Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Una ramita más por 1827kratSN

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 

 

Tal vez la primera vez de ambos no fue también la ocasión en que formaron un lazo como alfa-omega, tampoco la segunda o tercera, ni siquiera en el primer celo que disfrutaron juntos. Aquella importante acción se dio sólo cuando Otabek se graduó como diseñador gráfico y se mudó a Rusia junto a Yuri, donde el abuelo Nikolai exigió una boda antes de un lazo. Había que admitir que la tradición superó cualquier intento por razonar con el alfa mayor. Ellos deseaban legalizarse cuando ambos estuvieran ya graduados, sin embargo, sólo quisieron ver al abuelo feliz y tampoco les pareció mala idea dejar que él y los padres de Beka festejaran la unión como deseasen

La noticia del matrimonio se regó en el pequeño círculo de amistades por parte de ambos, todo normal, eso hasta que cierto ruso de cabellos platas se enteró y armó un escándalo porque “no quería quedarse atrás”. Sin planearlo o imaginarlo siquiera, terminaron siendo partícipes de la locura de Yuuri y Viktor. Aquellos dos dementes, pero buenos amigos, planearon una boda doble llena de detalles escandalosos, los cuales Yura rechazó incluso cuando estaba parado junto a Viktor en la tarima llena de rosas blancas usando un conjunto de color azulado, esperando a que sus parejas caminaran por la alfombra roja vestidos por completo de blanco incluso en la corbata de su vestimenta. Mas, al final todo fue bastante bien y cumplieron con los deseos de quienes los acompañaron durante toda su vida.

Fue entonces que, en la noche en donde sus dedos brillaban debido al adorno forjado con un metal precioso que simbolizaba su unión legal, sucedió. Sólo ahí el cuello de Otabek fue marcado por Yuri y de eso ya medio año

 

 

—Quiero que dejes de trabajar, Beka — su voz se tornaba somnolienta, cansada, incluso alargando algunas sílabas

—No empieces de nuevo, Yura — el azabache miraba su computador sin inmutarse por el tono de voz de su pareja y seguía con su trabajo

—No tengo tu suficiente atención — fruncía el ceño levemente mientras chasqueaba la lengua

—Ya lo discutimos, Yura

—Quiero huir contigo a las montañas — al fin lo hizo reír. Escuchó las suaves y cortas carcajadas emitidas, las cuales simbolizaban que Beka sólo se expresaba así con él —. Vamos… ¿qué tal mañana?

—Yura tengo que entregar esto el lunes. Deja de decir tonterías — negaba con su cabeza mientras corregía el error ocasionado por reírse de improvisto  

—¡Mi esposo no me mima! — refunfuñaba mientras se levantaba del cómodo sillón para sentarse en una silla junto a Beka

—Basta, Yura — sonreía sutilmente mientras seguía tecleando, manipulando el mouse e ignorando los besos en su cuello —. Me haces cosquillas — empujaba la cabeza contraria y suspiraba

—Beka — protestaba alargando el nombre del mayor, mientras restregaba su mejilla en el hombro del mencionado — tómate un descanso… ¡Ahora!

—Yura… — inclinaba un poco su cabeza mientras rodaba sus ojos — si lo hago, ¿me dejarás trabajar después?

—¡Claro! — el rubio sonreía como cualquier niño que ganaba una pelea con sus padres — ¡Vamos entonces!

—¿A dónde quieres ir? — con resignación guardaba los cambios en su trabajo y volvía a su actitud serena

—A la pista de patinaje, después a comer, y, al final, a nuestra habitación para tener un tiempo de caridad como un buen matrimonio — sonreía ampliamente mientras tomaba su billetera y llaves

—No tienes remedio — suspiraba, pero acomodaba todo en su escritorio y cerraba su portátil —. Vamos

 

 

¿Consentir demasiado a un alfa estaba mal? Tal vez sí o tal vez no, pero a Otabek no le importaba ceder el cincuenta por ciento de las veces en donde el egoísmo de Yuri se mostraba. Siempre y cuando tuviera tiempo para terminar con sus labores, no se quejaba y accedía, mucho más cuando él también necesitaba un descanso para mover sus músculos. Disfrutaba de ver la sonrisa brillante del rubio, de esa mirada verdosa que destellaba inocencia en ocasiones, y de los gestos cariñosos que eran ofrecidos sin previo aviso. Aunque fuera sólo tomarse de las manos y con el pulgar masajear el dorso del contrario, era un gesto tierno, único y especial.

