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Sendero de mentiras por Miny Nazareni

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Notas del capitulo:

Cuatro meses después y tengo el descaro de aparecerme y actualizar, yo sé que soy un ser sin alma, pero he de decir en mi defensa, que el súper puente de Semana Santa, me ayudó a ponerme al corriente en todos mis fics. Bendito sea Dios por eso ;) 

 

Ok no.

 

Sin más, se los dejo, espero que sea de su agrado.

Capítulo 7.-Mentiras bellas, sinfonías de amor.

 

Sabía que tarde o temprano sucedería, lo aplazaron mucho tiempo, estuvieron evadiéndose sin parar desde el concierto y Yuuri no soportaba seguir así. Su rutina no podía ser la misma siempre, parte del hecho de estar un poco afligido se debía principalmente a que diariamente leía el diario y se daba cuenta de los sentimientos que Minami albergaba por él. Eran hermosos, el joven pianista se enamoró de él con un fervor indescriptible, pero lo doloroso venía en sus propios sentimientos. Yuko le había dicho que Minami era su primer amor, Minako sensei le reconoció como el único causante de sus desgracias y si debía hilar ambos actos, la conclusión era sencilla.

Él no amaba a Minami del mismo modo.

Por ello al instante venía a su mente la segunda causa de su aflicción: Phichit.

El tailandés era su mejor amigo desde que llegó a Detroit, juntos habían iniciado aventuras, juntos compartían secretos y lo más importante, sentimientos. Si había alguien que seguramente sabía cuáles eran las emociones hacia Minami, ese era Phichit. El problema radicaba en que su mejor amigo no le quería contar nada de su pasado, nada antes de su intento de suicidio y mucho menos sobre Minami. No quería juzgarle, pero algo en su corazón se sentía traicionado por él y dolía mucho pensar que su grandiosa amistad podría arruinarse por su culpa.

No, también sería mi culpa, se corregía sin parar, pues dejar toda la responsabilidad en Phichit sería injusto.

Esos eran los motivos por los que ahora estaba ahí, esperando a que la clase de su amigo terminara para poder hablar con él. No podían continuar fingiendo que nada pasaba, él necesitaba a su mejor amigo y Phichit tenía derecho a defenderse. Además, por mucho que le costara admitirlo, sus vidas debían seguir adelante y así como no debía atorarse en el pasado con Minami, tampoco tenía sentido que se privara de la amistad de Phichit y olvidara los buenos momentos juntos. Valían la pena, no podía ser tan egoísta.

El timbre sonó volviéndolo a la realidad e indicándole que ya era hora, la clase de Phichit había terminado, por lo que debía estar atento. Observó cómo todos sus compañeros abandonaban la sala y se asomó tímidamente para comprobar que no hubiese nadie más. Ahí estaba, Phichit guardaba su flauta en el estuche correspondiente y tenía un gesto azorado, como si últimamente no hubiese dormido bien. No le gustaba pensar así, pero era bueno creer que quizá su amigo tampoco se sentía cómodo con dicha situación. Carraspeó un poco para llamar su atención y en cuanto se miraron a los ojos, ambos supieron que sólo había una conclusión para esto.

O hacían las paces o dejarían de ser amigos para siempre.

Y aquella era una opción que ninguno de los dos quería.

                —¿Y cómo estuvo la clase?—preguntó Yuuri tratando de ser casual, como cuando se conocieron y Phichit entró a su vida así, de ímpetu.

El mencionado trató de sonreír y terminó de guardar su flauta sin ser demasiado evidente. Le alegraba que Yuuri hablara con él, le echaba de menos, las opciones se le terminaban, no quería afrontar lo obvio, pero tampoco quería ver a Yuuri sufrir una vez más. Minami no debió tomar esa decisión, eso era lo que pensaba, pero para poder compartir ese pensar con Yuuri, debía decirle todo y no podía. ¿Cómo lo tomaría? ¿Y si se deprimía nuevamente?

