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En el elevador. por Akudo

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Notas del fanfic:

Los personajes son de Fujimaki Tadatoshi.

 

Notas del capitulo:

Esta es la adaptación de un oneshot mío que en fanfiction y ao3 se encuentra en la categoría de Yuri on ice.

Caminaba con pasos cortos y lentos, casi tímidos, mientras se agarraba de las mangas de su jersey con las mejillas rojas por la emoción de haber ganado el reciente partido, aunque no estaba del todo orgulloso por los resultados. Sí, era el menor y más bajito de ambos equipos, pero pudo haber dado más si no hubiese estado más pendiente de su nueva obsesión.

Se sintió un traicionero cuando su entrenador lo felicitó por su desempeño, aunque él solo había acertado la mitad de sus tiros. Si no lo mandaron a la banca es porque no tenían otro escolta que lo igualara ni siquiera en su peor racha. Aun así, la verdad es que también se sorprendió un poco a sí mismo haciéndolo mejor de lo que habría esperado teniendo en cuenta la enorme motivación que seguía apretada en su culo, escondida bajo el uniforme sin que nadie lo notara.

Resultaba increíble que ahora esta fuera la única forma de sentirse cómodo y desinhibido, pero es que cada vez que se movía provocando la presión de esa polla artificial de tamaño titánico (que lo tenía más abierto que una tienda de 24 horas), su cerebro segregaba una potente y adictiva droga natural que lo hacía olvidarse de cualquier tensión y lo ayudaba a jugar con más confianza.

Con cada contracción suspiraba asombrado por poder albergar en él algo tan grande, y más sorprendente era que con tantos movimientos bruscos en la cancha no se hubiese hecho un daño interno, más bien se corrió unas cuantas veces con tanta energía que terminó cayéndose y perdiendo el balón. Sus calzoncillos pesaban con tanto semen acumulado.

«Soy un degenerado, qué horror.»

Sus manos temblaron, llevándoselas a la cara para ocultar su vergüenza.

Tras terminarse la charla del entrenador varios se quedaron en las gradas mirando los partidos que restaban de la primera etapa del torneo de secundaria, mientras que otros volaron a comer y dormir. Por su parte Sakurai se dirigía a los ascensores intentando no llamar la atención, los pasillos estaban repletos de regalos y vistosos arreglos florales enviados por agentes interesados en los jugadores más talentosos y también de parte de fanáticos. La mayoría dedicados al equipo de Teiko como ya se había hecho costumbre.

Se detuvo cuando vio un ramo precioso con sus flores blancas favoritas y que estaba dirigido a él firmado por «Tu gran fan». Automáticamente se abrazó con más fuerza presa de una escalofriante sacudida, seguido de un fogonazo en el centro de su vientre que hizo que su ano se apretara furiosamente alrededor del falo de goma que estaba llenándolo hasta los intestinos, presionando continuamente esa pequeña protuberancia de placer estratégicamente ubicada en la pared de su recto gracias a la naturaleza.

Recordó por qué a sus cortos catorce años había empezado a hacer estas cosas tan grotescas, por qué necesitaba cada vez más, por qué la mitad del tiempo en el que debería estudiar en cambio se la pasaba en el teléfono viendo videos calentorros, investigando en la net los juguetitos más grandes y novedosos con los cuales abrirse el culo hasta sentir que rozaba la muerte. Hace unos pocos meses sus padres viajaron por trabajo dejándolo solo por primera vez y un fanático obsesionado que descubrió su dirección logró colarse por una ventana sin que nadie se diera cuenta, pilló a Ryou en su habitación completamente vulnerable y le arrancó la ropa para violarlo en la cama sin dejar de gemir entre los sollozos del chico cuánto lo amaba y que era su mayor fan.

— ¡No, por favor, basta! A-ah… ¡¡AAAHH, para, duele mucho!! ¡¡Me estás rompiendo!! —lloraba en aquel momento con los ojos apretados sacudiendo su cabeza de un lado a otro, como si así pudiera negar lo que estaba pasándole— Te- te lo suplico, detente…

— Ahh, uff… ¡por fin lo estoy haciendo! ¡¡Es tan increíble!! ¡Mucho mejor de lo que había imaginado, qué delicia! ¡Haah, umm! Te quiero, precioso, ¡eres mi ángel!

