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Amor Yaoi
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Ambos por 1827kratSN

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Notas del capitulo:

Holis~

Sólo diré que: gocen XD

 

 

 

Kyoya estaba despierto desde las cinco de la mañana, pero no tenía queja alguna. Se quedó admirando a la persona que dormía a su lado, la misma que estaba boca abajo, aferrado a la almohada, con los labios levemente separados y los cabellos más alborotados de lo normal. Se dio el lujo de suspirar y sonreír levemente pues estaba satisfecho emocionalmente, simplemente eso. Con sus dedos repasó el perfil de su castaño, los deslizó por el hombro desnudo, repasó aquel lunar que adornaba el cuello expuesto, rozó esos labios y al final lo vio hacer una mueca y girar el rostro. Era bello en todas las facetas que mostraba. Kyoya quitó los mechones que ocultaban la piel del cuello y vio aquella mordida que tan sólo tenía unas horas. Esa era una marca hecha por sus dientes y que mostraba el lazo que crearon la noche anterior. Al fin dieron ese gran paso y aunque la herida parecía dolorosa -y de verdad lo sería-, era su lazo matrimonial, así lo consideraba el azabache.

Había pasado mucho tiempo desde que lo conoció, y reconocía el largo proceso que decidió seguir para lograr ganarse al castaño, después de todo, cuando lo conoció éste tenía una herida difícil de tratar. Tsuna había sido lastimado por alguien más joven, le habían roto ilusiones y planes, había llorado por meses, tal vez más tiempo del que siempre afirmaba y Kyoya respetaba ese bache en su conocimiento sobre el ajeno. Ese silencioso pasado que Tsuna mantenía era sagrado, intocable, que no debía ser desenterrado, Kyoya así lo prometió porque no quería volver a ver a su pequeño tan triste, con esa mirada apagada y las lágrimas siendo contenidas con esfuerzo sobrehumano. Había que acotar que si Kyoya se enteraba de quién fue el desgraciado que desquebrajó a su amado cielo, lo buscaría y le haría la vida imposible, pero se prometió aceptar la voluntad de Tsuna y dejarlo como estaba. Sin embargo, había una marca que jamás se borraría de ese dulce corazón. Las inseguridades de Tsuna se fundamentaban en aquello del que no quería hablar, en el dolor de un amor falso, pero Kyoya supo entenderlo.

Cuando lo conoció supo que esos ojos apagados serían extremadamente bellos si volvieran a la normalidad, que esa sonrisa sería su pequeña luz, que esa alma bondadosa sería su mayor necesidad, y así fue, pues cuando logró devolverle el brillo a aquella joya, jamás quiso soltarla. Y ahora estaba ahí, en ese momento, en esa cama, solamente con Tsuna. Lo había logrado. Había unido cada pedacito brillante de ese roto corazón y para completarlo, incluso cedió parte del suyo. Estaban unidos de una forma tan especial, que nadie entendería la grandeza de ese acto intangible. Ese lazo entre alfa y omega sólo era la última piedrecilla del castillo que construyeron para formar su hogar. Ahora sólo tenían que seguir llenando sus vidas con memorias, vivencias y amor

Hibari esperó pacientemente a que esos párpados se separaran y esos ojos chocolates pestañearan varias veces antes de que esos labios emitieran un perezoso bostezo. Sonrió sutilmente al verlo ya despierto y quejándose de la pesadez corporal. Le besó el hombro, la mejilla, los labios y se disculpó por su rudeza, pero no había arrepentimiento. El hecho de formar un lazo fue consensuado, ambos lo decidieron cuando estaban seguros, lo hicieron cuando Tsuna no estaba en celo, entrelazaron sus dedos en el momento preciso y se entregaron mutuamente. Eran felices, sus bobas sonrisas lo demostraron. Tardaron un año desde el primer nido que Tsuna hizo, un año en donde Kyoya se esforzó por llegar a tener un nivel de fama lo suficientemente buena como demostrarle a Tsuna que estaba apto para cuidar una familia, le demostró de mil formas que lo amaba y que su más grande deseo era casarse, unirse. Todo finalizó la noche anterior y fue perfecto

 

 

—¿Te duele mucho? — Kyoya empezaba a desinfectar la herida de su pequeño, a curarla con el mayor de los cuidados

—Un poco, pero estoy bien — de dejaba hacer sintiendo los besos en su hombro de vez en vez y sonrojándose cada vez más cuando sentía el ardor ocasionado por el alcohol en su piel

—Iremos al médico más tarde, no quiero que te pase nada

—Sería vergonzoso — murmuró enrojeciendo aún más. Su marca era evidente, era obvio que el médico empezaría con las preguntas y no estaba listo para hablar de su intimidad

