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Debajo de las Sábanas por Glace Rose

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Cuando era niño solía preguntarle todas y cada una de las cosas a su madre, Krest siempre había sido un tanto arisco pero adquiría una paciencia infinita para esclarecer todas sus dudas, era algo exclusivo para él, lo hacía sentirse especial. Había sido el centro del universo de su madre, el castaño había vertido lo mejor de sí mismo a la hora de formarlo.

 

Su relación con Itia, su padre, era escasa, sabía que su progenitor solo estaba interesado en regresar con su madre y que las pocas veces que lograron hablar sólo le pedía información o ayuda, consideraba lamentable y hasta patético utilizar a un niño para ese tipo de cosas.

 

Eres único y especial, sólo tú sabes tu ritmo, nunca permitas que ajenos pasen a llevar tus deseos, impone tu tiempo, no lo olvides Dégel.

 

¿Cómo habían llegado a esto?

 

_Kardia...basta...mmm

 

_Tranquilo… todo está bien…

 

Susurró el peliazul antes de volver a atacar sus labios con hambre contenida, Dégel sentía el peso sobre su cuerpo, como se colaba entre sus piernas con facilidad buscando saciar su apetito, devorando con pasión sus carnosidades.

 

Ya no lo sabía...

 

Habían pasado todo el día en la ciudadela, haciendo un recorrido por toda la feria como una pareja común y corriente, no el príncipe y un noble extranjero. En cierto punto había descubierto nuevas facetas de Kardia, era más sencillo de lo que aparentaba, una persona que disfrutaba de los pequeños detalles que le brindaba la vida, aprovechando cada segundo como si fuera el último.

 

Quizás por eso mismo, o tal vez su poder de convencimiento,  aceptó ir a una taberna con él, el pintoresco sitio estaba colmado de todo tipo de personas, nunca había estado en un ambiente tan diverso a su vez que peligroso. Lo que pensó un vaso terminaron siendo, dos, tres, una jarra completa de sidra para ambos, o tal vez más.

 

_No puedo... más Kardia…

 

_¿Ya quieres hacerlo cariño? - la ronca voz del mayor se arrastró por cada palabra - no creí que fueras tan ansioso…

 

Dégel negó. Tras beber más de lo que hubiera querido admitir, Kardia se lo había llevado sobre sus hombros tal cual soldado con algún jacinto de turno. En la euforia provocada por el alcohol no se había percatado del peso de sus acciones, mucho menos su aletargado estado, sentía su cabeza dar vueltas y su cuidado recato haberse hundido en los confines de su mente.

 

En esos momentos estaba recostado en lo que imaginó, una dura cama que a cada movimiento de sus cuerpos provocaba un molesto rechinar. Lo que creyó uno de los tantos juegos con Skorpious parecía haberse ido de sus manos, ahora tenía el fornido cuerpo sobre él, sentía las amplias manos acariciar su pecho, buscando con ansias las cintas para deshacerse de la fina túnica, ante el mínimo toque un indescriptible calor recorrió su vientre bajo extendiéndose por todas sus extremidades, de pronto sentía su cuerpo arder y las prendas molestarle.

 

Dégel levantó su rostro notando los zafiros brillar sobre su figura, casi pudo jurar como un destello carmín bailó sobre sus irises ¿serían los efectos del alcohol?

 

_No… espera Kardia - su lengua se trataba sobre su paladar de un modo tan torpe que a él mismo le extrañaba - no quiero...no así…

 

Sus filtros mentales se habían disipado, ahora podía admitir gran parte de sus pensamientos de un modo tan deliberado que llegaba a ser aterrador, Dégel pudo notar como los labios de Kardia se curvaban en una suave y confiada sonrisa, de seguro estaba deleitándose con su presa antes de engullirla sin retorno alguno.

 

¿Deseaba esto? Absolutamente. Deseaba a Kardia desde el momento en que sus miradas lograron conectarse en el baile dorado. Su frustración iba ligada al hecho de que sería una presa fácil y maleable, su sentido del orgullo se iría al olvido al haberse entregado bajo los influjos del alcohol. Lo peor de todo es que Kardia parecía de una pieza por más que hubiera bebido mucho más que él.