En ningún momento el descontrolado hombre bajó su ritmo frenético empujando sus caderas de atrás hacia delante, enterrándose tan profundo dentro del pobre muchacho que lo levantaba en el aire con cada embestida haciéndolo gritar de pánico y dolor.

— Siempre voy a verte a todos tus partidos, ¡tengo todos los videos y artículos de revista que puedan existir sobre ti…! ¡¡Te escribo cartas!! Pero eso no era suficiente, ammh… necesitaba decírtelo en persona y demostrarte mis sentimientos. ¡No soy cualquier fan! ¡¡Estoy dentro de ti como nadie porque te amo!! ¡AAAHG! —finalmente se corrió babeando de placer sobre la cara del castaño cubierta de lágrimas, mientras reía eufórico y lo miraba con ojos enloquecidos.

Sakurai no podía entender esto, ¿por qué él? Sí, es un excelente jugador que se volvió titular el año pasado cuando apenas iba empezando la secundaria y su equipo es uno de los mejores del país, ¿pero eso era suficiente para encandilar a alguien al punto de la locura? ¡Si solo era un niño nada más!

— Por… por favor, ya no… —pero no acabó ahí, sus muñecas pasaron de estar inmovilizadas por las manos de su atacante a ser maniatadas en los barrotes de madera del cabecero de la cama.

Al principio fue un trauma sentir esa polla adulta violentando su pequeño cuerpo que derramaba los restos de su pureza en manchones de sangre, los cuales no tardaron en mezclarse con el lago de semen saliendo de su entrada desgarrada en cuanto aquel hombre deslizó fuera su miembro, tras un largo y asqueroso suspiro de satisfacción al impregnarlo por segunda vez. Sin embargo, luego de dos o tres horas siendo sometido sin descanso sus ojos llorosos estaban casi volteados hacia atrás sin parar de salivar fuera de su boca, incapaz de cerrarse por el maratón de gemidos que delataban la vorágine prohibida en la cual Ryou había sido arrastrado a la fuerza.

A pesar de haber quedado destrozado de cintura para abajo Sakurai no dejó de rememorar esa efervescente emoción que quedó arraigada a fuego en sus entrañas tras el horrible acto, y no pudo evitar el deseo de recrear nuevamente aquel poderoso placer que lo llevara a la locura.

Se atrevió a experimentar con sus dedos y luego de varios intentos aprendió a darse placer, pero en poco tiempo no hubo punto de comparación con lo que sintió aquel día, así que pasó a los alimentos con forma fálica como pepinos o salchichones y luego usó las tarjetas de sus descuidados padres para conseguir juguetes, siendo cada vez más monstruosos cuando sentía que ya no era suficiente y su esfínter se fue acostumbrando al estímulo continuo, tanto que entraba en un desesperante síndrome de abstinencia si pasaba algunas horas sin meterse lo que fuera.

Presionó el botón para llamar al ascensor, meditando que posiblemente ya no era más tamaño lo que reclamaba su cuerpo sino la pasión y el desenfreno de tener otro cuerpo encima abusando de sus nalgas. Ni siquiera recordaba el rostro de su violador así que supuso que podría sentirse bien con cualquiera, pero sería demasiado vergonzoso insinuarle sexo a alguien aún cuando cualquiera estaría encantado de disfrutar de su joven y estrecha anatomía. ¡Jamás podría!

Las puertas de metal se abrieron y por suerte el ascensor se encontraba vacío. Sakurai se introdujo seleccionando su piso y se dejó caer contra la pared a sus espaldas, soltando un agudo bramido cuando el impacto empujó su dildo aún más adentro. El chico sudaba afiebrado y se mordisqueaba los labios, deseaba llegar a su habitación y cambiar su juguete por uno que vibrara, el que trajo bien escondido en su bolso deportivo. Ahora mismo necesitaba movimiento en su interior para eyacular gloriosamente.

