Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Una ramita más por 1827kratSN

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 

 

 

—Yura, ¿hoy no salías con Beka? — Nikolai observaba a su nieto revisando despreocupadamente su teléfono celular

—Quedamos en que nos veríamos aquí, en casa, para luego ir en moto a la pista de hielo

—No me gusta que te subas en esa cosa — arrugaba levemente la nariz y elevaba su labio superior, una mueca digna de desagrado hacia algo

—¡Pero es fantástico! — de un solo salto Yuri se incorporó para elevar sus manos y demostrar lo fascinado que estaba con ese asunto — Deberías subirte abuelo. Beka te lo ofreció y de seguro sigue en pie

—No me subiré en algo que no tenga cuatro ruedas — negaba convencido pues de sólo pensar en esa posibilidad sus miedos salían a flote — quiero vivir y quiero que ustedes dos también lo hagan  

—Ya abuelo — sonreía divertido — Otabek conduce con mucho cuidado así que no te preocupes, además, siempre tomamos las rutas más calmadas. No hay riesgo

—Me alegro que al menos Otabek sea responsable — elevó una ceja acusadora hacia su nieto — si quieres algo con él deberías madurar también, Yura

—Abuelo… — apretaba los labios hasta formar una línea, pero tomaba coraje para preguntar lo que su mente insistía en mentalizar — ¿tú crees que Beka me mire de otra forma, una más especial que solamente su amigo?

—¿Por qué no se lo preguntas directamente? — sonrió enternecido por esas dudas adolescentes ante algo que era sumamente obvio — sabes lo sincero que es

—¿Y si me rechaza? — soltó un suspiro largo, resignado en parte

—Serán amigos solamente entonces. De todas formas, no creo que se vuelvan a distanciar

—Sólo quedan diez días — suspiró nuevamente mientras se recostaba en el sofá — y no quiero que se vaya

—Entonces aprovecha estos días… y que haz algo bueno pase — apoyar a su nieto era lo único que podía hacer, después de todo, el paso lo tenían que dar ese par de chiquillos inexpertos

 

 

Un solo sonido interrumpió su plática familiar. El teléfono de la casa timbró sonoramente, haciendo que el rubio saltara debido a la impresión, pero, siendo el más cercano al aparato, atendiera como era normal. Nikolai vio a su nieto quedarse callado después del saludo emocionado, algo raro pasó mientras los segundos seguían acumulándose, algo grave al parecer. Yuri, después soltar el aparato, salió corriendo al segundo piso como si su vida dependiera de ello. La mente de Nikolai dio un vuelvo porque su nieto no actuaría así de raro sin alguna razón importante y, apresurándose a tomar el teléfono del piso, lo apegó a su oreja para intentar averiguar todo por sí mismo. El anciano se alegró mucho al escuchar a Otabek del otro lado y no a un desconocido que le informara de una tragedia, pero su alivio duró poco.

 

 

—¿Qué sucede, hijo? — escuchaba un jadeo del otro lado y temió lo peor

—A-abuelo… necesito esos supresores de urgencia… por favor

 

 

Sólo esas palabras bastaron como para derrumbar la calma del anciano y que éste sacara la información necesaria de los labios de Otabek a través de la línea. Yura saltó escalones de dos en dos para apresurarse, aunque sea unos segundos y cuando apareció delante de Nikolai, éste le dijo la dirección donde el kazajo se hallaba, le dio unos billetes para un taxi mientras él tomaba los respectivos abrigos y celulares para apresurarse a salir. No tardaron en tomar el transporte, alterados se movían constantemente y apresuraban al conductor lo más que se les fue permitido. El rubio apretaba la cajita de supresores que halló en la mesita de noche de Otabek y trataba de agudizar su nariz con la esperanza de hallar el olor del causante de su estrés actual. Rogaban por llegar a tiempo y evitar cualquier tipo de tragedia, así que cuando el auto se detuvo en la dirección correcta saltaron del mismo buscando desesperadamente al indefenso omega.

Porque cualquier omega que pasara por la etapa de celo, estaba indefenso.