                —Estuvo bien, aunque no creo que quieras hablar sobre instrumentos de percusión y su origen en la prehistoria. ¿O sí?

No frenó la risa que salió de su interior ante la broma y Phichit la secundó. De repente ambos se estaban riendo sin parar y la nostalgia hizo mella en sus corazones. No debían permitir que secretos y mentiras arruinaran su amistad, y no lo harían, Yuuri entendió que era hora de ser directo. Phichit comprendió que era el momento de matar las mentiras.

                —Ya me hablarás de ello en otra ocasión. Phichit…tú y yo… nosotros necesitamos…

                —Lo sé—interrumpió el joven y mientras cargaba su mochila de un brazo, con la otra sostenía el estuche—. ¿Por qué no vamos a la cafetería de la escuela y hablamos?

                —Me parece.

Ambos salieron del salón con el corazón un poco más tranquilo. Algo le decía a Yuuri que en esta ocasión Phichit sí querría hablar y la verdad se sentía nervioso. Por su parte, el tailandés sólo quería que su mejor amigo fuese feliz, no buscaba otra cosa. Si las mentiras debían caer para ello, le costaría admitirlo, pero lo haría, por él era capaz de cualquier cosa. Lo quería demasiado, mucho más que a un amigo cualquiera. Era su hermano del alma.

Entraron a la cafetería y tomaron asiento frente al ventanal que permitía ver el paisaje. No era muy llamativo, pero su facultad tenía bonitos árboles con flores de naranja, por lo que le daba un toque pintoresco al sitio. Yuuri cerró sus ojos dejando que la brisa le diera en el rostro y captando un recuerdo que, por primera vez en meses, no era doloroso.

Le gustaban las plantas, y Minami estaba encantado con dejarle entrar al jardín botánico en cuanto él quisiera. Era su lugar, lo consideraban su secreto mejor guardado, ni siquiera Phichit que conocía todo de él, sabía de ese sitio.

                —Es nuestro rincón Yuuri… sólo nuestro…

El susurro de Minami y su bella sonrisa le hicieron pensar por un momento. ¡Qué hermoso sería estar ahí por siempre! ¡Qué hermoso era Minami! ¡Cuánto le quería!

Y cuánto daño le había hecho….

                —Luces… sereno.

La voz de Phichit rompió el encanto del recuerdo y en cierto modo lo agradeció, no quería pensar en el mal que hizo, leía el diario de Minami, con eso tenía suficiente.

                —Lo estoy… Phichit… yo… lo siento—bajó la mirada con cierta pena y continuó—. Siento si me he alejado, pero necesitaba respuestas y tú… tú no…

                —Yo no quise dártelas—completó el joven con una sonrisa triste.

No dijeron más en un buen rato. Phichit construyó todo un mundo nuevo para él en cuanto despertó del coma sin memoria y aunque la familia de Yuuri no estaba del todo de acuerdo, todos perseguían el mismo objetivo. No debía volver a llorar por Minami jamás, aún si eso significara arrancarle de tajo lo que él era, lo que siempre fue.

Nosotros te herimos más que Minami, pensó Phichit cuidadosamente.

                —Yo… encontré el diario de Minami, he estado leyéndolo todo este tiempo. Poco a poco cae la verdad ante mí. Y quizá debería reclamarte por muchas cosas, tal vez debería no volver a dirigirte la palabra por mentirme de esta forma. Pero… no te juzgo. ¿Cómo hacerlo?—pensó en Viktor Nikiforov y lo que su corazón comenzaba a albergar por él, pensó en lo mucho que le gustaría seguir adelante sólo para poder estar juntos. Pensó que aún quería hacerlo, aún quería a Viktor en su mundo.

Pensó en que seguir adelante no era tan malo.

                —La mentira es…

                —Es muy bella—interrumpió Yuuri con un suspiro y agregó—. Pero tarde o temprano tu juicio regresa y la mentira no puede sobrevivir por siempre.