En eso pensaba con sus ojos cerrados y la cabeza echada hacia atrás cuando un golpe lo alertó, alguien había interpuesto su mano para que el ascensor no se cerrara. La adrenalina fluyó dentro de Sakurai cuando pensó que se trataba nuevamente de ese fan loco, pero en cambio vio entrar a Aida-san, el dueño de un gimnasio donde su entrenador los llevaba de vez en cuando para usar las máquinas y la piscina, y también para pedirle a este hombre consejos para los entrenamientos individuales. Ryou lo admiraba porque era genial con los tiros de tres puntos, aunque jamás se atrevería a decírselo.

El jovencito permaneció estático esperando a que más personas entraran con ellos, pero las puertas se cerraron dejándolos solos.

— Lo siento, perdón. Ho- hola… —habló como pudo, agachando la cabeza al ser intimidado por la insistente mirada del mayor. Era esa misma mirada con la que Kagetora parecía acecharlo cada vez que visitaba su gimnasio o cuando él venía a ver jugar a su equipo, y por un momento llegó a pensar que Kagetora era el mismo acosador que lo ultrajó pero no podía ser posible, no tenían ningún parecido. Para su sorpresa, el hombre castaño presionó el botón de stop con una sonrisa— Qué… ¿qué está haciendo?

— ¿Pues qué va a ser? Necesitamos privacidad para resolver el asunto con ese objeto que ya no te tiene satisfecho, ¿verdad? Se ve que ya no puedes esperar.

Los ojos del chico que ya de por sí eran enormes se abrieron aún más por la sorpresa, sin querer entender a lo que el otro se refería.

— N- no sé de qué habla…

— Sí que lo sabes. Fui a espiarte en los vestuarios aprovechando que te quedaste de último y cuál fue mi sorpresa al ver lo que tenías insertado en el culo mientras te cambiabas, después no fue difícil para mí notar como caminabas haciendo fuerza para tratar de obtener un mayor estímulo. —en ningún momento Kagetora perdió esa sonrisa flanqueada por unas notorias líneas de expresión, aunque seguía siendo un maduro atractivo.

Sakurai sintió un escalofrío estremecedor y al tratar de retroceder lo único que consiguió fue afincar más el culo contra la pared. Soltó un gemido con el que no podría negar absolutamente nada de lo que Kagetora acababa de decir, temblando aterrado y a la vez excitado cuando el más alto se acercó hasta hacerle sentir que le robaba el oxígeno.

— Parece que ni tengo que revisarte ahí para confirmarlo.

El menor apretó los ojos a punto de llorar completamente avergonzado. Era embarazoso verse descubierto y al mismo tiempo lo mantenía expectante lo que Kagetora había propuesto antes, él… ¿sabía lo que ahora mismo ansiaba tanto?

— No se lo digas a mi mujer pero soy débil ante los niños como tú, tan hermosos e inexpertos pero deseosos por ser mancillados. Puedo notar la lujuria contenida en tus ojos velados. —tomó a Ryou por el mentón acariciándole la piel con la yema rasposa de su pulgar, y eso bastó para que el chico jadeara ansioso— Por eso quiero darte ese placer que te urge. ¿Lo deseas, pequeño?

¿Cómo podría resistirse?

— A-ahh, sí, por favor… lo necesito… quiero que me ensucies.

El adulto alargó su sonrisa mientras que sus ojos fueron atravesados por un brillo depredador. Dejó un corto beso en los labios ajenos, temblorosos y rojizos por tanto mordisqueo, antes de empujar la cabeza del muchacho hacia abajo para restregar el bulto de sus pantalones contra su mejilla sonrojada.

— Sácalo. Este será el mejor juguete que hará que tu mente explote. —su expresión tomó un tinte perverso viendo como el jovencito apenas lograba coordinarse para bajarle la bragueta, pues las punzadas de placer se acentuaban en esa posición de cuclillas haciendo que Sakurai engullera completamente el falo de goma.

Si no fuera por la base que quedaba fuera de sus nalgas el dildo ya estaría perdido dentro de su interior como si se lo hubiese tragado un agujero negro, aunque en realidad eso es en lo que se había convertido su goloso esfínter.

— Ohh, dios…

— Me tienes así desde hace horas.

