelas.

—Tyler… —dijo Jess— ¿Seguro?

—Por supuesto que sí.

—Ok —aceptó—. Cuéntame mañana como estuvo ¿sí?

Con Jess las cosas parecían más fáciles y supo, cuando se fue, que hablar con el chico nuevo sería como hacer un cuadrangular y correr, correr un montón. Como no podía, ni imaginaba, hablarle al chico decidió seguir comiendo lo que fuera que sirvieron en la cafetería. Se había sentado en un lugar estratégico para ver quien entraba y salía del comedor.

Bien, estaba comportándose como un bobo. Completamente.

No tenía que ser la gran cosa pero su corazón latía frenético y en cualquier momento le saldrían patas y se iría corriendo. Tenía un pavor enorme sobre como el muchacho reaccionaría y eso era exactamente lo que le impedía acercarse ¿Qué tal si ese chico se reía en su cara? ¿O si le decía feo? ¡Oh, no! Se moriría si pasara algo semejante.

¡Tyler tu puedes!

Claro… podía darse por vencido.

Por otra parte, ya estaba agotándose su paciencia. Le estaban viendo mucho, la ropa de Jess se le ajustaba peor cuando se sentaba y parecía que iba a reventar. Quizá las personas esperaban el momento en que las suturas se rompieran y se hiciera un show. Erick le vería el lunar que tenía en el muslo luego de ver la ropa interior. Ese día llevaba un bóxer negro, pero la semana pasada había llevado uno blanco con corazones.

Y el maquillaje, oh el maquillaje, no podía aguantar con eso en el rostro. Eran horrendo, parecía una máscara de plastilina y por alguna razón le picaban los ojos ¿El rímel tuvo que ver? De cualquier forma, ya no quería sentirse así de oprimido cuando ni siquiera estaba el chico de sus sueños para mirarlo.

Debería quitarse todo lo que llevaba encima y cambiarse, tampoco podía llegar a casa en tales fachas porque su papá le castigaría por lo revelador. Ya había pasado que un poco de brillo labial provocó una semana sin televisión ni postre. En cambio Joan podía hacer cualquier cosa, pintarse, vestirse bonito y ser único, ya que él pertenecía a la rama principal de los Black.

Desearía ser un Black de verdad.

O al menos tener una familia de verdad, esas que aparecen en la tele y todos comen juntos, ríen y hacen fiestas de cumpleaños invitando a todo el mundo.

Sería tan maravilloso enamorarse como en las novelas románticas, y poder sentirse en otro universo. Poder volar con los pies en la tierra y besar con electricidad sin morir. Amar sin temer a ser amado.

Tyler no terminó de comer, le parecía un asco lo que en la cafetería daban así que lo dejó en la mesa y se puso de pie. Seguramente podía usar el uniforme deportivo que era mucho mejor de lo que llevaba ahora, también sacarse todo ese maquillaje de encima y poder vivir con comodidad hasta la tarde.

El gimnasio solía cerrarse a esa hora pero los vestidores se mantenían abiertos. Tyler no sabía cómo hacer para pasar de nuevo por todo el comedor y llegar a la salida, parecía un camino endemoniado ya que el escandalo era tremendo y volaba comida de vez en cuando. En cierto modo, sin Jess a su lado, todo eso parecía gigantesco ¿Cómo hizo hace años? Jess llegó en octavo grado y en aquel entonces era muy cerrado y no hablaba con nadie, a Tyler le costó acercarse y tal vez ni siquiera lo hubiera intentado sino fuera porque la profesora de química los puso juntos en el laboratorio.

En aquel entonces Jess se burlaba bastante de su aspecto, le decía cosas feas y le trataba pésimo. Tyler lloraba cuando llegaba a casa y Joan le había sugerido que podía darle una paliza a Jess si seguía molestándolo pero cuando su papá lo escuchó le prohibió a Joan meterse en ese asunto y le ordenó a Tyler que arreglara ese asunto sino quería recibir una paliza en casa.

Entonces un día, a la salida, Tyler arremetió contra Jess y le embarró el rostro. Justamente había llovido el día anterior. Fue alguna clase de iniciación porque luego se volvieron inseparables.

Pero ahora Jess salía con Alfas y betas, vestía bonito y era muy inteligente. Eran tan diferentes que tal vez si no fuera por ese gesto de valor de niño ni siquiera hubieran sido amigos, en ese momento Jess podría ser quien le quitara el dinero del almuerzo. Vaya, Jess podía ser de todo.

Hasta ese momento no había asistido a muchas fiestas y tampoco se quedaba hasta tarde, en cambio Jess si iba, cada fin de semana y salía con universitarios de vez en cuando. Una vez su amigo le dijo que le querían pagar casi mil dólares para tener relaciones y cuando Tyler le pregunto en broma si había aceptado, Jess no respondió y esa misma semana había aparecido con ropa nueva y cara, desde ese entonces no  le gustaba preguntar sobre que había hecho el fin de semana o con quien la había pasado.