                —Lo lamento. Te mentí porque no quería que volvieses a vivir lo que tuviste con Minami—Phichit comenzó a abrirse a Yuuri y éste le prestó toda su atención—. Al principio fuiste muy feliz, recuerdo que llegabas todos los días hablando de él y lo maravilloso que era en el piano.

Yuuri trató de recordar y en su mente sólo estaba esa imagen, Minami en el jardín sonriendo. Era su secreto, su lugar único para los dos. Quiso entender exactamente qué era, quiso saber lo crucial, no tanto por qué intentó quitarse la vida, no tanto entender dónde estaba Minami y qué había hecho. En ese momento únicamente quería la verdad de un hecho crucial.

                —¿Le amaba? ¿Estaba yo enamorado de Minami?

Phichit asintió rápidamente pensando en el diario de Minami que decía Yuuri tener. ¿Qué tanto había escrito el pianista? ¿Hasta dónde había leído Yuuri como para aún dudar de sus sentimientos? ¿Estaba al tanto de… todo?

                —Le amabas mucho, pero nunca lo aceptaste—desvió la mirada sintiendo la dificultad en su corazón, la reacción de Yuuri se lo dijo, esto iba a doler, pero debía salir a la luz—. Amabas a Minami, pero no te atreviste a ser feliz por miedo. Te aterraba ser diferente a los demás, no querías que la gente te señalara por ser… homosexual. Y por esa razón… preferiste destrozarlo.

Frunció el ceño ante la declaración de Phichit. No, él no pudo haber hecho algo así por un miedo tan ridículo. Era estúpido, si ahora mismo el mundo entero le juzgara por tener a Viktor en su vida, los mandaría al diablo. ¿Por qué el Yuuri del pasado era tan cobarde?

                —¿Qué le hice?—preguntó con miedo de escuchar la respuesta y Phichit negó.

                —No lo sé, y esta vez no es una mentira. Supongo que lo descubrirás en ese diario. Yo solo sé que de repente recibiste una carta de Minami y después de ello desapareciste por días. Cuando volvimos a saber de ti, estabas en un hospital. Un extravagante desconocido te había llevado porque intentaste acabar con tu vida.

El flautista miró al techo recordando a Viktor Nikiforov en el teléfono, preguntando si conocía a Yuuri Katsuki. Ante su respuesta afirmativa, el mundo se le vino encima cuando Viktor le habló sobre su mejor amigo internado en un hospital. Estaba grave, habían parado la hemorragia de sus muñecas, pero la ingesta descontrolada de medicamentos lo tenían pendiendo de un hilo. Una vez que avisó a su familia, se lanzó directo al hospital, donde Viktor le dijo que Yuuri había entrado en coma.

No entendió nada en ese momento, no comprendió por qué Yuuri había hecho algo así, pero Hiroko y Toshiya le mostraron la carta de Minami, la cual le hizo conectarlo todo. Y entonces lo odió, odió todo lo relacionado a Minami y el pasado, odió que un desconocido intentara entrar a su vida justo cuando la estaba perdiendo. Por eso le exigió que se alejara, nadie haría que Yuuri volviera a enamorarse de alguien y cometiera los mismos errores.

Ni siquiera la persona que le había salvado la vida.

                —Ese extravagante es Viktor, ustedes se conocen desde entonces. ¿Cierto?

                —Sí y por lo que veo, le has recordado.

Y aún no sabes lo que Minami hizo, aún no sabes de la carta, concluyó Phichit, dispuesto a decírselo si preguntaba. Pero el bochorno ante la mención de Viktor hizo que Yuuri ni siquiera pensara en preguntar.

                —Te equivocas—Yuuri tronó sus dedos en una señal de nerviosismo—. No recuerdo cómo conocí a Viktor antes de mi intento de suicidio, pero él llegó a esta nueva vida, conoció a este nuevo Yuuri y… y es maravilloso. Me ha ayudado demasiado, no quiero que deje de estar aquí… conmigo.