 

Muy en el fondo, hubiera deseado que las cosas fueran de otro modo, no sentía el romanticismo aferrado a él pero al menos, hubiera querido tener su primera vez sobrio y sobre un lecho medianamente decente. En cambio, se encontraba siendo manoseado por el mayor en un motel barato.

 

No había caricias ni palabras cargadas de afecto.

 

No había amor.

 

_¡Que no! - como pudo se apartó sintiendo como su cabeza daba vueltas, entorno la mirada notando un borrosa mancha azul.

 

_¡Deja de molestar Dégel! - nuevamente lo inmovilizó bajo su cuerpo, su diestra aprisionó las manos sobre su cabeza mientras su zurda se cerró sobre la quijada del menor - he esperado demasiado para esto, ahora cerrarás el pico y me abrirás esas hermosas piernas ¿entiendes?

 

En circunstancias normales se hubiera negado, pero ahora se sentía ahogado en el alcohol y en esa ponzoñosa mirada que no dejaba de asediarlo, el calor de su cuerpo traicionaba a su precaria mente. No podía pensar con claridad, no deseaba pensar.

 

Un asentimiento seguido de un quejido fue lo que obtuvo Kardia antes de soltar el fuerte agarre en sus brazos. El alcohol le había hecho perder los estribos y ya poco recato, lo que creyó un juego le había hecho perder el buen juicio, ahora solo pensaba con su cuerpo, el cual le pedía con calurosa urgencia tomar al rebelde peliverde. Hubo algo en la mirada de Dégel, el aterrorizado brillo, imponer su poderío, le había fascinado su faceta sumisa, aquella que evidenciaba lo joven que era.

 

No le importó la penumbra, mucho menos el horrendo lugar que había escogido para poseerlo, sólo deseaba fundirse en las curvas de su cuerpo, marcar su piel y reclamarlo como suyo. Con premura fue desvistiendo al menor, las túnicas que con tanto esmero había escogido se vieron rasgadas y arrugadas en el piso ante el desconcierto de Dégel, el cual parecía mudo de la impresión, su expresión era temerosa pero a su vez expectante.

 

_Kardia…

 

Fue lo último que pudo decir antes de sentir los labios del mayor cubrir los suyos, con una pasión que lo dejó aturdido, de modo torpe recibió la traviesa lengua de Kardia, envolviéndose a ella en el desesperado intento de calmar su ímpetu, cosa que parecía haber hecho todo lo contrario, las manos de Kardia bailaron sobre su fina silueta, hombros y torso, cerrándose en sus pezones los cuales giró con fuerza y saña.

 

_¡Ahh! … ¡basta! - un alarido cargado de éxtasis se escapó de los labios del peliverde.

 

_¿Y perderme de tus hermosos gemidos? - gruñó sobre sus labios para mordisquear el inferior con fuerza.

 

La mirada de Dégel se dilato, recibía una cantidad de estímulos que creyó inexistentes, ese hombre era rudo, caliente y totalmente intenso, comenzaba a detestar su trato verbal y a amar sus manos, la deliciosa contradicción entre su cuerpo y su mente le harían colapsar.

 

Era tan odioso, persistente y dominante.

 

_Por favor… no así - un lastimero gemido abandonó los labios de Dégel.

 

_¿Quieres cariño y ternura?

 

La voz de Kardia era ronca, se encontraba besando la suave piel de su cuello, a la altura de su carótida, en ningún momento dejaba de acariciar, una mano estaba en el pezón derecho del menor, el cual ya estaba irritado al igual que su hermano, la mano sobrante reptaba por la piel de su vientre bajo, como una serpiente acercándose a un jardín prohibido.

 

_No es eso… - ¿Que deseaba realmente? Estaba tan inmerso en la ola de dolor y placer que ya no lo sabía.

 

Kardia sonrió antes de dar una fuerte succión que de seguro dejaría sus marcas en la pálida piel.

 

_¿Entonces? - esperó, sería el último favor que le haría a Verseau - ¿quieres un amante cálido y tierno? Lo siento pero no sé cómo serlo, no soy un príncipe azul - su nariz paseaba por la irritada piel - lo único que puedo ofrecerte es este oscuro placer.

