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Mírame, elígeme, ámame por Lililum

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Notas del capitulo:

Hola! 
Me disculpo por todo el tiempo que tarde en actualizar pero no sabia como debia continuar, que giros tenia que tener la historia y que camino debia segui asi que me tomo un tiempo decidirlo, les pido que lean la historia desde el comienzo pues hay ciertos cambios.
Sin más espero disfruten la lectura y los veo pronto :p

 

Ha pasado una semana desde lo sucedido con Erick, después de no encontrar a “la chica de ojos triste” como comencé a llamarla, regresé a casa intentando no dar explicaciones a Erick, sin embargo, las explicaciones no serían para Erick si no para Nat.

Al parecer después de la forma en la que me fui o, mejor dicho, la forma en la que hui de él, intento esperarme hasta que Natalia llego al departamento y observo lo preocupado y ansioso que este estaba. Al parecer estaba preocupado por la forma tan repentina en la que me fui.

Natalia, quien no sabía nada de la situación, me contaba lo que había sucedido con Erick mientras yo solo podía agachar la cabeza para así evitar su mirada tan maternal que tenía conmigo, hasta que me conforto directamente.

–Así que…–hizo una pausa para que siguiera con mi mirada su voz y así pudiera mirarla a los ojos–¿Por qué te fuiste y dejaste al pobre alborotado? ¿Qué ocurrió? – sus manos tomaron las mías y las colocaron sobre su regazo en un intento de darme tranquilidad, sin embargo, esto no fue suficiente.

–No lo sé–respondí alzando los hombros sin darle importancia, intenté quitar mis manos, pero su agarre se volvió más fuerte y firme impidiéndome así escapar de el

–Sabes que puedes confiar en mí, ¿Cierto? ­–Ese comentario fue suficiente para mí para poder contarle como me sentía

–No estoy segura de hacia dónde va mi relación con Erick– dije de una vez, intentando esquivar su mirada tan protectora para así mirar el techo

–Hace unas horas todo estaba bien entre ustedes y ¿ahora me dices que no sabes a donde va tu relación con él? –esta vez sí estaba confundida, me miro aún más angustiada por mi repentina duda sobre mi relación

–No estoy segura de querer eso para toda la vida– dije intentado no parecer una loca, sin embargo, eso no era del todo posible en ese momento –Y no digo que esto que tenga con Erick sea para siempre– solté sus manos para poder levantarme e irme a mi habitación, pero no funcionó porque ella se levantó primero

–¿Qué pasa realmente contigo? – me preguntó Nat frunciendo el ceño por la confusión que invadía su cabeza en ese momento

–No lo sé–dije mirándola a los ojos y compartiendo su frustración, cuando esta bajó la mirada entendí que estaba cediendo un poco y mi interrogatorio acabaría en ese instante. Así que escape de ese lugar para encerrarme en mi habitación, donde he estado la semana más pesada de mi vida.

Después de aquella platica tan intensa con Natalia, terminé más confundida que antes respecto a la verdadera razón por la que hui ese día, quería creer que era debido a los nervios de la primera vez, pero aquella vocecita que me gritaba en ese momento, me gritaba ahora, pidiéndome.

No, exigiéndome, que buscara respuestas sobre lo ocurrido.

Creí por un momento que Natalia le contaría a Lana sobre la conversación que habíamos tenido, pero no fue así, en su lugar me estaba dando el espacio necesario que ella consideraba que yo necesitaba, y no se equivocaba, aunque sin la ayuda de ninguna de ellas era más complicado de lo que esperaba.

Erick al igual que Natalia y Lana me dio mi espacio, aunque a diferencia de ella dos, el tiempo que me regalo fue demasiado corto. A los 2 días de que lo deje vestido y alborotado decidió buscarme en la universidad, llevaba un ramo de rosas rojas, intentando que lo perdonara por cualquier cosa que hubiera sido su culpa. No acepté el ramo, le dije que necesitaba pensar las cosas respecto a ambos, lo cual no le gusto.