La sonrisa en el rostro de Phichit provocó que Yuuri se sonrojara ante su propio discurso. Era como en los viejos tiempos, cuando el violinista hablaba de más y Phichit se encargaba de hacérselo saber. Y era tan obvio en esos momentos que sólo un ciego sería capaz de negarlo.

                —Vaya, vaya, vaya, parece que él te gusta.

                —Phichit… no…—pidió Yuuri avergonzado pero feliz de estar recuperando esa complicidad entre ambos.

                —Escucha, ya no me meteré entre tus decisiones y lo que sea que tengas con ese Viktor Nikiforov—esbozó una risita maliciosa—. Si quieres salir con él, es más que bienvenido, pero que se atenga a las consecuencias si sus intenciones son solo un juego. No me conoce realmente enfadado, mis anteriores amenazas no son nada comparado a lo aterrador que puedo ser.

Yuuri giró los ojos recordando todas las veces en que Viktor le contó sobre las amenazas de Phichit. Su mejor amigo no mentía, era capaz de todo con tal de verlo feliz. No era como si estuviese aceptando nada, entre él y Viktor sólo había una bella amistad. Nada más.

No deberías mentirte así, ya sabes lo que hacen las mentiras, le regañó su consciencia.

                —De acuerdo, pero no es necesario, él y yo no estamos juntos y nunca lo estaremos.

                —Si tú lo dices—le miró con escepticismo y entonces se abrazaron, como una forma de mostrar su reconciliación—. Te quiero mucho Yuuri y estoy seguro ahora de que eres más fuerte que antes, pero de todos modos… ten cuidado.

Entendió el miedo de Phichit y no lo despreció, al contrario, gracias a él pudo tener el valor suficiente para aventurarse a lo desconocido. Seguiría tras la verdad, debía continuar leyendo el diario y entender qué fue lo que le hizo a Minami. No le gustaba pensar en sí mismo como el ruin cobarde que había destrozado a alguien tan puro. Sus sueños eran la clave y el diario el misterio a desentrañar.

Pero en esta ocasión, no sólo tenía a Viktor ayudándole, también contaba con el apoyo de Phichit.

Y eso, era mucho mejor y más fuerte que cualquier miedo.

Mucho más especial que cualquier bella mentira.

****

Llegó a la sesión de fotos de JJ gracias al aventón que Otabek le dio. Su amistad se había vuelto más fuerte con el pasar de los días, le gustaba ensayar a su lado y en ocasiones se mandaban mensajes de texto por horas durante la noche. Siempre recibía el almohadazo de JJ ante la hora en la que seguía hablando con el kazajo, pero Yuri siempre lo ignoraba, le gustaba estar creando lazos con más personas, su mejor amigo no era el único en el mundo, pero sí era muy especial. El hecho de que ahora Otabek estuviese incluido era agradable, con todo y el hecho de que el otro estuviese interesado en él de “esa” forma.

No pensaba mucho en eso, Otabek siempre le decía que no quería presionarlo, las cosas caen por su propio peso y él estaba convencido que algún día su amistad maduraría en algo más. Y en caso de que no, él era un buen perdedor. Aquello le hacía sentir culpable pero tranquilo al mismo tiempo, no estaba listo para pensar en el amor, no debía presionarse así.

Estornudó descuidadamente mientras entraba al estudio de fotografía, nunca pensó en el romance, a su corta edad, su corazón había tenido demasiadas pérdidas como para arriesgarse a tener otra gracias a una pareja. Se veía en el espejo de Yuuri Katsuki, él y su obsesión con ese tal Minami y su intento de suicidio. Trató de pensar mientras caminaba en los pasillos si, antes de toda su tragedia, se había enamorado de alguien.

No tuvo respuesta alguna, sus tristezas tenían origen en su infancia y a esa edad no estaba apto para enamorarse, además, todo lo que tenía en ese momento, era su abuelo y a JJ. Arrugó la nariz pensando en su mejor amigo. Él siempre había estado a su lado, pero nunca se detuvo a pensar si JJ se había enamorado de alguien. Era natural, seguramente JJ tuvo novias y él nunca se enteró, no era como si él tuviese que darle cuentas de cada uno de sus movimientos.

