Uno.
Dos.
Tres.
Respira.
Uno.
Dos.
Tres.
¡Vamos, concéntrate!
Uno.
Dos...
... No, no podía.
K.Will había sacado su último CD y Minho había hecho una crítica para el volumen de la revista que se debía publicar... en tres días. En su escrito –que debía abordar apenas un cuarto de una página- incluía un análisis de la melodía y la letra, además de destacar la inusual portada del CD. Esta trataba de simular la técnica utilizada en las pinturas de óleo, incluyendo la silueta de una chica nadando en las profundidades del mar. Minho había intentado sintetizar todas las ideas que tenía en mente y logró redactar un artículo de 328 palabras exactamente.
El punto es que él debía terminar de editar la página, hacer que la nota calzara en el espacio que se le había destinado, modificar lo que fuese necesario y afinar detalles, pero... no podía concentrarse.
Bueno, en realidad sí que estaba concentrado, pero no precisamente en su trabajo. Ya había perdido la cuenta del número de veces había maldecido a su jefe –entiéndase por Jonghyun- por haber decidido vestir esa camisa blanca que, irónicamente, él había decidido regalarle para su cumpleaños un par de semanas atrás. De paso se había maldecido mentalmente a sí mismo por haber ido precisamente ese día a esa tienda, de haber encontrado esa oferta y de haberle hecho caso a esa vendedora que le había convencido finalmente de comprarla.
Y es que, oh Dios, combinar precisamente esa camisa con esa corbata color vino debía ser pecado en alguna parte del mundo, y definitivamente debía ser pena de cárcel arremangarse así la prenda dejando ver sus brazos y las tan notorias venas que los recorrían y...
¡Mierda, Kibum, concéntrate!
Volvió a suspirar y volvió a dedicarle una mirada llena de odio a Taemin, que se encontraba jugando con un yoyo en su escritorio mientras realizaba una llamada telefónica. Sabía que el juguete ese no le duraría más de un par de días. Al parecer se lo había regalado alguien de otra oficina o algo por el estilo. De todas formas, en esos momentos lo que menos le importaba era quién pretendía a su amigo. Si es que lo pretendían realmente.
Fue en su enésimo intento de concentrarse en su trabajo cuando hizo contacto visual con Jonghyun. Por la sonrisa que le dedicó, supo de inmediato que su jefe se había percatado que algo le sucedía, y rogaba a todos los dioses que no supiese el porqué. Lo creía muy capaz de molestarlo por meses... o por siempre.
Intentó aparentar estar sereno y, apenas el castaño desvió su mirada, golpeó su cabeza con el teclado e inmediatamente volvió a actuar con una tranquilidad inexistente. Onew le miró con extrañeza y él sólo le quitó importancia al asunto con un movimiento de su mano.
+
— ¿Crees que no me he percatado de cómo me has mirado? –le preguntó Jonghyun en un susurro. Se había ubicado tras el rubio mientras este esperaba que la fotocopiadora terminara su tarea.
Kibum se sobresaltó y dio un pequeño brinco en su lugar.
— ¿De qué hablas?
— Todo el día me has estado mirando.
— Trabajamos juntos, creo que es obvio que te mire de vez en cuando.
— Sabes a lo que me refiero –colocó suavemente sus manos en la cintura del rubio a la vez que rozaba su propia nariz en el cuello de su novio.
— Jonghyun, estamos en la oficina –intentó hacerse el fuerte, pero su voz había flaqueado un poco.
— Lo sé –continuó, ya acariciando con mayor descaro el abdomen de Kibum por sobre su ropa.
— Alguien puede vernos.
— No, no pueden. No queda nadie en este piso y cerré la puerta con llave.
— ¿Y las cámaras?
Jonghyun apuntó la cámara de seguridad que se encontraba en una esquina de la habitación. Sobre ella había un post-it amarillo pegado con una carita feliz mal dibujada.
Lo había planeado todo con anticipación.
A la mierda el control y la moral.
Había estado fantaseando despierto todo el día con su novio, con su camisa, las distintas formas en que se la podía sacar y cómo podía disfrutar de su piel contra la suya. La única diferencia con sus fantasías es que estas eran principalmente sobre una cama. ¿Qué tenía de malo cambiar de vez en cuando el contexto?
Tiró por ahí los papeles que habían salido de la fotocopiadora al mismo tiempo que se volteaba, quedando frente al moreno.
Y le besó. Le besó con ganas, con desesperación, con sentimientos de “me contuve todo el día por esto”. Jonghyun lo atrajo más hacia su cuerpo y siguió el ritmo que había impuesto desde un comienzo. Sabía que Kibum no aguantaría mucho. Pensó en algún momento que primero le preguntaría sobre esa reunión importante a la que debía ir -que explicaba el porqué de su elegante vestimenta-, pero no es como si se quejara del rumbo que estaban tomando las cosas.
Al parecer la temperatura del lugar subiría rápidamente un par de grados y arriesgarse de vez en cuando no tenía nada de malo, ¿cierto? De todas formas, Kibum dudaba que a esas horas de la noche anduviera alguien por la oficina. Y si lo hubiera...
...que se joda.
Le tenía ganas a su novio y, en ese momento por lo menos, no le veía lo malo al asunto.