Así que, aquí estoy una semana después, en otro sábado, mirando el techo de mi habitación con Max a mi lado haciéndome compañía, estoy segura que me encuentro sola en el departamento por que ayer ninguna de mis mejores amigas llegó a dormir aquí, lo cual hace que me sienta cómoda, pero a la vez es demasiado silencio para mí.

Giro mi cabeza hacia la cómoda que está a mi lado derecho para mirar el reloj el cual marca las 11:10, miro las manecillas con detenimiento y sé que faltan segundos para que sea el famoso 11:11, recuerdo que Lana siempre me decía que pidiera un deseo cuando llegaba esa hora.

–Es una tontería– decía mientras observaba a mi rubia favorita cerrar los ojos con fuerza y pedir su deseo, miro la puerta e inconscientemente observo a mi alrededor, vigilando que nadie me vea.

–Tal vez no es una tontería- digo en voz alta para mirar una vez más el despertador y observar que en efecto ya son las 11:11 de la mañana, cierro los ojos y pronuncio mi deseo. –Quiero saber que quiere decir esa vocecita–abro los ojos después de terminar de decir la última palabra y el reloj cambia en ese instante a las 11:12, suspiro por lo que acabo de hacer y miro a Max quien me está mirando confundido.

–Ya sé que esto no es normal en mi Max, pero al menos debía intentarlo- digo mientras acaricio al pequeño can para después tomarlo en mis manos y elevarlo. –No me mires como si estuviera loca– una vez que digo eso suelto al perro para después levantarme y verme al espejo. –Tal vez si estoy loca si estoy hablando con el perro– miro por el reflejo del espejo a Eme quien ya está moviendo su colita ansiosa. –Okey necesito salir a caminar–

Salgo de mi cama en un salto y miro a Max quien ya está en la puerta ansioso por salir, abro la puerta y camino a la cocina para servirle de desayunar a mi pequeño y peludo amiguito.

–Aquí tienes mi gordo favorito- acaricio la cabeza del can mientras come, miro a mi alrededor y todo parece en su lugar, nada se ha movido ni un solo milímetro y eso me enloquece, sé que la mayoría del tiempo es Nat quien mantiene todo en su lugar, pero, dios mío, esto está más allá de su orden normal.

Camino hacia las habitaciones de mis mejores amigas confirmando que no están en casa, y como lo estarían si es sábado por la mañana, seguramente ayer se fueron de fiesta con sus amigos, aunque dudo que las vea hasta la noche por lo que camino al baño y aprovecho este momento a solas para llenar la tina, después de una semana tan pesada emocionalmente hablando, lo mínimo que merezco es un baño de burbujas conmigo misma, aunque de esto último ya estoy un poco cansada.

Una vez más la música es mi compañera como siempre, la música es jazz, siendo más pequeña mi mamá me comentó que para calmarse ponía ese tipo de música, así aprendí a relajarme mientras disfrutaba de la música, ahora que recuerdo tiene al menos un mes que no visito a mis padres y eso es demasiado para mí, ellos son mi vida.

A pesar de todas las situaciones por las que habíamos pasado, los amo y ellos ya no se caían mal, mis padres eran el vivo ejemplo de que no todo era para siempre, que todo ciclo llega a su fin y que el suyo ya había terminado. Cuando tenía 9 años ambos decidieron que lo suyo había llegado a un fin, aunque tenían la esperanza de que viviendo lejos todo se resolvería, en realidad ese sería el principio de su final, lo cual en particular me molestaba. Ellos eran la historia de amor más emocionante que conocía. Mi padre Andrew Gale, conoció a mi madre Martha García en un viaje que hizo a México, donde se enamoró de ella a pesar de los cuantos años de edad que le llevaba mi padre a mi madre y de que este ya tenía una hija con un anterior matrimonio.

Se casaron y se mudaron al país natal de mi padre Estados Unidos de América, cuando se casaron mi hermanastra Emma se mudó con mi padre y con el recién nacido bebé Andrew Jr., mi hermano mayor y mi hermana se llevan apenas 6 años de edad así que en aquel entonces fue difícil para mi madre pasar de ser una joven soltera a una madre de dos niños, con el tiempo se fue adaptando a su nueva vida, aprendiendo el inglés y cuidando al pequeño Andrew quien sin duda era idéntico a mi padre, pues había heredado su tez blanca y su cabello azabache.

