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Sendero de mentiras por Miny Nazareni

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Notas del capitulo:

Holi!!

 

Es año nuevo y vida nueva!!! Ok no, pero ha venido la inspiración después de tanto tiempo y aquí estoy, con un nuevo capítulo. Espero que sea de su agrado y muchas gracias por todo su apoyo.

 

 

Capítulo 6.-El diario de Minami

 

 

 

Yuri no entendía nada acerca de las acciones de JJ, su mejor amigo, pero era capaz de seguirle a cualquier parte si eso significaba que las cosas estaban bien entre ambos. No le gustaba pelear con él aún si en ocasiones tomara malas decisiones, para nada justificaba la invasión a su privacidad, pero ahora que el coraje había disminuido, podía entender un poco sus motivos. Cuando conoció a Jean Jaques, le fastidió de sobremanera que fuese tan insistente, por lo que aceptó su compañía más que nada para callarlo. Aunque claro, después le tomó cariño, era como esa clase de mascotas que crean un desastre a tu alrededor, quieres matarlas, pero en el fondo de tu corazón sabes que no podrías vivir sin ellas. Así era JJ para él y aunque jamás lo admitiría en voz alta al ser tan vergonzoso, le adoraba demasiado como para perdonarle las cagadas más monumentales.

 

Pero sus deseos asesinos comenzaban a resurgir al ver como continuaba manejando sin rumbo fijo. Se había fugado de la terapia grupal, pero sabía que lo único valioso de ella era Yuuri y quizá, con algo de suerte, el Katsudon se había escapado con su violinista extraño que parecía sacado de una película de stalkers. Eso sí, ser irresponsable con su respectiva vía de "sanación" emocional, no significaba que fuese a permitir el ser raptado por un modelo canadiense que se amaba más de lo normal para un ser humano.

 

—¿A dónde putas vamos?—fue directo en su pregunta y JJ reprimió una risita ante el mal humor de Yuri.

 

—Paciencia damita, te va a encantar el sitio.

 

—No, me va a encantar clavarte una pala en el culo si no te dejas el misterio y eres claro conmigo—cruzó los brazos contemplando el paisaje, ya llevaban casi tres horas de camino y JJ no le daba ningún indicio de su destino—. Con que sea una de tus estupideces juro que no me vuelves a dirigir la palabra en años. Te lo advierto.

 

Lejos de angustiarse con tal sentencia, el modelo deportivo únicamente pronunció su sonrisa mientras giraba el volante, conduciéndolos por un camino improvisado en medio de la carretera. Yuri gruñó ante el cambio del suelo y si no fuese por los constantes saltos que daba ante las condiciones del trayecto, seguramente JJ hubiese sido lanzado lejos del auto. El canadiense apretó sus manos en el volante y mientras le guiñaba un ojo a su enfurecido acompañante, continuó esquivando las piedras y agujeros en el camino. Valían la pena las malas miradas, la cantidad exagerada de polvo que se cernía sobre ellos y el terrible hecho de que su automóvil tendría severos daños, principalmente las llantas, pero para cuando todo tuviese su culminación, Yuri le besaría los pies.

 

Tan entusiasmado estaba con la idea de hacer feliz a su amigo que no notó la enorme piedra ubicada en una de las esquinas del trayecto hasta que fue tarde. JJ nuevamente maniobró en el volante, pero en esta ocasión Yuri apenas se recobraba del sobresalto inicial, por lo que no pudo sostenerse de nada y su cabeza se estrelló contra el vidrio de su puerta, lo cual, analizando la situación era lo menos grave, pues de no llevar el cinturón de seguridad, seguramente habría salido volando del vehículo.

 

JJ se detuvo al instante en cuanto escuchó el ruido del cráneo de Yuri contra el cristal. Su felicidad se volvió espanto y ya ni siquiera le importó ser asesinado por Nikolai cuando supiera lo que le había hecho a su nieto. El bailarín de ballet lucía mareado, pero no inconsciente y en cuando abrió sus ojos, le dirigió una terrible reprimenda visual.

