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Tradición impensable por 1827kratSN

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Llegó de visita imprevista, mas, fue bien recibido por todos en la mansión Simon. Al atravesar las puertas de la esbelta mansión, Tsuna estaba apagado y con los ojos levemente hinchados, destrozado de cierta forma. Enma en silencio lo cuidó, calmó y acunó entre sus brazos para reconfortarlo con leves palmaditas en la espalda, después escucharía con calma lo que le pasaba a su amigo. El pelirrojo dejó que el castaño se desahogara cuanto deseara y él lo acompañó porque todo pareció ser tan triste que se contagió de la melancolía ajena.

Eran dos almas que se entendían mutuamente, dos pares de ojos que no ocultaban sus lágrimas llenas de decepción.

 

 

—¿Ya estas mejor? — se hallaban mirando el techo de la habitación usada por Enma

—Lo estoy — listos para un descanso, reposaban sobre la amplia cama sin cubrirse con las mantas todavía — creo que he liberado frustraciones y eso me ha quitado un peso de encima

—Eso es bueno — sonrió Enma mientras tomaba la mano de Tsuna y la apretaba entre la suya — además… no creo que sea un asunto que no se pueda arreglar

—Lo sé

—¿Los perdonarás?

—Sí — rieron bajito, tal cual si fueran cómplices de vida y lo eran. Desde su adolescencia fueron los mejores amigos, se apoyaron mutuamente hasta llegar a ese punto donde lideraban familias mafiosas, mayores cómplices que ellos no podía haber — pero por ahora quiero dejarlos así

—Mi casa es tu casa, Tsuna

—Muchas gracias — restregó un poco su ojo derecho y suspiró — pero creo que alguien se pondrá celoso si llega y me ve aquí

—No te preocupes — sus mejillas enrojecieron un poco por el comentario

—Si me descubre durmiendo en tu habitación o si quiera se entera, intentará matarme — el castaño rió bajito por esa posibilidad y Enma le siguió

—Puede ser — sus mejillas adquirieron un tono carmín demasiado intenso que –por palabras propias de su novio–, le daban un toque armonioso porque entraba en sincronía con sus ojos y cabello

—No quiero arriesgarme, pero también creo que merezco ser caprichoso por hoy

—Yo me encargo de Skull — Enma sonrió con ternura — entenderá que ahora mi mejor amigo me necesita

—Quisiera tener a alguien que me amase así — susurró como contando un secreto

—Y yo creo que lo tendrás muy pronto, Tsuna — imitó al castaño, disminuyendo el tono de su voz — alguien que sea capaz de matar a un pelotón sólo para defenderte

—Eso suena aterrador, Enma

—Lo es — rieron juntos como un par de chiquillos que acababan de escuchar un chiste — pero en nuestro mundo, eso es bastante romántico

 

 

Bromas, risas, susurros, anécdotas. Así fue la noche que ellos dos compartieron, intentando fingir que aún eran adolescentes que solían quedarse a dormir en la casa del contrario sólo para jugar videojuegos hasta la madrugada. Por esa noche escaparían de la realidad y se reconfortarían mientras se perdían en el mundo de los sueños.

Gracias a eso, a la mañana siguiente, el dolor desapareció.

Todo volvió a la normalidad.

Tsuna desayunó en conjunto con la familia aliada, riéndose porque el bullicio de esa mansión era semejante al de la suya. Se sentía en casa. Decidió quedarse ahí durante todo ese día pues Enma le ofreció su cocina para que en esa ocasión sí pudiese intentar mejorar su receta culinaria, fue una oferta que no pudo rechazar, mucho más porque su amigo estaría con él, en esa odisea por fabricar algo verdaderamente especial para el siguiente día

El calendario marcaba trece de febrero mientras Enma y Tsuna seguían un recetario que Adelheid les dio y ponían también su toque personal en las creaciones. Tenían suficiente tiempo como para intentar superar sus expectativas, además, como juez tenían a todos los guardianes de la mansión y como seguro tenían a las cocineras de dicho hogar, las cuales les aconsejaban algún truco. La tranquilidad de no ser saboteados los relajó bastante y dejó que sus inventos fluyeran sin problema.