Seis años después nací yo, mi madre deseaba que dios le entregara en brazos a una pequeña niña quien sería su princesa, mi padre quien estaba satisfecho con su varón ahora deseaba una segunda princesa, en mi nacimiento mi padre estuvo presente lo cual era lo que más deseaba el, ya que en el nacimiento de mi hermana Emma, su madre no permitió que mi padre entrar y en el de Andrew mi abuela tampoco se lo permitió, por lo que esta sería su primera vez y estaría emocionado

Mi padre me conto que cuando nací, él fue el primero en cargarme incluso antes que el doctor, por lo que cuando nuestros ojos se encontraron nació la increíble conexión que tenemos, aunque mi madre asegura que lo llego a ver nervioso en el quirófano, él lo niega. Mi madre me puso el nombre de Alexandra ya que es una variación del nombre “Alejandra” el cual era el nombre original que mi madre quería ponerme, aunque después de escuchar como algunos americanos lo decían, se dio por vencida al tener siempre que explicar cómo pronunciar la letra J. A diferencia de mi hermano y hermana quienes eran idénticos a mi padre, yo era la gota de agua de mi madre, yo había heredado la complexidad de una latina, aunque los genes de mi padre no se quedaban atrás, algunos afirman que hacemos los mismos gestos. Mi madre era de tez canela brillante, mientras que yo estaba un poco por debajo de este, sin embargo, seguía brillante mi piel además de haber heredado sus caderas, piernas, trasero y busto. Me había convertido en una gota de agua de los años de juventud de mi madre.

Cierro mis ojos para recordar aquellos momentos de mi infancia en los que pase junto a mis hermanos, antes de que ambos crecieran y se ocuparan en la escuela, el ser menor tenía sus ventajas, pero también sus desventajas como todo en la vida, me sentía solitaria, triste, apagada, no era fácil estar sola con unos hermanos ocupados y unos padres que solo trabajaban. Siendo este el principal motivo de su separación, aun a esta edad, aun con 20 años de edad sigue siendo difícil para mi entender por qué las personas se separan.

–¡Alex!–escucho mi nombre desde la sala del apartamento, abro mis ojos encontrándome con los ojos verdes de gato pertenecientes a Lana quien me mira junto a la bañera donde estoy, hemos perdido el pudor entre nosotras, lleva un hermoso sweater blanco junto a unos jeans azules y unos converse blanco sin contar su inseparable gabardina, sin duda alguna será una excelente psicóloga, ya tiene el perfil de una.

–Sabes, puedes tocar la puerta de vez en cuando– salgo de la bañera cubriendo mis pechos, ella se queda ahí torciendo los ojos como respuesta a mi contestación, a veces parece que no debemos sentir vergüenza de vernos entre nosotras, después de todo, nos conocemos desde al menos 8 años, conocemos nuestras heridas del alma.

–Solo quería pasar a ver como estabas antes de irme a la universidad–giro mi cuerpo hacia ella mientras me tapo con mi bata, me está mirando una vez más para saber que pasa conmigo, ella aún no sabe de mi conversación con Nat, pero debe sospechar que algo anda mal, nunca podría engañar a Lana. –Debo hablar con un profesor, con el cual por cierto tú también debes hablar–cierto, aun no hablo sobre aquel profesor y aquella mala calificación que me puso, cuando la real era otra. –Así que si no quieres conservar esa errónea calificación te recomiendo me acompañes– ahí estaba de nuevo la protectora y atenta Lana que siempre se preocupaba por mi bienestar y el de Nat.

–Está bien iré contigo, después tal vez podamos comprar una película para mirarla juntas–salgo del baño mientras seco mi cabello con una toalla limpia, ha crecido últimamente, tanto o igual que cuando era niña, siempre quise tenerlo largo al igual que Emma, sentía que eso me acercaba más a ella, que sería solo un poco más como ella. Me miro al espejo para inspeccionar una vez más mi cabello, una vez termino me coloco unos jeans azules y mi camisa negra que combinan perfecto con mis converse del mismo color.

