Bum llevaba días siendo más consciente de su cuerpo; su aroma no había cambiado, ni nada en lo absoluto, algo de esperarse, aún era muy pronto para asumir nada; aunque esa sensación de algo distinto en él, llevaba anidada en su subconsciente desde que su celo terminara.
Sangwoo sentía también aquello, pero se mostraba paciente. El Alfa comenzó a sacar con más frecuencia platicas relacionadas con la familia, con lo que se esperaba de una; especialmente, con lo que el Alfa consideraba una familia ideal.
—Es de esperarse que un Alfa represente a una familia, ¿Qué opinas Bum? —La madera de la cama rechino bajo el peso de Sangwoo, que sentó aun lado del Omega, con sus labios rozando la oreja en el pálido rostro de Bum.
Aquella pregunta no lo era del todo, era más bien para dejarle claro las aspiraciones de su pareja en su relación, con lo que el otro ansiaba en la idea de tener hijos.
—Se supone que los hijos son un legado, no tiene caso si no puede ser así— finalizó Sangwoo esa noche.
Bum miro el techo en sus reflexiones; ¿Que quería el de una familia?; no tenía expectativas o estándares particulares, solo quería lo que otros tenían, compañía, amor y alguien que tuviera su sangre.
No quería necesariamente un legado, o alguien a su imagen. La idea de Sangwoo sobre un hogar era algo exacto, escrupulosamente diseñado.
Algo que cabía esperar, realmente...
Bum entendía que por más que pidiera en silenciosas plegarias, no tenía el veredicto de su destino en sus manos, aun si existiera uno.
Parado frente al único televisor de la casa, el Omega se sienta un poco esa mañana; relajándose de sus labores diarias; su mente agotada le lleva a dormitar un rato, con el volumen bajo del aparato, llenando sus sueños con el eco de una vieja noticia.
Al fondo, una mujer habla sobre un detective desaparecido.
La nota se ha repetido decenas de veces esa semana; la radio y la televisión siguen hablando de ello, especialmente de la sospecha de que el oficial fuera atacado por algún grupo criminal, o que ya estuviera muerto.
La noticia no le parece importante a Bum, en un principio no lo toma en cuenta; Sangwoo por otra parte se va contento, casi satisfecho.
Aquel evento de la desaparición del detective, termina por retumbar lento; persistente en el fondo de sus preocupaciones; día tras día, aquel hecho se queda con él;
El nombre que aparece cada tarde en el noticiero le indica algo importante; como si la imagen de esa persona le provocará llorar una pena que no entendía.
Bum era consciente de que olvido algo muy importante, una situación que la noticia de ese hombre desaparecido reafirmaba; solo que no quería aceptarlo, no quería recordar.
Viendo la puerta del sótano, tomo la determinación de volver a intentar conseguir alguna pista de Sangwoo, volviendo a preguntar de más detalles de su relación.
— Ya te conté todo— contesto sin querer decir más—. ¿Dudas de lo que te digo?
— Lo siento Sangwoo— agachó la cabeza disculpándose, sentando junto al Alfa.
— Bien si quieres saber más— accedió— Solías visitarme en la comisaría—agrego—; Ocultarte tras un árbol cercano, y a veces preguntabas por mí— describió con naturalidad.
— ¿No hay más? — siguió insistiendo, mirando con los ojos bien abiertos al otro.
— No Bum, es todo—concluyó molesto—. Ya lo dije, no necesitas preocuparte por esas cosas— Negó enterrando su mano en la nuca de Bum y acercándolo— No tienes que descubrir eso, para ti es suficiente con lo que sabes.
Sangwoo observaba la falta de argumentos en Bum, atrapado en los resquicios de un callejón sin salida que sus palabras solían formar con otros.
Si Bum, es suficiente.
Tu no necesitas saberlo.
A pesar de la insistencia de alguien tan dócil como Bum, Sangwoo no cambio más su historia, ni agregó nada más. Para el Omega era inconcebible ver a su Alfa ser un riesgo para él, ni siquiera la idea de mentir le parecía posible o lógica.
Intentando cambiar de tema, a algo que le traía nostalgia, pero creía que era de interés para Sangwoo, volteó al televisor, observando una nota de la desaparición.
— Sangwoo, tu... ¿Conocías a ese detective? — su voz se volvió distante, doliéndole el solo leer ese nombre; pareciéndole familiar.
La sonrisa siempre altiva del otro desapareció, sus facciones se volvieron frías, furicas al ver los ojos del pelinegro perderse en la foto del hombre de la televisión.
Sangwoo apagó el televisor esa noche sin preguntar a Bum; el Omega le miro confundido, ante su falta de respuesta y reacción a sus preguntas. Con dureza le ordenó que fueran a dormir en ese momento.
— Ya ha sido suficiente— La frialdad en su voz hizo estremecer la delgada figura de Bum—. ¿No has preguntado mucho?
Sangwoo no veía señales de que reconociera esa imagen, pero si una emoción que creyó ya no era problema en el rostro de Bum.
No Bum, no lo sabrás.
Seguirá en el olvido ese nombre.