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Espresso por kenni love

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Sirius desayuna mientras platica con Remus, o mejor dicho: mientras Remus le hace preguntas sin parar. Es la primera vez que el chico muestra interés intencionado en Sirius, y este no puede evitar inflarse de felicidad y gozo. Remus le pregunta sobre su familia, y aunque es de lo que Sirius menos quiere hablar, responde a cada una de sus preguntas, incapaz de dar una negativa por respuesta a la mirada curiosa de Remus que lo taladra sin piedad.

Sirius habla sobre su madre: una mujer elitista, narcisista, egoísta, que  sólo se preocupa por cuánto dinero tienen los demás, siempre tener más dinero que todos y un gran estatus social. Sin lugar a dudas es el miembro de su familia que más odia. Sirius habla sobre su padre: un hombre interesado sólo en sus empresas, en dinero y en generarlo. Sirius habla sobre su hermano: relativamente agradable, aunque la mayor parte del tiempo es un lame botas de mierda.

Remus pregunta lo necesario, no profundiza en el tema. No quiere hacer sentir incómodo a Sirius, y Sirius le agradece. Detesta a su familia con todo su ser, pero lo que más detesta es que esa sangre corre por sus venas.

-Si no fuera por James, sería igual de mierda que ellos. – Sirius baja la mirada y ve su plato vacío. Una extraña sensación crece en su pecho, la garganta se le cierra y sus ojos comienzan a arder. No quiere que Remus lo vea así, que piense que es patético. Pero Remus no piensa eso. Remus se levanta de su silla, entra a la cocina y sale; le extiende algo y Sirius se ve obligado a levantar la vista y ver lo más hermoso que ha visto en su vida. Remus no lo juzga ni lo mira con lástima. Su sonrisa es floja, casual, amable y preciosa. Hay una barra de chocolate en su mano y Sirius la agarra sin comprender.

-Come. Te sentirás mejor.

-¿Eres un choco adicto o algo por el estilo? – Sirius abre la barra de chocolate y le da una mordida. Deja que el cacao inunde su boca, que lo llene por completo y, cuando traga, Remus tiene razón: se siente un poco mejor. Remus se ríe entre dientes ante el comentario de Sirius. Se sienta de nuevo, arrastra su silla con sutileza, como si no quisiera que Sirius se diera cuenta que desea estar más cerca de él, de su cuerpo, de su ser.

- El chocolate ayuda a producir endorfinas, así que es un gran amigo mío. Sé que te hará sentir mejor. – Remus observa por unos segundos a Sirius, se detiene un poco en sus ojos y Sirius vuelve a ver esa tristeza profunda surgir en ellos. Remus la esconde con una sonrisa, avergonzado de ser descubierto de nuevo. – Creo que ha funcionado.

 - ¿Hay algo que te haga tener la necesidad de comer chocolate para sentirte mejor? – Sirius no puede evitar hacer esa pregunta, y casi al instante se siente culpable de haberla hecho. Remus se aleja un poco, por instinto, frunce el ceño y aprieta los labios, voltea la cara con la mirada contrariada y llena de miles de sentimientos. Sirius nunca ha visto a nadie expresar tanto. No quiere verlo así, decaído, aguantándose  las ganas de llorar, infeliz. Sirius extiende la mano para tocar el hombro de Remus, una acción muy común entre James y él, pero se detiene a medio movimiento. No está seguro de cómo reaccionaría Remus ante ese gesto, y ya lo ha hecho sentir incómodo lo suficiente para sentirse mal al respecto. Así que hace lo que mejor sabe hacer: bromear. – Oye, ya terminé de desayunar y tú no comiste nada. También me diste chocolate. ¿Es acaso esto un plan para hacerme engordar? Porque déjame decirte que, gordo o flaco, seguiré siendo todo un rompecorazones. – Remus suelta una risita, y Sirius está seguro de que ha entrecerrado los ojos. Tarda un poco en responder, carraspea con ligereza, tratando de deshacer el nudo que se ha formado en su garganta.