 

Fue lo que siseo antes de continuar el recorrido hacia la intimidad del menor, estaba a milímetros de hacerse con la exquisita zona que había dejado para el final. Con ambas manos bajó de un tirón la única prenda que cubría la desnudez de Dégel, aquel chico era hermoso, delicado y vulnerable como un ángel. La pupilas de Kardia se expandieron al punto de que apenas se notaba el intenso zafiro, llevó sus manos a la entrepierna del menor cuando…

 

_¡¡Ahhh!!

 

El grito de Kardia fue desgarrador, retiró su mano de la naciente erección del menor, como quien tocaba ácido y se sentía corroer por el ardor. Dégel aprovechó de separarse un poco subiendo su ropa interior y buscando resguardarse.

 

_¡¿Acaso te volviste loco?! - Dégel chilló exaltado, sentía los vellos de punta.

 

_¡¿Qué mierdas te echaste en el pito?!

 

La pregunta hizo tiño el rostro del menor en un intenso carmín, ira y vergüenza entrelazadas a sus ofensas.

 

_¡No sé de qué hablas! ¡Estás loco Kardia!

 

Todo deseo se había esfumado, a tientas, Dégel buscó su ropa vistiéndose con una rapidez digna de alguien que va a la guerra.

 

_Cuando te toque el paquete…

 

Un incontrolable dolor se había apoderado de cada fibra de su cuerpo, al punto que toda excitación se había ido al olvido, había sido en el preciso momento en el cual intentó abrirse en la zona íntima de él. Lo contempló agitado e iracundo ¿Qué mierda tenía ese niño?

 

**

 

Aprovechando lo que de seguro sería su única oportunidad, Krest y Mystoria habían abandonado el palacio Gémeaux, si bien en un comienzo Mystoria se había mostrado reacio al abandonar el castillo, logró ser convencido por la realidad expuesta por su hermano.

 

Gracias al manejo que Krest poseía sobre los portales, no tardaron en llegar a la casona de verano de los Verseau, era demasiado sospechoso acudir al palacio principal y el castaño poseía una mayor seguridad y cantidad de recursos en ese pequeño y recóndito sitio.

 

_No ha cambiado en nada.

 

Fueron las palabras de Mystoria al cruzar el umbral de su habitación, por un instante se sintió perdido en el tiempo, el cual no parecía pasar en ese lugar, su mirada vagó por cada detalle, su cama de dosel, armario y tocador, inclusive conservaba el aroma que solía usar cuando era adolescente.

 

_No tenía el derecho de hacer tal cosa, este es tu sitio - un suave suspiro abandonó sus labios- prepararé una merienda, te espero en el salón.

 

Fueron las escuetas palabras de Krest, dejando al peliverde a solas para que tuviera su momento íntimo. Mystoria tomó asiento en su tocador, notando los cambios que solo su cuerpo había experimentado puesto lo demás seguía en su sitio, de manera artificial e impoluta.

 

Su reflejo en el espejo le hizo pensar ¿Cuánto tiempo había pasado? Aún recordaba que había abandonado ese lugar al contraer nupcias con el rey de Sud, era tan niño, tan ingenuo pese a todo lo sufrido. Su mirada descendió a los artículos sobre la mesada, la mayoría eran cosas de aseo y cuidado personal.

 

No esperaba volver a verlo, aquel fino anillo de plata con incrustaciones de zafiros, había escuchado perfectamente lo dicho por Krest ¿Que le había hecho pensar que este se encargaría de borrar cada doloroso evidencia? Guardando la calma tomó la fina pieza de joyería, la contempló unos segundos, estremeciéndose agridulce recuerdo.

 

_¿Es para mi? - los orbes color cielo brillaron con emoción contenida.

 

_¿Ves a otro digno de tal atención?

 

_No lo sé - titubeó unos momentos - eres pretendido por muchos chicos.

 

_Es algo que me tiene sin cuidado.