Fueron los minutos más desesperantes de sus vidas mientras se dividían para buscar eficazmente a Otabek. El abuelo, por un lado, usando su nariz como el alfa experimentado que era, el más joven corriendo como alma que lleva el diablo tratando de encontrar a su más grande perdición de esos días.

En su apuro, en cierta parte de su travesía, Yuri ni siquiera se fijó en la persona que estaba en frente y lo pateó para abrirse camino, pero al hacerlo cayó en cuenta que otro tipo estaba desplomado a pocos pasos, pero lo más importante de eso era que el culpable de esa situación fuera… ¡su omega! Por dios que casi grita de la emoción… pero en vez de eso, tembló.

El rubio era un alfa joven, demasiado tal vez, por esa razón, cuando el fuerte aroma ocasionado por el celo de Otabek le llegó a sus fosas nasales, recibió una descarga eléctrica en toda piel. Fue un estímulo tan potente y exquisito que calentó su adolescente cuerpo con tal rapidez que incluso se mareó y hasta vio el mundo “color de rosa”. Fue impactante, porque nunca percibió de forma tan intensa el olor a canela que desprendía Otabek, un perfume magnífico que podría llevarlo al cielo… jamás había experimentado algo así al estar cerca de otro omega, al menos no que recordara  

 

 

—Yura — Otabek jadeó aliviado al ver al rubio delante de sí — ¡Yura! — elevó su voz al ver que el rubio no se movía de su lugar y sólo lo miraba fijamente

—S-Sí — el rubio se golpeó la frente antes de darse cuenta de la situación. Un hombre inconsciente, un omega en pleno celo con las mejillas rojas y los puños apretados, los mismos que eran cubiertos por esos guantes negros que no dejaban ver el daño real — ¿e-estás bien?

—Sí — susurró mientras se limpiaba el sudor de la frente porque su cuerpo estaba tan caliente que era casi imposible mantener la cordura… pero claro, tenía años de experiencia y no caería tan fácilmente ante los efectos de su celo

—Oh no, princesa. Ese omega es mío — aquel que había caído de pronto se levantó con aires de grandeza

—¡¿Qué quieres decir imbécil?! — Yura enfureció por aquella voz prepotente y llena de malas intensiones

—Yura, ¿tienes lo que te pedí? — el azabache, sin embargo, ignoró a ese sujeto antes de dar los pasos faltantes hacia el rubio para así sostenerlo de los hombros — Yura

—Sí… tómalos — miró a Beka a los ojos y se sonrojó al ver un brillo diferente debido a lo cristalinos que estaban — ¡rápido! — dijo con vergüenza porque en ese momento debería estar centrado en el idiota que tenía a pocos pasos

—Oh no. No me ignorarás, bastardo

—¡Ya cállate! — enfureció Otabek mirando al desconocido de frente — puedo dejarte en el suelo como a tu amigo, ¡así que no me provoques! — estaba harto de esos imbéciles

—¡Otabek rápido! — Yura lo tiró de la chaqueta para mirarlo mientras mostraba la cajita — tu olor es… es…

—Ya sé — suspiró mientras volvía a calmarse y procedía a tomar aquella cajita. Tenía que apresurarse a sacar la medicina, una pastillita de color blanca que sería su salvación

—Es tan… ¡tan delicioso! — se quejaba Yuri mientras giraba sobre sus propios pies para dejar de ver a Beka. Tenía miedo de volverse un idiota y hacer cosas que no debía — jamás había percibido un aroma así de rico — mas, su sinceridad no podía ser contenida y automáticamente aspiró un poco el aire para disfrutar de aquel delicioso perfume

—Oye, tú — pero claro, un alfa ignorado era un alfa enfurecido — ¡aléjate si no quieres problemas!

—Pues eso te lo diría yo — enfureció el rubio porque le cortaron su pequeño pedazo de cielo acanelado — ¡te patearé el trasero, idiota!