Encogiendo los hombros sin darle más importancia al tema, Yuri entró al estudio justo cuando JJ empezaba la sesión. En esta ocasión debía promocionar un equipo de playa, por lo que sólo llevaba su traje de baño y una exagerada cantidad de bloqueador. Se veía demasiado gracioso y no pudo evitar burlarse de ello.

                —Pareces una brocheta a punto de ser frita, te ves ridículo.

El aludido dio una gran carcajada y al instante se alejó del set para lanzarse a Yuri y tomarlo en sus brazos, todo con el fin de molestarlo. El menor le mostró el dedo de en medio al ser ensuciado, lanzando maldiciones y groserías sin parar. Era una escena típica en el sitio, todos conocían a Yuri y la forma casi infantil que JJ actuaba cuando éste visitaba el set.

Sin embargo, había una persona nueva en esta ocasión y dicha persona no sabía lo que ocurría, pero decidió indagar para resolver sus dudas.

                —Señor Tamura. ¿Quién es el chico? —preguntó la joven de cabello negro y piel nívea.

                —Se trata de Yuri—respondió el hombre como si con ello se explicara todo.

Isabella Yang se quedó en las mismas y consideró que intervenir no sería malo. Era su primer día como fotógrafa en ese estudio, le habían encomendado cubrir a una amiga suya que a última hora se enfermó. Conocía el trabajo de la chica y no era su estilo, a ella le iba más la fotografía artística, pero no negaba que el modelo de ropa deportiva, Jean Jaques Leroy, tenía cierto toque de arte en su trabajo. Por ello había aceptado cubrirla, nunca se imaginó que el gran modelo sería un chico tan sencillo.

Y aquello le agradaba.

                —Señor Leroy, siento interrumpir la reunión con su novio, pero debemos seguir.

Tanto Yuri como JJ se quedaron mirando ante la suposición de la chica que parecía ser su fotógrafa. El rubio estaba por sacarla de su error cuando JJ negó con obvia burla en la mirada y le pidió a Yuri que le siguiera el juego.

                —Cierto, cierto, me disculpo—apretó de forma exagerada la mejilla de Yuri y éste le dijo una leperada con los ojos—. Amorcito, debes soltarme, sé que soy irresistible, pero este no es el lugar.

El joven bailarín giró los ojos ante el tono cargado de puya y no pudo seguir la farsa.

                —Vete a la mierda Leroy.

                —Qué duro eres corazón—dramatizó e Isabella se sintió culpable de estar causando una pelea en los jóvenes amantes.

No era su intención, pero debían darle prioridad a la sesión de fotos, después del producto de playa, debían modelar tenis para atletismo. Era demasiado trabajo y aunque era lindo ver a una pareja de esa forma, se debían centrar.

                —No quiero molestar chicos, prometo que terminaremos rápido y ustedes podrán salir juntos.

Yuri estaba por replicarle, debían parar esa mentira con la pobre chica, en verdad se veía afligida por estarles incomodando, pero su tarado mejor amigo era un estúpido en todos los sentidos y no quitaba el dedo del renglón cuando algo era divertido.

                —Gracias señorita Yang—miró a Yuri con fingida ternura—. ¿Escuchaste mi pequeño gatito? Sólo debes ser paciente.

                —Si me vuelves a llamar así, te patearé las bolas… corazón—bromeó con lo último y de un golpe se lo quitó de encima.

El modelo canadiense negó con una sonrisa y afianzó a Yuri a su brazo mientras le susurraba un secreto.

                —Sabes Yuri… me parece linda, creo que la invitaré a salir.

La mirada sorprendida del joven bailarín no fue percibida por nadie, ni el propio JJ le puso atención, fijando sus ojos en la fotógrafa. Creo que habla en serio, se dijo Yuri y por primera vez en años, se sintió incómodo con ello. No le gustaba, había algo de esa situación que le parecía surreal, no podía imaginarse a JJ saliendo con una chica, pero extrañamente, la fotógrafa se le hacía bonita y parecía encajar perfectamente con él.