Patinaban en esa pista con un poco más de soltura dada por los años en que convirtieron el patinaje en su actividad favorita, incluso daban algunas piruetas de vez en vez, o se coordinaban perfectamente como sólo ellos podían hacerlo. Se conocían tan bien que el uno sabía lo que pensaba el otro y terminaban improvisando alguna rutina que en parte vieron en algún video deportivo. Adoraban ese tiempo juntos

Sin embargo, había algo que no pasaba desapercibido para ambos y que les molestaba hasta cierto punto. Aunque no lo dijeran en voz alta, odiaban las miradas que a veces se ganaban sobre sí. A simple vista cualquiera creería que Otabek era un alfa bastante serio debido a su rostro poco expresivo, mas, lo delataba su aroma sutil que lo relacionaría con un beta, y pocos se imaginarían que era un omega con un dominio casi perfecto sobre las feromonas en su sistema. También deducían que Yuri era un omega poco común debido a esa estatura digna de su raza, o hasta lo podrían confundir con un beta, pero la realidad era otra y cuando se enfadaba mandaba al demonio cualquier conjetura que lo involucrara.

Cuando la gente los veía fuera de sus calmados estándares, las miradas se tornaban punzantes, casi palpables, porque la gente escrutaba cuál era la relación que ambos mantenían y obviamente trataban de saber a qué “especie” pertenecían. Cuando eso pasaba, Yuri hacía algo para descolocar a Otabek por simple placer de ver las expresiones asombradas de todos esos idiotas. A veces emitía sus propias feromonas que dictaban un “lárguense entrometidos”, ocasionalmente era un beso repentino en la mejilla de su pareja o un abrazo posesivo; las feromonas que Otabek no podía contener debido al momentáneo bochorno, le daban a la gente la respuesta que nunca se esperó recibir. Las cosas cambiaban desde ahí, esas miradas se volvían reprobatorias porque ellos no formaban parte de los estereotipos dadas a sus clases. ¡Que se jodieran todos!

Un alfa debe ser grande, grueso, de facciones marcadas y duras, Yura era de rastros delicados por herencia de su madre y cuerpo delgado por naturaleza. Un omega debe ser fino, de complexión delicada, curvas deseables, tierno, bello a la vista, y Otabek era de complexión tosca y aura un tanto intimidante. Ninguno calzaba en el estándar y era… ¡Genial! Adoraban causar molestia a los que los rodeaban. No importaba lo que hicieran si los demás se alejaban del sitio que ellos ocupaban, eso era un beneficio en compensación de toda esa mierda que les tiraban. A veces reían cómplices por aquello, ocasionalmente se sentían fastidiados por la tan clara discriminación y al final del día mandaban todo al diablo porque agriarse por algo tan vano era un desperdicio de energías, las que podían usar en otras actividades

 

 

—¿No pudiste siquiera aguantar hasta después de… la cena? — murmuró mientras intentaba, por tercera vez, que lo soltaran

—No cuando te ruborizas por un simple beso esquimal — El rubio sostenía con fuerza la muñeca izquierda de Otabek en contra de la pared en la que lo estaba aprisionando

—Yura, demonios — gruñó en advertencia — Sabes que no me gusta eso

—¿Qué cosa?

—Tienes la mano muy floja — murmuró mientras intentaba que el rubio dejara de morderle el labio inferior — ¡Estábamos ingresando al restaurante, por dios!

—¿Qué tiene de malo el desear apretar el trasero de mi esposo? — comentó divertido, pero sin aflojar su agarre. Era un juego que le gustaba

—Nada, si tan sólo lo hicieras en la privacidad de… — de nuevo era impedido de hablar porque esos labios devoraban los suyos con avidez, robándole el aire, impidiéndole razonar porque después de unos momentos también colaboraba en aquel beso

—Estás soltando feromonas de nuevo — Yuri reía burlonamente mientras pegaba su cuerpo al contrario para impedirle moverse — pensé que te controlabas bien

—¿Podrías al menos soltarme?