–Sabes tienes más ropa además de esa– dice Lana mientras me mira por el espejo, esta cruzada de brazos mientras intenta relajarse exhalando lentamente, al ver que me estoy sujetando el cabello en una coleta mal hecha suspira aún más fuerte y ya miro la vena de su frente asomarse. –Un día de estos juros que yo misma te hare un peinado decente– rio tan fuerte como mi cuerpo me permite y termino de arreglarme colocándome mis gafas negras.

–Sabes no necesitas sonar como mi madre todo el tiempo– salgo de la habitación mientras miro esa expresión de que a veces no puede conmigo pero que aun así me ama. –¿Dónde está el Sr. Perfecto? –una vez más suspira y camina junto a mi hacia la puerta.

–¿Si sabes que él tiene nombre cierto? –alza una ceja en señal de pregunta mientras me mira y yo solo rio mientras confirmo que lleve todo lo necesario conmigo y que Max este bien en su cama –Digo seria agradable que en un momento mi mejor amiga y mi novio comenzaran a llevarse bien– después de asegurarme que tengo todo camino a la puerta.

–Yo sé que sería agradable, pero en realidad no puedo dejar de llamar de esa forma a Mark, siempre que hablas de él lo describes como el hombre perfecto del mundo, como si de verdad no hubiera nadie como él. ­– Está haciendo una mueca con los labios mientras intenta ignorar mi comentario. –Comienzo a preocuparme por que un día me digas que te casaras- sus mejillas se tornan de color rosa en su pálida cara y eso me hace darme cuenta que tal vez ese momento no tarde demasiado en llegar

–Está bien señorita sabelotodo, es momento de que subas a ese auto y dejes de hurgar en mi vida personal– abre el seguro del auto y yo solo atino a reír por que ahora sé que después de todo, estoy hecha para estudiar psicología, aunque tenga el perfil de una psicóloga hippie.

Una vez en la universidad Lana estaciona el auto en el estacionamiento de alumnos, ambas tenemos que hablar con aquel profesor el cual se equivocó en nuestras calificaciones, Lana era quien estaba más desesperada y estresada pues esas calificaciones se las tenía que mostrar a su madre lo más pronto posible. Por mi lado yo sabía que tenía que arreglarlo, pero en realidad creía que podía esperar hasta el lunes y no exactamente hoy. Mientras esperaba que Lana terminara de hablar con ese profesor sobre su calificación decido quedarme afuera del edificio esperando que ella termine.

Mientras descanso bajo la sombra de un árbol cerca alcanzo a distinguir una sombre en mi opinión conocida, cuando alcanzo a distinguirla se de inmediato de quien se trata por lo que me levanto lo más rápido que mi cuerpo me permite. Intento apresurar el paso para poder alcanzarla. Pues ahí está de nuevo “la chica de los ojos tristes” y en esta ocasión no puedo permitir que se vaya sin preguntarle.

Cuando está a solo centímetros de mi entiendo que esta decisión es solo mía y que debo dejar de ser tan cobarde si quiero saber una de las tantas respuestas que estuve buscando esta semana, respiro y exhalo mientras al mismo tiempo me atrevo y la detengo tomando su mano

–Oye– digo mientras ella se gira, en esta ocasión esta toda vestida de negro y sus ojos oscuros hacen que me pierda una vez más en la oscuridad que sus ojos tristes emanan. –Yo…Yo... solo… yo solo quiero saber. – una vez más respiro, pero en esta ocasión cierro los ojos para poder concentrarme mejor. –¿Por qué tus ojos están tan tristes, por qué de solo mirarlos quiero llorar- digo lento y suave mientras observo esos oscuros ojos mirarme con incertidumbre y miedo? –¿Quién eres? –digo ya desesperada por querer encontrar respuestas.

–Me llamo Luna– y entonces su voz está llena de ternura y una vez siento que me pierdo, pero en esta ocasión es en su voz.

Notas finales:

Espero les haya gustado y no esten tan confundidos
Por favor no olviden comentar pues ustedes son mi moticación

Nos vemos pronto 


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