—Debemos hacerlo

—Lo sé — reprochaba cerrando los ojos — está bien

—Hay otra cosa — cuando terminó aquello y cubrió la marca, besó la mejilla derecha de Tsuna y lo abrazó por la cintura — Tsuna… tengo que ir a hablar con tus padres

—No creo que sea buena idea — se tensó al pensarlo. Su piel se estremeció con la posibilidad siquiera de dar la noticia a su familia — se los diré yo… pero no ahora

—No — sonrió de lado porque se iba a divertir de seguro — lo haré personalmente

—Kyoya, sabes que no es…

—Sólo los he visto pocas veces, será bueno visitarlos más seguido

 

 

Tsuna adoraba a su pequeña, cálida, armoniosa y un poco rara familia. No era hijo único, pero a veces lo trataban como tal y esa era la única razón por la que no deseaba que Kyoya fuera el informante de la gran noticia. Aún recordaba cuando llevó a su novio para presentarlo porque su madre, Nana, se moría de ganas por conocerlo; se arrepintió desde que entró por la puerta. Su padre, Iemitsu, en la entrada con un aura maligna y sosteniendo en su mano un rifle de caza, su hermano menor junto a su padre con una sonrisa divertida mientras grababa el momento y su cálida madre rompiendo el ambiente oscuro e invitándolos a pasar. La cena llena de preguntas directas y hasta un poco absurdas o vergonzosas, las risas de Lambo porque se unía al interrogatorio, la madre encantada con el pretendiente. Las diferentes “trampas” dirigidas a Kyoya, las discusiones cuando no lograron espantar al intruso, la sonrisa de Kyoya porque se estaba divirtiendo. Tsuna no olvidaría ni esa ni las otras visitas a su familia y por eso no estaba seguro de cómo su padre tomaría el asunto de la marca en su cuello. De verdad no quería terminar peleando con él mientras alegaba ya no ser un niño y saber defenderse solo.

Allí estuvieron en el día elegido, en la sala que tenía una puerta corrediza hecha de cristal que los llevaba directamente al patio, mirándose entre todos mientras platicaban de alguna cosa sobre sus vidas, soportando las miradas furiosas de Iemitsu hacia Kyoya. Lambo miraba todo con atención mientras arrebataba las galletas de las manos a Kyoya y se armaba una pequeña guerra para disfrutar de uno de los famosos platillos de Nana. Tsuna suspiraba profundamente mientras buscaba la mejor forma de decir la gran noticia, pero claro, su pareja adoraba ser la chispa que encendía la dinamita. «He marcado a Tsuna» Palabras sin tacto, sin sutileza, serenas y directas.

Silencio.

Incomodidad.

Miradas y boqueos.

El problema fue, era y siempre sería Iemitsu, el mismo que gritó un «¡Cómo te atreviste a tocar a mi pequeño Tsuna!». No hubo alma que lo detuviera en su ataque contra Kyoya. Lambo se carcajeó un poco por la “pequeña” noticia, pero luego su mirada se volvió maliciosa. Tsuna vio a su hermano correr mientras murmuraba algo sobre su celular o lo que sea para grabar, a la vez que se llenaba la boca con la mayor cantidad de galletas porque, obviamente, no le iba a dejar nada a Hibari Kyoya. Nana unió sus manos y encantada sonreía mientras susurraba los planes que tenía para sus hijos, ella aceptó a Kyoya desde el primer momento y no había problema. Así de rara era su amada familia

El padre era un asunto serio, especial y duro de superar. Peleas, discusiones, incluso con la edad que tenía Tsuna, aquel padre sobreprotector no dejó de dar problemas. Tsuna intentó parar a su padre, pero él y Kyoya ya estaban en el patio intercambiando técnicas de combate. Era simplemente extraño de ver, mucho más cuando se denotaba la diferencia de edades debido a las canas que el uno mostraba, aunque las mismas se escondían por los rubios cabellos del poseedor. Sin embargo, y aun con lo raro que sonara, Kyoya adoraba a su suegro, por eso cuando dijo claramente que tomaría responsabilidades por sus actos, sonrió. Con sólo esa frase estalló el problema más grande, pues a pesar de la edad, Iemitsu seguía siendo un fuerte adversario que Kyoya gustaba de enfrentar… aunque a veces el mayor gustara de apuntar con su rifle al “desgraciado”. Para rematar, Lambo hacía barras apoyando a su padre. Eran un desastre

 

 

—Un muchachito como tú no merece a mi hijo. ¡Eres un niño apenas! ¡Inmaduro! — alzaba su voz mientras usaba la culata de su arma para intentar golpear al azabache

—¡Papá! ¡Ya basta! — pedía Tsuna, pero era ignorado y suspiraba resignándose a que esos dos resolvieran sus problemas de esa forma

—Puedo y lo haré — Kyoya estaba sereno, respondiendo con simpleza los ataques y claramente sin hacerle daño al mayor. Respetaba a su futuro padre — La marca ahora nos ata y claro que tomaré a Tsuna para no soltarlo… pienso tener una familia grande con él

—¡Jamás! ¡Mis nietos no tendrán tus genes raros y demoniacos!