—¿Ya colaborarás?

—Ya me metiste a este motel, ¿qué más quieres? — fruncía su ceño, pero mantenía el leve matiz rosado en sus mejillas

—¡Esa es la actitud, Beka!

—Idiota — regañaba mientras limpiaba el rastro de saliva en sus labios pues cuando Yura se entusiasmaba podía ser excesivo en todo sólo para molestarlo — después de esto iremos a casa — advirtió

—Aún falta la cena — besaba con dulzura la mejilla ajena y sonreía con picardía antes de acercarse al oído ajeno para susurrar — y cuando terminemos con esto, hasta tú tendrás hambre

—Que sea para llevar — soltó un jadeo al sentir el perfume que Yuri despedía, el de un alfa deseoso por el acto carnal

—Entonces prepárate, Beka… — mordió el cuello ajeno con suavidad — Hoy morderás las almohadas

—Cambié de idea — Otabek odiaba cuando eso pasaba, Yuri era el tonto que rompía la atmósfera en más ocasiones de las que deseara admitir — Nos vamos — forzó su brazo, porque si bien fingía que Yura podía someterlo, cuando no estaba de humor dejaba de ser gentil

—Claro que no — daba contra ante la negativa, lo sujetaba fuerte para mantenerlo prisionero

—Yura, es en serio

—Tengo una duda — sonrió con malicia mientras descendía las manos por la cintura ajena y las dirigía a los muslos firmes — ¿Por qué te molesta dejar salir tu voz cuando lo hacemos, Beka?

—Por la misma razón por la que te muerdes la mano cuando llegas al orgasmo — agarró la muñeca de Yura y la alejó de sí — porque no quiero decir alguna estupidez como la que tú mencionaste aquella vez

—Sólo fue esa vez — se quejó como un niño intentando excusar una travesura — yo no…

—Decirme “osito cariñosito” no fue gracioso — enfureció al recordarlo

—Lo fue para mí — no pudo evitar reírse por eso, aun cuando sabía a la perfección que era mala idea — ¡Pero prometí no volver a hacerlo! — fue empujado con fuerza y trató de rectificarse — Beka, no te enojes

—Suficiente… — frunció su ceño y empujó al menor para que no se le acercara — me regreso a casa

—Beka espera… ¡No me dejes así! … Estoy caliente, maldición

—Así te quedarás hasta que yo quiera

—Pero Beka

—Idiota

 

 

Claro, siempre había problemas de pareja y ellos no eran la excepción, aunque la mayoría de veces el origen de esas discusiones fuera Yuri y sus interminables “travesuras”. Al parecer, Yuri nunca dejaría de comportarse como el menor de la relación, aunque fuese sólo por diversión.

El rubio era maduro, muchas personas lo decían. Cuando estudiaba, especialmente en las ocasiones donde tenía que presentar trabajos extensos, jamás se desconcentraba más de lo debido. Al verlo rondar por la universidad era tomado como un buen ejemplo de seriedad y aplicación, según Viktor, Yuri a veces hasta se le incluía como ayudante de catedra de algún profesor. Pero sólo Otabek conocía cuán infantil podía llegar a ser ese rubio. Lo adoraba, pero lo odiaba de la misma forma; era como luchar contra su más grande capricho o algo por el estilo. Y a eso se sumaba algo más. Algo que Otabek mantuvo oculto durante unos meses, pero que en cierta etapa de su vida estalló sin aviso

 

 

—Beka, ¿viste mi sudadera azul? — caminaba por la casa solamente usando una toalla alrededor de su cintura y otra que posaba en su cabello para secarlo un poco — ¿Beka?

