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ACCEPTANCE por Osaki

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Notas del capitulo:

Capítulo cortito, avanzo de a poco según ordeno mis ideas, espero recibir apoyo. 

Gracias por leer.

―Cierra los ojos cariño.


Bastó un disparo, y el desagraciado se derrumbó contra el suelo, tenía un pequeño orifico en la frente y de la nuca brotaba un charco de sangre. Recogieron todas las cosas de la criatura de pelo castaño que lo había acompañado hasta allí, su bolso, su chaqueta, sus zapatillas, y partieron del lugar por la parte trasera, escabulléndose discretamente hasta llegar a un vehículo negro de vidrios polarizados.


 


Llegaron a un local ubicado en la zona roja y una vez dentro fueron direccionados al área principal del que partían para diferentes servicios. El ambiente era viciado, pesado, cargado con un fuerte olor a alcohol, sudor y algunas cosas más, luces de neón y una ligera niebla de humo cubrían alrededor impidiendo la visión, música electrónica de un lado de la sala complementaba el ambiente del área dividida en pequeños espacios con sillones en círculos en los cuales hombres y mujeres confundían sus siluetas entre sí.


Tomando asiento frente a la barra el mayor pidió un bourbon y la castañita a su lado aguardaba obediente aferrando las manitos al bolso que descansaba en su regazo, a los minutos alguien llamó al primero y éste encargó a la muchachita esperar, le pidió el bolso, ella asintió, lo entregó y largando un hondo suspiro relajó sus sentidos para agudizar su percepción en cuanto el otro se fue.


 


―¿Sales con él?


Alguien interrumpió. Evadiendo aquello como una nimiedad ante su encargo lo ignoró, pero volvió a oír…


―Hey, nena. Te hablo a ti, ¿quieres algo de beber? ―inquirió dejando frente a la muchacha un vasito con líquido de aparente color oscuro, cubitos de hielo y una pajilla―. Es jugo de sandía, no te daré alcohol ―aclaró sonriendo el tipo detrás de la barra y tras una pequeña pausa en la cual la muchacha le vio de reojo añadió:―  sí quieres,  seguro, tienes los labios secos. Anda, la casa invita.


Segundos después la muchacha atrajo el vasito con una mano y atrapó en sus labios el extremo de la pajilla para beber. Observó con más cuidado al hombre detrás de la barra, un sujeto poco alto, de melena oscura y ojos rasgados, se había detenido a observarle para tratar de distinguirle mejor, y sin esperarlo su mirada se encontró con la ajena.


―¿Te gustó? ―preguntó observando aún sonriente a la muchachita.


Ella permaneció silente y de pronto unas manos le aprisionaron buscando asirle por el pecho para llevarla hacia atrás, pero para sorpresa del ebrio que la sostenía, ella tenía el pecho liso, pequeño― ¡Eh! Takeo, déjala en paz, aparta ―ordenó el sujeto detrás de la barra tirando por el saco al atacante, obteniendo con ello sólo un gruñido, ella manoteó para apartarlo pero el sujeto valiéndose de la ligereza de la joven la retiró de su asiento.


―¡Vete a la mierda, sólo haz tu trabajo! Yo vine por putas y ésta se va conmigo ―se impuso arrojando el vaso de jugo contra el  de melena oscura  para librarse y tomar a la muchacha por la cintura, ésta le asestó una bofetada en el rostro a lo que el ebrio respondió casi instantáneo con una más fuerte arrojándola contra el piso. El sujeto de la barra se lanzó fuera de su puesto en aquel instante pero a medio camino se detuvo oyendo el sonido tosco de un puñetazo impactando contra la nariz del ebrio.


―¡MI NARIZ, ME ROMPISTE LA NARIZ HIJO DE PUTA! ―gritó el ebrio tambaleándose contra una mesa, derrumbándose en ella.


―¿Pero qué carajo pasa aquí? ¿Natsuki? … Oh cariño, ven acá ―llamó un hombre alto vestido de negro emergiendo por detrás de la joven, acompañado por un par de sujetos más altos que él y que de igual manera calzaban traje, no obstante el primero distinguíase de ellos por  el fino corte de sus prendas y su marcada edad, cuarenta a cincuenta años, quizá. La menor corrió hacia el mayor― ¿Qué sucedió? Mírame.


―Señor Toshimitsu, déjeme encargarme de él ―Habló aquel que había llegado con la joven al bar, mismo que limpiaba sus nudillos con un pañuelo, deleitándose con el gesto de horror del ebrio quien, al reconocer el nombre del aparente líder palideció poniéndose de rodillas para rogar.


―¡Señor Toshimitsu! ¡Le imploro perdón, yo no quise hacerlo, esa puta se me ofreció y tuve que aleccionarla es una zorra! ¡No ensucie sus manos con ella! ¡Le juro que…! ―pero en medio de la súplica la risa sardónica del líder lo interrumpió dejándolo mudo.


―¿Quieres burlarte de mí imbécil? ―reía― Heath, ve que éste bastardo reciba lo que merece ―sentenció, y abrazando a la joven de cabello largo y castaño se dio media vuelta―. Oh, Sakura, ¿qué haces ahí? Lamento el alboroto, vendré a visitarte otro día, por lo pronto baja de la barra, no es buen lugar para servir los tragos. Gracias por defender a Natsuki, lo recordaré.