—Tardará un poco en hacer efecto — susurró Beka, alejándose para apoyarse en una pared cercana — Yura… necesito que…

 

 

Mas no faltó decir algo porque el rubio se lanzó en contra del desconocido, al parecer lo suyo no eran las palabras… tal vez nunca lo serían. Dos alfas peleándose en pleno callejón y un omega fastidiado que decidió mejor callarse, esperar a que su cuerpo se calmara y su temperatura descendiera para volver a ser “normal”. Groserías al aire, golpes errados y acertados, giros por el suelo y un policía traído por Nikolai quien había visto todo de lejos.  

Fue un día muy raro, más raro cuando Otabek explicó lo sucedido mientras se preparaba para de nuevo conducir su motocicleta, la que había quedado ignorada durante la trifulca. El azabache confesó que su celo se adelantó sin aviso previo y que, cuando identificó los primeros síntomas, se alejó cuanto pudo de las locaciones más concurridas por la gente mientras su mente le permitiese conducir, pero no soportó el calor y terminó por refugiarse en aquella calle desolada. Lo demás no tenía importancia, lo que valía era que con el medicamento ya estaba mejor y en casa mucho más, porque sentía la seguridad que necesitaba.  

Los siguientes días en esa casa fueron un poco tensos, principalmente porque tener a un alfa junto con un omega en celo en la misma casa era descabellado. Nikolai confiaba en su nieto, pero este parecía muy afectado por el aroma de Otabek en su celo, tanto como para que se recluyera en la sala la mayor parte del día y comiera dulces sin parar para matar su ansiedad. Era un adolescente, obviamente controlar sus instintos era demasiado difícil, pero lo logró, aunque él mismo se autoimpuso la condición de que si quería visitar a Beka, lo haría junto a su abuelo por si las dudas.

 

 

 

—¿Necesitas algo más, Otabek? — Nikolai era inmune a ese aroma tan potente. Eso debido a que sus años le ofrecieron autocontrol, aunque también se debió al lazo que formó con su difunta esposa, el mismo que él podía jurar que nunca dejaría de existir

—Estoy bien así… muchas gracias — sentía sus mejillas rojizas, su piel sensible y sus sentidos a tope. Decidió aceptar quedarse en cama en vez de tomarse supresores potentes que controlaran efectivamente todos los síntomas de esa época, eso porque Nikolai se lo pidió ya que le preocupaban los efectos segundarios del medicamento

—Me alegra que nada malo haya pasado contigo — sonrió Nikolai mientras recogía los platos del almuerzo que Otabek tomaba en aquel cuarto

—Pues Yura sí tiene evidencias — miró el labio rasgado del rubio y la bandita que este tenía en la ceja derecha

—Nada de qué preocuparse — suspiró Nikolai — es joven, aguantará eso y más — no creyó que su nieto se lanzará a pelear con un sujeto mucho mayor a él, pero entendía que le ganó el instinto protector del alfa que lo definía

—¿Ya no te sientes tan débil? — el rubio se mantenía junto a su abuelo, sentado en el suelo cerca de la cama de Otabek — es decir… bueno — no quería hacer sentir mal a su amigo, pero era verdaderamente difícil hablar de su celo — No sé cómo decirlo, Beka — ya harto, frunció su ceño

—Estoy bien, todo pasará — sonrió con sutileza para calmar la ansiedad del rubio — no te preocupes

—Pueden charlar un rato, yo iré a la cocina a preparar la cena

—Espera, abuelo… te acompaño — estaba alterado, eso se notaba a leguas

—Bien

—Duerme un poco, Beka. Seguro y eso te ayuda — una sonrisa sincera, un gesto amable y el respeto al espacio ajeno… Yura era así de dulce

 

 

El kazajo parecía agradecido por aquellos gestos tan simples, después de todo, en su celo se volvía un poco más… boquifloja, pero con el abuelo cerca se mordía la lengua y resitúa bastante bien. Otabek no quería dejar una mala impresión de su estadía y mucho menos revelar sus ansiosas necesidades en esa época “oscura”.

