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Crónicas de un villano por Silence Tsepesh de Lenfet

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Notas del capitulo:

 

 Llego el viernes, y aquí esta el capitulo del día.  Espero que les guste.

Gracias por leer.

Aun faltan algunos momentos para que se reúnan todos.  Suspiro. Quiero creer que todo esto será mejor de lo que parece justo ahora.

—  Kiran ¿tu pediste esto?

—  sí.

—  ¿Por qué?

—  tenemos que encontrar una solución. Tengo que explicar todo lo que pasado y lo que haremos, aunque no sé si sea una buena idea prefiero explicar mi idea antes de hacer algo por mi cuenta.  

—  ¿Por tu cuenta?—  Jency se oye sorprendido—  ¿piensas actuar tu solo?—  no respondo. Pero si, seguiré mis ideales aun si eso significa oponerme al parlamento, al final ellos serian los que terminaran perdiendo—  ¿esto tiene que ver con el señor del mal?

—  Hadrien. ¿Por qué tendría que ver con él?

—  aun no se va, pensé que ya se habría ido para este momento—  me siento incomodo. Le prometí algo muy importante con tal de que nos ayude, ese libro podría significar la derrota de muchos en manos de Hadrien.

—  le pedí que se quedara, Jency, le necesitamos.

—  no, eso no es verdad. Tú le necesitas ¿Por qué es eso Kiran? Nunca has podido luchar en serio con él, ¿acaso no vez como es en realidad?—   no creo que le necesite, no es eso.

—  se como es Hadrien.

—  no lo parece.  

—  ¿no?

—  se que le conociste hace mucho, cuando todavía no era un nigromante. Pero eso pasó hace mucho, entiéndelo.

—  Lo entiendo—  le digo, poniendo mi mano en su hombro.  Es verdad que no lucho en serio con Hadrien cuando estamos enfrentándonos en algún lugar, pero Hadrien tampoco lo hace en serio. ¿Qué es lo que pasa entre nosotros? Se supone que somos enemigos, destinados a luchar una y otra vez. Pero no lo hacemos.  ¿Acaso el recordara las noches que pasaba dormido a mi lado?

—  ¿Qué planeas?

—  buscar una solución para la maldición. Además encontré un libro confiscado cerca del lugar donde encontramos al aprendiz de Hadrien.

—  ¿un libro confiscado? ¿Cuándo entro a robarlo?—  niego con la cabeza.

—  no lo robaron ellos.

—  ¿no? Kiran, eso significa entonces que…—  abre los ojos con sorpresa, sin decir nada. Lanza una mirada nerviosa alrededor—  ¿te das cuenta lo que dices?

—  sí, es grave. Por eso… pensé que Hadrien podría desviar la atención mientras averiguo quien hizo esto.

—  cielos, esto es… ¿alguien de los nuestros ataco a Lou-May?—  sacude la cabeza. A mí también me costó creerlo, pero cada vez tiene más sentido, por muy doloroso que sea pensar que alguien a quien conozco sea capaz de hacer algo como eso.

—  ¿viste algo raro el día que encontraste a Lou-May?

—  no, ella solo estaba tirada en el salón de la…—  se queda callado—  oh cielos. Kiran, estaba en la biblioteca, ¿sabes a dónde va la puerta detrás de las cortinas?

—  A la bóveda—  respondo, serio—  ¿crees que se topo con la persona que robo el libro y por eso le lanzo la maldición?

—  No sé, es posible…—  esto resulta muy agotador. Eso mismo pudo haber pasado. Lou no recuerda que paso a excepción de estar buscando un libro sobre medicina. Si se topo con algo que no debía ver, entonces es suficiente motivo para querer matarla.

—  no tiene sentido, Jency. ¿Por qué no hay nadie más que lo sepa? Bajar a la bóveda… hay hechizos que la sellan. Tendría que ser alguien que los conoce.

—  quizá… ¿vas a decirles esto?

—  sí, hay muchas posibilidades de que él traidor sea miembro del parlamento. Si se pone suficientemente nervioso cometerá un error.

—  ¿y si no?

—  Entonces estamos en problemas—  le dejo ahí, avanzando a la sala de reuniones que se improviso en este lugar. Puedo sentir la ansiedad y ni siquiera he entrado. Abro la puerta, y todos se quedan en silencio unos momentos. Se ha improvisado un sema circulo, los doce asientos delanteros están ocupados por los miembros del parlamento, aunque la sala está llena de otros magos, magos que defienden a sus líderes. La mayoría tiene aspecto de personas ancianas,  aunque hay excepciones. 

