Dick acababa de salir de la ducha y descansaba semidesnudo en su habitación, tirado de espalda en la cama con brazos y piernas extendidos, completamente exhausto. Por primera vez en mucho tiempo agradecía que Bruce no le hubiera llamado para ir a patrullar, a pesar de que no estaba seguro de recibir alguna llamada de su compañero pelirrojo, la plática que habían tenido unas horas antes le había hecho creer que cabía la posibilidad.
La posibilidad se transformó en realidad cuando Alfred le informó que un adolescente pelirrojo le buscaba.
Después de agradecer al mayordomo se apresuró a arreglarse apropiadamente para su tan esperada cita. Alfred le había informado que estaba esperándole justo en el vestíbulo de la mansión por insistencia propia, aún cuando se le había sugerido tomar asiento en la sala de estar o en la biblioteca. Grayson bajó por las escaleras y lo encontró tal cual, de pie junto a la entrada... distraído observando el piso de la mansión. El menor sonrió y carraspeó con la garganta para atraer su atención.
"Lamento interrumpir su meticulosa observación del suelo de esta casa, joven, pero debo preguntar, ¿quién es usted?" habló exageradamente educado el pelinegro, llegando al pie de los escalones.
El mayor se sobresaltó al segundo siguiente ya se encontraba rodeándole con ambos brazos, con una sonrisa enorme.
"Dick, ¡soy yo!" le dijo orgulloso. Recorrió toda la planta baja en un parpadeo asegurándose de que no hubiera nadie, y volvió a su lado tomándole de los hombros "¡KidFlash!"
El más joven puso su mejor expresión de sorpresa, divertido, pero no pudo ocultar por mucho una cálida sonrisa; el velocista le devolvió una aún más amplia y ambos rieron.
"Dick, ¿saldrás a esta hora?".
El nombrado se tensó al instante mientras al pelirrojo se le helaba la piel, ¿de dónde había salido aquel hombre enorme, si él acababa de revisar todo el piso?
"Bruce, hola" dijo tratando de ocultar la tensión que sentía de repente. El hombre que sólo podía ser el heredero Wayne asintió a manera de saludo para después dirigir su atención al invitado.
"No tenemos el gusto. Soy Bruce Wayne, tutor de Dick" extendió su mano la cual el chico no titubeó en estrechar.
"Wally West, señor Wayne. Un placer" se quedaron en silencio un momento y después continuó "Soy amigo de Dick y sí, teníamos pensado salir si es que no tiene problema con ello."
Wally estaba serio, y al ritmo que iba Dick parecía que se volvería una tabla de lo tenso que se encontraba. Bruce los observó a ambos y volvió a asentir, esta vez dando su consentimiento. Ambos chicos se relajaron.
"Alfred los llevará a donde quiera que vayan. Tengan cuidado".
Dicho aquello, se marchó sin más. El menor soltó el aire pesadamente en un esfuerzo de relajarse; comenzó a excusarse por la repentina aparición del adulto y de cómo no lo esperaba en casa... pero algo había cambiado. Su sonrisa se había ido y su humor parecía mucho más apagado, cosa que no le gustó en lo absoluto a Wally. Rápido como sólo un flash puede pensar, el chico reaccionó al instante.
Se acercó invadiendo descaradamente al niño, tomó su rostro con ambas manos y eliminando el espacio entre ellos, besó a Dick en los labios.
Y hubo electricidad. Y calor. Wally sintió que podía darle la vuelta al globo entero y de regreso en un segundo; creyó que su piel explotaría debido a la electricidad que corría por todo su cuerpo en ese momento y que con ella podría iluminar toda Central City. Se sentía endemoniadamente feliz.
Dick sentía que era un niño pequeño de nuevo. Estaba flotando en el aire, a varios metros sobre el suelo sin red de protección. Sentía la adrenalina recorrer su cuerpo como cuando giraba y estiraba sus brazos para alcanzar el siguiente trapecio y aferrarse con fuerza... era feliz.
Y eso hizo. Se colgó del cuello de Wally y continuó con el beso que cada vez era menos inocente –a pesar que se notaba lo inexpertos que ambos eran-. Se separaron tan solo un poco para tomar aire, mirándose a los ojos, un tanto sonrojados.
"¿Mejor?" preguntó el pelirrojo, contento de haber relajado por completo a su amigo.
El menor sonrió ampliamente sin soltarle del cuello.
"Wally, vámonos".
"¿Disculpa?" aquello le tomó desprevenido.
"Llévame de aquí, ya inventaré una excusa para Alfred" le dijo apurado.
"Dick..."
El velocista lo meditó medio minuto, pero al serle imposible resistirse al hermoso rostro de Richard Grayson lo tomó en brazos y salió a toda velocidad de la mansión. Dick no había tenido suficiente, aquel beso le había tomado desprevenido y no lo dejaría así.