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Fuerza de la naturaleza. por nezalxuchitl

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Degel estaba fuera de su alcanze. No podía sentir su cosmos, no podía encontrarlo en ningún lado. Habia dormido en su cama, abrazado a su ropa, extrañándolo.

Se lo habían quitado por lastimarlo, y estaba enojado con ellos por no entender que ya habia entendido. Consigo mismo por no haber sabido.

Cuando supo que el patriarca estaba de vuelta fue donde el. Se metio por la ventana de su habitación, sorprendiéndolo mientras se cambiaba de ropa y haciendolo pensar en las fallas de seguridad del santuario.

-¿Dónde esta Degel? – pregunto el animalillo lastimoso.

-Fuera de tu alcanze.

Sage podía ser malo con los semes.

-¡Eso ya me lo dijo! Pero no me lo pueden quitar…

-Degel no es tuyo.

-¡Claro que si!

Sus ojos se lo habían dicho. Como los de la ardilla que era su mascota.

-Esa es su decisión.

-Ya lo sé.

Era un insolente, ese chiquillo. Pero se veía tan sufriente. Tan perdido, tan desorientado, como nadie lo habia visto.

Se puso la túnica de patriarca y fue gentil con el. Acaricio su cabeza contra su pecho, y Kardia, no mañoso, se sumio contra el, conteniendo las lágrimas.

Mejor no decirle donde estaba, porque era capaz de intentar ir a pie.

-Degel volverá cuando desee, y yo no me opondré a que estén juntos, si eso es lo que quieren – los ojos le brillaban – pero tienes que aprender a controlarte.

Kardia se separo, con una mirada que se antojo maligna, pero que solo era determinación e inteligencia. Salto al alfeizar de la ventana.

-¡Kardia! – volteo – No puedes presentarte en mis habitaciones asi.

Ya no alcanzo a decirle que tenia que solicitar una audiencia con el patriarca, como todos, cuando ya habia saltado. Corrio a la ventana para ver que no se hubiera hecho daño, y no. Aquella mancha de azul bígaro saltaba de una peña a otra como si ostentara el signo de la cabra.

Menudo regalito les habia llevado Krest en su ultima visita.

*

El patriarca le habia dicho todo lo que necesitaba saber. Degel no volveria hasta que quisiera, y eso podría ser muchísimo tiempo. Dias o años, y el no era una persona paciente. Menos ahora que estaba enamorado.

Porque lo estaba. Se habia dado cuenta el solito; deseando tanto a Degel, en el buen sentido, añorándolo. Tenia que verlo, para que lo rechazara, o no. Las cosas no se resolvían sin hacer nada, se tenia que actuar.

Se dirigio a la escuela de los aprendices, a donde ya no asistia porque la Sisi habia desistido de poder enseñarle algo. Su única derrota, en una larga y brillante carrera enseñando hasta a los aprendices menos capaces.

Ahí estaba ese niño. El que habia traido el dia que Manigoldo le estaba enseñando a meter el dedo. Ese niño del que todos hablaban en el santuario, pues los estaba derrotando a todos.

Lo agarro del hombro, dejando helados a sus antiguos compañeros.

-Oye, Regulus, ¿entrenarias conmigo?

Las murmuraciones empezaron a su alrededor.

-Claro. – contesto super feliz el niño.

-Vamos a hacer entrenamiento físico, en el sol, por los desfiladeros del santuario.

El rostro de Regulus se ensombrecio.

-Mi tia no me permite salir sin su permiso.

-¡Tsk! Olvidate de tu tia. Yo también soy un caballero dorado…

-¡¿En serio!?

-¡Si! Y digo que vayamos a entrenar.

Regulus, como aspirante a la armadura de Leo, tenia que obedecer a sus superiores si no le pedían nada malo. Y entrenar no era malo.

Asintio. Sus ojos se encontraron con los de Kardia, brillantes ambos, y empezaron a saltar. Correr, girar. Caer de cabeza e impulsarse con las manos. Pegar. Kardia asesto los primeros, pero sus golpes fueron rápidamente copiados y devueltos por ese niño de ojos aun mas raros que los suyos, esas rendijas que te atravesaban y luego…

Pero el era mas agil y fuerte. Llevo a Regulus por los desfiladeros que rodeaban el santuario; golpeaban en riachuelos y corrientes de agua tan rápidamente que el ojo humano solo los platos de agua, estallando y dispersándose.

Agoto al pequeño leo y el todavía tenia energía.

-Estoy muy cansado. – le dijo tras ser impactado en una pared rocosa.

-¡Tsk! – rechisto, aunque el también jadeaba – Apenas estamos empezando.

Y lo obligo a entrenar mas, aunque no conseguia llevarse al limite. Al mocoso no podía atacarlo, una verdadera pelea que le hiciera subir la fiebre.

Se lo llevo en brazos a su tia, que los habia buscado infructuosamente.

-¡Pero mira que le has hecho! – le tocaba la frentecita, apenas conciente el gatito - ¡No deberías abusar de tu poder!

-Entrena conmigo. – le pidió Kardia, ignorando sus palabras.

-¿Qué?

-Vamos, entrena. Peleemos. Atacame con esa cosa de Caron.

-Ahora tengo que cuidar a Regulus. Tal vez mañana.

-¡No! Ahora.

-No eres nadie para exigirme, Kardia de Escorpio. – le recordaba que, como caballeros dorados, eran iguales.