—  Kiran, ¿Por qué nos trajiste aquí? tengo entendido de que un nigromante esta aquí.

—  no hará nada contra nadie, señor Wang—  respondo con paciencia. Es un hombre de cómo cuarenta años. 

—  ¿Puedes confiar en el señor del mal?—  resoplo, me cansa que le llamen así.

—  sí, puedo. No es de Hadrien de quien quiero hablar hoy. Es un asunto más delicado—  como nadie me interrumpe, tomo aire—  Es por el hecho de que atacaran a uno de los nuestros con una maldición mortal, en  el centro de todo—  más murmullos.

—  Creí que eso había quedado arreglado—  la anciana, Wilkins, toma la palabra—  te permitimos incluso buscar al nigromante para que viniera.   

—  sí, justamente por eso está aquí. El asunto fue que el ataque se repitió, esa vez contra el aprendiz de Hadrien.  Se—  alzo la voz para que me escuchen porque se han puesto a hablar más alto—  que no les importa lo que le pase, pero no es el punto. Estamos en un lugar relativamente seguro ¿Por qué fue atacado con la misma maldición? La que, por cierto, no tiene cura—   silencio.

—  ¿Qué estas intentando decir?

—  esto es difícil de creer, pero… uno de los libros de magia oscura de un nigromante ha sido robado. No hay forma de saber qué otras cosas fueron robadas.  

—  ¿Qué relación tiene el robo con el ataque?—  esto es imposible. No hay forma de que me crean, ni de que consideren esto una amenaza.

—   la maldición venia en ese libro. Pienso que alguien de nosotros lo hizo—  no quiero decir que hay un traidor. Esta vez, no me molesto en hablar más, cada uno está discutiendo algo con sus propios miembros.  ¿Pensaran lo mismo que Hadrien? ¿Qué solo quiero tener algo que hacer?

—  ¿estás diciendo que hay un traidor? ¿Un mago oscuro entre nosotros?

—  dudo que sea alguien que usa magia negra, ya lo habríamos notado—  otra vez los susurros.

—  ¿Qué propones Kiran?—  bien, aquí va.

—  una tregua, pretendo que Hadrien nos ayude con la maldición. De momento es lo más importante—  aun ni término y las voces de “Locura” “Inaceptable” y “Rendición” ya están en la sala.  Suspiro, pero no muestro que esto me afecte. No se supone que tenga que dudar, pero vamos, esto no es cualquier cosa, no estoy seguro de esto.

—  Kiran ¿Qué se supone que pretendes?

—  solo ayudar. Si lo de la maldición se repite no tenemos medios para solucionar nada…

—  Eso no es motivo para que tengamos que depender del señor del mal—  la luz se apaga unos momentos, como si solo hubiera decidido irse.

—  Lo siento, creí que era el baño— Hadrien no sonríe, pero parece que está un  poco divertido, de pie en la entrada—  ¿discutiendo algo importante?  

—  Hadrien, no es momento— nadie dice nada ¿tan terrible es que Hadrien aparezca por aquí? Yo lo encuentro un poco gracioso a decir verdad.

—  oh, sí, claro. Les dejare para que sigan discutiendo como prefieren morir.  

—  Hadrien—  él solo hace un gesto despectivo con la mano y se gira a la  puerta.

—  ¿Es una amenaza?— dice alguien.

—  ¿amenaza? ¿Yo? No, para nada. Al parecer no me necesitan si encontraron como deshacer la maldición o al menos detenerla un tiempo. Entiendo, entiendo, sé cuándo ya no soy necesario en algún lugar— su voz está llena de fingida tristeza. Después de eso, sale. Todos siguen en silencio unos momentos.

—  Les dejare pensar la situación— digo, saliendo rápido también. Ya es de noche, Hadrien debe tener su respuesta y espero que no sea lo que pienso a juzgar por lo que dijo en la sala. Paso rápido por los pasillos, aunque no sé si vino en esta dirección—  ¿Hadrien?—  pregunto, cuando abro la puerta donde se queda. El chico pelirrojo me mira.

—  salió. Dijo que le enfermaba no poder hacer lo de siempre. ¿Es verdad que tú eres quien ha impedido que haga sus planes?

