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Chicos de Brooklyn por AlphaTK

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Notas del capitulo:

Bueno, ando medio desaminado por las gilipolleces de siempre, pero, bah. A leer.

 

Primavera: Inicios

 

En el momento en el que Steve selló la última caja con los adornos de Navidad y la ropa de invierno, éste quedó, oficialmente, atrás. Él observa los fardos perfectamente empacados y sonríe dándose por satisfecho. Por su parte Bucky empieza a cargar los paquetes para ordenarlos según Steve le indica; las guarda en el fondo del armario, donde permanecerán hasta la siguiente temporada.

Bucky alarga la mano y alborota el rubio cabello de Steve, ignorando las quejas que salen de la boca de su amigo. Stevie gruñe y bufa. Él en cambio deja salir una carcajada limpia. La primavera ha llegado y con ella mejores posibilidades de trabajo y mayor facilidad de recuperación por parte de Steve.

Eso, por supuesto, lo tranquiliza.

Ante el sonido claro y fresco de la risa de Bucky, Steve no puede evitar quedarse encandilado. Entonces James decide que lo ha hecho bien, a seguido las instrucciones tal cual su temperamental muchachito ha ordenado y merece un premio; envuelve sus brazos alrededor de la delgada figura que es Steve entre sus fuertes brazos y entierra la nariz entre las suaves hebras doradas. El aroma a caramelos de leche y algo más ácido lo inunda, llenando de tranquilidad su pecho y paradójicamente causando que un millar pequeños agujeros negros se congreguen en la boca de su estómago.

Últimamente Bucky ha dedicado mucho tiempo tratando de averiguar el significado de todas las sensaciones que es capaz de causar Steve en él, pero aún no logra una respuesta concisa.

Cuando Steve lo mira, alzando el rostro, con las mejillas sonrojadas y batiendo ligeramente las rubias pestañas, Bucky siente la necesidad rozarlas con las yemas de los dedos; seguir por los párpados, la frente, bajar por el puente de la nariz, los labios, y detenerse allí.

Bucky no sabe cómo sentirse en el momento en que se descubre a sí mismo deseando poder cambiar sus dedos por sus labios. Confundido por sus pensamientos inquietantes, se aleja de Steve y desaparece por el pasillo.

El sonido de la puerta principal cerrándose hizo eco en el lugar mientras Steve seguía observando fijamente el lugar por el cual su amigo se había alejado de él de manera precipitada.

¿Había hecho algo malo...?

Durante las siguientes tres semanas las cosas parecen cada vez más tensas. Bucky sale muy temprano y regresa muy tarde al apartamento. E incluso cuando se encuentra en casa, parece decidido a ignorar la existencia de Steve.

Steve, en cambio, parece un animalillo perdido, vagando sin rumbo aparente mientras intenta hacer memoria de qué pudo haber hecho para causar el actual comportamiento de su mejor amigo.

No logra encontrar nada, por supuesto.

Las noches son cálidas y frescas, el viento sopla de manera agradable, colándose por las ventanas abiertas de par en par del apartamento, haciendo que las cortinas blancas de hijo con delicado encaje bailen suavemente, logrando una visión casi etérea del chico que nuevamente duerme acurrucado sobre el alfeizar de la ventana, esperando.

Esperándolo a él.

Bucky se siente como la peor escoria en esos momentos, pero ¿Que se supone que haga exactamente? La revelación de sus propios sentimientos lo agobian terriblemente, sabiéndolos inmorales e incorrectos de muchas maneras, no puede sino intentar que cedan con la lejanía de su causante; pero no funciona, y no lo hace porque, aunque físicamente no se encuentre allí, Steve siempre, de algún modo, está a su lado, en su cabeza y el fantasma de su tacto acariciándole el alma. Y Bucky se descubre cada vez más necesitado de acariciar la piel que se esconde bajo la tela, adivinándose suave y tersa, y aún más, de beber de los labios amapola, acariciándolo con los suyos.

Lo ama.

Es un amor inmoral y poco ortodoxo. Es de ese tipo que debería sentir por una bella dama de dotadas pechos, magnas caderas y bellas curvas; es ese deseo que le enciende las entrañas y le pide a gritos tomar y poseer. Ese mismo que no debería ser dirigido a su pequeño amigo: pero así es.

