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Sonrisas Destinadas por 1827kratSN

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Jueza…

 

 

Su mirada estaba posada sobre aquel a quien debía guiar a su juicio. Muchas veces se acercó simplemente para observar en silencio, sentir compasión, pena, remordimiento, incluso dejó sus lágrimas correr en varias ocasiones. La culpa la invadía cada vez que recordaba la maldición lanzada a ese pequeño ser, sin embargo, nada podía hacer… sólo recordarle la posición en donde estaba.

Ella no podía revertir su juicio, ni su antiguo esposo, tampoco otro dios por más poderoso que éste fuera. Lo que se trazaba con en una piedra, jamás podría ser reparado, pero sí distorsionado, mas, jamás se cambiaría el daño ya hecho

 

 

—¿Qué se le ofrece, señorita Orégano? — caminaba sin detenerse pues sabía que en alguna ocasión esa mujer lo encontraría de nuevo y estaba preparado

—Luce te lo ha dicho — acomodó un mechón de su cabello castaño mientras perseguía al más joven — Ella es una de las pocas que puede hacerlo — adelantó su paso hasta estar junto al muchacho

—Es cierto, pero, ¿a qué viene eso ahora?

—Llevas dos décadas visitándolos desde que las cosas cambiaron — la castaña acomodó sus cabellos detrás de su oreja y mostró sus orbes violáceos, los cuales parecían haber perdido el brillo que muchos años atrás era su más hermosa característica

—No he contado los días o años — rió suavemente por lo despistado que era, pues cualquiera en su caso contaría el tiempo vivido en pecado — lamento no poder confirmar sus palabras

—Ese no es el asunto aquí, Tsunayoshi

—Señorita Orégano — sonrió cuando sus miradas se encontraron —. No la culpo de nada, no le guardo rencor. El problema que usted tuvo con mis padres no me concierne

—Pero eres tú el que paga por eso — apretó los labios levemente

—Y no importa — se detuvo para poder hablar con más calma con aquella diosa, de ese modo ninguno perdería el aliento —. Lo acepto

—Sabes que hay una forma de parar esto…

—Y la he rechazado — Tsuna jugó con sus dedos entrelazándolos en la cinta que ataba a su cintura — pero fue mi decisión hacerlo, la de nadie más

—No podrás aplazarlo más… con cada día, con cada hora que pasa estás más cerca de…

—Falta poco para eso, lo sé — sonrió melancólicamente — y pienso terminar con todo, pero de la forma correcta

—Pero…

—No he pasado la línea aún — sonrió a la mujer que, a pesar de haberlo maldecido, se preocupaba por él — estoy a salvo

—Pero lo harás

—Y con alegría le digo que… — su mirada se endulzó — no me arrepentiré

—En verdad hubieses sido grande, incluso más de lo que es tu padre, si es que mi furia no me hubiese cegado — se inclinó ante Tsuna, agachando su cabeza, cerrando sus ojos y mostrando su arrepentimiento —. Te pido perdón por mi accionar en tu contra

—Y yo le digo — obligó a la mujer a erguirse porque una diosa de ese nivel no debía rebajarse al nivel de alguien como él — que ya no hay nada que perdonar… porque lo hice desde que pude entender mi origen

—Pureza — susurró antes de cerrar sus ojos y completar — el momento en que logres tener parte de aquellas almas marchitas, el momento en que ellos decidan cederte una parte de sí… sólo ahí nos volveremos a ver, Tsunayoshi… porque tu pureza ya no existirá  

—Lo sé — susurró antes de presenciar como aquella mujer se desvanecía… ya no había marcha atrás

 

 

Felicidad en una mirada, en una sonrisa, en un abrazo o en un beso al saludarse. Emoción al empezar la nueva visita. Una risita divertida al atreverse a tomar la mano de aquel dios con el que caminaría sin decir mucho a través de los senderos adornados por las sombras del bosque vestido de otoño. La brisa mecía sus cabellos con suavidad, la tela de sus prendas danzaba cual hoja llevada por el viento, el follaje se impactaba de vez en vez en sus mechones rebeldes y eso sólo lo hacía reír. Tsuna era feliz de esa forma; sencilla, simple, única y preciosa

 

 

—Te ves más animado hoy — comentó al percibir esa aura brillante que rodeaba al ser que iluminaba su existencia huraña — herbívoro — completó como siempre

—Es porque Kyoya me acaricia con su dedo — sonrió al sentir de nuevo el roce en la piel de su mano entrelazada con la ajena

—¿Por algo tan simple? — tal vez ya no debería extrañarse tanto por cosas como aquella

—Porque percibo el sentimiento que ese pequeño acto emite

—Dices cosas innecesarias

—Lo sé — el castaño reía despreocupadamente mientras aspiraba el aire puro que los envolvía en su travesía — ¿A dónde iremos hoy?

