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Where You Belong por oscworldximena

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Notas del capitulo:

Hey boy you wanna play?


Hola!!! No estoyr muerta y este fic continua. Una disculpa por la demora y lamento si es una actualizacion pequeña, pero no quiero que sientan que abandono la historia. Espero que de ahora en adelante las actualizaciones sean más seguidas. Agradezco mucho a los que siguen.


La razón por la que tardé en la actualización (y por la que es corta) es debido a que no sé si deba abordar ciertos temas que puedan alertar a ciertos lectores (desórdenes alimenticios, violencia doméstica, abuso verbal/emocional) así que dependiendo de la aceptacion de cada capítulo creo pondré alertas sobre ciertos capítulos. Hago esto debido a ciertos problemas que sucedieron con una autora cuya historia en AO3 (tambien Otayuri) recibió un hate tremendo. 


Agradezco enormemente su atención y paciencia y espero disfrutene ste microcapítulo.

Había ganado el Grand Prix Final, prueba de ello era la medalla de oro que ahora descansaba en la mesita de noche junto a la cama. Lo había logrado. Se había convertido en el patinador más joven del mundo en ganar la medalla de oro en su debut como senior. Había sido un largo y extenuante camino, no recordaba un día en el cual no hubiese entregado su cuerpo y alma en cada práctica, las veces en las que había logrado levantarse de su sangre y golpes para interpretar su rutina tal y como había prometido a Lilia.


Había ganado tal y como Víctor le había suplicado con aquel abrazo bañado en silencio y angustia.


Y ahora que había cumplido su misión, su máximo deber, se sentía vacío, usado, abandonado.


Los sentimientos que lo invadían no eran ajenos a él, pero encontraba desagradable el estarlos experimentando justo después de haber ganado. Se supone que debería estar celebrando con el resto de sus compañeros su victoria, al menos celebrar con Otabek, su nuevo amigo, pero simplemente no podía. Tal vez había sido la indiferencia de Víctor tras la ceremonia de premiación, tal vez había sido que aún no tenía respuesta de el tras haber cumplido con su parte de aquel trato, tal vez había sido el no haber recibido ningún “gracias” de su parte lo que había logrado ponerle en ese estado de ánimo; o tal vez fuese la presión y responsabilidad que empezaba a acumularse en sus hombros.


Aquello solo era el inicio, pero él desconocía de qué.


Había escuchado que algunos patinadores irían a un club nocturno a pasar la noche antes de la gala, mala suerte para él por ser menor de edad. Había escuchado como Yuuri y Víctor habían decidido dar otra ronda para ir en busca de recuerdos para su familia en Japón, había escuchado los planes de casi todos y ninguno  incluía invitar al ganador. No negaría que aquello le hirió un poco, pero jamás lo admitiría en voz alta: tenía una imagen que cuidar.


Con un suspiro bajó de la cama y decidió tomar una ducha. Se había ausentado temprano del banquete con la excusa de que se sentía cansado, consecuencia de las entrevistas y paneles de prensa. Una vez fuera de la ducha se dedico a repasar y ordenar su agenda; un ritual que realizaba siempre después de cada competencia: revisaba su itinerario del aeropuerto, comprobaba que su boleto y pasaporte se encontrasen en orden para después examinar el monto que había ganado en la competencia y decidir que cuentas serían pagadas y cuantos cheques debían de ser expedidos.


+++


Reikiavik lo recibió con un frío viento y un cielo sin sol similar al que dejó en Londres. Para la mala suerte de Yuri; su vuelo había sido atrasado, dejándolo con cero horas para descansar una vez llegado a Islandia. Tan pronto como encontró su equipaje, habló con una de las asistentes de la directora de la campaña para indicar que había llegado. Y ahora, tras un viaje de cuarenta y cinco minutos en taxi, se encontraba al fin en la locación siendo preparado para la sesión.


Mientras su cabello era trenzado y acomodado en una coleta, recibía indicaciones generales sobre como iría la sesión.


— Escuché que tuviste una reunión en Wilhelmina cuando llegaste a Londres — canturreó alguien detrás de él.


Yuri se giró tan solo unos centímetros para toparse con Valeria Lipovetsky, una de las “It girls” del momento.


—Nada del otro mundo, lo mismo de siempre con las agencias — respondió el joven con sonrisa.


Valeria había sido una de las primeras modelos con las que había hecho amistad cuando inició en el mundo del modelaje; habían desfilado juntos para la Balmain, Dolce Gabbana y Dior.


— Vamos, dame los detalles, no todos los días Wilhelmina hace entrevistas fuera de la temporada — dijo con curiosidad.


— Sólo dijeron que llamarían, parecían muy interesados en el portafolio — admitió.


—Te llamarán, tienes el rostro para el modelaje — fue lo último que atinó a decir antes de ser llamada al set.


—  Eso espero — Yuri suspiró para sí mismo.


Yuri tenía la certeza de que las agencias de modelaje basaban un porcentaje de su decisión para otorgar un contrato a un modelo en la cantidad de seguidores que tuviese en sus redes sociales y en la influencia de éste; por ello la insistencia de su agente y de su madre en que activara de nuevo su cuenta en Instagram y su Facebook, pese que él seguía algo activo en Twitter de manera esporádica, pero aquello parecía ser no suficiente.


Si era honesto consigo mismo, admitiría que no se sentía listo para volver a conectarse al mundo de una manera tan pública. Si antes había sido toda una figura gracias a su carrera como patinador, tras su retiro había aprendido -o mejor dicho se había obligado- a querer la privacidad que este le brindó. Los primeros meses después de su retiro pasaron relativamente tranquilos; todo el mundo pareció olvidar que en algún momento existió un Yuri Plisetsky, pero, tras haber iniciado su carrera de modelaje; los medios y el público en general se tornaron un poco más agresivos en comparación a sus días de patinador. La necesidad de saber más sobre su vida post-patinaje – y la razón de ello – se había vuelto casi una obsesión y no sabía cómo lidiar con ello. Si bien la atención de su regreso al público había ayudado en un principio a cimentar sus primeros contratos como modelo ahora se había vuelto algo molesto. Además, con ello había regresado la sensación de ser vigilado constantemente; había regresado aquel viejo sentimiento de saber que, si cometía un error, por más pequeño que fuera, todo lo que había logrado le sería arrebatado de nuevo. A pesar de no haber tenido incidentes o escándalos que pudiesen afectar su ahora carrera como modelo, las críticas seguían ahí, en algún que otro comentario de un foro o post. Era consciente de que algunas personas no veían con buenos ojos la oportunidad que le fue brindada en las pasarelas y por ello, trataba de mantener un perfil bajo a la par que intentaba agendar trabajos.


Observó su móvil que descansaba en el improvisado tocador y el cual parecía palpitar con cada segundo que pasaba con su mirada fija en él. Sin pensarlo lo tomó y accedió a la cámara fotográfica.


En algunas horas se arrepentiría, pero por el momento se enfocaría a realizar y disfrutar su trabajo.


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