Si lo piensa bien, siempre ha sido así. El instinto de protección, el deseo de resguardarlo y mantenerlo alejado del resto del mundo, como si su más grande tesoro fuese... Steve yace entre sus brazos, se remueve suavemente entre sueños; murmura su nombre. Él lo abraza un poco más contra su pecho y olisquea el suave aroma a caramelos y cítricos, lo acomoda de mejor forma y le permite recargar la cabeza en su hombro derecho. Camina por el pasillo y abre la puerta de la habitación que usualmente comparten, lo deja cuidadosamente sobre la cama, hala de la colcha color crema para abrigarlo bien y da la vuelta para alejarse.

Entonces algo se aferra a la tela de su camisa y al girarse, se encuentra con el rostro somnoliento de Steve cuyos huesudos dedos se cierran como pinzas sobre su ropa. Lo mira sorprendido, Steve apenas puede abrir los ojos, aun así se las ingenia para jalar de él. Él se deja guiar, cayendo sobre la cama también, sintiendo su temperatura elevarse en el mismo momento en el que Steve se acurruca contra él.

Al sentir la respiración acompasada de Steve, intenta marcharse. Steve se abraza más a su costado.

—No— Su voz sale gangosa. Y Bucky se siente aún peor, porque su muchacho terco y perseverante; más fuerte de lo que muchos creen, con su fuerte voluntad y convicción, él que se niega a llorar por cualquier estupidez, tiene los ojos enrojecidos, los párpados amoratados y la voz ronca por su culpa. Él ha dejado que se exponga al frío cada noche, mientras lo espera.

Acaricia los cabellos rubios y pasa el otro brazo alrededor de su cintura, colando deliberadamente las manos bajo la camisa holgada que Steve está usando, y sintiéndolo estremecerse ante su frío tacto sobre la tibia piel de sus caderas. Su baja temperatura corporal siempre ha diferido de la alta de Steve. Acaricia circularmente, entonces se percata de la excesiva cercanía y se detiene un instante, preocupado de tal vez estar incomodando a su amigo. Baja el rostro y observa cauteloso, con los ojos entornados, a Steve. Pero él no parece inquieto o desagradado con ello. Aún si, Bucky no logra relajarse completamente. La atmósfera se hace pesada de manera repentina y a James le cuesta un poco más respirar.

— Estoy cubierto de sudor, hollín y suciedad, solo voy a bañarme y cambiarme. —Susurra. Steve, sin embargo, niega y no lo suelta. Él solo puede reír por lo bajo.

— Déjalo. Solo quédate conmigo.

Bucky se enternece. Se quedan en silencio mucho más cómodo esta vez.

Bucky acerca más el cuerpo de Steve, dejándolo usar su brazo como almohada y lo mira, bajo las pestañas, al rostro; tiene los ojos cerrados y el gesto tranquilo. Le besa la frente, haciendo que el frío que lo había llenado por aquellas semanas se descongele.

— Abre los ojos, Stivie — Pide suavemente. En el acto, un par de irises azul cielo se asoman entre las rendijas que son sus párpados. — Lo siento...

— ¿Fue algo que hice...?

Su voz suena lastimada. Bucky niega.

—No, por Dios, nunca, jamás sería tu culpa. Steve, tú estás bien, lo lamento; soy yo el que es un jodido imbécil.

—Lo eres — Confirma. Ellos ríen.

—Calla, pequeño punk bocazas.

Jerk.

Entonces Steve lo suelta. Bucky no se separa inmediatamente, demasiado, por primera vez en tres semanas, cómodo con su cercanía. Con paso flojo y pesado se despereza y camina hasta el pequeño baño; siente la mirada de Steve sobre sí a cada paso. No cierra la puerta. Se desviste y entra a la ducha, moja su cuerpo bajo la regadera y saca todo rastro de suciedad con ayuda del jabón y la esponja.

Unos dedos delgados se la quitan de las manos. Él gira el rostro, exaltado, y observa expectante como Steve agrega jabón a la esponja. La mirada azul se alza y cubre la suya. Se miran fijamente. Steve sube el mentón y hace un ademán, él obedece y se voltea. No puede evitar respingar cuando la superficie corrugada raspa por su nuca y baja por sus omóplatos, siguiendo la curva de su columna.