Con los ojos bien abiertos el menor vio la enorme verga que salió a saludar fuera de la abertura de la cremallera, muy dura y con la cabeza expuesta que se rozaba contra su cara dejándole rastros de pre-semen. Con dedos tímidos Ryou la tocó apenas como si fuera a coger una flauta, una gruesa flauta de carne cubierta de venas que palpitaban igual de cachondas que él.

Era la primera vez que tocaba una aparte de la suya, apenas tuvo el valor suficiente para apresarla completamente con sus manos casi infantiles haciendo sisear al hombre que lo observaba expectante. Sakurai aspiró su aroma potente por el sudor, memorizando la textura de esa piel que tenía algunos pliegues al estar completamente retraída hacia atrás para dejar expuesto el glande al cual besó con los ojos apretados, notando la sofocante temperatura que quemaba contra sus labios.

Finalmente se atrevió a meterla en su boca, era tan gorda que las comisuras de su boca se resintieron al tener que estirarse al máximo para albergar esa polla que no esperó para comenzar un sucio mete y saca, ahogando a Sakurai con apenas la mitad de su longitud.

— Así es, pequeño. Respira por la nariz y déjame sentir tu deliciosa lengua, ¡uff…! Prometo que te va a gustar.

Aida se relamió, sujetándolo del pelo para guiarlo mientras veía extasiado como las mejillas ajenas se hundían cuando se esforzaba para chupar, y el chico se hizo rápidamente adicto a ese sabor salado y a la sensación que dejaban las embestidas dentro de su boca. En un momento cuando las penetraciones se volvieron agresivas haciéndolo lagrimear Kagetora le indicó con la voz muy ronca que aguantara la respiración, apenas alcanzó a obedecer cuando la mata púbica del mayor golpeó su nariz y la gran polla se le encajó más allá de la campanilla, literalmente la tenía atorada en la garganta rociando una cantidad impresionante de semen.

— ¡Mmf! ¡¡Mhg…!!

Al percatarse de que Ryou ya no aguantaría más se echó hacia atrás aun soltando su amargo esperma dentro y fuera de la boca del chico, que acabó con su cara empapada de blanco y hasta su pelo goteaba esos pegajosos hilos. Tosió y tosió escupiendo lo que no pudo tragar y se tomó su tiempo para recuperarse, mientras Kagetora sacaba un pañuelo para limpiarlo.

El ano de Sakurai ardía palpitando como loco y el pobre muchacho estaba casi desmayado con la visión dándole vueltas. Había sido demasiado intenso y su pollita aún daba algunos espasmos después de acabar dentro de sus calzoncillos una vez más. Kagetora se agachó ayudándolo a sentarse contra el panel del ascensor, dejando la cadera de Ryou un poco hacia delante para poder desnudarle la parte inferior.

— Dime, pequeño, ¿te gustó?

— Ahmm, sí… otr- otra vez… quiero más. —pidió aún con la mirada perdida, dejándose hacer por el mayor que ya le había retirado las prendas y tiraba un poco de la base del dildo para observar el estado de su entrada. Ésta se contraía angustiosamente por tanto placer y estaba rodeada de un tono rojizo por todo el tiempo que fue forzada a mantenerse dilatada.

Aida metió un dedo moviéndolo alrededor del dildo y sonrió al notar que Sakurai se había aflojado, dejando espacio para ocupar algo más que un trozo de goma en su interior.

— De verdad eres asombroso, pequeño. Tu culo es tan receptivo que sin dudas podrá con esto. —estiró las blancas piernas del adolescente hacia los costados y empezó a frotarse contra sus huevitos y su polla, la cual se apuró en endurecerse a la par en que la de Kagetora también se erguía gloriosa duplicándole el tamaño.

Ryou estaba comiéndosela con la mirada, todavía respiraba agitado y su rubor brillaba aún más por las gotas de sudor que le sumaban erotismo. Sin querer esperar más él mismo se estiró las nalgas mirándole con ruego y Kagetora jadeó maravillado.

— Entra en mí y cumple tu promesa.