 

La voz del mayor era seria, no obstante estaba cargada de un profundo afecto. Tomó la mano de su atónito acompañante deslizando el anillo por su anular, parecía hecho a su medida puesto no hubo objeción de su falange al recibir preciosa joya. El menor levantó su delicada mano arrebatando halos de luz azul de la piedra.

 

_¡Es magnífico!

 

Fue sacado de su ensoñación por los fuertes brazos, los cuales se envolvieron a su cintura apropiándose de su espacio personal, al conectar sus miradas no pudo saber que cruzaba por la mente del mayor, sus esmeraldas eran tan profundas como calmas, lo absorbían sin algún tipo de retorno. Pasaron algunos segundos, los cuales creyó una eternidad antes de ver cómo sus labios se curvaban en una media sonrisa.

 

_Es tan fácil consentirte - se acercó a una distancia tan reducida que sus labios se rozaban de en una romántica amenaza.

 

_¿Tú crees? Puedo ser algo…

 

No tuvo tiempo de terminar, sus labios fueron envueltos por los contrarios con fervorosa pasión, antes de que su mente procesara todo, sus brazos se aferraron al cuello contrario, perdiéndose en el calor de sus labios, disfrutando el beso como si fuera el último.

 

_¿Qué me hiciste niño? fueron las arrastradas palabras tras romper el mágico momento, cerró sus ojos, sonriendo para sí mismo en tanto lo atraía más a su cuerpo.

 

_Amarte con todo mi ser, Écarlate…

 

Agitó su cabeza, mareado por aquellos recuerdos, los que creyó perdidos, los que deseaba olvidar con desesperación. Su traicionera mente le había jugado una mala treta, él hallaba allí, escondido del mundo, escapando de la guerra, huyendo de su esposo.

 

Evocando su mayor tormento.

 

Tuvo que salir de la habitación, necesitaba aire, huir de ese sitio que le recordaba todo. Bajó a la primera planta siendo invadido por el suave aroma del té de jazmín y vainilla, allí, sentado cómodamente en uno de los divanes se encontraba Krest ojeando un libro rojo, no tenía ningún título siendo lo único que se notaba, las decoraciones doradas que se torcían con gracia por todo el lomo. Al notar su presencia, el castaño levantó su mirada contemplando unos momentos a su hermano menor.

 

_Supongo que no rechazaras mi té de jazmín y vainilla, era tu favorito.

 

_Lo sigue siendo - se forzó a sonreír mientras se acercaba a uno de los sofás.

 

Krest cerró su libro dejándolo en una de las pequeñas mesitas del salón, con parsimonia sirvió dos tazas dejando una para que su hermano tomará.

 

_¿Sin azúcar?

 

_Por favor - notaba muy silencioso a su hermano mayor, no era como si Krest fuera una persona de mucha habla, sin embargo con él las cosas cambiaban - ya sabes mis gustos, Krest.

 

_No lo sé, han pasado muchos años desde que vienes a este sitio, ni vale la pena mencionar hace cuánto que no pisas el palacio Verseau.

 

_Lo siento es solo que… - su voz se fue disolviendo, tomó la taza observando su reflejo en el cálido brebaje en tonalidades verdes.

 

El castaño no dijo nada de momento, se limitó a hacer lo mismo que el menor, contemplando un momento su infusión como si en la superficie de ella se encontrarán las respuestas a todo. Pasaron unos momentos de tirante silencio antes de que Krest decidiera tomar la palabra.

 

_Debo comenzar a entender tus decisiones, también dejar de proyectar mi frustración en ti.

 

_Ohh no Krest, no digas eso… - antes de que pudiera seguir fue callado por la glacial mirada del más bajo, tuvo que callarse.

 

_Desde que éramos niños que busque hacerme cargo de ti, nuestra madre era un desastre y necesitabas un apoyo.

 

Algo que se venía imponiendo desde que era un niño, por más que no se llevarán muchos años, Krest había asumido las responsabilidades de los dos, era algo que Mystoria agradecía pero a su vez no aprobaba del todo. En su fuero interno, el peliverde sabía el origen del malestar de su hermano, era algo que no disimulaba en lo absoluto.

 

_¿Te molesta que siga con Cain?

 

_Algo así - bebió un poco de té antes de seguir - me molesta que no luches por ti ni por tu hijo.