Las palmas presionan contra sus hombros, haciéndolo ceder y tomar asiento sobre el pequeño muro que separa la ducha del resto del baño, entonces escucha el sonido de un tarro siendo abierto y se estremece cuando los dedos acarician su cabello cariñosamente, haciendo espuma. Lo siento te reír a su espalda.

— ¿Qué es tan gracioso? — Modula suavemente, adormilado por las caricias. Las manos se deslizan con delicadeza por sus hombros, masajeando y destensando la rigidez en su cuerpo.

— Cuando éramos pequeños— Recuerda — Había una pequeña tina en el baño de tu madre. Ella solía meternos a los dos y nosotros...

—Nos lavábamos mutuamente. Lo recuerdo.

— Poe...

—El señor pato... lo había olvidado.

La conversación es amena y oscila de un tema a otro mientras ellos recuerdan sucesos de su niñez y adolescencia juntos. Mientras ellos recuerdan que siempre han sido ellos. Juntos. Entonces Bucky se siente realmente estúpido por si quiera haber pensado en elevarse de Steve. Porque sin importar qué, ellos, aún en medio de la infinidad y las miles de posibilidades que representa este mundo, y todos los otros que aún son desconocidos, Bucky está seguro, siempre estarán unidos.

Cuando Steve termina de lavar su cabello, toma una toalla, seca sus manos, y sale del baño, dándole espacio a Bucky para terminar de asearse y quitar el jabón del cuerpo. James no demora mucho, se seca rápidamente y enrolla la toalla alrededor de su cintura.

Cuando entra al cuarto, se topa con Steve acostado, con los brazos y piernas extendidos en toda su extensión, en la cama. No está dormido, y su mirada pica en su nuca en el momento en el que él se gira para vestirse. Desliza su ropa interior por sus piernas y bajo la toalla, y cuando los slips ya están en su lugar, deja caer la toalla que se arremolina a sus pies. Escucha como Steve chasquea la lengua y recoge el pedazo de tela mullida en el acto, con una sonrisa socarrona curvando sus labios al pensar en la regañiza que Steve le va a dar si no lo hace.

Al terminar de vestirse con la pantaloneta azul y la camisa blanca que usa como pijama, se acerca a la cama donde Steve permanece aun siguiendo cada uno de sus movimientos con ojos perezosos.

Toma una almohada y una sábana, y nuevamente es detenido en el momento en que intenta alejarse. Steve envuelve sus dedos alrededor de su muñeca.

— ¿A dónde vas? — Musita. Bucky mira los dedos sobre su muñeca, y luego el rostro somnoliento de Steve. Intenta sacarlos suavemente.

— Duerme, yo voy a hacerlo también. —  Apenas logra soltarse, Steve vuelve a aferrarse. «Niño terco»

— ¿Dónde? — Insiste.

Él suspira resignado— Al sofá.

— Eso es absurdo, ¿Porqué ir a dormir al sofá cuando tienes una cama?

— Porque— Titubea y calla. Luego toma asiento al borde de la cama — Steve, el invierno ya pasó, y ya no es necesario... no, no es eso — Niega, se llena de valor. Su amigo lo observa— Steve, ¿No te incomoda que duerma contigo? La cama es muy pequeña, ¿No te incomoda — acaricia la mejilla de Steve, que aún lo mira desde abajo, en su posición contra el colchón— mi cercanía?

Entonces Steve suelta una carcajada

— ¿Es eso? ¡Bucky, por favor! Hemos estado juntos toda la vida.  Literalmente. ¡Vivimos juntos! Acabo de lavar tu cabello mientras te duchabas, ¿Realmente crees que eso va a incomodarme? — Steve jala de su muñeca — Eres un completo idiota, solo ven a dormir.

Inicialmente, Bucky no se mueve, pero en nuevo jalón lo hace reaccionar, entonces él sonríe inmensamente — Entonces, ¿Puedo seguir durmiendo en la cama... contigo?

Steve chasquea la lengua y lo obliga a recostarse junto a él. — Cállate y duérmete, James.

Bucky lo abraza contra su pecho. Ellos duermen así esa noche, y las siguientes también.

Notas finales:

Gracias por leer, si os gusta, dejad un mesajito :3


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