 

—¿Acaso planeabas matarme?

 

En cuanto esa acusación salió de sus labios, JJ quiso dar gracias a todos los Dioses habidos y por haber, aunque estaba a punto de perder la sensibilidad en su trasero, metafóricamente claro está, le aliviaba que Yuri estuviese bien, por lo que se apresuró en disculparse.

 

—No, no, perdóname, lo siento mucho. Sólo quería darte una sorpresa.

 

El ruso enarcó una ceja sobando su cabeza mientras el sitio donde se había golpeado comenzaba a punzar con fiereza.

 

—Pues vaya sorpresa, estar cerca de la muerte es una sensación...

 

—¡Yuri!—reprendió el mayor asustado en verdad y queriendo revisar su herida—. No planeaba matarte, quería mostrarte un sitio especial.

 

A pesar de estar enfadado, Yuri dejó que JJ le auxiliara y calmara un poco el dolor, las manos de su mejor amigo siempre eran cálidas, le apoyaban más de lo que le gustaba aceptar. Estaban ahí en los momentos felices, aplaudiendo con firmeza, en los momentos tristes, consolando con una caricia sobre su cabello y en los momentos de tensión, elevando el pulgar como si eso fuese suficiente para que el mundo estuviese bien.

 

Oh diablos, pensó molesto y conmovido en partes iguales, aunque le iba a cantar unas cuantas cositas ante su locura, no podía enojarse con él, menos ahora que en verdad lucía preocupado. Esa sería su pequeña venganza, le molestaría un poco más, podía tratarse de algo infantil, pero JJ se lo merecía después de todo. ¿O no?

 

—¿Mostrarme un sitio especial? ¿El cielo acaso?

 

La mala mirada que recibió le hizo reír a pesar del inminente dolor de cabeza que se empezaba a formar en su subconsciente. Dolía hasta burlarse, pero era entretenido, sin embargo, JJ hizo amago de comenzar a enfadarse y Yuri decidió dejarle continuar con sus disculpas, su regalo y su entusiasmo.

 

—En realidad, fuera de bromas tontas...—JJ recalcó la última palabra mientras dejaba de sobar su cabeza y sonrió con cierta chanza—...es más parecido a un paraíso.

 

Lo último sonó en cierto modo utópico y Yuri tuvo curiosidad genuina por primera vez en el viaje. Complacido con su reacción, JJ arrancó nuevamente su automóvil y continuó manejando con cierta precaución, cosa que Yuri agradeció. Afortunadamente no faltaba mucho para llegar y luego de un par de minutos brincando y maldiciendo, JJ se estacionó, apagó el motor y abrió la puerta para bajarse y ayudar a Yuri a hacer lo mismo.

 

Normalmente no lo habría permitido, pero su cabeza punzaba y sinceramente JJ tenía que esmerarse un poco en enmendar el daño. Caminaron entre la inestable tierra, atravesaron ciertos senderos de plantas y maleza, pero en cuanto llegaron, Yuri estuvo a punto de olvidarse de su dolor de cabeza y saltar a los brazos de JJ para felicitarle por hacer algo bien por primera vez en su vida.

 

—¡Esto es... hermoso!

 

La sonrisa de suficiencia de JJ fue casi contagiosa, conocía a Yuri mejor que nadie, obviamente le había gustado su regalo. Estaban frente a una preciosa caída de agua que alimentaba un escondido río, un sitio que al parecer aún no era conocido por nadie, sólo ellos dos. JJ había descubierto el lugar algunos años atrás, cuando como parte de su campaña, debió practicar rapel y escalar un risco. La situación se había vuelto terrible ya que, en medio de la grabación, uno de los ganchos que le sujetaba se había dañado, haciéndolo caer dentro de una cueva. Fueron horas en las que se consideró perdido, pero como buen hombre de acción que se sentía, decidió caminar en la cueva buscando una nueva salida.

