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Las llaves por mistdowner

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Notas del capitulo:

Muchas gracias por el apoyo <3 

Lamento la tardanza. Trataré de no volver a irme por tanto tiempo :'<

Luego de una guerra de mensajes en los cuales se hizo de rogar, terminó por aceptar la invitación. Avisó al paso, ya vestido de manera informal y con una mochila colgada al hombro, que iría a casa del pecoso. A nadie en casa le sorprendía eso, puesto que varias eran las noches y días completos en los cuales Jack se gastaba el tiempo al lado de Hiccup. Había una confianza ciega entre ambas familias, porque no fue necesario mayores avisos. Emma se despidió de él con un beso en la mejilla, y con cierto calor en el cuerpo que le obligaba a sonreír ansioso, Jack salió de casa.


Tomó el bus, caminó unas calles y finalmente llegó a destino. Ni bien tocó la puerta, unos ojos verdes y el vidrio empañado de la ventana siendo empujado por un pelaje negro le llamaron la atención. Cuando le abrieron, rápidamente se vio tacleado por Toothless, el perro de Hiccup.


—¡No, Toothless, abajo!—como siempre, el castaño apartó al animal de su cuerpo, Jack se sacudió un poco las ropas y entraron a la casa. Aquello no era extraño para nadie: al principio, Toothless prácticamente había odiado a Jack, puesto que no faltaban los "celos animales" ( como lo denominaba Valka) que mantenían una barrera impenetrable entre el albino y su dueño. Sin embargo con el correr de los días, semanas, meses y años, el perro aprendió a tener un gusto un tanto exagerado por Overland, llegando al punto de dejarse acariciar por él y tenerle mucha confianza. Mérida solía bromear con la frase "de tal dueño, tal perro", afirmando que el animal se había encariñado con Jack casi tanto como Hiccup.


Los sillones, la televisión, los mandos y una cantidad enorme de comida. Todo estaba ordenado, pero en un gran silencio. Algunas tenues luces fluorescentes ayudaban a la visión. Jack sintió el silencio comer sus nervios ni bien entró.


—¿Y tu madre? —preguntó, dejando su mochila en uno de los sillones. A esa altura Valka ya se habría presentado muy animada a saludarlo con cordialidad y algún chiste sobre animales.


—Tiene una junto con el círculo de veterinarios de la ciudad. —respondió Hiccup, antes de mandarle una mirada severa a su mascota al notar que tenía todas las ganas de volver a molestar a Jack.


El albino no respondió. Se sentía un tanto cansado, por algún extraño motivo. ¿Quizás era la resignación? ¿El pesimismo? ¿Desencanto? Y el estar a solas con Hiccup no ayudaba a sus nervios. Se sentó en el sillón más grande, y echó la cabeza atrás. Hiccup lo observó intrigado unos segundos, teniendo el presentimiento de que Jack estaba enojado con él o algo por el estilo. ¿Por qué no le estaba haciendo bromas? ¿Por qué estaba tan callado? ¿Debería preguntarle si se sentía bien? Hiccup conocía tanto a su amigo que ya podía jurar que estaba decaído, algo extraño y notablemente distante.


—¿A dónde fuiste esta mañana? Punzie y yo te buscamos por todos lados.—Jack rompió el silencio incómodo, haciendo que el castaño aspirara aire con algo de dificultad. Bien, lo último no era tan cierto. En realidad solo se había resignado a marcharse con Punzie.


—T-tenía cosas que hacer.— ¡Maldición! La voz le había temblado, y por supuesto, eso no pasó de ser percibido por el albino. No pudo evitarlo. El saber que Jack se había tomado la molestia de buscarlo o siquiera pensar un poco más de la cuenta en él le crispaba los nervios.


—Sí, pero... ¿Qué cosas?— hasta ese punto, Hiccup se sentía incómodo. Jack lo observaba con mucho detenimiento, casi tratando de captar el más mínimo temblor de sus labios. Se retrajo, y por reflejo comenzó a jugar con sus manos, como hacía cada vez que se ponía nervioso o trataba de explicar algo con énfasis.


—Unos asuntos con Astrid.—trató de cortar. Y al parecer eso funcionó, puesto que la mirada de Jack perdió interés al instante, limitándose a susurrar un bajo "oh". Bien, aquello había sido raro. Por lo general Jack nunca lo dejaba en paz hasta tener respuestas que le gustaran o llenaran su curiosidad, llegando al extremo físico de hacerte cosquillas para que finalmente no pudieras escapar de sus garras. Hiccup se balanceó indeciso en su sitio, torciendo un poco el gesto. ¿Por qué todo se había vuelto tan incómodo? Toothless bostezó un poco antes de pasar a manear la cola entre su dueño y amigo, siendo el único ser viviente en la sala que no se daba cuenta de la situación.


—Pido el mando uno.—cortó Overland, pensando que quizás ese sentimiento tan detestable y la sensación de perdida se borrarían con una buena paliza en algún video juego al azar.


