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Tradición impensable por 1827kratSN

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¿Cómo actuaría un hitman enamorado? Normal dirían algunos. Tal vez un poco más demostrativo y posesivo, dirían otros. Los más arriesgados se atreverían a decir que el trasero ajeno –sea éste el de la pareja, obviamente pasiva– no seguiría sano por más de dos días… pero estaban equivocados.

La verdad estaba escondida en la mansión Vongola.

Reborn sorprendía a Tsuna con un saludo matutino basado solamente en un beso en la frente o una despedida con un beso en el dorso de la mano y una mirada penetrante que causaba el sonrojo inmediato del castaño. Las sonrisas que el azabache desprendía para Tsuna eran sinceras y sin malicia, para todo ajeno al dueño de sus sentimientos eran amenazantes y tenebrosas. Sin embargo, se debían mencionar también los besos robados Reborn solía dar sobre aquellos labios tentadores, suaves y cálidos, aquellos que sólo se daban cuando estaban sólo ellos dos, sin interrupciones de ningún tipo, sin testigos de un crimen perfecto. El hitman gustaba de las demostraciones en privado porque de esa forma podía ser tan cursi como deseara y sólo tuviera a Tsuna como espectador porque sólo él lo merecía.

 

 

—¿Reborn? — Tsuna ingresó a su oficina con apuro, apreciando la silueta situada en el fondo de esta — lamento la demora, pero la reunión se extendió un poco

—Bienvenido… Tsuna — sonrió de lado al notar cómo el mencionado se ruborizaba un poco e intentaba disimular aquello con un leve giro de su rostro — ¿pasa algo?

—Nada extraño — aunque sí le pasaba algo raro pues desde que Reborn empezó a besarlo y ser más cercano o demostrativo, él no podía parar de avergonzarse hasta por sólo escuchar su nombre. Solía suspirar cuando estaba a solas o sonreír bobamente

—Pues no lo parece

—¿Que tienes ahí? — con rapidez buscó cambiar de tema y gracias al cielo admiró algo entre las manos del hitman. Se sorprendió nuevamente, lo hacía seguido desde hace unos días

—Un regalo — elevó un poco el pequeño paquete

—¿Para mí? — se emocionó sin poder evitarlo

—No — sonrió burlón al ver la decepción ajena —, esto es para mi amado cielo — se sentía satisfecho al ver cómo Tsuna fruncía sutilmente el labio superior y entrecerraba los ojos en un reproche infantil que no duraba demasiado

—No pensé que tuvieras este lado tan… romántico, Reborn — Es más, creía que sería todo lo contrario, y aun así no pudo evitar ceder ante los encantos de ese hombre. Se acercó con parsimonia y pudo diferenciar un pequeño paquete envuelto en papel blanco con bordes dorados

—Eres el culpable de eso y asumirás las consecuencias

—Pero yo no he hecho nada — quiso reírse por esas palabras tan de él, pero se contuvo, no quería arruinar el momento

—Lo hiciste — Reborn se acercó hasta que pudo picar esa mejilla con la punta del regalo que sostenía en su mano derecha — el día que me entregaste ese chocolate adornado por un monstruo — se burló mostrando una sutil sonrisa

—No era un monstruo — se quejó mientras tomaba el obsequio y evitaba que sus mejillas adquirieran color, tenía que controlarse — era… no importa — suspiró

—El día blanco — sonrió al ver que Tsuna abría la tapa del regalo y admiraba los chocolates blancos adornados con detalles en chocolate negro

—Gra… Gracias — se sintió tan dichoso que no pudo decir más, ni siquiera pudo reaccionar porque no esperaba eso

—Y con esto… te respondo equitativamente a tus sentimientos — Reborn elevó la quijada ajena usando sus dedos, acariciándolo con delicadeza hasta que se miraron y ese lindo sonrojo era evidente ante sus ojos — y te hago responsable de generar todas estas cosas

—¿Hablas de sentimientos? — rió quedito, enternecido de cierta forma

—Sí

—No sé qué decir — admitió

—Algo más — de su bolsillo sacó un pequeño paquete, uno que cabía perfectamente en su mano — úsalo cada que puedas

 

 

Un broche con la forma del escudo de Vongola, bañado en oro, que brillaba en esplendor. Un detalle que Tsuna apreció inmensamente pues significaba que era correspondido, amado y… respetado, porque incluso en esa ocasión fue Reborn quien acarició sus labios en busca de una aprobación para lo que haría. Tsuna sólo sonrió mientras elevaba un poco su rostro y cerraba sus ojos, poco tardó para sentir el calor contrario sobre sus labios. Su primer beso en concordancia a una propuesta no dicha, un gesto dulce que jamás pensaron recibir o ceder.

Se amaban en un silencio cómplice.

Fue el día 14 de marzo en donde ellos dos hicieron oficial el sentimiento que los embargaba… ese día fue el primero del noviazgo real que ambos llevarían.