 

Cuando al fin lo logró, descubrió el río y la cascada, casi como un premio por su hazaña. Fue rescatado horas después y salió del sitio haciéndole jurar a cada miembro de su equipo que nada de ese incidente vería la luz o se encargaría de destruir sus carreras para siempre. No exageraba, aunque quizá sí era extremista amenazar a medio set de grabación, pero no lo hacía por su imagen o reputación como buen deportista, si no por temor a preocupar de más de Yuri, por lo que su rubio amigo nunca se enteró de lo cerca que estuvo de la muerte.

 

Su recompensa por supuesto, fue el paisaje siendo sólo suyo, su paraíso personal y sabiendo que Yuri quería un poco de descanso, lo creyó una buena idea. Claro, el golpe en la frente no era parte de sus planes, pero todo dejaba de ser terrible si podía ver a Yuri sonreír de esa forma tan bella, como si fuese genuinamente feliz.

 

Aunque supiera perfectamente que esa felicidad no era completamente real.

 

—Siento mucho lo de tu amigo Otabek, no debí meterme.

 

Al escuchar ese nombre, Yuri se tensó recordando las palabras del Kazajo y los sentimientos que no podía corresponder. Al parecer a JJ seguía desagradándole, pero ahora parecía dispuesto al diálogo, lo que le hizo incluso más dichoso que la sorpresa en sí.

 

—Y yo siento haberme enfadado, sé que sólo te preocupas por mí, así que... gracias.

 

—No sólo me preocupo por ti—aclaró el canadiense con firmeza—. Sabes que movería el mundo entero con tal de verte bien, eres mi mejor amigo Yuri, nunca te haría daño.

 

El aludido enarcó una ceja señalando el moretón que comenzaba a formarse en su frente y JJ giró los ojos, lo cual le hizo reír aún más, era divertida la venganza. Sin embargo, las palabras de JJ eran honestas y a Yuri siempre le gustaba escucharlas, porque JJ y su abuelo eran lo poco real que le quedaba, lo poco que le permitía aferrarse al ballet.

 

Y a la vida misma.

 

—Lo sé idiota, tú también eres mi mejor amigo—JJ sonrió feliz ante el insulto, pues cada vez que Yuri lo llamaba de esa forma, significaba que su humor había mejorado.

 

Por lo que no se contuvo y envolvió al adolescente en un cálido abrazo. En un principio Yuri se tensó ante la demostración de afecto, pero era JJ, a él le podía permitir cualquier invasión. Correspondió el abrazo aspirando el aroma del modelo y se dejó llevar ante la calidez de sus brazos, el lazo que los unía era perfecto, JJ le exasperaba, le hacía reír y a veces gritar de enfado, pero nunca sentiría con nadie lo que con él sentía.

 

Esa cálida perfección parecida a la dicha.

 

Y era un hecho del que JJ se sentía orgulloso. Quizá Otabek Altin estuviese interesado en su mejor amigo, tal vez había logrado acercarse y romper un poco la muralla de Yuri, probablemente aún sabiendo lo que sentía, el rubio le permitiría continuar a su lado, porque así era él de noble. Podía hacer todos los avances que quisiera y estaba bien, así como Otabek trataba de conquistar a Yuri con todas sus fuerzas, JJ sentía confianza ante el vínculo que le unía al bailarín, pues él nunca sería más especial que su "idiota mejor amigo".

 

El problema radicaba en que, inconscientemente, JJ estaba asustado de la posibilidad de que Yuri sí correspondiera a esos sentimientos y Otabek tuviese todo aquello que él nunca tendría.

 

****

 

La semana se había ido volando, entre clases, terapias tanto individuales como grupales, ensayos para un nuevo evento y las actividades familiares, Yuuri había tenido muy pocas oportunidades de verse con Viktor y, por consiguiente, leer el diario. Fue un acuerdo que se le ocurrió al japonés, ya que el Rey del Violín tenía pensado darle su espacio e incluso dejarle de ver por un tiempo si eso era lo que necesitaba. Pero Yuuri fue más rápido y alegó que había un modo en el que podría leer el diario de Minami. ¿A qué se refería? Sencillamente, a verse a escondidas con Viktor para hacerlo.