 

_¿Cómo puedes saber eso Krest? ¿Te has puesto a pensar en lo que dices? - frunció los labios, odiaba cuando Krest se ponía de ese modo - cada persona lleva su lucha de modo distinto.

 

_¿Estás justificando tu sumisión ante el rey como una lucha personal? - soltó sin ningún tacto.

 

_Prefiero eso y de ese modo puedo mantener seguro a Camus - ser consorte del rey le daba un sin fin de implícitos seguros.

 

_Déjame recordarte que Camus está desaparecido - ya había perdido la paciencia.

 

_Dégel también… - siseo arrepintiéndose de inmediato.

 

_¡¿Quieres que te recuerde el por qué?!

 

Krest dejó su taza a un lado, totalmente exasperado, por más que fingiera estaba preocupado por Dégel ¿Cómo no estarlo?

Mystoria analizó la situación, lo peor que podían hacer era pelear entre ellos, buscó respirar lentamente, obligarse a mantener la calma, aquella que estaba comenzando a carcomer su cabeza.

 

_Vale, lo siento Krest, es solo que… - dejando la taza a un lado, sostuvo su compungido rostro entre sus manos, estas temblaban - estoy asustado, si algo le pasa a Camus yo… yo…

 

El castaño se levantó de su asiento para ir a su lado, lo abrazó notando como, con esa simple acción, había desatado un suave llanto en el menor. Dejó que largara todo su dolor a través de sus lágrimas, al menos era una parte de la liberación que en algún momento tendría que llevar Mystoria.

 

_¿Hace cuánto que no lloras? - preguntó finalmente, acariciando con la yema de sus dedos el suave cabello verde, algo que sabía que lograba liberar tensiones en el menor.

 

_No lo recuerdo - su ahogada voz se iba en el pecho del mayor, pasaron algunos segundos antes de que pudiera recobrarse - Cain odia verme llorar al menos fuera del sexo.

 

_Cain está enfermo y es el centro de tu universo - con sus pulgares comenzó a limpiar las mejillas que habían adquirido un discreto rubor.

 

_¿No se supone que debe ser así? - murmuró bajo.

 

_Sería sano si realmente lo amaras.

 

Mystoria no pudo rebatirle eso, sabía que su hermano tenía razón, aun así sabía a qué punto quería llegar.

 

_Llevo la mitad de mi vida a su lado, a estas alturas ya no hay nada que hacer.

 

_No seas ridículo - pellizco su mejilla recibiendo un quejido del menor.

 

_¡Auch! ¡Deja eso!

 

_Tú quieres negar lo que realmente sientes - dio un fuerte jalón antes de dejar en paz al menor.

 

_Como si supieras eso - frotó su irritada mejilla.

 

_No debo ser adivino para saber que sigues liado a Écarlate Skorpious.

 

_No comiences con eso, sabes que ese es el último nombre que quiero oír.

 

_Porque caes en la cuenta que tengo razón.

 

_¿Por qué estás tan ensimismado en eso? - ahora parecía nuevamente un adolescente avergonzado.

 

_Por qué andas así desde que te enteraste que Écarlate está deambulando por los territorios, sé que eres sensible pero ¿llorón? Por favor.

 

¿Era tan evidente? Reprimió las inmensas ganas de levantarse y retirarse de allí, dejándolo hablar solo mas no lo hizo, a sabiendas de que Krest tenía razón, como siempre.

 

_¿Es tan malo? - con el único que podía hablar de eso era con su hermano.

 

_Mientras sufras de ese modo, si, lo es - fue tajante.

 

_¿Cómo lo hiciste tú?

 

_¿Hacer qué? - comenzaba a sospechar el sendero que su hermano quería llevar.

 

_Olvidar - acarició sus sienes de manera circular - digo, no puedo sacármelo de la cabeza, han pasado quince años y aún no puedo pero tu - entorno su acusadora mirada en el mayor - no tardaste en mandar al olvido a Eudoxia Skorpious.

 

Por más que quisiera disimular, la expresión de Krest se vio perturbada, de nuevo su querido hermano sacaba a flote aquel tema, el castaño intuía que, de alguna manera se estaba cobrando el hecho de entrometerse tanto en su vida.

