—Le contaré a Minho —dijo Jonghyun con su atenta mirada puesta en las calles.
—¿Qué? ¿Qué le contarás? —se asustó el rubio, acomodándose en su asiento.
—Que estamos juntos.
Mierda.
—¿Por qué?
—Es mi mejor amigo Kibum, me siento mal ocultándoselo —el moreno pareció notar la preocupación de su novio—. Sé que no dirá nada, lo prometo.
—¿Cómo puedes estar tan seguro? ¿Y si se le sale aunque sea sin querer?
Jonghyun rió ligeramente.
—No dirá nada si no quiere que yo cuente su pequeño secreto —comentó mientras detenía su automóvil ante una luz en rojo.
—¿Cuál secreto? —y al parecer, su curiosidad pasó a ser mayor que su preocupación.
—Le gusta Taemin.
E irónicamente, lo primero que había hecho era contar el secreto del alto. Pero contárselo a Kibum era más seguro que contárselo a él mismo. El rubio podía guardar silencio aunque lo estuviesen torturando.
—¡Lo sabía!
—¿Cómo que lo sabías?
—Taemin me ha contado que han salido un par de veces...
—Bueno, lo que hacen no es precisamente salir.
Key entendió el doble sentido de esa oración y sonrió.
—Jonghyun... —llamó después de algunos minutos en silencio.
—¿Dime?
—Son dos cosas...
—¿Cuáles?
—Puedes contarle a Minho —apoyó el rubio, aunque Jonghyun no había pedido permiso realmente, sólo lo había informado. A pesar de eso, no pudo evitar su sonrisa.
—¿Y la otra?
—Tu mamá es un amor de persona.
Era pasada media noche y ambos se dirigían al departamento del moreno después de haber pasado la velada junto a la señora Kim y a Sodam.
Kibum había aceptado ir a conocer a su suegra y a su cuñada –y a Roo, de paso-, así que habían cenado los cuatro en el departamento de ellas.
—Te amó.
Y es que fue imposible que Kibum no formase una alianza entre las dos mujeres para contar anécdotas vergonzosas de Jonghyun. Por su parte, la sra. Kim y Sodam recordaron cuando el moreno aún era pequeño, mientras que Key comentaba acerca de cómo era su novio en la oficina. Incluyendo el pequeño incidente con su bicicleta por culpa de Minho.
—¿Estás seguro?
—Créeme que si no le hubieses gustado no te habría mandado tanta comida.
Kibum giró levemente la cabeza sobre su hombro y visualizó la cantidad de tuppers sobre el asiento trasero del vehículo. Mamá Kim, emocionada por conocer a su yerno, había cocinado de más y le había mandado un montón de comida a Key.
Si, a Key y no a su hijo.
—Creo que ya te quiere más a ti que a mí —lloriqueó Jonghyun.
El rubio sonrió. Aparte de que sabía que su novio era celoso –y asumía que también se aplicaba a su madre y hermana-, se notaba a leguas que la sra. Kim vivía por y para sus hijos. Era imposible que lo quisiese más a él.
—Bummie, ¿cuándo viviremos juntos? —ya lo habían conversado con anterioridad, y era Kibum el que se negaba porque sería demasiado obvio en la oficina si empezaban a convivir, a pesar de que si le gustaría vivir con su novio—. Sueño todos los días que despiertas a mi lado y no me gusta cuando no estás.
Key sonrió enternecido.
—Pero, mi amor, pasamos la noche juntos por lo menos cuatro o cinco veces a la semana.
Jonghyun puchereó.
—Nunca es suficiente si se trata de ti.
Kibum de verdad que amaba cuando su novio se ponía así de cursi, adoraba sentirse así de querido por él.
Pero, de todas formas, no quería dar su brazo a torcer con el hecho de vivir juntos...
¿Qué si quería compartir departamento con Jonghyun?
Si.
Y mucho.
Pero su carrera profesional también era importante, y si se enteraban en la oficina que era homosexual y se acostaba con su jefe, de verdad que su reputación caería en picada.
Sabía que su novio estaba siendo extremadamente paciente con el tema –porque él no lo consideraba tan grave-, y de alguna u otra forma le gustaba recompensarlo de vez en cuando.
—¿Te parece si nos damos un baño juntos cuando lleguemos?
Como haciéndole ese tipo de propuesta en la que ambos sabían que terminarían desnudos en la cama.
Jonghyun sonrió.
—Hecho.