Sus labios tiritaron con el largo gemido que soltó cuando la punta mojada de semen comenzó a presionar, tratando de abrir el poco espacio que dejaba el dildo aún metido dentro de Sakurai. Su gemido se convirtió en un grito cuando el grosor de Kagetora empezó a entrar forzosamente, y en lo que pareció una eternidad sus torsos chocaron indicándole que el contrario acababa de insertarse entero.

Increíble, tenía dos pollas descomunales adentro. Se sentía más realizado que cuando ganó su primer partido como titular, y esa magnificencia se acrecentó cuando Kagetora inició un vaivén suave para acostumbrar su carne joven a semejante intromisión.

— Parece que ya estás listo para que te vuelva loco.

— Sí, ahmm… muéstreme ese placer, quiero me folle hasta desmayarme. ¡¡AAAHHAH!!

Y por la manera en la que el mayor apoyó sus palmas contra el ascensor para darle fuerza a sus embestidas bestiales el deseo de Sakurai no tardaría en ser concedido.

Esa polla en verdad era muy larga y a su vez también impulsaba el dildo haciendo que Sakurai disfrutara de una doble follada. Ambas golpeaban tan adentro de su enano cuerpo que juraría que este hombre le estaba desvirgando algún órgano interno pero no le importó, no podía concentrarse en nada gimiendo a gritos y balbuceando cosas incomprensibles como si lo estuvieran matando, así que Kagetora le tapó la boca con la suya haciendo gala de su larga lengua, mareándolo con la intensidad del beso.

Sí que le encantaría escuchar gemir al castañito hasta que le sangraran las cuerdas vocales, pero estando ahí llamarían demasiado la atención y no sería nada bueno que se abrieran las puertas y lo vieran a él abriéndole las piernas a un menor.

— ¡Huhh! Vaya, chiquillo, sí que me estás estrangulando… ¡ahh, aahg! No me harás durar así, uff.

Sakurai no respondió, no podía. Ya ni le salía la voz para gritar, tan solo soltaba chillidos afónicos agitando su cabeza sin sentido y babeaba con los ojos en blanco mientras se jalaba las greñas eyaculando varias veces como poseso. Su columna crujía al contraerse con las duras penetraciones que se hicieron más rápidas y cortas, hasta que Aida le levantó todo el cuerpo con una última y potente embestida para dejarle el vientre lleno de su caliente esencia.

El más alto resopló bajando lentamente su cadera y que el cuerpo de Ryou se arrastrara por la pared hasta quedar sentado nuevamente, con las piernas abiertas en forma de M dejando que la ola de semen que salió de su palpitante ano arrastrara afuera el dildo con el que tanto disfrutó. El esperma siguió fluyendo tranquilamente formando un charco y todo el cuerpo semi inconsciente de Sakurai daba espasmos que repercutían en su agujero, el cual estaba tan flojo y abierto que por suerte el muchacho había hecho sus necesidades antes del partido o sino no sería semen lo único que estaría resbalando fuera de él.

Kagetora se limpió y arregló a ambos, desbloqueando el ascensor para que retomara su camino. Levantó en brazos al dormido muchacho y lo llevó a su cuarto dejando aquel desastre atrás, lo depositó en su cama y dejó el dildo bien guardado en el bolso de Sakurai. Por suerte su compañero de cuarto no estaba presente. El mayor lo observó y le lamió una lágrima involuntaria que se le escapó, permitiéndole descansar para que su culo recuperara su apretado tamaño.

— Gracias, pequeño. Me la pasé muy bien contigo y ojalá nos volvamos a ver, eres una delicia. —se despidió rozándole algunos mechones antes de salir.

Ocho horas después, a media madrugada el cuerpo de Ryou aún temblaba resentido cuando despertó permaneciendo consciente a duras penas.

— Hola, mi dulce ángel. Volví por ti. —ese aliento lo golpeó en la oscuridad y Ryou apenas fue capaz de notar otro cuerpo que se sostenía sobre él, acariciándole el rostro con el dorso de sus dedos.

Reconoció esa voz devota y extasiada que rayaba en la demencia, su fan había regresado. Miró al otro lado de la habitación donde la figura de su compañero de equipo dormía de espaldas a ellos, así que con los ojos entornados y una suave sonrisa cansada Sakurai se abrió de piernas para él.


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