—No — sin mirar al rubio pasaba de largo hasta la sala — ponte otra cosa o se te hará tarde, Yura

—Beka… no salgas de casa sin supresores — mencionaba mientras elevaba un poco su nariz y captaba el aroma — empiezas a endulzarte

—Lo sé — mostraba el paquetito de pastillas y se lo guardaba en la chaqueta

—Serán días divertidos por lo que veo

—Adiós, Yura — ni siquiera volteó a ver al otro antes de meter su laptop en el maletín y tomar sus llaves — suerte en el proyecto

—Te amo, Beka… cuida de mí en este celo también — sonreía divertido antes de escuchar la puerta cerrarse — no sé por qué aún le avergüenza el tema

 

 

Nadie más podía entender la naturaleza de un omega más que otro omega, por esa razón, en las últimas semanas Otabek había acudido a su más grande inspiración: su madre. Solamente con ella podía abrirse sin problemas y expresar las dudas que tenía sobre su propia persona, una de ellas era la incesante necesidad de quedarse en casa y mandar todo a la mierda para simplemente buscar refugio.

Los dos últimos celos que cursó habían sido duros de afrontar, más de lo que alguien pudiera entender, después de todo, se obligó a anular su instinto y forzó su cuerpo a aplazar su preparación. Su madre lo regañó al enterarse, pero cuando Otabek expresó la razón de sus acciones, todo el enfado de su madre se desvaneció

 

 

—Yura está próximo de graduarse, ¿no? — aquella voz maternal sonaba más dulce de lo normal

—Sí — cerraba los ojos para poder centrarse en esa plática

—Entonces, ¿por qué no ceder ante tus deseos?

—Porque no es tiempo aún — se frotaba el entrecejo

—¿Y le has preguntado a Yura por si se siente listo?

—No

—Primer error, hijo mío. Por lo menos insinúaselo — se escuchó su risita de fondo

—No es tan fácil, mamá

—Nunca es fácil. Sé que es duro, pero créeme cuando te digo que hacer aquello que tu cuerpo necesita no está mal. Y si aún no te sientes por completo seguro, siempre están a disposición los métodos para aplazar el crecimiento de tu familia

—Lo sé — suspiró mientras se recostaba en el sofá — pero…

—Pero, ¿qué? ¿Acaso te avergüenza ser omega? — pareció enfadarse — ¿Te parece despreciable ser como eres?

—Claro que no

—Entonces déjate llevar. Te aseguro que Yura lo tomará como cualquier niño en navidad — la dulce risa de su madre le proporcionó seguridad

—Mamá — sonrió levemente y cerró los ojos — tienes razón

—Además… recuerda la promesa. Creo que ya es hora de que se cumpla

—Gracias, mamá… Te quiero

—No más que yo, mi pequeño Otabek

 

 

El proceso de crecimiento tardaba años en completarse, tantos como diera la posibilidad de que la persona respirara, porque jamás se dejaba de aprender y eso era lo que fundamentaba la existencia misma. Incluso en la adultez las cosas nuevas llegaban a su debido tiempo, y el miedo al cambio también existía de igual forma. Sin embargo, arriesgarse siempre era la mejor opción Y Otabek se dispuso a hacerlo, por eso, cuando sintió la llegada de aquel momento, se reportó enfermo en su trabajo y pidió permiso para quedarse todo el fin de semana, incluyendo el viernes, en casa.

Estaba decidido a empezar con su labor. No le tomó mucho tiempo puesto que recogió varias cosas antes del gran día y en la soledad de su hogar simplemente fue cuestión de elegir un lugar adecuado, mover unos cuantos objetos y proveerse de todo lo que necesitara para crear su obra maestra

 

 

—¡Beka, estoy en casa! — se estiraba antes de caminar hacia la sala — Beka… ¿dónde estás? — se le hacía muy raro no verlo trabajando, así que decidió recorrer las habitaciones en la planta baja mientras detectaba el rastro, un tanto intenso, de aquel perfume distintivo del kazajo — ¿Beka?

—¿Qué tal tu día? — descendía por las escaleras con la usual calma que lo caracterizaba, peinando sus cabellos un poco desordenados

—Bien, nada fuera de lo común… aunque Yuuri se portó un tanto enigmático en la hora del almuerzo

—Seguro es algo relacionado con Viktor — Otabek caminó hacia la cocina siendo seguido por el otro — ¿quieres cenar ahora?