Mas, todo termina y al cuarto día, la familia volvió a la normalidad. La única novedad era las vacaciones de verano de Yura, las que llegaron en un tiempo perfecto  

 

 

—Lamento haber causado estos problemas — un rubio y un azabache caminaban por las calles del centro, buscando el encargo del abuelo: una nueva boina de fina marca en una tienda del centro comercial — fueron tres días desperdiciados

—Claro que no — Yuri colocó sus manos en su nuca y miró al cielo — es normal que pase eso, ¿no? — sonrió despreocupadamente — No creo que sea un desperdicio

—Podríamos haber salido a algún otro lugar

—Pero podemos hacerlo ahora — sus mejillas levemente rosadas mostraban la satisfacción de tener un tiempo a solas con el mayor — además… fue interesante verte así

—No me gustan esos días — hablaba con seriedad porque el tema era importante — siempre me dan problemas — confesó un poco incómodo

—No deberías decir eso, Beka… es algo muy tuyo y personalmente lo disfruté

—¿Disfrutarlo? — elevó una ceja, extrañado

—Tu aroma a canela es delicioso, como si hornearan un pastel o algo así — trataba de darse a entender, pero no era fácil, así que usó las palabras más sencillas que halló

—Lo comparas con cosas extrañas — cerró sus ojos por un momento y lo pensó… ¿por qué un pastel? ¿No habría algo más serio con lo que comparar su aroma?

—Beka — suspiró mientras metía las manos a los bolsillos — creo que desprecias tu naturaleza, sin embargo, yo creo que eso te hace especial

—Yura… no ha sido fácil ser omega y se puede decir que no lo disfruto — frunció sus labios y miró al frente — es algo a lo que no lograré acostumbrarme

—Pues a mí me alegra que lo seas — miró la tienda a pocos pasos así que le daba igual soltar su lengua, además, ya faltaban pocos días para la partida de Otabek — porque así puedo pensar en que tal vez algún día podrías aceptarme como tu compañero de vida

—… — Sorprendido era poco para describir su estado, incluso sus palabras murieron. Tardó un rato en reaccionar — Yura…

—Soy un alfa, Beka — dijo mirándolo con seriedad y evidenciando una madurez que tal vez le faltaba pulir — mírame como tal… y deja que te proteja de vez en cuando

—Me recuerda a lo que dijiste antes de separarnos cuando éramos niños — sonrió al ver que Yura adelantaba su paso un poco

—Beka… me gustas y mucho — miró al mencionado y sonrió — creo que no pude decírtelo antes de despedirnos la última vez, pero ahora lo hice… Ahora apúrate, tenemos que tomar ese encargo y largarnos a casa antes de que oscurezca

 

 

Otabek vio al muchachito caminar con apuro y entrar a la tienda sin mirar hacia atrás, sin embargo, las orejas rojizas se notaban por sobre ese cabello rubio. Sonrió con ternura por aquellas palabras, las cuales había estado deseando escuchar algún día y que incluso llegó a creer imposibles o prohibidas. Yura siempre llegaba a sorprenderlo, por esa seguridad, el orgullo y la decisión en esa mirada verdosa que brillaba como diamante. Reconocía el valor del pequeño alfa para decir aquello a pesar de que dentro de unos días se alejarían, mucho más porque éste ni siquiera esperó una respuesta, tan sólo declaró sus intenciones. Otabek sabía que era el mayor, que necesitaba ser maduro y, aun así, no sabía cómo contestar aquella declaración

Por años, Otabek recordó esa sonrisa amplia, risueña, brillante, y muchas veces se recriminó al imaginarse que de esos labios salían palabras llenas de sentimientos dedicadas especialmente para él. Estaba encantado, no podía negarlo, aunque no pudiera expresarlo demasiado bien. Caminó con calma para alcanzar a Yuri, le siguió el juego de “aquí no pasó nada” mientras realizaban el encargo y finalmente sonrió con sutileza cuando Yura ofreció comer algo antes de volver a casa e invitó el bocadillo callejero con su propio dinero. Era simplemente el Yuri que conoció hace años

 

 