 

Le encomendó el diario de Minami Kenjirou para que estuviese a su resguardo, y aunque el ruso no creía ser merecedor de tal honor, la realidad era que estaba en lo cierto. Si Yuuri guardaba dicho objeto, tenían el riesgo de que algún miembro de su familia lo encontrara y lo quemara al saber perfectamente lo que era: la clave para hallar la verdad.

 

Por lo que, con todo y cierta aprehensión, Viktor Nikiforov se volvió el guardián del diario y únicamente cuando se veía con Yuuri, éste lo leía en silencio. Los dos sentados en una mesa de cafetería, dejando que las horas transcurrieran sin parar y contemplando los cambios de humor en Pecas ante cada página leída. No llevaban mucho descubierto, debía mencionar, pues Minami había iniciado la narración de su vida mucho antes de que entrara a la Universidad, donde seguramente había conocido a Yuuri. Sin embargo, leer sobre él, les ayudó a ambos a conocerlo poco a poco.

 

Una persona entusiasta, cargada de vitalidad y un toque infantil, como bien lo había dicho Minako-sensei, un sol que iluminaba todo a su paso. Era el menor de sus hermanos y estaba decidido a salir del sitio en donde vivía con su familia para perseguir su sueño de ser el mejor pianista que hubiese conocido el mundo. Ya tenía ciertas nociones sobre la materia, pues sus padres, orgullosos y enamorados de su hijo, le habían permitido que se educara en ello desde que tuvo uso de razón y descubrió su primer amor.

 

Saber quién era Minami y tratar de imaginar cómo una persona como él desaparecería de la nada, no era difícil de ligar. Yuuri aún no recordaba nada más que sus sueños extraños, pero sólo hacía falta un poco de sentido común para entender que, el japonés de algún modo había acabado con tan brillante ser. Aunque algunas veces Yuuri se sentía culpable, Viktor le animaba a continuar leyendo, pues no debía quedarse con la versión externa de una mujer que, en lo más profundo de su ser, adoraba a Minami y por dicha razón había lanzado esos comentarios tan hirientes.

 

Esa era básicamente la razón por la que ahora estaba en su habitación recostado en su cama, con el diario de Minami en el buró contiguo y esperando la llamada de un desmemoriado violinista que tenía una agenda incluso más apretada que la suya. No se estaba quejando, independientemente de las actividades propias que debía desempeñar, Viktor siempre se hacía un espacio para Yuuri. Chris se burlaba de él cada día por teléfono, pues no hallaba otra explicación ante tantas atenciones más que el hecho de que el japonés lo tuviese tirando de un ala. Dicha burla siempre exasperaba a Viktor, pues se aseguraba como nunca que Yuuri únicamente le agradaba, nada más.

 

Pero no por ello negaría que, tener el diario era una enorme ventaja, pues era la excusa perfecta para ver a Yuuri sin parecer un obsesivo. Bajo juramento de honor debía decir que nunca había leído las memorias del pianista extraviado. Moría de curiosidad, claro estaba, pero no quería romper el voto de confianza que Yuuri le había dado, por lo que cuando el diario era una tentación, tomaba el violín y tocaba sin parar cualquier partitura que viniera su mente.

 

Había días en los que se sentía solitario, principalmente los días que no veía al japonés. Su vida se volvía rutinaria, entre asistir a los ensayos de la orquesta, convivir con algunos de sus compañeros, salir por un trago y finalmente esperar una llamada que a veces llegaba y a veces no. En momentos así, extrañaba mucho la compañía de su fiel Makkachin, el poddle que tenía en Rusia y al cual había tenido que abandonar para poder tocar ese año en América y su orquesta. Sólo es temporal, le había dicho al canino antes de partir y no estaba mintiendo, su estadía en Detroit no estaba planeada para ser tan larga, por lo mismo sabía que debía apresurarse en ayudar a Yuuri, ya que cuando el tiempo terminara, se tendría que ir.