La noticia que Reborn les dio a todos los demás habitantes de esa mansión, mejor dicho, el ultimátum que les dijo en una mañana soleada mientras les apuntaba con un arma, fue clara: No quería que ninguno de ellos volviese a hacer llorar a su cielo, ni que se entrometieran en su muy nueva relación, porque de ser así, Leon gozaría de crear municiones que no les brindaría una muy rápida o indolora despedida de ese mundo y que él reiría durante el proceso. Más claro no podía estar, así que pocos fueron los que se negaron a obedecer, entre ellos Hibari que halló la perfecta excusa para enfrentar al “bebé” pues si éste no probaba ser “digno” de Tsunayoshi, no le dejaría de retar a enfrentamientos dados en uno de los cuartos especiales para entrenamiento donde el sonido de sus ataques no llegaría a oídos del cielo.

Había quienes sacaban provecho de la situación.

Época dura para algunos, adaptativa para otros, llena de alegría para quien sonreía bobamente al acariciar el regalo entre sus manos y por simple capricho colocarlo en la solapa de su traje. Tsuna no podía estar más contento en esos días, ni más brillante, hasta incluso los jefes aliados que mantenían reuniones constantes con el décimo lo notaron, pero cuando desearon decir algo más sobre el asunto se vieron impedidos de hacerlo debido a la amenaza del guardián que acompañaba al castaño. Claro, nadie quería ver Italia bañada en sangre por el arrebato de celos y enfado del hitman número uno del maldito mundo.  ¡Que el cielo los ayude! Pues al parecer era el único capaz de sofocar el calor del sol

Pero había un detallito que tener en cuenta.

 

 

—¿Disfrutas del regalo? — era la segunda vez que Reborn le hacía un presente a Tsuna sin motivo alguno y sin fecha especial, sólo trajo un par de chocolates suizos para que el castaño los saborease a plenitud

—Su sabor es… diferente a los que probé antes — sonreía mientras daba una pequeña mordida al cuadradito marrón oscuro

—Pues no los he probado aun — sentados uno junto al otro en el sofá dispuesto en la oficina del décimo. Perfecto

—Toma — con su mano derecha agarró uno de los chocolates y lo acercó a labios ajenos — abre la boca, Reborn — susurró mientras él también consumía la parte faltante del chocolate que probó inicialmente

—Claro que los probaré — el mayor sujetó la muñeca que le ofrecía el dulce y tiró de ella para así acercar el rostro ajeno al suyo

—Re… hum… — intentó hablar mientras colocaba el dulce en su mejilla interna, pero no pudo hacerlo porque le cedieron un besito en los labios, hecho que logró estremecerlo y ruborizarlo casi instantáneamente

—¿Por qué no me dejas probar el chocolate que consumes, Tsuna?

 

 

No se explicó bien, Reborn lo sabía, esa mirada un tanto desconcertada se lo decía. Sonrió antes de volver a besar esos labios por unos segundos antes de repasarlos con su lengua y lograr que el otro intentara retroceder, pero no lo dejó. Lo rodeó con uno de sus brazos, sujetándolo firmemente por la cintura, soltando la muñeca ajena y con la libre mano acariciando la mejilla ajena que acercó a su rostro para besarla. Reborn deslizó sus labios en una caricia lenta hasta que de nuevo llegó a la boquita del décimo que, en defensa, se tensó, mas, eso no le impedía al azabache repartir besos mariposa por aquella suave piel. Lo mordió suavemente para que Tsuna separara los labios, y al lograrlo, repasó con su lengua la extensión del labio superior.

Tsuna había cerrado sus ojos desde el inicio, incluso soltado el chocolate que le iba a dar a Reborn y aferrándose a los costados de éste para no caer hacia atrás. Sentía la caricia húmeda en su labio superior y sin poder evitarlo soltó un suspiro quedo en donde cedió ante el pedido silente y separó los labios. Tragó en seco cuando sintió claramente la lengua del mayor ingresar en su boca y deslizarse por el perfil de su labio inferior interno. Se sostuvo de aquella espalda con fuerza, arrugando la fina tela en el proceso, pues sentía que no podía respirar debido a la cercanía íntima, al calor que sus mejillas tenían y al perfume que lo estaba embriagando. Era un mar de sensaciones que lograron hacerlo perder voluntad y ceder a los caprichos ajenos. Sintió como la lengua ajena acarició la suya y con timidez imitó el acto, de modo que… el chocolate derretido que aún no había consumido, se entremezcló entre ellas.

Dulce… cálido.

Las fuerzas del uno menguaron tras jugar un rato a derretir el chocolate entre sus lenguas, cayó de espaldas sobre el sofá, pero ni así Reborn se separó, por el contrario, se pegó más aún. Tsuna claramente sentía el cuerpo ajeno encima suyo mientras intentaba seguir con el juego dado en el interior de su boca. Jadeó de pronto cuando recordó que debía respirar y Reborn se alejó un poco para darle espacio. Estaba completamente avergonzado al ver como aquel azabache se relamía los labios y sentir que sobre los suyos había un leve rastro del dulce entremezclado con su propia saliva. Intentó limpiarse con el dorso de su mano, pero el otro lo detuvo.

