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Algo Para Recordar por Dagi

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Notas del capitulo:

Es la época, Cas y todo puede suceder...

24 de Diciembre, madrugada.  

 

Dean se aferró a su asiento y verificó que el cinturón estuviera bien asegurado. Ya estaba arriba del avión y en cualquier momento haría su ascenso por el aire.  

Intentó centrarse en el murmullo casual de los otros pasajeros, pero nada resultaba. La imagen de Cas cruzó por su mente y maldijo. Estaba tan pendiente en olvidar sus preocupaciones que nunca le había preguntado a dónde se dirigía. ¡Diablos! Ni siquiera le había pedido su número, porque en cuanto el servicio se normalizó, las personas se acumularon y cada uno fue separado y arrastrado por la avalancha humana.  

No pudieron despedirse.

—Hola, Dean.  

Mierda, hasta podía memorizar su tono de voz.  

—Cas... —murmuró.

—¿Si?

¿Si? Dean abrió sus ojos y vio a Cas sentado junto a él.

—¡Cas!—chilló de sorpresa y más de un pasajero se dio vuelta para mirarlo.  

Cas, en cambio, le devolvió una mirada de genuina preocupación.  

Dean estaba boquiabierto, sin poder creerlo. Se quedó observando a Cas como si fuese algún tipo de entidad fantasmal.  

—Es una jodida coincidencia—es lo único que pudo decir.  

—Parece que tenemos el mismo destino, Dean—le aseguró con otras de sus sonrisas.

Dean se ruborizó y admitió para sí mismo que le agradó la respuesta cursi del otro hombre.  

—Es la época, Cas y todo puede suceder—susurró.  

"...señores pasajeros, verifiquen que sus cinturones estén bien abrochados..." el auxiliar de vuelo continuó con todas las indicaciones y Dean supo que era el momento de la verdad.  

—¿Cómo te sientes, Dean?—le preguntó, acercándose a él. Dean sintió que el aliento de Cas cosquilleaba en su oreja y suprimió un gemido.  

Se estaba volviendo loco con todas sus emociones revueltas.  

Dean decidió concentrarse y responder la pregunta.

—Aterrorizado. Maldita sea, no dejo de pensar en todas esas películas sobre catástrofes aéreas. Esto sonara estúpido, pero... ¿Qué si ocurre como en esa película donde el tipo tiene una visión sobre cómo explotará el avión?

¿Visión?—repitió Cas.

Dean veía la confusión en el rostro de Cas, así que trató de ser más específico.

—Si, ya sabes... la muerte persiguiendo y cobrando las vidas de los pasajeros.  

—No sé de qué me hablas, Dean.  

Dean rodó los ojos e hizo un leve sonido de reproche.  

—Déjalo, Cas. Lo que sea... sólo quiero que esto termine para poder vaciar el minibar.

Después de unos minutos, el avión despegó y Dean volvió a cerrar los ojos. Todo empezó a darle vueltas y sintió que la bilis de su estomago subía a su garganta.

Necesitaba buscar cualquier distracción para no entrar mas en pánico. Tal vez debía cantar sus canciones favoritas o pensar en las mejores maneras de hacerle la vida imposible a Sam en su estadía. Ni bien aterrizara, besaría el sucio suelo del aeropuerto. ¡Dios! Haría cualquier cosa para que la turbulencia terminara.  

Pero al final, su mejor distracción fue sentir la mano de Cas buscando la suya y uniéndolas en un cálido apretón.  

—Sé que esto es demasiado para ti, Dean... pronto todo será estable.  

Dean se aferró tanto en el contacto como en aquellas palabras.  

—No me sueltes, Cas.  

 

Al poco tiempo, Dean fue dos veces al baño a vomitar y Cas le pidió a la auxiliar botellas de agua para que Dean no sufriera una deshidratación.

—Son los nervios, Cas. Sólo necesito descansar.  

Pero el semblante de Dean parecía decir todo lo contrario.

—Por supuesto, Dean—Cas apagó las luces y su sector de asientos quedo a oscuras.

—Espera... no quiero ser una molestia... podemos seguir hablando sino te importa.  

—Bien, ¿De qué quieres hablar?  

—No sé, Cas—murmuró soñoliento—. De tu falta de información sobre la cultura Pop o del infierno que estas pasando al tenerme como compañero de vuelo.  

El silencio regreso y Dean supo que Cas se estaba tomando su tiempo para contestar.  

