—Así que, resumiendo, tus suegros te odian —sentenció Jonghyun, mordiendo un sándwich de carne que había comprado para su almuerzo y que estaba comiendo una hora antes de lo establecido.
¿Qué? Tenía hambre, no podían culparlo.
—¡Jonghyun!
—¿Qué? –preguntó con la boca llena, recibiendo una mirada de reproche de su novio.
―Kibum, déjalo, si tiene razón.
—Pero Jinki, no creo que te odien, odien, simplemente no te conocen.
—Eso no quita que no me odien.
Onew suspiró. Le había contado a la pareja que hacía un par de días había ido por Luna a su trabajo y, espontáneamente, habían decidido ir por un café. Sorpresa fue cuando a la cafetería a la que habían optado por ir entraron los padres de su novia.
—Bueno, quizás a mi suegra no le caiga tan mal después de todo. Por lo menos la hice reír —como cuando se tropezó con una silla al momento de levantarse a saludarlos, o cuando tartamudeó al presentarse, o cuando pasó a derramar el café sobre la mesa.
¡Gracias a Dios no había manchado a nadie!
—¿Y el suegro? —preguntó Jjong.
—Me odia.
Kibum rió ante el dramatismo de su amigo.
—¡No es gracioso, Kibum! —lloriqueó—. El papá de Luna es el dueño de no sé cuál prestigiosa empresa y siempre esperó que una de sus hijas se casase con el hijo de su mejor amigo.
—¿Y qué pasó?
—El susodicho este es un completo imbécil —sentenció, y tanto a Kibum como a Jonghyun les sorprendió que Jinki se expresase así de alguien siendo que era puro amor y ternura con todos, sin excepción—. Un machista criado a la antigua que menosprecia todos los logros de Luna. El brabucón de la escuela y el mujeriego fastidioso de la universidad.
—¿Se conocen desde pequeños? —preguntó esta vez el azabache, Kibum.
—Estudiaron juntos, a pesar de que nunca estuvieron en el mismo curso y no estudiaron la misma carrera universitaria.
—¿Qué estudió él?
—Medicina.
Ouch. Ahora sí que Kibum empatizó con él. Conocía ese estereotipo de Diostor y ese cliché de considerarlos el mejor partido como yernos junto a los abogados o ingenieros. No por nada a su madre parecía haberle agradado ese chico con el que salió un tiempo y que estudiaba esa carrera, a pesar de no simpatizar completamente con sus preferencias sexuales.
—Vamos Jinki, sé que las cosas se van a arreglar —animó Key, sujetando una de las manos del nombrado para entregarle su apoyo—. Solo es cosa de darle tiempo al tiempo.
—Por lo menos le caes bien a la hermana —comento el moreno, intentando subirle el ánimo al mayor.
—En fin, ¿y ustedes? ¿Cómo les fue con sus suegros?
Kibum abrió los ojos como plato por un segundo e intentó hacerse el desentendido.
—Hyung, yo no tengo suegros.
—Oh —exclamó el nombrado y miró a su jefe—, ¿metí la pata?
—Hasta el fondo —comunicó Jonghyun, evitando demostrar su nerviosismo.
—¿Qué sucede? —y a pesar de la pregunta, Kibum fue ignorado.
—¿No sabía que sabía?
—¿Jonghyun, le contaste? —volvió a preguntar el azabache, volviendo a no obtener respuesta.
—No, se me olvidó comentarle.
—¿Comentarme qué? —ignorado otra vez.
—¿O sea que tampoco sabe cómo me enteré?
—¿Enterarse cómo? —idem.
—No, tampoco sabe.
—¡Yah! Par de idiotas, respóndame, no estoy pintado aquí.
Sí, definitivamente se acercaba una nueva tormenta.
Jonghyun solo sabía que no pretendía hundirse solo en el “Tifón Kibum”. Definitivamente se llevaría a Onew consigo.