—Donde quieras

—¿Puedo elegir? — emocionado apretaba el agarre sobre la mano del mayor

—Hazlo

—Lo haré — sonreía mientras estiraba su palma libre — pero primero

—Hibird — ordenaba el azabache de ojos azulados, y la pequeña ave revoloteaba un poco antes de posarse en la palma abierta de Tsuna

—Es tan suavecita como siempre — comentaba al admirar su esponjada creación

 

 

Tsuna miraba al ave amarilla que creó en alguna ocasión, la cual siendo un ser vivo con un ciclo de vida común perecería en un tiempo, sin embargo, él modificaría ese destino. Hibird debía ser tan eterno como su dueño para que cumpliera una misión especial. Era necesario hacerlo… porque esas palabras que Tsuna tanto esperó, se pronunciarían pronto

Nadie más que el castaño sabía el plan. Nadie más que el ave era la beneficiaria. Nadie más podría siquiera imaginar el poder que un simple beso en la cabeza de aquella criatura emplumada significaría. Un dios es eterno… su esencia en sí lo hace eterno… por eso… puede compartir esa eternidad con quien deseara, siempre que tuviera un buen motivo para disminuir su poder.

 

 

—Quédate conmigo desde ahora, Tsuna — ahí empezaba

—No quiero molestarte, Kyoya

—No lo haces… jamás lo harías — tanta sinceridad en aquellas palabras, tanta dicha en el alma que admiraba eso

—¿Por qué? — Tsuna sentía un nudo en su garganta, pero estaba feliz

—Porque eres parte de mi vida… porque quiero que seas mío

—¿Y tú serías mío?

—Lo sería

—Antes tengo que visitar a alguien, pero terminaré pronto

 

 

Madre…

 

 

Caminaba con apuro entre los pasillos destinados a ser su hogar desde que tomó la posición como esposa de Iemitsu. Sus esperanzas afloraban con cada día, pero morían con cada noche. Sus lágrimas caían por sus mejillas debido al mal presentimiento que tenía.

Nana se internaba en la habitación donde colocó aquel espejo que la ayudaba a espiar vilmente la vida de su hijo y el que pocas veces era efectivo. Se sentaba frente a éste y susurraba una súplica para tener éxito, mas, esa vez sonreía ampliamente al lograr avistar lo que tanto anhelaba. Sin pensarlo hizo un portal que la llevaría junto a su hijo, lo traspasaba sin miedo alguno, y por fin, después de tanto tiempo, lo veía una vez más.

 

 

—Tsu-kun — su voz quebradiza se elevó por sobre el viento

—Madre — Tsuna sonreía en amplitud reflejando la vitalidad que lo embargaba y extendía sus brazos para recibir en ellos a la mujer que le dio vida

—Mi niño — se aferraba a su hijo con fuerza, complacida al verlo en tan buena forma, con tan bella aura — al fin puedo verte y tocar tu carita — deslizaba sus manos por las mejillas de su criatura, sonreía a pesar de que las lágrimas la ahogaban de a poco

—Lamento preocuparte de esta forma

—Por favor ya no lo hagas — miraba a su retoño con súplica, pero recibía sólo una negativa en un suave movimiento de cabeza

—No puedo — dolía ver así a su querida madre, pero tampoco iba a ceder — y no quiero

—Sólo debes tomar una decisión — agudizó su tono de voz, su labio inferior tembló, sus lágrimas cayeron cual perlitas al suelo. Nana se abrazó al cuello de su hijo con miedo de perderlo una vez más porque estar lejos de él, con la angustia de ese destino que conocía, era una daga que jamás le daría muerte — por favor, Tsu-kun. Te lo suplico

—Madre…

—No dejes a tu madre. No me lastimes de esa forma tan horrenda

—Madre — la acariciaba en la espalda en un intento por calmarla, pero era en vano

—Cumple tu promesa, Tsu-kun… No me dejes sola — terminó en un susurro que se transformó en un sollozo

—Madre… — la separó de sí un poco, tanto como para mirarla a los ojos —, nunca te dejaré sola porque tú siempre podrás visitarme

—Pero eso no me basta

—Madre… ya he tomado mi decisión y a pesar de que me duela el verte tan triste… no la cambiaré

—Sólo escoge… sólo dime un nombre… eso basta — su voz quebrada, su mirada casi agónica, su cuerpo tembloroso. El cansancio de largas noches sin tener a su hijo en la habitación destinada para el heredero, de su amor, se reflejaban en su trémula figura

—Madre — la abrazó con fuerza, estrechándola por la cintura, posando su mejilla en el cuello de la misma — tú sabes bien la respuesta a tu pedido

—No me hagas esto — golpeó sin fuerza la espalda del castaño con sus puños cerrados

—Perdóname… pero permite que cumpla mi capricho, madre

—Tsu-kun — reprochó casi sin aire

—No lo haré — la abrazó por largo rato, mantenía el silencio, la escuchaba tragar duro cuando soportaba un sollozo. Lamentablemente fue ella misma quien se trajo ese dolor

—Entonces — jadeó con los ojos cerrados — Si tú no cambias de opinión… haré que otro lo haga — empujó el cuerpo de su hijo lejos de ella y dio dos pasos hacia atrás

—Madre, ¡espera! — trató de alcanzarla, pero ella ni siquiera le permitía acercarse

—Estoy desesperada, Tsu-kun — se limpió las lágrimas con fuerza, tembló al ver la angustia en los ojos de Tsuna, mas, no se iba a retractar — si tengo que armar una guerra en contra de un dios huraño… ¡lo haré!