—Estar contigo fue como realizar un curso rápido de actualización—le explicó. Dean no pudo evitar reírse y Cas lo tomó como algo bueno—. Y no, no estoy pasando un infierno, Dean... mas bien lo siento como una ayuda.  

—¡Oh, mi ángel guardián!—bromeó mientras el cansancio se apoderaba definitivamente de él.

Cas escuchó los ronquidos provenientes del hombre y susurró:

—Que descanses, Dean.  

***

El avión aterrizó sin ningún problema, Dean aún se encontraba agotado. Sabía que no se relajaría por completo hasta llegar a la casa de Sam y caer rendido en la cama que le tenían preparado. No fue fácil, pero lo había logrado y eso es lo que importaba.

Una vez que obtuvieron sus pertenencias, salieron para encontrarse con el clima frió y nevado.

—Dean.  

Dean bajó la cabeza y se encontró con los ojos de Cas clavados en él. Bueno, el hombre no estaba mirando el cielo ni los alrededores...  Por supuesto que no.  

Cas lo estaba mirando como sino existiera más nadie que ellos dos.

Dean trató de respirar con normalidad pero su aliento parecía quedar atrapado en sus pulmones. Su corazón bombeaba mas deprisa y juraría escucharlo con mucha fuerza en sus oídos.  

Los dos se mantuvieron callados hasta que Cas fue el primero en apartar su mirada.  

—Yo... —comenzó nervioso—. Dean... sé que carezco de habilidades sociales, pero me preguntaba si podríamos... si quisieras ir a desayunar conmigo antes de despedirnos. No soy muy bueno en pedir una cita—murmuró al final.  

¿Había escuchado bien?

—¿Una cita?—preguntó con una sonrisa tímida.  

—Sí, Dean. Si estas de acuerdo.  

—¡Claro, Cas!—dijo entusiasmado y enseguida reconoció una chispa de emoción en esos ojos azules. Aclaró su garganta para parecer serio—. Sin embargo... deberías darme tu número primero.  

Se intercambiaron sus números con éxito y cuando estaban a punto de llamar un taxi, ambos vieron un coche último modelo estacionarse a su lado.  

El hombre que salió de su interior fue directo hacia Cas y lo envolvió en un abrazo efusivo.  

—¡Bienvenido a Nueva York, Cassy! 

Cas correspondió el gesto con unas cuantas palmadas.  

—Es bueno verte, Bal.  

—Supuse que ya habías llegado cuando no respondiste más a mis mensajes.  

Cas retrocedió unos pasos y le devolvió la mirada a Dean.  

—Balthazar quiero presentarte a Dean. Nos conocimos en el vuelo.  

El hombre lo miró con mucho entusiasmo.

—Hmm... debería viajar mas seguido en clase turista...—le guiñó un ojo a Dean —. Nos tendrás que disculpar, Dean, tenemos que irnos.  

Cas frunció sus cejas.

—Pero, Bal...  

—Cassy, cariño... les prometí a mis amigos que almorzaríamos con ellos y te necesito tan fresco como una lechuga.

—Ya había hecho planes, Balthazar—contestó con un tono molesto.  

—Está bien, Cas—calmó Dean—. Tengo tu número, ¿recuerdas?  

Cas asintió y su expresión cambio. Dean observó como Balthazar arrastraba a Cas hacia el lado del pasajero.  

Dean agarró su bolsa, lo acomodó en su hombro y se dio la media vuelta para ir a buscar un taxi. No sabía por qué, pero se sentía cabizbajo. Realmente quería pasar mas tiempo con Cas.

—¡Dean!—escuchó su nombre de repente y se giró para ver a Cas todavía luchando con su amigo —. ¡Feliz Navidad!

—¡Feliz Navidad, Cas!  

***

Después de llegar a la casa de Sam ubicada en los suburbios, dormir seis horas seguidas y contar su larga Odisea, Dean se situaba junto al árbol de Navidad ayudando a su cuñada a envolver los obsequios.  

De vez en cuando, para no decir a cada minuto, Dean sacaba su teléfono y esperaba algún tipo de señal de Cas. Bien podría llamarlo y mantener una conversación, pero no quería parecer desesperado. 

Hacia más de un año que estaba solo y quizas por eso el hombre ocupaba gran parte de sus pensamientos. Cas y su maldita amabilidad... Cas y su buena apariencia que lo dejaba con la boca abierta.  

