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Medios Tonos (Omegaverse) por kurerublume

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Notas del capitulo:

Este cap me quedó más cortito que los pasados, pero no tanto jaja no se espanten 😂. Es que ya entré a un curso de capacitación y he estado un poco más ocupada.

Espero este cap les guste 😊😊🙂.

 

CAPÍTULO V: Primer tiempo

Apenas estaba intentando calmarse de aquel encuentro, el cual francamente le había causado una sensación tan placentera que se asustó de su propio cuerpo.


—Maldición —susurró tumbándose en su cama y fue ahí que se percató de lo que estaba en ella: su adorno. Lo tomó entre sus dedos, contemplándolo con detenimiento y sonriendo por todas las palabras nerviosas que el moreno le había dicho.


Y pensar que él había tocado la piel del Alfa, ni siquiera supo cómo, solo que lo hizo casi por instinto y se sintió tremendamente bien por eso.


Tan ensimismado estaba que no escuchó los toques en su puerta hasta que esta se abrió, Hiri se le quedó mirando al entrar.


—Joven Kise, ¿quiere que le ayude a vestirse? —oh, cierto, seguía en toalla.


—No hace falta, te llamo para que me ayudes con el peinado y a ponerme esta cosa encima —sonrío amablemente y esperó hasta que su sirvienta se fue para empezar a vestirse.


No le agradaba mucho ese tipo de reuniones, había invitado a Kurokocchi, Kasamatsu, pero de ahí en fuera, realmente no le daban ganas de convivir con más personas; ni Alfas ni Omegas ni Betas.


Era de esas ocasiones en las que se sentía fuera de sí, hace años le encantaban, y tal vez todavía era así, pero no lograba explicarse esa falta de ánimo que llevaba al menos 1 año.


No entendía. No se entendía.


Su corazón galopaba ansioso por encontrar a su destinado y teniendo oportunidades como estas… nada. Venga, seguro su lado Omega andaba jugándole una broma; muy cruel por cierto.


Pasados unos minutos, poco menos de 1 hora, por fin salió. Sabía de antemano que algunos miembros de su escuela del área de Alfas de rango I estaban ahí. Conocía a Wakamatsu, pero de ahí en fuera, solo caras que podía reconocer.


Al bajar al comedor pudo observar la cantidad de personas que habían llegado. Eran alrededor de 50.

Todos le saludaban, le sonreían y agradecían la invitación. No es que su familia fuera muy rica, pero los de su rango tenían que verse obligados a hacer ese tipo de reuniones, por razones algo obvias, pero que no se decían en voz alta.


—Hola, Kise —dio una sonrisa enorme al ver a su peliceleste amigo aparecerse junto a él, siempre tan sigiloso.


—Kurokocchi —le abrazó con entusiasmo y después de un par de presentaciones decidió llevar a su amigo a un lugar más callado para platicarle lo que había sentido. Este escuchó en silencio, sin poner una expresión muy obvia.


—Ya veo, entonces… ¿te gustó que te tocara?


El rubio se escandalizó al escuchar esa pregunta. ¿Le había gustado? No, claro que no, ese tipo era un sirviente de rango V, no había razón para que le gustara algo así. No, no, no.


—Yo…


—A mí me llamó la atención un Alfa de rango medio —sonrió levemente al ver la cara de su amigo— y no es razón para avergonzarme —acarició el hombro del más alto, esperando esa respuesta que había visto escondida en su relato.


—No lo sé —admitió sonrojado—, pero eso ahora no importa, solo es otro sirviente —se hizo chiquito al decirlo tan “naturalmente”.


—Supongo —sospechó de su amigo, pero no dijo nada. Sabía cómo eran sus padres y comprendía aquellas palabras ensayadas; esas que escuchas y repites por inercia.


Una vez adentro, pudo ver cómo todos empezaban a tomar lugar. Pero también notó otra cosa: unos invitados bastante peculiares.


—Madre —le llamó susurrando y una vez que obtuvo su atención, preguntó—, ¿quiénes son esos dos de la esquina? —señaló sutilmente .


—Del trabajo de tu padre, es hijo de uno de sus compañeros y lo acompañó su sirviente. Se llama Reo Mibuchi, es un Omega, por eso no estaba segura de invitarlo —admitió frunciendo el ceño, ya que más Omegas ahí los consideraba competencia para su rubio hijo.


—¿Y el que lo acompaña? —señaló claramente al moreno de cuerpo fornido, muy alto.


Su mamá se empezó a reír disimuladamente— Como si fuera a saber cómo se llama. Con trabajo recuerdo el de nuestros sirvientes, hijo —aquella broma le cayó como un balde de agua fría al Omega, ahí estaba otra vez esa forma de hablar que a él luego se le escapaba. No le gustaba del todo, pero era natural.


—Claro —paseó un rato más antes de ir a la mesa donde ya prácticamente todos estaban sentados, bebiendo un poco y divirtiéndose.


