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Why me? por SPatt

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Lo que esperaba ser un día rutinario se ha convertido en todo lo contrario.

 

Primero, en la mañana me crucé con Gisella, una ex-compañera de la prepa. Ella me hizo la plática, se portó amable e interesada en lo que yo decía, en ningún momento despegó su intensa mirada de mí, incluso al despedirnos me pidió vernos otro día, eso fue extraño. Cuando estuvimos en el mismo grupo jamás compartimos una plática extensa, ni siquiera nos saludábamos, ella me gustaba pero nunca me atreví a hablarle.

Mentiría si dijera que ya lo había superado, me seguía pareciendo muy atractiva y su voz grave se me hacía irresistible.

Poco antes de salir de la prepa le di una carta... nunca me envió una respuesta.



Luego, en la entrada de mi universidad encontré a la misma chica que el día anterior me había ignorado, lo cual es fácilmente traducido a la palabra "rechazo".

 

Estaba ahí parada mirando hacia los lados como si esperara a alguien.

 

Tuve que pasar a su lado para ingresar a la escuela.

 

Creí que no notaría mi presencia y si lo hacía no le daría importancia, no obstante, me sorprendió escuchar mi nombre salir de su boca; Jocelyn me saludó como si nada y hasta me acompañó a mi salón.

En el breve trayecto que compartimos, ella me contó varios chistes que me hicieron reír.

 

Entré al salón con una sonrisa la cual pronto fue cuestionada por Fátima.

 

Ya no me inmutaba por los "pequeños" celos que ella mostraba cada vez que yo conversaba con otra chica.

Sin embargo, hoy parecía una completa celópata.

 

Siempre se queja de mí, me reprocha que me gustan "todas" y, según ella, soy una coqueta de lo peor y tengo varios ligues; es más que obvio que sus aseveraciones son erróneas.

 

No tiene ningún derecho a reclamarme nada, sólo somos amiguitas, el que también me guste ella no le da ese derecho sobre mí, además, ella tiene novio.

 

Fue horrible soportar las clases bajo su mirada incriminadora y fija en mí.

 

Quería llegar cuanto antes a mi casa.

 

Y por si fuera poco, mi dichosa hada madrina se hizo la desaparecida desde ayer.

 

Tal vez todo lo soñé y fue producto de mi retorcida imaginación.

 

Eso me perturba, descubrir el gran alcance de mi mente.



Negué con la cabeza, este no es el momento apropiado para cuestionarme acerca de acudir a un hospital psiquiátrico.



Suspiré aliviada cuando al fin las clases terminaron y di el primer paso fuera de aquel tortuoso sitio que tenía por salón.

 

Sin embargo, canté victoria antes de tiempo, pues al salir me encontré con una "grata" sorpresa.



Afuera estaban Jocelyn, Vanessa, y... ¿acaso era Gissella?

 

Me acerqué un poco para estar segura y sí, es ella, ni idea de cómo averiguó mi grupo pero aquí está también.

 

Por suerte ninguna me ha visto, hay demasiados alumnos en el pasillo, este es el momento preciso para escapar.



-Pequeña, se me ocurrió que hoy te acompañaré a tu casa.- Anunció Fátima a mis espaldas.

 

Brinqué un poco al oír su voz, creí que ya se había ido.

 

Giré para quedar frente a ella y mientras pensaba en una manera educada de declinar su oferta alguien picó mis costillas.

 

-¡Aquí estás Pao! Al fin te encontré.- Comentó feliz.

 

La exclamación de mi mejor amiga llamó la atención de las otras dos quienes también se acercaron.

 

¡Oh no!

 

¡Trágame tierra y escúpeme entre las pier... digo, brazos de Ally!



-¡Te llevaré a tu casa!- Proponen las 4 al mismo tiempo.

 

Todas me observan esperando una respuesta.

 

-¿Entonces este es el salón de Paola Santillán? Gracias.- Se escuchó una suave voz y a los pocos segundos ya se había unido Mariana al círculo que me rodeaba.

 

-Yo... yo... ¡tengo que correr!



Fue estúpida mi reacción pero no supe qué hacer ante la "presión social" que ellas ejercieron en mí.



Corrí lo más rápido posible sin mirar atrás, minutos después me cansé, no tenía buena condición física.



Llegué a mi vecindario jadeando y estando a dos casas de la mía detuve abruptamente mis pasos.

 

¡¿Cómo consiguieron llegar antes que yo?!

 

Esto era una locura.

 

Sigilosamente cambie mi rumbo y logré entrar a mi casa por la puerta trasera.

 

Suspiré aliviada.



-¿Demasiada acción el día de hoy?

 

Sentí como mi corazón casi se salía de mi pecho ante el susto.

 

Levanté la vista y ahí estaba ella.

 

-¿Cómo entraste? ¿Acaso atraviesas las paredes?- Pregunté burlona, aunque todavía no me recuperaba del reciente susto.

 

-Claro que no, simplemente aparezco y me desvanezco a mi antojo.- Se encogió de hombros.

 

No importa que su apariencia física sea idéntica a la de mi preciosa Ally, su actitud es completamente diferente; "mi hada madrina" no es un amor de persona como lo es mi solecito.

 

Se comporta algo altanera, luce como si la obligaran a "ayudarme".

 

-Tienes razón.- Aceptó con descaro.

 

-No me digas que lees mentes.- La miré incrédula.

 

-Justo eso hago.- Observó sus uñas desinteresada. -En realidad, sólo la tuya.- Confirmó.

 

-No estoy de acuerdo con ello.- Refuté.

 

A veces es necesaria la privacidad y el que alguien más esté al tanto de tus pensamientos no ayuda en nada para "guardar" secretos personales.

 

-Pues lástima, no hay nada que hacer al respecto, así que conformarte. ¿Crees que no es cansado para mí escuchar todas las estupideces que piensas?- Espetó en un tono grosero. -Lo peor de todo es que no puedo deshacerme de ti hasta que haya cumplido lo que me ordenaron mis superiores: "Convertir tu vida amorosa en 'algo mágico', transformarla para que deje de ser miserable y deprimente".- Soltó frustrada.



Eso dolió un poco.

Agaché la mirada.

 

Yo en ningún momento pedí nada de esto y sin embargo aquí estaba esta loca que decía ser mi hada madrina, la cual en realidad era un asqueroso y vil insecto tratando de imitar erróneamente a un ser humano hermoso, ni siquiera le llegaba a los talones.



-Okay... ambas hemos lastimado nuestros sentimientos.- Habló más calmada. Supongo que la palabra "insecto" logró golpearla. -Empecemos de nuevo, ¿te parece?- Sonrió amigable.

 

La observé recelosa.

 

-Vamos, yo necesito de ti tanto como tú de mí.- Volvió a insistir mientras me extendía su mano, la acepte no muy convencida. -Perfecto, empezaremos con los perfiles y antecedentes.- Anunció alegre.



Creo que es bipolar, su enorme sonrisa me aterra un poco, no estoy segura de lo que se aproxima, pero algo me dice que no será del todo beneficioso para mí.


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