—  Algo así—  he visto a Lou-May y no luce muy bien, está asustada, preocupada. Este niño no luce nada como eso.

—  ¿Por qué nos dará entonces ese libro?

—  Aun me lo pregunto—  murmuro.

—  ¿Qué?

—  Nada, busco a Hadrien, iré a seguir buscando—  no tengo que buscar mucho para encontrarle. Le encuentro en la salida, en un par de sillas que según recuerdo no estaban aquí, y bebiendo de unas bonitas tazas de porcelana. Afuera está lloviendo. No está solo, el ifrit está ahí también.  Hadrien parece relajado hablando, hace mucho que no le veo de esta forma. Me siento molesto de verle así.

—  ah, Kiran. Creí que seguías en la reunión.     

—  Allá debería estar, pero hay causas sin sentido—  Hadrien sonríe.

—  ¿Por qué no vas a ver qué está haciendo Han? No ha pasado nada hoy, así que estoy un poco intranquilo.

—  Lo pille a la primera, ¿sabes?—  el ifrit se levanta, la taza que tenía desparece. Le vemos alejarse.

—  sigue molesto porque le quite su objeto— dice Hadrien—  por cierto, lo pensé bien, y aceptare tu oferta si es que te han dejado hacerlo.  

—  Ah— me siento en la silla que quedo— lo hare aunque me digan que no. esto es más importante de lo que parece, lo puedo sentir.   

—  claro. No me importa… tengo algunas condiciones.

—  dime.  

—  haremos algunas cosas a mi manera, mi método es más efectivo en ocasiones—  umm, esto no es lo que esperaba. Si Hadrien quiere hacer esto a su modo, no augura nada bueno—  para iniciar, no te sorprendas de lo que haga cuando encuentre al que hizo esto.

— ¿Confías en que lo encontraras?—  me mira, sus ojos parecen vacíos, siempre lo parecieron, como si mirara algo que no está aquí, algo que no está en este mundo. Después me estremecí al descubrir que era un nigromante.

—  lo hare—  no lo dudo—  ¿y bien?

—… supongo que es justo. Pero si hay otra alternativa, si se puede llegar al mismo destino por un camino menos… oscuro, ¿lo pensaras?

—  si nos ahorra tiempo sí. El tiempo es prioridad—  asiento, tiene razón. Miro la lluvia. La puerta está abierta y entra un frio agradable.

—  ¿Por qué aceptaste esto? ¿Solo fue por el libro?—  le veo beber de la taza.

—  ¿Por qué otra razón estaría aquí?—  dice, sin mirarme.  ¿Por qué hice esta pregunta? Hadrien… admito que al tenerle aquí, sin estar en medio de alguna batalla, me hace darme cuenta de que no he superado a Hadrien.

—  ya veo.

—  ¿Vas a desafiar al parlamento?—  no sé, no lo sé. No quiero hacerlo, pero… si hay algo que nos ponga en peligro, hay muchas personas que pueden verse afectadas—  ni siquiera sabes si esto será un caso aislado.

—   no, no puedo saberlo.

—  para tu suerte, tienes a alguien que puede preguntarle el futuro a los muertos. Si no haces algo pasara algo grave. No es que me importe, si se destruyen entre sí para mi mucho mejor.

—  ¿estás intentando convencerme de que lo haga?

—  no.

—  de seguro tienes ya algo en mente ¿no?

— Por supuesto ¿por quién me tomas?— espero unos momentos—  las joyas, pienso usarlas… las joyas malditas. Sus maldiciones también son fuertes, causan muerte y desgracia. Si las puedo entender, desentrañarlas, puedo crear la contra maldición.

—  ¿seguro?

—  no, pero es lo mejor que tengo.

—  Supongo que si alguien es capaz de hacer eso, serias tú—   Hadrien hace una mueca de desagrado.

—  no me gusta que pongas todo sobre mi. Te he escuchado hablando allá, pienso que estás haciendo demasiado para que me quede ¿Por qué? Nunca antes lo habías hecho—  me parece percibir cierto tono resentido en su voz.

—  ¿recuerdas cuando venias a dormir a mi habitación?—   Hadrien no me responde, sus ojos están fijos en la calle.  Cuando pienso que no va a responderme, le escucho.

—  ¿Por qué traes de vuelta el pasado?

—  solo recuerdo con frecuencia esos días.

—  yo también, en especial cuando acabaron. Encontrare la forma de salvar a Han, te daré el hechizo y me quedare con el libro. Es todo.