 

Iba a ser complicado, pero bien se lo había dicho a Chris, no buscaba quedarse para siempre en la vida de Pecas, razón por la que refutaba estarse involucrando de más con el amnésico muchacho. Enamorarse de alguien le ataría, era un lema que le ayudaba demasiado, tenía al mejor ejemplo esperando en casa, su mascota era demasiado especial para él y dejarla le había dolido. Imaginar por un momento hacer un vínculo con alguien para después marcharse, debía ser sin duda aún más devastador. Por ello, estaba haciendo lo posible por mantener la fascinación con Yuuri Katsuki únicamente como eso, mera fascinación.

 

No amor, porque si llegaba a enamorarse de él, al momento de partir se le rompería el corazón.

 

Y Yuuri no merecía volver a llorar nunca más.

 

El celular en el buró vibro de forma repetida y fue señal suficiente para saber que al fin tenía la llamada que estaba esperando. Se levantó de golpe, revisó la pantalla para corroborar y contestó con una felicidad para nada planeada, pues se suponía que sólo era su amigo, no el centro de su mundo.

 

—Hola Viktor, siento marcar tan tarde—la voz de Yuuri estaba temblorosa, como si estuviese avergonzado y el violinista sonrió ante la imagen mental.

 

—Descuida, no hacía nada importante. ¿Quieres que nos veamos hoy?

 

Por favor di que sí, por favor... quiero verte...

 

—Sí me gustaría, pero creo que ya no hay ninguna cafetería abierta a estas horas.

 

Como si quisiera corroborar las palabras del joven, Viktor revisó la hora en el reloj que colgaba de su pared y vaya que le dio la razón. Pasaban de las diez de la noche, café era lo último que encontrarían y el invitarlo a un bar se le hacía poco apropiado. Irónico sí, pues fue en un bar donde se conocieron, pero entendía que la referencia no sería bienvenida. Tratando de tronarse los dedos y pensar alguna solución, Viktor dijo lo primero que vino a su mente.

 

—Podríamos vernos aquí... en mi departamento.

 

El silencio al otro lado de la línea debió darle un indicio, pero estaba tan sorprendido de su propuesta que no lo analizó el trasfondo de sus palabras hasta que el propio Yuuri las dijo.

 

—¿Quieres... que vaya a tu departamento?

 

El tono de voz y escucharlo de forma aparte, hizo clic en Viktor y comenzó a mover sus manos en señal de negativa, como si Yuuri pudiese verlo, a sabiendas de que no era así.

 

—No... no pienses mal... es para que puedas leer el diario y yo mismo te llevaré de regreso a casa... Yuuri... no busco eso de ti...

 

Casi pudo escuchar el suspiro de alivio y aquello en lugar de ser contagioso, le provocó cierta decepción, la cual escondió muy bien en su interior.

 

—De acuerdo, en ese caso, iré.

 

Si no brincó de la cama fue por decencia y cierto decoro, quizá no los poseía por completo, pero quería hacer el amago. Después de dictarle la dirección, ofrecerse a recogerlo, ser rechazado por vergüenza y darle más o menos una guía para que no se perdiera, ambos colgaron y Viktor se apresuró a revisar las condiciones de su hogar.

 

¿Estaba todo limpio? No tenía idea, siempre pagaba para que alguien le hiciera el aseo y nunca se había tomado la molestia de corroborar si estaba bien realizado, pero en ese momento dudó hasta de la mejor mucama que hubiese existido en el mundo. Se resbaló un par de veces limpiando los pisos, lavó todos los cubiertos en caso de que a Yuuri se le antojara cenar y después de ordenar toda la estancia, se fijó en la azotea que poseía. Dio una barrida al sitio, revisó la instalación eléctrica por si llegaban a decidir leer a la luz de la luna.