Vio que el de Capricornio se acercaba. Penso rápido. Cogio a Sisifo, tirándole a Regulus de los brazos, dándole un beso y sobándole ese buen trasero que tenia. Todo delante del loco super celoso de su marido.

Tal como lo esperaba, un viento paso justo a su lado, justo donde fracción de segundo antes habia estado. La Sisi, con total cara de sorpresa, lo miraba, y el, con una sonrisa que todos los presentes calificaron de insana.

Salto hacia arriba, girando en el aire con su increíble agilidad. El Cid espadeo tratando de predecir sus movimientos en el aire, donde caería, pero no atino. Le mostro el dedo medio, volvió a palmearle el culo a la Sisi (que grito) y se hecho a correr. Por su vida.

Kardia escapaba haciendo piruetas, y pronto le quedo en claro que El Cid atacaba en serio, por lo que lo ataco en serio también, atinándole un puñito de scarlett neddle que solo le hicieron hervir la sangre aun mas. Se atacaban, Sisi corria, desde el principio, tratando de calmar a su marido, pero este no le hacia caso, y espadiaba como si no le importara cortarle la cabeza al escorpioncito.

Una pelea tan salida de proporción tenia que llamar la atención del patriarca. Hacerlo intervenir, con su autoridad.

-¡Basta ya! – trono con un tic en el ojo, mucho mas propio de su hermano Hakurei que de el, separándoles las almas de los cuerpos para que dejaran de atacarse – Calmados. ¿Qué paso?

-¡Que este escorpioncillo ha afrentado la honra de Sisifo, delante mio! – declaro con voz temblorosa El Cid.

Sage abrió muchísimo los ojos.

-¡¿Violaste a la Sisi!?

-¡Claro que no! Solo le di un beso.

-Crei que amabas a Degel… - ¡que ingenuo habia sido!

-¡Y lo hago! Por eso bese a la Sisi.

La coherencia no era una de las cualidades de Kardia. Ni la lógica, pero eso sobrepasaba cualquier cosa que hubiera pensado antes.

-¿Por qué? – Sage solo meneaba la cabeza, tratando de entender.

-Para que su marido me persiguiera.

-Oye viejo… - le hablo Manigoldo.

-¡Silencio! – le espeto. Irrespetuoso este, ya lo arreglaría mas tarde.

-Es una falta de respeto a Sisi, a mi, y al sagrado matrimonio. – El Cid estaba furioso.

-¿Por qué querias que El Cid te persiguiera?

Kardia apretó los labios. No podía decírselo, o el viejo cabron seria capaz de no hacerlo.

-¿Estas loco, Kardia? Comprendo que estes molesto porque no tienes a Degel, pero actuando asi solo te separaras mas de el. Si no te comportas como un caballero, no lo seras mas. Y no creas que no puedo hacerlo: Hakurei puede, sacrificándote en el altar te quitaría tu cosmos y tu armadura.

Todos tragaron saliva, confirmándolo los que no estaban seguros. Y es que se habia reunido un gran corillo de mirones.

Kardia se puso serio. No ser un caballero no le gustaría para nada. Sentia su vida arder siendo uno, y necesitaba seguir siéndolo porque Degel lo era.

-Viejo – volvió a llamar Manigoldo – Kardia se ha puesto malo.

-Lo veo perfectamente bien.

Algo palido, por el susto, pero era para que entendiera.

-Bueno – insistió su amigo – el cuerpo de Kardia esta enfermo.

Kardia vio su cuerpo, convulsionando. Realmente patético. ¿Y Degel lo quería incluso después de verlo asi?

Sage ahogo una exclamación y los devolvió a sus cuerpos. El Cid se levanto, un tanto mareado. Asistido por la Sisi, se acercaron a donde el patriarca ordenaba a Manigoldo:

-Ve por Degel, rápido.

Entonces lo entendio. Ese niño estaba enamorado de Degel, tanto que no le importaba poner su vida en riesgo para verlo. Al voltearse, vio que Sisi también habia entendido.

-Hay que enfriarlo.

El Cid todavía tenia el ceño fruncido, pero lo que decía su esposo bien dicho estaba.

Sage lo teletransporto consigo a la cocina, acostandolo sobre planchones de hielo. Pero estaba ardiendo, con la sagrada sangre de Athena llevando el fuego de su aguja mas alla de limites humanos. Si Degel no llegaba pronto…

Pego un grito al verlo, atendiéndolo, envolviéndolo de inmediato con su viento helado. Arrodillado junto al planchon de hielo, apoyado en el, rodeando su cabeza, posando la mano sobre su corazón.

Era puro amor lo que se reflejaba en esos ojos preocupados, angustiados. Era su destino estar juntos, el llamado de sus armaduras y de sus reencarnaciones. Sonrio recordando a los Escorpio y Acuario del futuro borrado de Avenir. Como les contaba que peleaban como perros y gatos, pero amándose al punto de no poder sobrevivir la muerte del otro.

Tendria que enseñarlos a que no se hicieran daño estando juntos.

 

Continuara...

 

Notas finales:

Lamento tardar tanto en actualizar, pero la inspiracion viene y va. 

Si gustan revisar desde mi perfil, tal vez encuentren otras historias que les gusten. 

Slán!

PD: Julieta varela, todos sabemos que eres tú la de los reviews anonimos, para ya de dar pena ajena. Sinceramente, te toma más a ti ponerlos que a mi borrarlos.


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