¡Mierda! Tenía que parar.

¿Sobre el teléfono gira tu corazón, Dean? —le preguntó Eileen en lenguaje de señas.

Dean saltó del susto al ser descubierto.  

—No sé de qué hablas, Eileen...  

La joven mujer sonrió y siguió con su charla.  

—¡Eres un mentiroso, Dean! Hasta Sam se dio cuenta de tu extraño comportamiento con el teléfono.  

Dean negó con la cabeza y continuó con su labor.  

 

La noche había llegado con una excelente cena de NocheBuena. Los tres se encontraban disfrutando de tener el estomago lleno y satisfecho. En varias ocasiones, Sam saltaba con indirectas que Dean ignoraba. Su hermano era muy insistente.

Eileen había repartido las tazas de café y Dean casi se cae de la silla cuando el teléfono comenzó a zumbar.  

Zumbar y zumbar con cada mensaje recibido.

Todos los ojos estaban puestos en él.

 

Cas: Hola, Dean

 

Cas: Me disculpo por Balthazar. No quería ser grosero, pero creo que ahora sabes como es su personalidad

 

Cas: No quiero molestarte, pero fuimos interrumpidos hoy y pensaba en compensártelo

 

Dean: ¿Qué tienes en mente?

 

Cas: Mañana a las cinco podemos encontrarnos en el Empire State

 

Dean: Eso suena genial, Cas

 

Cas: Entonces, nos vemos mañana, Dean :)

 

Dean: Si, nos vemos

 

—¿Y bien? ¿Quién es la persona que hace que tengas esa sonrisa en tu cara?  

—Cas—soltó de la nada.

Te lo dije, Sam—añadió Eileen con triunfo—. Me debes cincuenta dolares.  

—Espera, ¿El sujeto del aeropuerto?

—Si, Sam. Grita más alto que no te escucharon los vecinos de la otra manzana.  

—¡Oh, vamos! Debes darme crédito en esto, Dean. ¿Cuántas probabilidades hay de hacer una conexión en el avión?

Dean se encogió de hombros. Para ser sincero, ni él creía tal suerte.

—Él... Cas quiere que nos encontremos mañana en lo alto del Empire State.

—En el día de San Valentín... aunque en este caso, sería de Navidad—dijo Sam con una voz que era mas un susurró—. Oh, es como en aquella película.

¿Qué película?—le preguntó Eileen a su esposo.  

Sam comenzó a entusiasmarse y Dean se preparó para lo que su hermano le diría—¡Oh, Dios!—firmó rápido con las manos—. Cary Grant y Debora Kerr o Karr... no importa...  

—¡Wow! Sam... no sabía que eras un completo Fangirl de las películas románticas.  

Sam le dio su Bitchface #267.

—Si no recuerdo mal... tú también lo eres, Dean—añadió triunfante ante la mirada derrotada de su hermano. Continuó—. Bien, iban a encontrarse en el Empire State, pero a ella lo atropelló un taxi y él esperaba y esperaba... y me parece que llovía, y entonces ella tiene demasiado orgullo para decirle que esta...—su voz se ahogó con la emoción—. Que no puede mover sus piernas. Y él es demasiado orgulloso para averiguar porque no a ido. Luego vuelve a verla, no recuerdo por qué. Es increible, porque ni siquiera se dio cuenta que no se levantaba para poder saludarlo y él esta muy resentido y te parece que él va a salir por la puerta, sin saber por qué ella esta allí quieta en el sofá, con una manta en sus piernas marchitas...  

—¿Te encuentras bien, Sammy?—preguntó Dean asombrado. Muy asombrado.  

Se encuentra bien, Dean—calmó la joven mujer.  

Sam se recompuso y tomó aire para seguir.  

—Y de pronto, él dice que ya a vendido el cuadro. Va al dormitorio y mira y sale. La ve a ella y comprende y se abrazan.

Dean se quedó mudo por un rato.  

—Sam... ¿Estas diciendo qué tendré un jodido accidente?  

Eileen no se contuvo y rió. Sam puso los ojos en blanco y dio un largo suspiro.  

—Muy gracioso, Dean. Sólo estoy diciéndote que estas viviendo una situación romántica y estoy feliz por ti.

Sip. El grandulón tenía toda la razón. 

Notas finales:

La mayoría de los diálogos de Sam son parte de la escena de la película que nos inspiró para escribir esta historia.


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