 

Negó rápidamente porque aquello sería terriblemente cursi y comprometedor, por lo que se enfocó en dar una revisión rápida a cada rincón, consciente de que Yuuri no era una persona prejuiciosa, pero quería dar la mejor impresión.

 

Y quizá estaba exagerando un poco, pero no lo admitiría.

 

****

 

Jueves 17 de Febrero.

 

Hoy conocí a un chico asombroso.

 

Su nombre es Yuuri Katsuki y toca el violín como los mismísimos dioses. Él dice que exagero, pero es obvio que no es consciente de su propio talento. La primera vez que lo escuché me pareció un toque celestial. Me agrada, es un chico asombroso, algo tímido a primera vista, pero cuando platicas con él, toda esa timidez desaparece y da lugar a un chico seguro de sí mismo que debe aprender a no subestimarse tanto.

 

Creo que me gusta querido diario, esta admiración que siento por su talento pareciera envolverme más y más. Quiero ser su amigo, quiero pasar tiempo a su lado y lo voy a lograr, seremos grandes amigos, lo presiento.

 

La admiración en las palabras de Minami era palpable, se trataba de su primer encuentro y a pesar de ello, el chico hablaba de Yuuri como si lo conociera de toda la vida. El aludido en el diario se sintió un poco incómodo con las palabras de Minami porque sabía perfectamente que no era merecedor de ellas. No recordaba nada de él, no sabía quién era y cómo llegó a su vida, pero era obvio que para Minami fue un hecho crucial en su vida. ¿Llegaron a ser los grandes amigos que el menor predijo? Lo hicieron, pero hubo algo más, Yuko había dicho que se enamoraron, Minako hablaba de su relación como algo que en un principio fue bello. ¿Cómo termino torciéndose? ¿Quién fue el responsable?

 

La respuesta estaba ahí, escrita, pero Yuuri en el fondo de su corazón tenía miedo de conocerla.

 

Viktor se apareció con dos tazas en la mano, una para él con el clásico café y la otra con té de limón, pues Yuuri era más adepto a tal bebida. El desmemoriado Pecas dejó de leer el diario y le sonrió agradecido con el gesto. Si bien, leer los recuerdos de Minami no le hacía sentir del todo bien, estarse aprovechando de la amabilidad de Viktor, tampoco lo enorgullecía.

 

Era cierto que él solito se había metido en su vida alegando que le ayudaría, pero en ocasiones como esa, se preguntaba si no era una molestia. Siempre se veían y nunca recibía una respuesta negativa a pesar de las circunstancias. Esa visita en particular había sido más una necesidad egoísta que un deseo genuino de conocer la verdad. Le gustaba pasar tiempo con Viktor y entendía que se le estaban acabando las excusas. No sería normal pedirle salir sin un motivo como su investigación.

 

Aunque su corazón se entusiasmara con cada gesto del ruso.

 

—Traje un poco de té.

 

—Gracias—lo tomó en sus manos y la taza caliente no superó la calidez de los dedos de Viktor—. Siento en verdad darte tantas molestias.

 

El ruso hizo un gesto despreocupado con su mano libre y Yuuri sonrió ante ello.

 

—No me das molestia alguna, quería verte.

 

Fue tan sincero que ninguno de los dos lo esperó. Yuuri enrojeció por completo y Viktor, a pesar de estar avergonzado, no se retractó de sus palabras. Era la verdad, quería ver a Yuuri, siempre, todos los días, incluso si no hubiese un diario de por medio.

 

—De todas formas te lo agradezco—cambió de tema el japonés y bebió de su taza colocando el diario sobre sus piernas.

 

Viktor se sentó a su lado y también bebió, sumiendo a ambos en un agradable silencio. Era lindo estar así, juntos, sin nada que decir, pero sintiendo la presencia del otro. Era tan sencillo y a la vez tan complicado. Se estaban enamorando, y una parte de su propio ser lo comprendía a la perfección, pero la otra, atrapada en los recuerdos difusos, los miedos y las propias sentencias, no les permitía ser conscientes de ese hecho. Aunque no por ello no pudiesen amar los momentos así, siendo ellos mismos, conociéndose más a fondo y fomentando un amor que se cimentaba en un desafortunado corazón roto.