Como si la hubiesen hecho a su medida.

                —En ese caso deberías decirle que no somos una pareja.

                —Al contrario, es una gran idea, pues las chicas siempre tienen confianza con los gays.

Qué estúpido cliché, se burló Yuri en su cabeza mientras negaba. Realmente JJ era un inmaduro en muchos aspectos y seguramente la chica fotógrafa le rechazaría en cuanto tuviera la oportunidad. Aquello le hizo sentir alivio sin saber el motivo, pues lo venía pensando unos minutos antes. JJ merecía conocer una chica y ser feliz, él no era el centro de su mundo.

                —Haz lo que quieras.

El mayor le sacó la lengua mientras volvía al sitio destinado e Isabella continuaba tomando fotografías. Yuri no les pudo quitar la mirada de encima por mucho que lo intentó, no entendía cuál era el problema, tarde o temprano pasaría, JJ era apuesto, joven y lleno de vitalidad, seguramente tenía chicas a su alrededor. JJ no tenía demonios internos, JJ no era él con sus problemas, JJ no debía asistir a terapias estúpidas, JJ era libre de enamorarse cuando quisiera y no tener miedo de ello.

Sintió envidia, envidia a JJ, envidia a esa chica que podía ser una buena candidata, envidia y celos ante el hecho de que, en cualquier día, JJ haría su vida y le abandonaría, porque no estaba obligado a estar a su lado siempre. Él era el único atrapado en el pasado y dolía, no podía explicárselo, pero dolía entender que no todo era para siempre, aún si hubiese deseado tanto que su amistad si lo fuera.

Y Yuri no lo sabía en ese momento, pero su amistad estaba destinada a morir.

****

Ese día no había visto a Yuuri, en realidad llevaba varios días sin verlo, después de su epifanía y entendimiento ante el hecho de haberse enamorado como un tonto de Pecas, tuvo que meditar demasiado el cómo iba a actuar de ahora en adelante. Tenía dos vertientes, sabía que Yuuri amaba a Minami en el fondo de su corazón, por lo que sus sentimientos no eran correspondidos. Así que debía tomar una decisión al respecto, la primera opción era alejarse del desmemoriado, nunca más ayudarlo en su investigación, conseguir un pase en el extranjero y jamás permitir que ese amor creciera.

Era una idea que sonaba fácil, pero en realidad el solo imaginarse un día sin él, le parecía terrible. Definitivamente no podía con tal plan, lo que le dejaba la segunda opción, entregarse por completo a ese sentir, entregarse por completo a Yuuri aún si no era correspondido. Ninguna de las dos opciones le beneficiaba, al contrario, ambas lo sumirían en un pozo de desesperación profunda, pero debía admitir con pesar que la segunda le tentaba demasiado.

¿Y qué hay de la tercera opción? Jugueteaba su mente y él negaba siempre que su cerebro formulaba tal idea. La tercera opción era ir con todo por Yuuri, conquistarlo y arrebatarle su corazón al desaparecido Minami. Él tenía una nueva vida, tenía derecho a un nuevo amor. ¿O no?

                —No puedo ser tan egoísta.

Sumido en sus dilemas, Viktor consideró que sólo había una cosa que lo tranquilizaba en momentos así: el violín. Se levantó del sofá en el que descansaba y corrió a su habitación, sólo para tomar el violín de su estuche. Cuando tocaba, lo hacía en la azotea que tenía su departamento, pero en esa ocasión no tuvo ganas de compartir su música con los demás.

Comenzó con una tonada lenta, suave y grave que poco a poco se tornaba aguda, una canción que sonaba a balada y parecía ser nueva, pues jamás en su vida la había escuchado, era algo que salía de lo más profundo. Nunca se había interesado en componer, no era su estilo, pero esa noche, sintió que esa melodía era sólo suya, suya y al mismo tiempo con un único dueño. Mientras tocaba y la canción cambiaba de matices, su mente evocaba a una sola persona.