 

_¿Quién te dijo eso? - Krest apoyó su mentón en la palma de su mano, cambiando la pierna que tenía cruzada.

 

_No te ves afectado al serte nombrado el nombre de ese sujeto - estaba contrariado, de hecho seguía hablando entre hipidos.

 

_¿Y? - al ver tan afectado al menor una punzada de conciencia lo atacó, no debía ser así con él - nunca he dicho que olvidé a Eudoxia, la diferencia es que ninguno de los sentimientos que albergo por él son buenos, mi rencor es lo que hace que me mantenga así.

 

_Te admiro Krest - no había pizca de ironía en Mystoria, era como un libro abierto - no sé cómo permitiste que tu hijo se fuera con un Skorpious ¡con el sobrino de ellos maldición!

 

_Dégel ya tiene diecisiete, Camus quince, están en edad de aprender ciertas cosas, salir de nuestro alero - ahora una sonrisa se asomó por los labios del mayor.

 

_¿Y si Skorpious quiere hacerle algo? … ya sabes… - se cohibio, Mystoria no sabía ser explícito.

 

_¿Violarlo? - lanzó sin más ante el horror en el rostro de su hermano - ya tengo mi seguro respecto a eso.

 

_¿Le enseñaste a defenderse? - era lo esperable por parte de Krest.

 

_Aparte de eso, algo mejor - de su bolsillo sacó su varita, al ver la curiosidad en el rostro del peliverde prosiguió - sin saber, le lancé un hechizo de defensa a Dégel, nadie de la familia Skorpious podrá mantener relación sexual con él.

 

_Pero… - era algo tan brillante como torcido - ¿Y si lo intentan de todos modos?

 

_Si quieren mantener su orgullo intacto, mejor que se vayan olvidando de mi hijo. Recibirían una horrible descarga eléctrica, una que produce un colapso que, si no se detienen, provoca la muerte.

 

_Yo debí aprender más magia - reflexionó el menor en voz alta.

 

_Estás a tiempo, aunque con tu dominio de la espada, hasta podrías cortar la cabeza de tu “amado esposo”

 

En ese preciso instante, Mystoria entendió porque Cain evitaba que viera mucho a Krest.

 

**

 

Por más que supieran la guerra cerca, no se esperaban que fuera de una manera tan sorpresiva como rápida. La nación de Nord siempre se había enorgullecido de mantener uno de los ejércitos más fuertes, eran superados en número por varios pero suplían esa falencia con sus estrategias certeras y fuertes soldados, eso de la mano con la crueldad a la hora de exterminar a sus enemigos, los habían dotado de una fama en todos los reinos, una de las piedras angulares de tal éxito eran los hermanos Skorpious, por más distintos que fueran, Eudoxia y Écarlate habían formado una letal combinación, el primero llevaba a cabo toda la estrategia y fuerza mágica mientras que el segundo, era cabecera de las tropas, de modo bastante inteligente había salido victorioso de todas sus batallas.

 

Ahora pretendían llevar por la misma senda a sus sobrinos, ambos, al no tener hijos se encargaban de preparar a los herederos, a fin de cuentas su hermano, el rey estaba demasiado ocupado.

 

Écarlate había quedado de ir a buscar a Milo, ese chico tenía un poder mágico sorprendente, inclusive podría superar a Kardia si se lo propusiera. Sabía que lo encontraría en la casona que había sido de Cardinale, el difunto esposo de Zaphiri, no entendía del todo ese extraño apego con ese lugar. Cruzó el umbral de la casa siendo recibido de inmediato por algunos gnomos domésticos.

 

_¡Señor Écarlate! Es un placer tenerlo aquí - el servicial gnomo hizo una teatral reverencia.

 

_Milo ¿él está aquí? - no quería ser descortés, ya suficiente con la vida que esos seres tenían.

 

_¡Sí!- el pequeño asintió de modo frenético posando sus enormes ojos en el pelirrojo - estaba en el sótano, probando unas porciones.

 

_Está bien, iré a verlo - comenzó a caminar por la casona pero la insistente mirada del gnomo lo alertó - ¿Pasa algo?

