Taemin volvió a gemir al sentir cómo los besos y chupetones en sus oscuros pezones se hacían cada vez más intensos y la mano de Minho aumentaba la velocidad bajo su ropa interioral subir y bajar por su longitud.
El mayor era quién le había enviado un mensaje cerca de las once de la noche preguntándole si estaba ocupado y, de alguna u otra forma, habían terminado los dos en el sofá del departamento del castaño.
Minho sobre Taemin.
Supo que estaba por venirse al sentir cómo los músculos de sus piernas comenzaban a tensarse y al percibir un calor en su bajo vientre. Pero no, no quería acabar tan luego y siendo solo él quien había disfrutado, por lo que tomó fuerza donde no la había y detuvo los movimientos de la mano del alto colocando la suya sobre ella.
Minho lo miró extrañado.
—¿Pasa algo?
—T-todavía no... —dijo, intentando regular su respiración.
Pasaron algunos segundos antes de que Taemin tomara nuevamente las riendas del asunto e incentivara a Minho a sentarse en el sillón para ubicarse a horcajadas sobre él. Los besos no se hicieron esperar y las manos del mayor rápidamente llegaron al trasero de Taemin para acariciarlo y simular leves embestidas por sobre la ropa.
Los labios del menor bajaron por la mandíbula de Minho y continuaron su recorrido por el cuello del chico, mientras que separaba ambas pelvis y con sus manos y desabrochaba los jeans del mayor. Fue con ayuda de su (no) pareja que bajó los pantalones y la ropa interior del alto hasta sus muslos y comenzó a masturbarle.
—Mierda, Taemin —suspiró.
Nada de bebé, nada de caricias tiernas o susurros cariñosos. Porque a pesar de pasar de una relación de solo sexo a algo más aún sin nombre, ambos disfrutaban de una buena sesión de sexo rudo de vez en cuando.
Fue el menor quién tomó la iniciativa y, arrodillándose en el suelo entre ambas piernas de Minho, bajó los pantalones y ropa interior hasta la altura de los tobillos y acercó el miembro ajeno a su boca, succionando levemente la punta húmeda. Las manos del mayor tomaron el cabello castaño y acercó los labios de Taemin a su miembro erecto.
Oh, dioss, esos gruesos labios sí que eran su perdición.
Fueron necesarios solo algunos segundos para sentir la nariz del menor sobre sus vellos rizados, y bastaron solo unos minutos para que Minho sujetase fuertemente los cabellos castaños del menor y simulara leves embestidas en su boca.
—Voy a-...
Y contrario a lo que pensó el mayor, Taemin continuó chupando y lamiendo recibiendo aquel líquido blanco en su boca, dejando escurrir algunas gotas que limpió con el dorso de su mano.
Mierda, solo habían pasado veinte minutos desde que había entrado al departamento del castaño y ya iba su primer orgasmo.
Minho intentó regular su respiración antes de intercambiar palabras con Taemin.
—Te prometo que si me traes un vaso de agua, te doy duro contra la pared.
—Hecho.
Y al parecer, las cosas solo estaban empezando.