—Hola, Kise —se sobresaltó al ver que a su lado estaba Wakamatsu—, me dijeron que me sentara aquí.


—No te preocupes —sonrió nervioso al saber lo que sus padres maliciosos pretendían.


—Es obvia la razón —dijo sin nervios ni pena—. Esperan que te invite a una cita o algo así. Tus padres y mis padres.


—Lo sé —suspiró.

—Te ves hermoso, por cierto —sus mejillas se tiñeron de un precioso rojo muy tenue. Observó incrédulo al Alfa, quien no le dirigió la mirada, pero se notaba algo tenso—. Ese adorno en tu cabeza te favorece quizás más de la cuenta —y de verdad que no era su intención, pero sus manos empezaron a hormiguear y sin querer su aroma comenzó a brotar muy levemente, ya que sus pastillas no hacían milagros.


—Gracias —apretó sus labios y cerró más sus piernas. No sabía que unas palabras tan bonitas lo pusieran así de alterado—, tú también te ves muy apuesto.


Por un momento se planteó la idea de ese Alfa y él saliendo. No era tan descabellada ¿o sí? Llevaba alrededor de 2 años de conocerlo, pero realmente nunca habían hablado a profundidad. Él estudiaba y trabajaba en una compañía bastante importante, no sabía cómo podía hacerlo, pero le gustaba encontrar personas tan centradas y dedicadas, justo como Wakamatsu.


También estaban sus padres, estaba seguro que si no salía mínimo 1 vez con él, no le dejarían en paz.


—Esta vez tus padres se lucieron, en serio.


—Díselos a ellos y verás cómo los harás las personas más felices, y presumidas —ambos rieron, listos para el primer tiempo de la velada.


Kise estaba tan entretenido que no se dio cuenta que Kuroko no estaba sentado aún.

 

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—Que te apures, carajo. Esto pesa mucho.


—Ya sé, aguanta un poco, Taiga —pidió tranquilamente, aunque algo fastidiado.


—Últimamente ya no eres tan puntual —dijo para picarle el orgullo a su hermano.


—¡Hey! No voy tarde, voy a tiempo.


—Más bien, muy justo de tiempo —es que maldición, ponerse atractivo y presentable para su jef… para el trabajo, era una tarea que requería esfuerzo y dedicación.


No tardaron mucho en llegar, teniendo que separarse en sus lugares asignados de acuerdo a su rango en el transporte público.


Una vez en la casa, fue suficiente que Tatsuya dijera su nombre y que pidiera amablemente y con una hermosa sonrisa que dejaran pasar a Taiga.


Pero este se vio nuevamente distraído, atrapado en algo que su “hermano mayor” no supo distinguir hasta que, nuevamente, siguió aquello a lo que esos ojos miraban con tanta atención.


—Creo que sería descortés no saludar —jaló del brazo del menor y en unos segundos llegaron hacia donde estaba Kuroko.


—Buenas tardes —saludó tranquilamente el maestro suplente.


—Tatsuya Himuro y Kagami Taiga —se apresuró a decir el azabache, ya que su maestro no podía haberse aprendido su nombre ni saber el del otro.


—¡Un placer! —gritó Taiga torpemente, llamando la atención no solo de los Omegas, sino de todo ser vivo a 10 metros a la redonda.


Kuroko, algo enternecido por eso, contuvo una ligera risa que se quería escapar. Vaya qué Alfa más inusual.


—Kuroko Tetsuya —sonrió al final, presentándose.


—Si me disculpan, tengo que ir a atender y a revisar qué necesita mi jefe. Con permiso —dio una ligera reverencia y se fue de allí. Se fue… de allí, dejando a un Taiga a punto de reventar de puros nervios.


Casi sin pensarlo dirigió sus ojos a los del más bajito, pero todo eso fue peor cuando aquellos bellísimos ojos azules se encontraron con los suyos.


Tosió repetidas veces y se dio cuenta que ya todos se habían ido a la mesa, todos menos ese Omega.


—¿Gusta que lo deje en la mesa? —preguntó de golpe, sabiendo que no tenía ni por qué hacerlo, pero aun así bien ofrecido y con gusto lo haría.


—No hace falta —Taiga se sintió verdaderamente ignorante de lo que debía hacer. Solo una vez en su vida había intentado cortejar a alguien, pero en el jardín de niños no vale mucho, al menos no cuando lo que deseaba en esos momentos era cargar a ese bello Omega y darle muchos besos. Sí, besos en esos suaves labios, en toda esa carita.


Y se quedaron un rato más así, recargados en la pared de la sala principal, en silencio; esperando que el primer tiempo de la comida se acabara hasta que alguno dijera otra cosa, solo por conversar, pero no para conocerse.


Nadie sería tan idiota como para hacer algo así.

Notas finales:

¿Qué tal les pareció? Jajaja ¿quién creen que sea tan idiota como para querer conocer a alguien de otro rango? 😂... pues casi todos en este fic jaja. 

¡Besos! 😙😙


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