 

El de Minami.

 

—Yuuri. ¿Puedo preguntarte algo?—rompió el silencio el mayor y el otro asintió. Viktor continuó—. ¿Cómo tú y tu familia llegaron a Detroit?

 

La pregunta le vino de sorpresa, pero agradeció con todo su ser aquello, pues así no pensaba en la incomodidad, la vergüenza y los sentimientos de culpa que Minami provocaba con su diario. Dio otro sorbo a su taza de té y después de regalar otra sonrisa, contestó la pregunta del violinista.

 

—Fue por el violín. Desde que era niño me enamoré de la música, principalmente de ese instrumento. Cuando veía alguna película o serie de televisión, yo siempre me enfocaba en la música y el violín robó mi corazón desde el primer instante. Mis padres supieron de este amor y me inscribieron en una academia local, cuando la oportunidad de estudiar en esta universidad surgió, mi familia no lo dudó y nos mudamos para que pudiese cumplir mi sueño.

 

El sonrojo en su rostro le dio un toque más nostálgico al relato de Yuuri. Viktor pudo verlo claramente, los padres de Yuuri le hubiesen dado el mundo a su hijo si él lo hubiese pedido. Su amor era así, exagerado, profundo y lleno de sobreprotección, incluso ahora que era un adulto le cuidaban. Por eso eran así, por ello las mentiras. Antes no lo justificaba, la mentira no debía ser móvil del amor, pero ahora, que poco a poco caía en las redes de Yuuri Katsuki, se podía ver a sí mismo mintiendo por él, mintiendo para hacerle feliz, mintiendo para que nunca llore, mintiendo incluso para que él nunca volviese a tomar una decisión tan radical.

 

Incluso por amor mentiría, se dijo asustado y emocionado al mismo tiempo.

 

Pero no lo haría, él no mentiría, se lo había prometido con todo su ser, Yuuri confiaba en él y con todo ese deseo por verle bien, ese deseo por quererle y ganarse esa sonrisa no mentiría. ¿En verdad me empiezo a enamorar? ¿Por qué tú? ¿Por qué precisamente tú? ¿Por qué aún cuando me prometí no hacerlo?

 

No pudo evitar mirar el diario de Minami y comprender la barrera que jamás podría derribar por mucho que quisiera, por mucho que Yuuri estuviese abriéndole su corazón, su mundo y sus recuerdos. Y era fácil sentir dolor ante aquella revelación, porque incluso con todas las mentiras del mundo, la verdad era más poderosa.

 

Yuuri había amado a Minami lo suficiente como para querer quitarse la vida. Y seguramente, en lo más profundo de su destrozada amnesia, aún le seguía amando.

 

No te mentiré y no me mentiré a mí mismo. Ya no.

 

Te quiero...

 

Y nunca podrá ser...

 

 

Notas finales:

Gracias por deprimirnos Viktor, en serio, gracias (Inserte cara de sarcasmo)

Yuri y JJ se reconciliaron, pero seguramente notaron, se han mentido durante años. Parece que Yuuri Katsuki no es el único que vive en un sendero de mentiras. ¿Qué pasará ahora? ¿Otabek se ganará el corazón de Yuri? ¿JJ reaccionará a tiempo? 

Y con respecto al Viktuuri... ¿Qué hará Viktor ahora que es consciente de lo que siente?

Como seguramente notaron, cambié el nombre de Victor a Viktor. ¿Por qué el cambio? Sencillo, no tengo ni la más puta idea de cómo se escribe, pero he visto en varios lugares que es así "Viktor" así que por ello lo cambié. En caso de que esté mal, avísenme por favor :3

Sin más que decir me despido, Feliz Año a todos y muchas gracias por seguir esta inestable historia :D

 


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