—Sí que tienen energías — reía Nana mirando a los dos pelear en el patio — entonces tus hijos serán muy fuertes, Tsu-kun

—Aún no hemos planeado eso, mamá — reía un poco avergonzado por el tema planteado

—Pues más les vale que se apuren — decía levantando su dedo índice y mirando a su retoño — Tsu-kun ya tienes treinta y un años, y yo quiero nietos cuanto antes

—Mamá, no me presiones — casi rogaba, pero sabía que su madre podía manipularlo como quisiera. Nana era de temer a veces

—Y la boda la planificaré yo — sonreía animada mientras daba ligeros aplausos

—Mamá, por favor

—¡Jamás dejaré que se casen! — Iemitsu escuchó aquello con su agudo oído de “padre sobreprotector” y dejó de amenazar a Kyoya por un momento — ¡Sobre mi cadáver!

—Mamá — Kyoya sonrió porque la castaña adoraba que la llamara así — usted puede empezar a planearla, quiero que sea a su gusto y al de Tsuna

—¡Lo haré con gusto! ¡Ya tengo las ideas anotadas!

—Estás perdido, Tsuna-nii… me apiado de tu alma — murmuraba Lambo cerca del oído de su hermano mayor — un marido raro y una madre ilusionada… pobre de ti

—Lambo… cállate

—Resignación, Tsuna-nii. Resignación — pero su seriedad se acabó y empezó a reírse a carcajada limpia

 

 

No hablaron de boda cuando decidieron formar su lazo, pero en ese momento, y con Nana ya fantaseando con la boda de su único hijo omega, no hubo marcha atrás. Tal vez Kyoya lo planeó todo de esa forma, no sería raro viniendo de él, pero Tsuna tampoco se quejó demasiado. ¿Y por qué negar que ambos deseaban eso pero que nadie se atrevió a tocar el tema porque respetaba los pasos calmados que estaban dando? Todo con calma, al menos eso hacían hasta ese punto. Sin embargo, por una simple “broma”, todo lo que desearon decir salió a flote. Ambos querían unir sus vidas mediante un matrimonio legal como era debido y eso era como un punto culmine, como la cima de una montaña, no sabían cómo describirlo exactamente, pero lo deseaban con fuerza

 

 

—No sé por qué te negaste a la despedida de soltero, Tsuna — sonreía un azabache de mirada color avellana mientras sonreía — hubiese sido divertido

—Con Skull dirigiéndola. No gracias — sonreía nerviosamente

—Cierto — apoyó otro muchacho de cabellera rojiza y de ojos de mismo color, pero más brillantes — es un poco… salvaje

—Pero así lo adoras, Enma — sonreía Tsuna mirando a su amigo — por algo se casaron aun siendo demasiado jóvenes

—No estamos hablando de mí ahora — evitaba el tema con un poco de vergüenza — era Takeshi quien planteó la plática

—Yo sólo quiero matar la tensión — reía el mencionado — Tsuna… ya deja de tocar tu marca

—Lo… lo sé, es sólo que estoy nervioso — apartaba las manos de su cuello y las deslizaba hasta los bolsillos de su smoking de color blanco — bueno… no pensé llegar a tanto en tan poco tiempo

—¿Poco tiempo? — Enma elevó una ceja — llevas años junto a Hibari. La verdad ya estábamos cansándonos. Eres el único de nosotros quien aún está soltero

—Pero eso se acaba hoy, ¿no? — un muchacho de cabellera platinada ingresaba sin siquiera tocar la puerta y miraba a todos — pero si quieres te ayudo en la fuga. Tengo un auto afuera, Enma distraerá al novio y nos vamos

—No digas eso, Hayato — Takeshi reía divertido — lo harás dudar

—No dudaré — Tsuna miró a sus amigos y sonrió avergonzado — la verdad es que no quiero huir. Ya no estoy inseguro, un poco nervioso sí, pero nada más que eso. Quiero casarme con Kyoya y formar la familia que siempre quise. De cierta forma… me siento realizado con sólo esto

—Me harás llorar — murmuró Hayato mientras disimuladamente carraspeaba y acomodaba su cabello — entonces me adelanto, porque escucharte decir más cursilerías me hará daño

—Tsuna… es hora — murmuró Takeshi al leer un mensaje en su celular — vamos

—¿Y mi papá?