 

 

—Sabes bien — sonrió antes de acercarse y lamer el rastro que evidenciaba el pequeño jueguito que disfrutó a plenitud

—Hum — Tsuna se crispó al notar la pierna de Reborn entre las suyas y la mano que sujetaba su cadera con algo de fuerza — Re… Reborn — tomó un poco de aire para aliviar su mareada mente y se atrevió a mirar al más alto

—¿Te parece seguir?

—E-está bien — con vergüenza intentó tomar la cajita de chocolates nuevamente, pero no lo dejaron

—Sin eso esta vez — rió para sus adentros al sentir el pequeño saltito que Tsuna dio mientras esas mejillas agarraban un poquito más de calor. Adorable, pensó, pero jamás lo diría en voz alta, mejor lo expresaría de otra forma

 

 

Reborn retomó aquel beso tan erótico y a la vez tan inocente mientras deslizaba sus manos por el costado del castaño quien intentaba seguirle el paso en aquel encuentro casual entre sus lenguas, se colocó totalmente entre aquellas bonitas y firmes piernas y las repasó con dos de sus dedos en un ascenso que logró sacar un suspiro evidente en Tsuna. Mordió aquel labio inferior y lo estiró un poco antes de soltarlo y admirar su trabajo. Aquel niño agitado era la imagen más bella que había tenido la oportunidad de ver en años, pero seguramente se vería mejor estando sobre una cama suave y sin…

 

 

—¡Juudaime! — el ambiente mágico se acabó con aquella sola palabra

 

 

Tsuna ni siquiera tuvo tiempo de avergonzarse por ser visto en aquella situación, la cual notó cuando su mente volvió a la tierra. ¿Cómo llegó a estar debajo de Reborn en una pose bastante particular? Como fuere, no pudo hacer mucho. Hayato ingresó con apuro, detrás de él estaba Hibari y un sonriente Yamamoto. Tsuna seguía ahí, recostado, sujetando el pecho de Reborn, pero en cuanto se dio cuenta, el aura de su antiguo tutor no era de las mejores y su intuición dio un brinco exagerado. ¡Qué rayos iba a pasar!

 

 

—Largo — dictó Reborn a quienes osaron interrumpirlo

—¡Oh, no!… ¡No se aprovechará de juudaime, Reborn-san! — contradijo Hayato. Hibari, ni corto ni perezoso, atacó, de modo que Reborn no tuvo opción y retrocedió

—Tsuna — Yamamoto fue quien se acercó primero al castaño y lo obligó a levantarse — ¿estás bien?

—¿Eh? — ¡No entendía qué rayos estaba pasando!

—¡Hay que sacarlo de aquí! — Hayato tomó el brazo de Tsuna y lo arrastró con él fuera de esa oficina

—¿Qué les pasa? — logró decir Tsuna cuando se veía en el pasillo siendo dirigido a algún lugar desconocido — ¿sucedió algo?

—Juudaime, usted aun no puede perder su pureza

—¿Qué dices, Hayato? — entre el pequeño caos no entendió esa referencia, es más, miró por sobre su hombro para saber si Reborn estaba bien, pero no vio nada — ¿Puedes explicarte, Hayato?

—Nos matará — reía Yamamoto quien empujaba a Tsuna por la espalda para que apresurara su marcha

—¡Pues que lo haga! — bufó Gokudera, aunque sí tenía un poco de terror — Mientras yo esté aquí no dejaré al décimo solo con él

—Chicos — Tsuna intentó calmarlos, pero al parecer ellos estaban en su propio mundito

—La limosina está lista, juudaime. Usted se quedará con el torpe de Enma por un tiempo

—¿Por qué? — aunque su intuición saltaba, su mente pedía una explicación clara — Hayato

—Hasta que terminemos de hablar con Reborn-san

—¿Sobre qué?

—Sobre los límites que puede tener — rió Yamamoto — pero será difícil…

—Detengan esto. — Tsuna quiso detenerse, pero era tanta la exaltación ajena que no forzó mucho su orden — Tengo muchas cosas que hacer en estos días

—Lo ayudarán Enma y Dino que seguro ya se enteró también de su noviazgo

—Yo se lo dije — explicó pues no creía que debía ocultar nada con respecto a su actual pareja

—Oye, Tsuna — Yamamoto le palmeó la espalda cuando llegaron al auto — tómalo como unas vacaciones, lo demás, déjanoslo a nosotros

—Pero… — sin embargo, ya estaba dentro del auto encendido

—¡Qué tenga un buen descanso, juudaime!

—Pero…

—Cuídate, Tsuna — sonreía la lluvia, pero detrás de él detectaba la mirilla de un arma

—¡Pero! — mas, el auto arrancó y no le quedó más que resignarse — esto no acabará bien — suspiró

 

 

Continuará…

 

 

 

 

 

Notas finales:

Pues, el siguiente capítulo será el último, mas, es como un extra y espero que lo gocen~

Besitos~


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