Toshimitsu se retiró acompañado tan sólo por un hombre alto y rubio, y el resto tomaron al ebrio arrastrándolo fuera del bar por la puerta de atrás a pesar de sus insistentes alaridos.


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


―YA-SU-NO-RI


―¡Oh, cállate!


―Que no me trago tu cara ―rió― te conozco hace años y verte así es novedad, ¿quién te ha embrujado? ¿Eres un cyborg? ¿Te han robado el alma? Joder, devuélvanme a mi amigo ―se carcajeó apoyando los brazos cruzados en la mesa.


―Cállate Satoru, que nos pillan y te meto una pistola por el culo para que aprendas a abrir la boca para algo útil.


―Hey basta, sólo bromeo, ¿no podemos desayunar tranquilos?  ¿qué pasó? Suelta ―echó  dos sobrecitos de azúcar en su americano y lo revolvió con la mirada pendiente en el otro.


―Es que ayer… Llegó una tipa guapa al bar.


―Ah, ya sabía yo, una mujer.


―Cállate imbécil déjame terminar. El caso es que no era una mujer…


―¿Ah?


―Hombre, tampoco es lo que piensas, llevaba un vestido corto y ajustado, tenía el pelo largo y era bonita, pero era… era… era una niña, tendrá catorce años calculo, llegó anoche con un tipo de pinta rara, no estaba atento, pero lo pillé después, era uno de los hombres de Toshimitsu, joder, y no sólo eso, era de su grupo de confianza.


―¿Cómo sabes tú eso?


―Que le vi, vi a Toshimitsu en el bar. Es que… ―recogió su cabello desde adelante hacia atrás encendiéndose un cigarrillo―. Mira, Heath, él llegó con ésta nena al bar, recibió una llamada y la dejó sola, yo vi a la niña y le invité un jugo, me parecía extraño ver a una niña allí, traté de hablarle y el imbécil de Takeo que siempre arma bronca la atacó, me arrojó el vaso de la niña y el vidrió estalló en el estante atrás de mí, me cubrí y luego cuando quise salir para detenerlo, apareció Toshi con su grupo y se llevó a la niña. Sabrá el demonio qué le hicieron a Takeo, pero creo sinceramente que ya no lo veremos.


―¿Qué la nena era de Toshi? ―interrumpió el ojiazul.


―Qué se yo, sólo sé que le fue peor a Takeo cuando insultó a la niña y la culpó de todo. Hombre… sus ojos… Toshi se reía en su cara.


―Toshimitsu no abarca éste territorio para negocios, ¿qué pinta aquí ahora?


―Supongo que quiere tomar lugar aquí, ya era hora, ¿no? Pero se armará una guerra, la zona roja es de Kyoharu.


―¿Crees que puedan resolverlo?


Sakura apenas negó sin saber qué responder. Dio un par de caladas a su cigarrillo y lo apagó en el cenicero en medio de la mesa para entonces tomar su café, dar un sorbo y comer, acompañado de su amigo los sándwiches que habían ordenado.


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


―Buenos días Natsuki, ¿cómo te sientes hoy? ¿Te duele?


La muchacha recién despertaba incorporándose para sentarse en la cama y negó apretando los labios antes de ensancharlos buscando aliviar al mayor.


―Toshimitsu se asustó mucho ayer, sé que no parece pero él también se preocupa ―explicó acercándose a la joven para examinar su pómulo luego de tomar un tubo de crema del botiquín del baño―. Tienes una piel bastante delicada, ya te bajó la hinchazón gracias a las compresas ayer, esto es para que se te quite el moretón ―indicó aplicándole la crema transparente en el área afectada―. Te espero en  una hora frente al piano, báñate, ponte ropa cómoda y desayuna, no queremos que desaparezcas ―bromeó.


Por primera vez en toda la mañana la muchacha rió asintiendo con un brillo de gratitud en los ojos.


―¿Yoshiki-san? ¿está aquí? El señor Heath quiere reunirse con usted para lo de ésta noche ―interrumpió un joven ingresando a la habitación.


―Voy en seguida Daigo, acompaña a Natsuki a desayunar y encárgate de que esté frente al piano en una hora.


―Como ordene ―sonrió― de hecho también iba a desayunar.


―Vale, te dejo el encargo ―dejó la crema sobre la mesita de noche y se retiró del lugar dejando solos a ambos jóvenes.


―Oye Natsu, adivina qué tengo ―le sonrió Daigo yendo a sentarse junto a ella― ¿No adivinas? ―la castaña negó―. Bah, me decepcionas, qué te prometí la vez pasada ¿ah? ―comenzó a reír abriendo su saco para sacar una tableta de chocolate fino del mismo― Es amargo, del que te gusta ―la muchacha casi brincó saliendo de la cama para recibir el regalo pero el otro la detuvo entre risas―, sólo si comes todo lo que te dé hoy, estás bastante flaquito, pronto vas a desaparecer  ―bromeó consiguiendo varios almohadazos por ello―. Oye basta al menos te hago reír, anda, ve a bañarte y bajemos rápido que si no acabas el desayuno nos castigan a los dos, te dejaré los dvd´s de los kamen rider que Tetsuya-san te envió, es la temporada completa, aprovéchala y no la veas toda en una noche, que como Toshi o Yoshiki te vean con ojeras se enfadan, anda, apúrate enano ―le empujaba entre risas para que se apresurara.


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