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Jugaron quizás por espacio de dos horas. Jack parecía ser el de siempre, maldiciendo cada vez perdía y riendo por la torpeza de Hiccup al tener que ganar una simple partida del mortal kombat. Al comienzo de las diez de la noche, Jack se divertía solo jugando en solitario, mientras el castaño terminaba sin muchas ganas su tercera bolsa de papas fritas. En algún punto del video juego, Jack había saltado encima del castaño para festejar su quinta victoria consecutiva, lo que había incomodado tanto al pecoso que, por precaución, decidió tomarse un descanso de tantas derrotas. Él no iba a admitirlo, pero se sentía bien el saber que finalmente Jack no parecía tan "raro" como había llegado a pensar. Toothless descansaba a los pies de ambos, con una tranquilidad que indicaba que pronto se dormiría allí mismo. Jack hizo resonar los botones del mando, tratando de ganar un logro mientras sin darse cuenta, era observado por el castaño. Sin quererlo, Hiccup se perdió en su imagen. A diario le ocurría el verse envuelto en idiotas divagaciones que lo hacían sonrojar. Y sin duda el tener el cuerpo de Jack encima suyo, ambos solos en la oscuridad y en el sillón, no ayudaban a su mente a mantenerse fría y estable. Se odió. Si tan solo Jack supiera las cosas que pensaba, de seguro lo miraría con asco o decepción. Dioses, ¿por qué diantres tenía que pasarle eso a él? Las cosas no estaban saliendo como quería, y obviamente no estaban teniendo ningún tipo de comunicación. Era un cobarde. Sacó su teléfono celular de uno de sus bolsillos y se puso a chequear algunas notificaciones sin importancia para distraerse y no imaginar más cosas molestas. Comenzó a leer y eliminar todo cuando podía, hasta que se topó con un mensaje que le llamó la atención.


Astrid: ¿Te está yendo bien?


Hiccup se mordió el labio. No, no le estaba yendo bien. Todo era incómodo, al menos para él, y no había podido encontrar ni un momento para hablar con Jack.


Hiccup: No. Bueno, no lo sé. Él está jugando videojuegos y yo...


Astrid: Estas callado a un lado comiendo comida chatarra.


El castaño rió. ¿Acaso era tan predecible? Dejó la bolsa de frituras de lado, y comenzó a teclear con un poco más de apuro, confiado en los gritos desafortunados de los personajes del videojuego, dando por sentado que Jack no le prestaba atención.


Hiccup: ¿Acaso eres una bruja?


Astrid: Muy gracioso. Es tu amigo, haz algo


Hiccup: ¿Cómo qué? Parece estar enojado conmigo o algo así.


Astrid: bueno, nos has estado cubriendo mucho tiempo. Quizás se siente excluido.


Hiccup: No era mi intención que se sintiera así.


Astrid: ¡Es un buen comienzo! Dile que no querías hacerlo enojar con tus misterios. Quizás podamos darle la noticia con calma. 


Hiccup: ¿¡Míos!? Sigue creyendo que exageran, Jack no se opondría a que...


Astrid: Bien, nuestros. ¿En serio crees que no?


Hiccup: No lo creo, ES así. Jack es un chico genial, muy amable y abierto. ¿En serio crees que podría espantarse?


Astrid: Hablas de él como si fuera tu novio. Tienes razón. Hablaré con Mérida. Perdón por meterte en todo esto. 


Hiccup: ¡Solo digo lo que pienso! Jack es mi gran amigo, ¿cómo no hablar bien de él?


Astrid: ¿En serio no te das cuenta? 


Hiccup: ... ¿Cuenta de qué? 


Astrid: De tus sentimientos. 


Hiccup: ¿Qué? ¿Qué tienen mis sentimientos? 


Astrid: ¡Tus sentimientos por Jack!


Hiccup: ... ¿Qué tienen? Lo quiero, es un tipo genial. 


Astrid: No hay caso. 


Hiccup: ¿A qué te refieres? 


Astrid: Por Odín, Hiccup. Estas cosas no se hablan por celular. Pensé que ya estabas conscientes. No puede existir alguien tan despistado. 


Hiccup: ¡No soy despistado! Solo me estas mareando. ¿A qué diablos te refieres con mis sentimientos por Jack? Creo que no podrían ser más claros. 


Astrid: Tienes moco de troll en el cerebro. 


Hiccup: ¡Oye!


Astrid: Solo digo que, pobre Jack, aguantarte... 


Hiccup: ¿Por qué esto de repente se volvió en un reproche? Yo no soy el que anda haciendo cosas a escondidas. 


Astrid: ¡Ah, no lo repitas! Sabes porqué lo hacemos. Mejor no insisto en el tema, es algo de lo que, supongo, se percatarás muy pronto. 


Hiccup: ¿Percatarme de qué? ¿Qué? 


Astrid se ha desconectado. 


Hiccup: ¡No me dejes con la duda!


Hiccup: ¿Mis sentimientos por Jack? ¡Astrid, vuelve!


Hiccup: Me agradabas más cuando me "odiabas"


El pecoso gruñó un poco, para luego notar con mucha sorpresa que estaba en un silencio y oscuridad profundo. Miró el televisor con estupefacción: ya no había ningún juego, canal o incluso corriente que mantuviera activo al aparato. Miró a su lado, y se dio con la completa soledad. Y lo que era peor, la mochila de su amigo no se encontraba desparramada sobre el sillón individual. 


 
Notas finales:

Espero les haya gustado <3 


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