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Claro/Oscuro: Bufonadas [Killing Stalking] por soreto

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Sus pequeñas manos le hormigueaban entumidas sobre su regazo; Sangwoo se encontraba a su lado tenso, con una mirada que se clavaba impasible, pero sin piedad en la puerta que daba paso al consultorio.

El día que más temía llego sin prisas, pero arrollador apenas dándole tregua para dormir por las noches. En cuanto fue posible, Sangwoo agendo la cita para la revisión de Bum, y determinar el segundo genero del niño por nacer. El Omega miro de soslayo al Alfa que tenía los brazos cruzados, vestido en ropa casual contrario a su usual indumentaria para el trabajo.

Los ojos temerosos del pelinegro se clavaron, al igual que los de Sangwoo, sobre la madera clara de la puerta; la recepcionista tecleaba algo de manera ausente ajena a la situación en la que se encontraba.

Bum deseaba que esa puerta no se abriera.

Sobresaltándose por el movimiento de Sangwoo al levantarse, y dirigirse con una encantadora expresión a saludar al médico; Bum supo que no podría evitar aquello, solo deseaba que el resultado no fuera inesperado.

Rogo de manera incansable cuando los días fluían cortos, y cada vez más cercanos al día que podía cambiar muchas cosas en su vida; y lo que pasara con Bum no sería aquello que quería evitar, sino lo que le pasara a su hijo. Frente a Bum, desfilaron diferentes familias con hijos Omega, que siempre bajaban la mirada cuando se preguntaba que era el niño, un ser humano que era tratado fríamente por su propia sangre.

—¡Bum! — llamo Sangwoo impaciente—. ¿Qué haces?, apúrate— le indico con la cabeza a seguir al médico.

Sus manos las sentía tan frías con la perilla que sostuvo de la blanca puerta del sótano. Sin objetar, o querer retrasar más aquello, camino delante del Alfa que parecía tan impaciente como él.

El examen fue rápido, sencillo; e impersonal, el doctor no le dio ninguna palabra de aliento, solo anoto algo y les dijo que esperaran; Bum cubrió su vientre, con las manos tan heladas que le dolían. Bajo de la camilla y volvió a la sala de espera junto con Sangwoo.

—Solo veinte minutos— pidió el doctor, de quizá cuarenta años a Sangwoo.

El reloj resonaba como martillazos en la mente de Bum, que se aprisionaba por sí misma en su incertidumbre.

Por favor...que sea como Sangwoo quiere.

 

___________________

 

Frente a ellos, el doctor que era un Beta les miraba con expresión grave detrás de su escritorio, como de quien carga una noticia desagradable, que le incomodaba en su contenido. El hombre suspiro, y reviso los papeles con los resultados impresos.

—Señor Oh— comenzó con voz neutra, pero notablemente inquieto—. Parece que el niño es varón.

—¿Y? — apresuro Sangwoo, desesperándose con la larga pausa del médico—. ¿Cuál es el segundo género?

—Bien...— Volvió a acomodar los papeles, pensando cómo abordar la respuesta que pesaba más en importancia a las parejas que venían a su consulta—. Es un varón...Omega.

Sangwoo le miro sorprendido, sus facciones se paralizaron por la sorpresa, el silencio se hizo pesado; Bum se mordió el labio con la cabeza baja para no llorar.

—¿Omega? — La voz incrédula del Alfa no altero al médico, como si esperase esa reacción—. Pero en mi familia siempre han sido Alfas.

—No hay error— afirmo— Y ciertamente, en sus registros médicos de ambos no hay Omegas; su familia señor Oh, predominan los Alfas, su madre era Beta. En el caso de su Omega, su familia eran Betas...este resultado es casi imposible, pero así es la situación.

Bum no escuchaba ya nada, todo le parecía dicho en alguna lengua indescifrable; sus puños se volvieron blancos al presionarse en algo cercano al arrepentimiento, de haber fallado lo único que Sangwoo le pedía con desespero.

Un Omega.

su remordimiento no solo era por no poder cumplir con lo que Sangwoo esperaba de él, no; su desasosiego venia de sentir que fallo a su hijo incluso, que les condenaba a las condiciones que su clase era, y sería objeto; aun sin recordar, Bum estaba seguro que él también lo fue.

En ese momento, de la cúspide de su congoja, escucho una voz amable llamarle, aquella que escucho en lo alto de la escalera del sótano.

Debes vivir Bum.

El Omega abrazo su vientre en el silencio absoluto que acompaño su viaje de regreso en el auto; sus ojos estaban húmedos, sus labios torcidos en tristeza.

Debo vivir.

No te preocupes, tu eres precioso para mí.

Con su cabeza casi tocando su vientre, esa carga más valiosa que su vida, que protegía su cuerpo; deseo el abrazo de quien fuera dueño de aquella voz.

_________________

 

Sangwoo le miro en silencio antes de salir; no le dijo nada al día siguiente, ni si quiera aquellos incesantes recordatorios de sus obligaciones, o de los cuidados que tenía que tener con su persona.

Bum no pudo llamarle ese día.

Si bien si le controlaba con incansable escrutinio, sus cuidados con el Omega embarazado se redujeron notablemente, ya no remarcaba con tanto ahínco el listado de precauciones que hizo al Omega memorizar; si ponía atención a la salud de Bum, pero no como lo hacía antes.

—Bum— le llamo en medio del hostil ambiente que reinaba en las cenas de los últimos días—. En cuanto nazca, quiero que tomes anticonceptivos.

—¿Sangwoo...? — intento preguntar.

— Mira Bum— Soltó la cuchara para hablar seriamente—. Todo apunta a que tus genes podrían tener que ver con el resultado; el siguiente puede ser un Beta... o un Omega; un solo hijo basta.

Los grandes y dóciles ojos de Bum le miraron sorprendidos, casi en pánico por las palabras del Alfa; como si rechazara a su hijo por algo que nadie podía controlar, y no deseara más familia con Bum.

—No es como si pudieras hacerte cargo de mas, ¿o sí.? — justifica volviendo a comer sin fijarse mucho en el temblor del labio de Bum.

—Si...Sangwoo— Las palabras se le clavaron concisas en su propia boca; siguió comiendo sin apetito.

Acepto la decisión de Sangwoo sin querer pensar en ello; su mente aterrada prefería caminar a la sombra, obedeciendo a Sangwoo, sumido en una nostalgia de algo perdido, que desconoce.

De una calidez que teme recordar.

 


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