 

_Es que el señor dijo que debíamos avisarle si llegaba alguien.

 

Genial, ahora Milo dejaba como guardianes a unos gnomos, Écarlate alzó una de sus cejas, con intriga.

 

_¿Y piensas detenerme tu? - inquirió con una irónica sonrisa.

 

_¡No nono! - chilló el pobre gnomo, comenzando a tener un colapso interno.

 

Écarlate evitó hacer sufrir de más al desdichado ser, no tenía tiempo para divertirse. Cruzó el salón, reconociendo todo a su paso, aquella casa no cambiaba en nada, antes de que llegara a la puerta que daba con el sótano fue invadido un peculiar aroma, ya lo había sentido, más de una vez.

 

_Té de poleo.

 

El aroma provenía de la cocina, la puerta estaba entreabierta y sin darse cuenta, se vio movido por su latente curiosidad, al asomarse pudo ver una silueta de espaldas, llevaba una elegante túnica en tonalidades verdes, contrastando con la espesa melena de cabello carmín que se balanceaba hasta sus cintura. Tras verter el agua caliente sobre el enorme cuenco se dio la vuelta dejando a la vista un rostro que dejó de piedra a Écarlate.

 

El pálido y aniñado rostro enmarcaba unos enormes ojos color cielo los cuales lo observaron con anodina sorpresa, si se fijaba bien, Écarlate pudo notar más detalles, sus rasgos y físico eran idénticos a los de esa persona, solo diferenciadas por la melena rojiza.

 

Ese chico era idéntico a Mystoria Verseau.

 

_¿Té de poleo? - Écarlate preguntó por más que estuviera seguro.

 

El chico se vio increpado por la voz de Écarlate, asintió en silencio.

 

_Si quieres que su efecto mayor, agrega tres gotas de limón o cualquier cítrico.

 

¿Por qué lo ayudaba? Rápidamente pudo atar cabos, ese jovencito de seguro era la nueva entretención de Milo, tomaba esa infusión para evitar un embarazo ¿cómo olvidar el té de poleo que le había dado hacía tantos años a ese niño?

 

_Muchas gracias - Écarlate fue arrancado de sus pensamientos por la susurrante voz del menor - desde ahora comenzaré a hacerlo así.

 

_¿Cómo te llamas? - quería reafirmar su teoría.

 

_Camus Verseau - si bien era muy joven, a Écarlate le gusto la seguridad de él al hablar.

 

Entonces, efectivamente era una persona de Verseau ¿acaso tenían una maldición que siempre los liaban a esa familia?

 

Nuevamente el silencio, tal y como le había dicho, Camus fue a una de las fruteras y tras cortar un limón y exprimirlo, comenzó a beber de aquella infusión haciendo mala cara, el mismo modo de fruncir los labios y arrugar la nariz que tenía Mystoria.

 

_Me tengo que ir, espero te vaya bien con el amargo sabor.

 

Écarlate debía ir a buscar al maleante que tenía por sobrino, y por más que se sintiera intrigado por aquel chico no podía perder más el tiempo.

 

_Espere - se volteó a ver a Camus, este parecía dudoso pero finalmente habló - su nombre ¿Cómo se llama?

 

_Écarlate Skorpious, el tío de Milo.

 

Le facilitó aquella información antes de irse, después de todo sabía que de qué iba su presencia allí. Lleno de preguntas fue a buscar a Milo, ese mocoso tendría que darle varias explicaciones.

 

¿La historia se volvería a repetir?

Notas finales:

Hola gente linda, tarde un poco más en traer el capítulo, tuve algunos deberes pero es mejor tarde que nunca :’v

 

Se me había olvidado mencionar esto, tanto Camus como Dégel son “Verseau” y no el apellido de sus padres debido a su condición de fértiles, cuando nacen así conservan el apellido de su madre, en su caso, Mystoria y Krest Verseau

 

Quiero agradecer a mi beta Skorpioknight por toda su ayuda, aguantado mis errores

 

También a todos los que dejan review, me animan a seguir con el fic

 

Nos vemos en la próxima actualización :D!


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