Me deslumbraste en cuanto te vi.
Pero tus sonrisas no eran para mí.
Tus ojos no me veían a mí.
Tu corazón no latía por mí.
Pero no importaba por que así era feliz.
Pero pronto tus sonrisas comenzaron a desaparecer.
Vi como te esforzabas y como cada intento dolía.
Vi como poco a poco la indiferencia te lastimaba.
Vi como poco a poco te marchitabas.
Lo vi por que mis ojos solo a ti te contemplaban.
Una noche indefenso te encontré.
Mi corazón gritaba para que te abrazara.
Pero mi mente me advertía que no era a mí a quien necesitabas.
Todas mis heridas todos mis fantasmas, temía que a ti llegarán.
Pero la desolación en tus extintos ojos quiso que a ti me acercará.
Mis intenciones eran sencillas.
Solo hacerte compañía.
Todo comenzó con un silencioso café.
Luego tus solitarias noches me pertenecían.
Poco a poco a brillar a volvías.
Y cada día una nueva sonrisa me compartías.
Pero mi corazón egoísta mas de ti me exigía.
Pero yo le refrenaba.
Hasta el día que aquel sonrojo traicionero derribo mi resolución.
Mi alma vibro.
Tú aún sentías temor.
Pero con paciencia te mostré el lado amable del amor.
Y nuevamente junto a un café mi amor te confesé.
Muchas veces vacile.
La presencia de él me hacia retroceder.
Hasta que entendí que quizás yo te podía hacer feliz.
Suavemente lo nuestro comenzó.
Entre citas y conversaciones un “Te amo” se escapó.
Te besé despacio queriendo mantener el momento.
Él tú cambio ni si quiera noto y no me importó.
Unas semanas pasaron cuando decidimos mostrar nuestra relación.
Y entonces él comprendió que ya no tenía más tu amor.
El tiempo avanzó y lo nuestro solo se fortaleció.
Tenía una caja en el bolsillo y la ansiedad en el corazón.
Te invite al lugar que esperaba fuese nuestro hogar.
Los nervios me traicionaron y en cuanto entraste mis piernas flaquearon.
Me puse de rodillas antes de que la puerta se cerrará.
Mi rostro tus besos recibió mientras aceptabas.
Y aquí estas con esa sonrisa deslumbrante.
Prometemos amarnos incluso después de esta vida.
Bailamos. Te sostengo. Me abrazas.
Y se que este es mi lugar. Se que este es tu lugar.
Yo soy tuyo tu eres mío y no puedo pedir más.
Me deslumbraste en cuanto te vi.
Pero tus sonrisas no eran para mí.
Tus ojos no me veían a mí.
Tu corazón no latía por mí.
Pero no importaba por que así era feliz.
Pero pronto tus sonrisas comenzaron a desaparecer.
Vi como te esforzabas y como cada intento dolía.
Vi como poco a poco la indiferencia te lastimaba.
Vi como poco a poco te marchitabas.
Lo vi por que mis ojos solo a ti te contemplaban.
Una noche indefenso te encontré.
Mi corazón gritaba para que te abrazara.
Pero mi mente me advertía que no era a mí a quien necesitabas.
Todas mis heridas todos mis fantasmas temía que a ti llegarán.
Pero la desolación en tus extintos ojos quiso que a ti me acercará.
Mis intenciones eran sencillas.
Solo hacerte compañía.
Todo comenzó que un silencioso café.
Luego tus solitarias noches me pertenecían.
Poco a poco a brillar a volvías.
Y cada día una nueva sonrisa me compartías.
Pero mi corazón egoísta mas de ti me exigía.
Pero yo le refrenaba.
Hasta el día que aquel sonrojo traicionero derribo mi resolución.
Mi alma vibro.
Tú aún sentías temor.
Pero con paciencia te mostré el lado amable del amor.
Y nuevamente junto a un café mi amor te confesé.
Muchas veces vacile.
La presencia de él me hacia retroceder.
Hasta que entendí que quizás yo te podía hacer feliz.
Suavemente lo nuestro comenzó.
Entre citas y conversaciones un “Te amo” se escapó.
Te besé despacio queriendo mantener el momento.
Él tú cambio ni si quiera noto y no me importó.
Unas semanas pasaron cuando decidimos mostrar nuestra relación.
Y entonces él comprendió que ya no tenía más tu amor.
El tiempo avanzó y lo nuestro solo se fortaleció.
Tenía una caja en el bolsillo y la ansiedad en el corazón.
Te invite al lugar que esperaba fuese nuestro hogar.
Los nervios me traicionaron y en cuanto entraste mis piernas flaquearon.
Me puse de rodillas antes de que la puerta se cerrará.
Mi rostro tus besos recibió mientras aceptabas.
Y aquí estas con esa sonrisa deslumbrante.
Prometemos amarnos incluso después de esta vida.
Bailamos. Te sostengo. Me abrazas.
Y se que este es mi lugar. Se que este es tu lugar.
Yo soy tuyo tu eres mío y no puedo pedir más.