—  Hadrien.

—  si piensas que algo cambiara con esto, estas equivocado—  se levanta, dejando la taza sobre la silla—  no hago esto por ti, ni por ninguno de ustedes, que les quede claro—  se va, con ese paso elegante que adquirió en algún momento. Suspiro. Tratar con Hadrien ahora es más difícil. Todo se volvió tan complicado desde hace algunos años.  Creo que lo Inevitable rara vez sucede, es lo inesperado lo que suele ocurrir. Y de cosas inesperadas se mucho.

 

 

El lugar es pequeño, hace días que llegan noticias de que suceden cosas extrañas en este lugar. Sabemos que es magia negra, alguien ha estado haciendo cosas prohibidas en este lugar.

—  Kiran ¿hacia dónde?—   Jency susurra a mi lado. Está demasiado silencioso. Parece que este lugar está abandonado, y aun así…

—  Espera…—  algo, ¿eso es un gemido? Ojala fuera uno de placer y no uno macabro como este. Algunos de los magos que vienen me miran, esperando.

—  ¿Qué…?—  alguien viene. Por la ropa sé que es una mujer. Se mueve lento, como si estuviera herida—  ¿señora?—  solo emite una serie de sonidos guturales.

—  Carajo—  dice alguien. Ella tiene la mirada perdida, los ojos casi blancos—  está muerta—  algo no está bien… esto es… quien habla se adelanta, formando un fuego en su mano. La mujer se mueve de forma casi idéntica a un reanimado, pero no parece… ¿no debería estar más muerta? No hay señales de que estuviera enterrada, sus ropas están muy limpias.

—  ¡Detente!—  desvió el fuego, que cae a unos pasos de la mujer, que sigue caminando, ajena a lo que hacemos.

—  ¿¡Porque hiciste eso?! Debemos terminar con…

—  Está viva— le interrumpo. Todos pasan la vista de mí, a la mujer.

—  ¿Cómo…?—  señalo.

—  respira. Los muertos no tienen respiración—  no me hace nada feliz esto. Es una magia nueva, algo que no había visto antes. Siempre son cadáveres reanimados, personas pudriéndose y atadas a la voluntad de alguien más. Esta mujer no está muerta, pero si sometida a alguien más—  No le hagan daño, evítenla.

—  Kiran, esto es una atrocidad ¿Quién sería capaz de hacerlo?  Ni siquiera es un cadáver…. y… oh, cielos—  detrás de la mujer viene otra, más allá un chico, y otra mujer… camino hacia delante, la calle principal está llena de personas en iguales condiciones.  

—  ¿Qué es esto?—  veo el miedo en los rostros de los que me acompañan. Las personas no hacen nada, solo deambulan perdidas por la calle. Sujeto a una joven que pasa por mi lado.

—  ¿puedes oírme? ¿Me escuchas?—  ni siquiera sé si puede verme. Permanece inmóvil, con la boca un poco abierta. De pronto, sus manos intentan sujetarme, ahorcarme. Logro retroceder, no solo ella, todos se giran hacia nosotros, intentando alcanzarnos. La reacción de los demás es agruparse y crear una barrera para que no puedan tocarnos —  basta, no quiero dañarles.  

—  Ellos no pueden oírte—   alzo la mirada, ahí, donde inicia la calle, de pie en el inicio de las escaleras que dan a una gran casa. ¿Quién…?—  no pueden hablar, ni hacer otra cosa más que lo que yo diga.   

—  Tú hiciste esto—  no es mayor ¡Pero si apenas es un chico! Es obvio que no es un niño, o un joven, pero no es tampoco un adulto.

—  ¿No es eso lo que acabo de decir?—  comienza a bajar las escalera, las sombras parecen moverse junto con él, y el clima se ha vuelto realmente frio—  creí que todos en el parlamento eran listos, ya veo que no es así.  

—  ¿Listos?—  reconozco a la mujer que habla, una chica valiente—  ellos son humanos,  no pueden hacer mucho contra nosotros—  hay algo en la expresión… en… la luz de la luna llena le da en el rostro.

—  ¿Hadrien?—  su cabello es más largo, está más delgado y también es más alto que la última vez que le vi. Sus ojos me miran fijamente.

—  cuanto tiempo sin vernos, héroe del parlamento.

—  ¿Qué estás haciendo, Hadrien? Detén esto de una vez—   se detiene al bajar las escaleras.