—Madre, por favor, no hagas eso — intentó razonar

—No dejaré que tu destino sea cruel — un portal más, un intento y un deseo. Se iba de allí con la firme decisión de ir en contra de las consecuencias de sus errores

—Madre… — suspiró al ya no verla frente de sí — perdóname

 

 

Adoraba la transición de la noche hasta la mañana, en donde todo tomaba color poco a poco, los matices se volvían más apreciables y la oscuridad se volvía nula cuando el sol se elevaba en totalidad. Suspiraba profundamente para adquirir el helado aire mientras daba los pasos siguientes para adentrarse en su destino. En esa ocasión no escuchó el sonido característico de la muerte, por eso escogió ese día, porque era tranquilo, era época de descanso. Además, en la cabaña posada en el horizonte, aquel ser varonil se hallaba parado en espera de la visita

 

 

—Reborn — se encontraban cuando el uno se acercaba al otro — me ale… — detenido por aquellos brazos que rodeaban su cintura y esos labios que se unían a los suyos. Reía cuando podía y se le permitía

—Vamos — sonrió sin malicia ni malas intenciones, era una muestra sincera

—Olvidé que puedes ser muy expresivo — correspondía al gesto con un sonrojo y una risita divertida

—¿No preguntarás a dónde?

—¿Debo hacerlo?

—No

—Lo ves — se adelantaba hasta estar a junto al poseedor de esas rizadas patillas — siempre tomas la decisión sin consultarme — reprochaba mientras le picaba un hombro con su dedo índice

—La mayoría de veces no te quejas — Reborn sintió aquellos dedos sostener su mano y, fingiendo no darse cuenta, dejaba que se entrelazaran sus manos

—Al menos deja que salude a Leon — estiraba su mano y con disimulo acariciaba las hebras negras hasta que el camaleón saltaba a su mano

—Tenías razón — mencionó mirando al castaño — creció un tanto y poco a poco sus transformaciones son del tamaño correcto

—Me alegro por eso — sonrió en amplitud mientras dejaba al verdoso amiguito a la altura de sus ojos

 

 

Silencio cortado por alguna frase en burla por parte del mayor o un reclamo del menor. Tsuna adoraba eso, porque a su forma ese hombre podía ser amable. Mantenía a Leon entre sus dedos, mirándolo con detenimiento y dejando que éste le lamiera la mejilla. Lo besaba en la cabeza un poco fría, sonriendo porque el pequeño sería su conexión con Reborn. Le cedía inmortalidad a sacrificio de sus habilidades, sin embargo, era feliz porque jamás dejaría que ese hombre volviera a estar solo.

 

 

—Me darás una parte de tu vida, Tsuna

—Sería un placer hacerlo — sonreía mirándolo de frente — siempre y cuando yo pueda obtener algo a cambio

—Has dicho algo interesante

—Es lo que he aprendido de ti, Reborn

—¿Qué quieres entonces?

—Una sonrisa… y también una parte de ti

—No me negaría a eso — una caricia en la mejilla del menor, un dulce roce en muestra de algo más profundo e importante — porque no podría vivir sin ti — susurró al final

—Antes tengo que visitar a alguien, pero terminaré pronto

 

 

Tiempo…

 

 

—Está hecho… has cruzado la línea — Orégano a veces odiaba su deber y esa era una de las ocasiones en que lo hacía — Tsuna

—Lo sé — le sonreía a la castaña que lo miraba con seriedad

—No tomaste una decisión

—Lo hice

—Entonces fue la incorrecta — suspiró mientras estiraba su mano y la ofrecía como cualquier guía en el averno haría

—Mi corazón — Tsuna sonrió mientras se acercaba hasta tomar la mano ajena — me dice que fue la correcta — apretó su pecho en donde dos lucecitas brillaban con agradable intensidad

—Si te querías salvar… sólo hubiese bastado que eligieras a uno

—¿Y dejar que el otro se hundiera en la negrura? — cerró sus ojos en cuando dio el primer paso — No hubiese podido perdonármelo

—Eres un idiota, tal y como tu padre lo es

—Tenía que heredar algo de él — rió suavemente

—Pero la dulzura infinita la heredaste de tu madre

—Y se lo agradeceré durante toda mi vida

—Disfruta de esto… porque será lo último — Orégano dudaba del buen juicio de aquel castaño, pero no dijo más. Les quedaba un largo camino que recorrer

 

 

Continuará…

 

 

 

 

Notas finales:

 

El siguiente capítulo será el último

Gracias por leer~


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