Minseok volvió a sonreír de oreja a oreja cuando abrió la puerta del departamento. Hacía un tiempo ya que estaba intentando conseguir el número de teléfono de la cajera de la tienda de conveniencia cercana a la estación, y justo ese día lo había logrado.
¿Y cómo no? Si se aprovechaba de ser papá soltero y, estratégicamente, compraba cerveza y pañales con la segunda intención de llamar la atención de la pelirroja.
—Hyung —saludó Minho desde el sofá—, ¿trajiste algo para cenar?
—Comida para calentar del 24hrs. —respondió—. ¿Fetucchini al pesto o pollo?
—Me pido el pollo.
El mayor de dirigió a la cocina y dejó la bolsa con comida sobre el mesón. Colocó ambas bandejas a calentar en el microondas, dejó las cervezas en el refrigerador para que se helaran y se dirigió a su habitación para guardar los pañales de Minji en el clóset. Debía ir por ella al otro día al jardín de infantes para que pasasen juntos el fin de semana.
—Hyung —volvió a llamar Minho desde el sofá cuando su hermano pasó nuevamente por la sala—. Deberías llevar a Daisy al mecánico.
Daisy, la motocicleta de Minseok.
—¿Ya usaste a Daisy sin mi permiso?
—No encontraba mis llaves —se excusó, pero evitó comentar lo que había sucedido. En un descuido de Taemin, las llaves de su auto habían quedado en el bolso ajeno y terminaron por error en el departamento del menor. Había ido con Daisy a buscarlas y aprovechó de pasar un momento más que agradable con Taemin.
Sí, había ocasiones en que no se podía quejar de las manos mágicas del chico. Y es que sí que sabía cómo usarlas.
—¿Y qué se supone que le pasó?
—No sé. El motor en vez de sonar brrrrm, sonaba prrrum.
Minseok se carcajeó.
—Definitivamente lo tuyo no es ser mecánico.
—Lo mío no son las motos. Me manejo más con los autos.
El mayor se percató de un papel blanco arrugado sobre la alfombra y, por curiosidad o intuición, lo tomó entre sus dedos. Desdobló lo supo que era una boleta de alguna compra y leyó lo que tenía escrito.
—¿¡Más condones!? –dijo, mostrándole el comprobante de la compra al menor— ¡Minho, tenías 42! Yo con suerte utilicé siete de esa vez...
Si es que no exageraba.
—Se acabaron, hyung —respondió, y Minseok hubiese considerado que a su hermano le salió tierna la manera en que se expresó, ¡pero hablaban de preservativos y sexo desenfrenado!
—¿Y los usaste solo con Taemin? ¡Dios, ese hombre no debería ser capaz de caminar!
Minho sonrió de costado.
—Quizás. Un hombre no tiene memoria.
—Pero, ¿tienen una relación o algo? Lo he visto bastante seguido por aquí como para que sean solo sexo.
—Creo que solo somos folla-amigos.
—¿Crees?
—Andas bastante curioso hoy —Minho enarcó una ceja, pero suspiró de todos modos. Siempre había tenido una relación cercana con su hermano, así que no consideraba necesario ocultar algo—. A mí me gusta, pero cada vez que intento hablar del tema con Taemin poco menos que sale corriendo de la situación. No quiero joder lo que sea que tengamos.
—Pero de que joden, joden.
—Mucho.
Ambos rieron.
—Y yo que recién me conseguí el número de una chica.
—¿La cajera pelirroja?
—¿Cómo sabes?
—Hace unos días me preguntó tu nombre y de dónde nos conocíamos.
Minseok frunció el ceño.
—¿Y no me contaste? Minho, eres un traidor.
—Tampoco me preguntaste.