—Yura — susurró cuando estaban observando el atardecer sentados a las afueras de la pista de hielo

—Dime — miró al mayor y esperó alguna cosa normal entre los dos

—Ha sido divertido volver a verte

—También me lo pasé genial. — no le gustaban las despedidas, sin embargo, tenía que enfrentarlo — Tenemos que repetirlo… aunque es una pena que no te quedes más tiempo

—No pude conseguir una beca, pero alguna cosa podré hacer para venir de visita — Al principio se frustró por no conseguir lo que planeó, pero siempre podía acudir a un plan B  

—Eso espero, Beka, porque por aquí sólo tengo a esos dos idiotas acaramelados que me dan diabetes — gruñó por lo bajo al imaginarse al par de novios… Viktor y Yuuri eran como una bomba rosada de felicidad y cariñitos

—Son muy amables al preocuparse por ti — después de aquello sólo quedó un silencio un tanto tenso porque ambos tenían cosas que querían decir, pero no se arriesgaban a hacerlo

—Quiero que te quedes — Yuri de nuevo reunió valor, después de todo, era su última noche juntos — quiero que me veas de forma diferente… — apretó los puños e ignoró el leve calor que quería inundar sus mejillas — Beka… yo estoy enamorado de ti y quiero que me correspondas

—Eres muy pequeño — respondió en seguida con la misma seriedad de siempre, ocultando el alivio en su alma

—¡Maldita sea! ¡lo sé! — enfureció… adiós a su madurez — Pero creceré, ¡joder! Seré un alfa enorme dentro de unos años y… — sin embargo, algo lo detuvo. Sintió una mano encima de sus párpados y la leve presión de esta — ¿qué diablos haces, Beka? — intentó alejarlo, pero se lo impidieron

—Sé que eres pequeño por tu edad… por eso… esperaré pacientemente hasta que sea el momento — sonrió sin dejar de cubrir los ojos del menor

—Beka

—También me gustas, Yura — habló en un tono más bajo, revelando un secreto que sería sólo de ambos — por eso estoy aquí ahora, por eso te busqué por tanto tiempo, y a pesar de que no me comunicaba contigo cumplí con mi promesa

—Quiero ver qué expresión tienes ahora — intentó quitar aquella mano de sus ojos, pero no pudo, porque sintió la respiración ajena que chocaba con su mejilla

—No — susurró a sabiendas de que estaba tan avergonzado como para tener las mejillas rojas y por su orgullo no dejaría que Yura lo viera así. No aún — lo harás cuando me visites en mi país — susurró acercándose a los labios ajenos — promételo

—Te iré a buscar y más te vale que me alistes una habitación junto a la tuya — susurró al sentir el rostro de Beka tan cerca del suyo, tanto como para que sus narices se rozaran — o mejor aún… hazme un lugar en tu cama — sonrió socarronamente  

—Eres inmaduro — pero antes de que el rubio reclamase, unió sus labios. Otabek depositó un beso casto en esos labios finos, sólo unos segundos en donde sintieron esa unión y eso bastó — pero no importa — se separó un poco y depositó un beso en la mejilla de aquel ruso revoltoso — así te acepto, Yura

—E-eres muy cursi — sus mejillas enrojecieron instantáneamente. Con fuerza separó las manos de sus ojos y vio la sonrisa dulce que Otabek le dedicaba — y hueles bien

—Qué linda declaración — se burló

—¡Puedo hacerlo mejor!

—Entonces hazlo cuando nos volvamos a ver, Yura

—Como dije una vez… yo seré quien te cuide y te ayude a completar tu nido, Beka — dictaminó con la misma seguridad de cuando hizo por primera vez esa promesa

—Eso quiero verlo

 

 

Esa fue la confesión ante el cielo oscurecido y el brillo de las estrellas.

Después de eso, sólo sonrieron al despedirse en el aeropuerto.

 

 

Continuará….

 

 

 

Notas finales:

 

Creo que me pasé de cursilerías XD

Krat ama a sus lectores~

Besos y abrazos~

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).