—Aquí — suspiraba alguien que ingresaba con su traje impecable, pero se veía… deprimido — pero no quiero dejar a mi pequeño en manos de semejante bestia

—Papá — suspiró Tsuna — ya hablamos de esto

—Lo sé — limpiaba sus lágrimas — y yo sólo quiero verte feliz… así que… vamos, antes de que me arrepienta — ofrecía su mano mientras se mordía el labio. Tsuna sólo correspondió al gesto de su padre con una sonrisa, contando los segundos antes de que Iemitsu volviera a llorar — pero si quieres… Hayato me contó de su plan B para escape sin fallas

—Papá, gracias por estar aquí — negó divertido, no podía cambiar esa situación

 

 

La ceremonia fue simple, con amigos cercanos, en mayor número por parte del castaño porque claramente era el más sociable de esa pareja. Debido a su innata bondad, dulzura, amabilidad y otras cosas, Tsuna tenía conocidos por donde quiera, pero aun así el número de amigos cercanos también era considerable. La familia, los trajes, la fiesta, todo estuvo bien dispuesto gracias a Nana quien adoraba de esas cosas y se pasó alrededor de un mes y medio planificando todo. Sin embargo, en el gran día, la atención se concentraba en dos personas vestidas de blanco, con la única diferencia en el color de sus camisas. El uno portaba una de color blanco y el otro una de color negro, quienes escuchaban las palabras del juez mientras se miraban con dulzura. Se presenció la firma de los papeles, el juramento de amor cuando cada uno tuvo la oportunidad de hablar y al final destellaban los anillos en el dedo anular de la mano izquierda de cada uno.

Estaba hecho.

Fue el día más feliz de ambos, el brillo en sus miradas lo demostraba. Toda aquella noche se la pasaron juntos, riéndose, besándose cuando les era posible, dejando que todo asistente viera que ellos eran felices juntos, que se amaban como ningún otro. Cuando fue el momento fue Kyoya quien besó la mejilla de Tsuna y susurró el pedido de traslado de lugar, puesto que ellos tenían su departamento propio en donde recogerían sus maletas para salir de viaje durante una semana. Tomados de las manos se despidieron de todos, retirándose con calma pues no había apuro, ahora tenían la vida entera para disfrutar el uno del otro.

 

 

—Desde que te conocí, te usé como mi inspiración para muchos cuadros

—No lo sabía — sentía la caricia en su mano debido al roce del pulgar de Kyoya — pero creo que de cierta forma deseaba que fuese así

—Es imposible para mí dejar de usarte como mi modelo… porque no puedo sacarte de mi cabeza, Tsuna

—No sé cómo responder a eso — rió avergonzado

—Sólo dime que jamás me dejarás

—Prometo no dejarte… y prometo también, amarte sin límites

—Hasta tus oídos están rojos — mencionó antes de detener sus pasos y acercarse hasta el rostro ajeno que intentaba alejarse inútilmente — Tsuna

—Tú empezaste

—Entonces me alegro que me siguieras la corriente — susurró antes de besar los labios ajenos

 

 

Estaban casados, en su luna de miel, en la playa, tomados de las manos mientras sus pies se mezclaban con la arena; escuchaban el mar golpear las rocas, Tsuna reía suavemente mientras sentía el abrazo por la espalda y el beso en su cuello. Ya habían hecho eso antes, pero ahora era un poco más especial porque estaban enlazados y casados. Sus dedos adornados por los aros matrimoniales, aquellos amuletos brillaban y sólo con eso… bastaba.

Cuidar el uno del otro, apoyarse, ayudarse, eso definía su relación desde el inicio y así seguiría siendo.

 

 

Continuará…

 

 

 

 

Notas finales:

 

Bueno, demoré porque ¡mi tesis me tiene loca! La odio con todas mis fuerzas… jajajaj y es tan gracioso a la vez. Pero ya, dejemos eso de lado y miremos al futuro. Hoy me sentí muy “sentimental” y corregí el capítulo, sinceramente espero que les haya gustado porque yo me morí de risa mientras lo corregía. Amo a Lambo, pero en esta historia XD

El siguiente será el capítulo final, así que esperen con paciencia.

Ahora, para quienes leen “Problemas de clase”, pido disculpas, pero no podré actualizar pronto. No logro centrarme en la emoción que necesito y no quiero darles un capítulo de mala calidad o al apuro, así que esperaré al momento preciso y lo seguiré. Espero me comprendan

Muchas gracias por seguir leyéndome

Krat los ama~

Besitos~


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