- No me sorprendería que así fuera. – Su voz suena un poco quebrada, y Sirius lo ignora. Lo ignora porque Remus acorta la pequeña distancia que los separa y se recarga en él, aún con el rostro volteado, aún con los sentimientos a flor de piel. Sirius se pierde en el universo. Remus.Lupin.Está.Recargado.En.Su.Maldito.Jodido.Cuerpo. No sabe qué hacer y no quiere hacer nada. Deja que el calor suba por su cuerpo y lo llene por completo, que su corazón se agite y su pulso se acelere, que todo lo podrido de su familia desaparezca y quede sólo él, sólo Remus, puro, frágil, sincero. Sirius traga con dificultad. No puedo quedarse sin decir nada, no debe dejar que Remus divague en otra cosa que no sea su conversación. Así que habla, sigue con su táctica de bromear y pregunta con un tono ofendido:

-¿Qué clase de hombre crees que soy, Remus? – Sirius siente como los hombros de su compañero se mueven con ligereza; siente como su cabeza se ladea un poco; y siente como una sonrisa gamberra se va formando en su rostro.

-¿En verdad quieres que te lo diga?

-Anda, dilo. Quiero escucharlo.

-Bueno, creo que eres un chico problema. – Sirius suelta una risotada y hace brincar a Remus. Trata de disculparse por haberlo asustado, pero la risa se lo impide. Siente una ternura enorme hacia Remus. Vaya que le han dicho muchas cosas, y “chico problema” es la más linda de todas. - ¿Qué? – Remus parece curioso ante la reacción de Sirius. Gira el rostro, queda enfrente de él. Sus ojos ya no están vidriosos y su rostro está lleno de intriga. Sirius detiene su risa, aunque no puede evitar que una sonrisa enorme se quede en su rostro.

- Define chico problema. – Remus se queda pensativo por unos segundos e inclina la cabeza por puro reflejo.

- Sólo buscas sexo o divertirte un rato. No quieres nada serio. Te gusta tu libertad. Conozco a los de tu tipo – Remus hace un gesto de sabiondo. Sirius lo penetra con la mirada, aún con una sonrisa en la cara, mas sus ojos se han vuelto algo fríos. Remus ha salido con “chicos problema”, lo siente en su ser. Por eso es reservado y receloso, lo más probable debido a que un chico como él lo lastimó en el pasado. Algo dentro de Sirius se caliente, hierve, y quiere salir explotando de su cuerpo. Aprieta su mano, trata de recordar que ha hecho sentir mal a Remus y no quiere empeorar la situación; pero esa sensación que nunca ha sentido en su vida es tan fuerte, tan intensa, que no puede evitar preguntar en un tono tosco:

-¿Por qué lo dices? ¿Has salido con chicos así? – Remus siente la frialdad en las preguntas de Sirius. Se queda pasmado por unos segundos, con la mente en blanco, Impactado ante la agresividad mal contenida de aquellos ojos grises.

- Sí. – Responde sin pensar. Algo dentro de Sirius se quiebra. ¿Por qué él es el único que puede ir de chica en chica? ¿Por qué imaginar a Remus con otro hombre lo incendia por dentro? ¿Por qué Remus no puede ser un chico problema, alguien que sólo busca sexo y nada serio? Ha sido su culpa por creer que Remus es diferente a él, pero eso no significa que deje de ser puro, hermoso y perfecto. - ¿Sirius? – La grave voz de Remus suena lejana. Sirius lo tiene enfrente, tan cerca, tan deseable. No quiere que Remus lo vea como un chico problema, no quiere que piense que es igual a todos esos chicos que jugaron con él; porque, por primera vez en su vida, Sirius no quiere jugar con Remus. Quiere algo serio, algo bien; despertar y ver a su lado esas enormes pestañas, esa larga nariz, ese cabello pajizo sobre esos párpados caídos. Quiere besar sus labios infinitamente, siempre, hasta el fin de su vida.

-¿Y cómo es, salir con un chico problema? – Sirius logra relajar su tono. Remus lo mira no muy seguro de qué contestar

- En realidad no he salido con uno, todos se van antes de que pase algo serio. – Remus se ríe entre dientes. No parece afectado. – Aunque… una vez… fue raro. – Remus zanja el tema. Y Sirius sabe que no importa cuánto insista, no obtendrá respuesta. 


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