—Tu celo será mañana, ¿verdad? — era imposible centrarse en algo más que en el penetrante rastro de feromonas que se acumulaban

—Sí — Otabek ya empezaba a sentir sus mejillas acaloradas, pero el proceso se tardaría un poco más

—Lamento ser tan fastidioso, pero es inevitable el molestarte en estos días — Yuri sonrió antes de abrazar a su amado azabache por la espalda — lo único que quiero es disfrutar de todas las feromonas que no puedes controlar

—Está bien — suspiró cuando su piel se estremeció por el toque de Yura — sólo no hagas nada extraño hasta mañana

—Lo prometo

 

 

Compartieron la tan común cena mientras charlaban sobre cualquier cosa, bromeaban con algo sucedido en la universidad del rubio, compartían el aseo como era normal, aunque la mayoría del tiempo Yuri no podía dejar de olfatear el cuello del mayor. Hubo abrazos, suspiros, besos y caricias sin malas intenciones. Respeto al deseo de uno y limitante para los instintos del otro

Yura podía ser muy cariñoso en esa época y Beka adoraba ser el centro de atención. Aunque no lo dijera, su omega saltaba de emoción los días previos a su celo con una simple sonrisa dedicada hacia su persona. Era extraño porque Otabek sentía que poseía otra personalidad que ocupaba su cuerpo, pero con el tiempo se acostumbró a ello

 

 

—Yura… tengo que mostrarte algo — cuando sintió correcto empezó con su misión especial

—Claro, dime

—¿Recuerdas lo que me prometiste cuando éramos niños? — indagó para calmar un poco su agitada alma

—Hay una promesa que recuerdo… la de casarme contigo — sonrió, pero el otro negó

—Si no lo recuerdas, no valdrá la pena mostrarte

—¿Qué cosa quieres mostrarme? — fue como encender la curiosidad de un niño, Yuri empezó entonces a perseguir a Otabek a donde quiera que este fuera

—Dime si lo recuerdas o no — evitaba decirlo directamente, no estaría mal desesperar un poco al rubio

—Beka… sabes que mi memoria está un poco torcida, pero si me das una pista, seguro lo recuerdo

—Bien — el mayor tomó la mano del rubio y lo guio escaleras arriba. Acunaba el silencio como un raro calmante para él, puesto que, lo que más ansiaba era ver la expresión ajena cuando viera aquello — ésta es la pista, y en serio espero que recuerdes

—Me estás poniendo tenso, Beka. ¿Qué cosa es? — incluso empezaba a querer saltar debido a su ansiedad

—Esto — empujó lentamente la puerta de la habitación que compartían como matrimonio

—Vaya, vaya — susurró al ver todas las cosas cambiadas de lugar — espera, Beka — mencionó antes de que el otro ingresara — déjame verlo detenidamente y te digo

—¿Sabes lo que es? — miró su pequeña construcción, mejor dicho, revolución. Toda su ropa y la de Yura estaba acunada en el centro de la habitación en donde el colchón servía como base a pesar de que no se lo viera debido a la cantidad de cosas que fueron colocadas encima

—Claro que sé y estoy tan emocionado, ¡que ni siquiera puedo reírme! — dijo mientras tensaba su cuerpo y se sostenía del marco de la puerta para no entrar — es un nido, Beka… ¡Es un nido, por dios! — sus ojos brillaban, sus mejillas adquirían un tono levemente rosado y sus dientes blancos se mostraban a través de aquella pequeña sonrisa que parecía simplemente una muestra del shock inicial

—¿Te gusta? — sin poder evitarlo el calor de la vergüenza y emoción se apoderó de sus mejillas y, aunque quiso disimular, sabía que era inútil — Yura… dime

—Una promesa — susurró mientras se giraba hacia el mayor — Beka recuerdo que te hice una promesa que involucraba un nido de aves… pero no puedo recordar exactamente qué era — tomó los hombros del azabache y cerró sus ojos unos segundos — ¡Perdóname! Tú has hecho algo tan bonito, pero yo, ¡no puedo siquiera recordar qué cosa salió de mis labios ayer!