Comenzaba a pensar que los rumores sobre que Jess se prostituía eran ciertos.

Joan le había dicho una noche que no se juntara mucho con Jess, pero Tyler le había mandado a la mierda de inmediato. Aun recordaba lo que Joan le dijo en un ataque de furia “Él no es tan bueno o santo como crees y cuando te haga llorar no vengas a buscar consuelo.”

Cuando entró a los vestidores buscó la taquilla con su ropa de gimnasia, olía un tanto a sudor pero se podía disimular con desodorante. Lo sacó, y las zapatillas también. Se cambió muy rápido porque en cualquier momento sonaría la campana y debería ingresar a clases. Después fue al lavabo para desprenderse del maquillaje y se enjuagó un montón de veces, dejando la piel del rostro casi roja ¿Habrá salido el rímel a prueba de agua? No estaba del todo seguro pero él lo sintió menos plástico y eso le convenció.

También se miró en el espejo y definitivamente lucía como un perro mojado, el rímel se había desprendido de manera que le había quedado oscuro debajo de los ojos. A Tyler no le importaba para nada, a fin de cuentas ¿Quién le diría algo?

Dobló la ropa de Jess y la guardó en el casillero de los vestidores, también se puso otro poco más de otro desodorante ya que no le quedaba en el que tenía. Ahora si debía lucir desastroso, dos tipos de desodorante no son una buena combinación. Casi a comida olía.

Al salir de los vestidores notó que el gimnasio estaba abierto y eso le asustó. Quienquiera que estuviera adentro correría una grave falta hacia las reglas así que decidió fijarse antes de dar por hecho aquello. Como escuchó ruidos dio por sentado que si había alguien.

Y cuando vio de quien se trataba no dudó en ingresar en silencio, como un ninja. Era sorprendente que el chico nuevo fuera un rebelde desde el primer día en que pisaba el establecimiento y en una fantasía guarra Tyler se preguntó si también sería así de rebelde en la cama.

 ¡Santo cielo! ¿En qué piensas, cochino?

A Tyler el corazón se le detuvo otra vez ¿sería alguna clase de enfermedad la que lo ocasionaba? El Alfa estaba picando una pelota de básquet, inmerso en otro mundo o lugar. Quizá estaba aburrido o su sueño era pertenecer a las grandes ligas y por eso practicaba o puede que se tratase de otra cosa. No lo sabía, Tyler no sabía nada de ese muchacho y no importaba cuan enamorado se encontrara de él. No sabría quién era espiándolo, mirándolo o suspirando cada vez que lo veía. Así no funcionaba.

Debía hablarle.

Pero en ese momento, exactamente en ese lugar, Tyler no deseaba entrometerse. Había cierta intimidad en el asunto y amó ser parte del momento. 

Caminó hasta una de las tribunas y se sentó, no tenía idea de qué esperaba que sucediera una vez que él se diera cuenta de que había alguien más en la cancha. La hada madrina debería aparecerse ya, Tyler le pediría un consejo de como entablar una conversación con el amor de tu vida pero ella no hacía esos milagros, solo te vestía bonito y Jess poseía esa misma magia. Tal vez podría decirle al chico nuevo lo guapo que era, pero sonaría un tanto superficial, o quizá podría decirle que se había enamorado de él al verle a los ojos, otra cosa jodidamente superficial.

¡Maldición! Por donde lo viera parecía una situación espantosamente superficial. Tyler no se enamoró de su físico, le gustaba de verdad. Ni siquiera tenía palabras para describirlo. Magia, sí. Había sucedido y ya.

Como si le hubiera caído una jodida piedra del cielo y hubiera arruinado el racionamiento de su vida y cambiado por corazones y el rostro de ese muchacho. Simplemente desastroso pero encantador.

—¿Necesitas algo?

Tyler no se dio por aludido. Mantuvo la cabeza gacha mirando su calzado sucio y viejo que pedía a gritos ser renovado. Tal vez iría a comprarse unos nuevos cuando su papá le diera la mesada. “Necesito zapatillas” reclamaría y él replicaría “Tú ni siquiera haces ejercicio”.

—Eh… ¿Estás bien?

Tyler miró a su alrededor. Primero con timidez y al final con vergüenza. Le estaban hablando, por supuesto, porque era el único en la cancha y también el único que podía responder.

—Hola —saludó estúpidamente y se arrepintió por completo cuando su voz continuó—. Chico nuevo para nada atractivo con síndrome de creerse diferente y especial.

Tal vez, seguramente, el chico nuevo se ofendió por llamarlo de esa manera ya que sus cejas se fruncieron de una manera chistosa. Y a Tyler esa situación le supo fatal.

Qué manera de comenzar una relación.

Notas finales:

 


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