Una persona con lentes enormes que opacaban su bello rostro, una persona que parecía insegura, sin una pizca de valor, pero que al mismo tiempo era demasiado valiente. Una persona que había desmoronado todo lo que él era. Viktor Nikiforov era sinónimo de ligereza, una vida descuidada y sin problemas, sin ataduras. Nunca fue su intención quedarse en la vida de un jovencito que había atentado contra su vida, no quería crear lazos, éstos siempre te ataban.

Pero con Yuuri tenía tantos deseos de crear esos lazos, quería quedarse, cambiar, ser una persona más profunda, una persona digna de ser amada por alguien tan impresionante como él. El violín expresaba el dilema en su corazón, sus ganas de explotar en ese amor que había cultivado en su pecho sin querer, ese amor que amenazaba con destruirlo, pero que no le importaba en lo más mínimo. Quería ser roto, quería ser destruido por Yuuri si ese era el precio a pagar.

Y aquello daba miedo, demasiado, pero no podía callar más el deseo de su corazón.

Al instante en que aceptó que se quedaría al lado de Pecas, sin importar cuanto doliera, la canción se tornó entusiasta y su violín tuvo un acompañamiento. Viktor abrió los ojos sorprendido con la intromisión y encontró a Yuuri acompañándole con su propio violín.

El japonés entró al departamento sin avisar después de haber tocado el timbre como un poseso. Viktor le había dado la llave por si en algún momento estaba en aprietos y no atendía su llamado, por ello había entrado y al descubrirlo tocando con toda su alma, lo único que pudo hacer fue unirse en una armonía.

No conocía la canción, nunca la había escuchado, pero por alguna razón, supo cuáles eran los acompañamientos adecuados. El violinista profesional sonrió y con un asentimiento de cabeza le dio a Yuuri la indicación de continuar.

Tocaron juntos, Yuuri siguió al astro del violín con todo lo que pudo, sintiendo en su pecho la belleza de la canción, sabiendo qué tocar para volverla más bella y con ello comprendió que la mentira era hermosa, tentadora y sencilla. Pero la verdad era mucho más brillante, la verdad enternecía y daba vida, la verdad vencía todos los miedos y daba pauta a todos los sueños.

Y había una sola verdad que esta canción estaba profesando.

Estaban enamorados el uno del otro.

Phichit había tenido razón todo el tiempo.

La canción terminó y se miraron a los ojos como si con el violín se hubiesen confesado. El rostro de Yuuri era rojo como el atardecer y Viktor trataba de entender su expresión, no quería romper ese momento, pero sabía que, si no actuaba, no tendría otra oportunidad. Sabiendo que era arriesgado y estúpido, dejó el violín a un lado y acarició el rostro del japonés como si éste fuesen las cuerdas de su sagrado instrumento. El aprendiz cerró sus ojos y Viktor ni siquiera habló, no dejó que pasara un segundo más.

Se acercó a su rostro y besó sus labios con lentitud, casi al tono de su reciente canción, como si sus bocas también hicieran música, de igual modo que lo hacen las cuerdas de un violín que es acariciado de forma suave y pulcra. Así se besaron y los sentimientos volaron más y más, sus corazones hicieron un acorde con sus respiraciones y la armonía entre sus besos y las manos, que fugazmente comenzaron a tocarse, fue la melodía más perfecta jamás creada.

Una sinfonía de amor entre los dos.

Notas finales:

Odio cuando me pongo cursi, pero nah, es lindo también.

Si alguien de pura casualidad lee mi otro fic "Fanfickers" también hice besarse a los protagonistas (gracias por el spoiler Miny). Lo que trato de decir es que parece que ando cursi :S

Sin más me despido y espero que les haya gustado.

Nos estamos viendo y mil gracias por la eterna espera.

;) besos :D

 


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