—Creo que lo sospechaba — sonrió con sutileza mientras tocaba la mejilla del rubio arrepentido

—Perdón por ser un idiota con amnesia — se rozó contra la palma ajena y se mordió el labio inferior — Lo siento tanto

—Prometiste completar cada nido que yo fabricara, Yura — confesó sin dejar de mirar aquellos ojos verdosos

—¿Eso dije? — susurró

—Sí… y éste es el primero — dijo antes de apuntar a la habitación

—¡Debo completarlo entonces! — exclamó con entusiasmo mientras se separaba — bueno, no sé qué pueda usar, pero…

—No importa

—Espera — Yuri meditó breves momentos antes de recordar algo importante. Ubicó la habitación correcta y sin dudarlo corrió hacia esta

—Yura, ¿qué haces?

—Espera, espera — mencionaba antes de desaparecer por la puerta. El sonido de cosas siendo removidas, las maldiciones del rubio por no encontrar aquello, hicieron que Otabek sonriera. Al final un grito leve reveló el triunfo del ruso — ¡lo hallé!

—¿Yura?

—¿Recuerdas esto? — corrió junto a Otabek y mostró su hallazgo — tú debes recordarlo

—Esto — miró aquel objeto con sorpresa — ¿Lo guardaste? ¿Por qué lo conservaste? — detallaba el pequeño revoltijo de ramitas unidas por pegamento… era tan nostálgico  

—Aunque no recordaba mi infancia… esto, era especial — con cuidado Yuri abrió el pequeño baúl de acrílico transparente y sonrió — sabía que no debía deshacerme de él

—Fue nuestro primer intento — con sus dedos tocó las ramitas deterioradas por el tiempo, pero brillantes debido a alguna cosa que seguramente Yura o Nikolai colocaron encima para conservarlo intacto — el primer nido de aves que intentamos hacer

—Ésta es la última rama que necesita tu nido, Beka — sonrió ampliamente

—Gracias

 

 

Aquella cajita era un lazo que crearon antes de su primera separación y ahora sería el último peldaño que necesitaba su puente hacia su nueva vida.

El cofre fue puesto en la cabecera del nido, debajo de cinco prendas y posicionado cuidadosamente para que no se dañara. Aquel objeto que tenía las esencias de dos niños ingenuos sería el amuleto perfecto que necesitaban para aquello, porque desde ese instante Otabek declaró estar preparado para dejar descendencia, para cumplir el deseo de Yura, para cumplir con su propio anhelo, para agrandar su familia y acrecentar su amor. Estaba listo para seguir con el ciclo de un omega en compañía de su alfa elegido

 

 

—Quiero tener hijos, Beka

—Y yo quiero dártelos

—Pero no en este celo — sonrió cuando se pudo sentar en medio del nido junto al azabache — será cuando me gradué, cuando tenga un trabajo y cuando pueda resumirles a nuestros herederos lo grandiosos que somos tú y yo… quiero que estén orgullosos de sus dos padres

—Hablas como un adulto — se burló

—Es porque lo soy… — miró al kazajo antes de acariciarle la mejilla — es porque tú me has empujado a serlo… es porque quiero ser una columna firme donde tú puedas apoyarte

—Te falta mucho para que puedas cumplir con eso

—Por eso debo pedirte un poco más de tiempo, Beka… sólo un poco

—Esperaré con paciencia. Crearé nidos para que tú los completes conmigo — entrelazó sus dedos con los del rubio y sonrió

—Definitivamente te amo, Beka

—Y yo a ti, Yura

 

 

Un beso selló el nuevo objetivo de vida. Una cálida mirada completó la oratoria. Una sonrisa brindó la seguridad que necesitaban para continuar.

El nido… estaba completo

Sus vidas… darían un cambio

Sus manos… seguirían unidas

Se amarían mientras sus corazones siguieran latiendo.

 

 

FIN

 

 

Notas finales:

Como cuando intentas hacer romance, pero haces un poco de comedia XD

Conofieso que fue en extremo divertido escribir esta historia. Una idea simple, un romance común, una historia que puede ser la realidad de muchos (de cierta forma, ustedes me entienden. Omegaverse y sus raras cuestiones XD)

Krat les agradece el tiempo tomado para leer el fic.

Muchos besos y abrazos~

Feliz navidad y próspero año nuevo~  


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).