—  no.

—  Kiran, déjalo. No hay forma que pueda vencer—  Hadrien ríe, una risa… vacía, carente de emoción. 

— ¿Pero quién hablo de vencer?— dice, sonriendo— hoy solo estoy haciendo una demostración— ¿demostración? ¿Está haciendo esto para mostrarnos lo que es capaz de hacer? No puedo evitar soltar un gemido de tristeza, tristeza por en quien se ha convertido el chico a quien conocía.

—  Kiran—  alguien me toca el brazo. Jency me está intentando decirme algo con la mirada, pero estoy demasiado perdido como para entender algo—  podemos llegar a él si lo inmovilizamos.  

—  ¿inmovilizar?

—  Detenlo unos momentos, bajaremos la protección— todos son susurros.

—  deberían pensar mejor las cosas—  murmura Hadrien, pero se escuchó muy bien en medio del silencio—  ahora, yo seré su peor pesadilla.

—  Hadrien.

—  ahora, preguntare ¿prefieren venir por mi o salvarles? Decidan—  ¿salvarles? Jency me mira, confundido. Hadrien gira hacia la calle lateral, camina tranquilamente—  mueran.  

— Espera…—  no puedo ni dar el paso, porque las personas comienzan a  moverse.  Veo que todos se ponen alertas, pero no hay peligros para nosotros—  ¿Qué…?—  lo primero que veo, es como un hombre se pone a ahocar a una mujer.

—  ¡Kiran!—  rayos, intento ver a Hadrien, detenerle, pero no hay forma de seguirle. Las personas se han comentado a matar entre ellas—  ¡Hay que detenerlos!—   logro quitarle una roca a una mujer que pretendía dejarla caer sobre la cabeza de un chico. Esto… es una horrible masacre. Pronto solo puedo oler la sangre en el aire. Pasó sobre el cuerpo de alguien, intento no caer cuando piso un charco de sangre. Cuando llego a la calle, le veo casi llegando al otro extremo.

—  ¡Hadrien!—  grito, mi voz se alza sobre los ruidos. Se gira, su rostro serio, sin expresión. Alza la mano y luego solo desaparece. Escucho pasos atrás de mí. Jency viene, cubierto de sangre—  ¿estás bien? 

—  Se degolló, esa  mujer… ¡No sé de dónde saco ese cuchillo!—  sacude la cabeza—  no es posible salvarles, hacen hasta lo imposible para poder matarse a sí mismos.

—  por dios…—  ya solo veo a los que vinieron conmigo de pie. Él sabía, Hadrien sabía que no había forma de salvarlos—  llamemos a los demás, alguien tiene que… que limpiar todo esto—  hay tantos cuerpo… tantas vidas…y todo fue obra de Hadrien.

—  era un nigromante, ¿cierto?—  pregunta alguien más.

—  sí…

—  debemos informar sobre esto. Esta clase de poder… es algo que deberíamos saber. Nunca vi…—  se gira, y le vemos vomitar. La verdad es un espectáculo nauseabundo. ¿Por qué hizo esto? ¿Qué…? ya sabía que estaba siendo aprendiz con ese mago, pero eso fue hace mucho tiempo. Ahora… Hadrien se ha convertido en una amenaza. ¿Somos enemigos ahora?  No quiero… no quiero luchar contra él. No quiero tener que ser yo quien…   

Esa fue la primera noche que soñé con Hadrien en muchísimo tiempo. En mi sueño, Hadrien estaba sentado en el suelo y no era este joven que vimos, si no el Hadrien que yo conocí, aquel niño con miedo a las pesadillas, no podía ver su rostro. Cuando me acerque, había lágrimas en sus mejillas. Hadrien estaba llorando.

Tuve sueños como ese frecuentemente, en todos Hadrien lloraba. ¿Por qué lo hace? Con el tiempo, yo mismo me convencí de que no le gustaba lo que hacía, que Hadrien no era malo en realidad… aunque eso era lo de menos. Hadrien hizo algo malo, Hadrien se convirtió en mi enemigo, y nada más es importante.

 

 

 

Notas finales:

Si quedo algun error es sin querer.

Como sabran, lo que ha pasado en México fue terrible, tambien soy de México, pero no vivo en los estados afectados. Espero que sí tú que me lees vives cerca de esas zonas, estes bien tanto tú como tu familia. 

 

Gracias por seguir esta historia.


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