Fue divertido, mucho más cuando Skull llegó a casa para armar escándalo mientras exhibía su más nueva apariencia, figura, belleza y fortaleza, aunque al final dejó eso de lado y terminó intentando tomar uno de los chocolates que Enma preparó. Según Skull, nada era mejor que ser el primero en recibir el obsequio antes del tiempo fijado. Pero obviamente no le permitieron tomar ni siquiera un pequeño pedazo del chocolate, así que Tsuna y Enma soportaron las incesantes quejas de aquel ex arcobaleno que llegó con la sorpresita más grande de su vida: un cuerpo veinteañero por cortesía de Verde; por eso se había ido de viaje por unos días

 

 

—Y yo pensé que Enma seguiría siendo un “asaltacunas” — el castaño rió divertido al recordar los sucesos anteriores pues era uno de los pocos que sabían sobre la existencia, e identidad, del novio del pelirrojo

—Mi culpa no era — Skull estaba sentado cerca de la mesa en donde Enma aún decoraba los chocolates que les daría a sus amigos — la maldición me dejó de ese porte, asemejando a un niño, y las pócimas mágicas de Verde no tenían el efecto prometido

—La verdad, me sentía raro al salir con un adolescente de catorce años — Enma sonrió divertido ante el bufido de Skull — tengo veinticinco… me creían pedófilo

—Fue buena idea que ocultaras tu relación — Tsuna miró a Skull y sonrió — pero ahora no le veo el problema de que salgan juntos, incluso pueden hacer todo oficial y mostrarse ante la sociedad  

—Poco me importaba eso y sigue sin hacerlo — el de cabellos lilas de vez en vez estiraba su mano para intentar agarrar un dulce, pero recibía un cucharazo por parte de una de las cocineras que vigilaba el proceso de la receta — ¡Auch!… señora, ¡tiene la mano pesada!

—Deje todo eso en paz entonces — amenazaba la mujer que sobrepasaba los cuarenta quien apuntaba al ex arcobaleno con el instrumento de madera y mantenía esa mirada amenazante

—¿Ahora cuántos años tienes? — Enma miró al actual hombre (bastante imponente e incluso más alto que él), que era su novio y entrecerró sus ojos — ¿veintidós?

—Veinte exactos — se irguió con orgullo e incluso elevó su cabeza para sonreír con egocentrismo

—¿Y cuántos años tienes de verdad? — Tsuna lo miró expectante porque tenía esa duda desde hace mucho tiempo, tal vez así se diera una idea de la edad real de Reborn

—Veinte exactos — respondió con una sonrisa socarrona logrando que el piercing de su labio se remarcara. Obviamente no diría la verdad, jamás, o tal vez se le olvidó su propia fecha de nacimiento y quería ocultar ese detalle

 

 

Un día alejado de problemas, retomando la calma y alegría habitual. Una estancia tranquila para fabricar sus chocolates especiales que tendrían destinatario al siguiente día. Dos líderes que, por lo menos en ese día, fingieron ser cualquier otra persona promedio.

 

 

Mansión Vongola…

 

 

Llanto, griterío, maldiciones, sonidos metálicos, destrozos en la entrada. Cómo odiaba ser recibido así y por eso los iba a castigar a todos de formas que… pero, ¿dónde estaba el jefe para que detuviera todo ese caos? Oh sí, a él primero lo iba a castigar y lo disfrutaría

Dos disparos al aire bastaron para acallar la pelea que se estaba dando en los jardines principales de la mansión, un gruñido bajito eliminó protestas y su mirada les brindó un mensaje subliminal de temática oscura.

Se acomodó bien la fedora mientras dejaba a Leon posarse en ella, arregló su fino traje y sonrió al tener todas las miradas sobre él para que disfrutasen de su muy nueva figura adulta, veinteañera, en su máximo esplendor. Vio un par de bocas abiertas, un par de sonrisas ladeadas que prometían retos para peleas a futuro, las cuales no le vendrían nada mal para acostumbrarse a su nuevo cuerpo. Pero más importante que todo eso, inculcó superioridad y fomentó el respeto hacia su persona, un respeto más sólido que el de antes

 

 

—¿Dónde está dame-Tsuna? — preguntó con voz profunda, adulta, pero aterciopelada hasta cierto punto

—Reborn-san — mascullaron algunos y otros soltaron el aire que ni siquiera se dieron cuenta que retenían en sus pulmones

—Quiero respuestas exactas y rápidas — los miró de refilón al mismo tiempo que detallaba los daños

—El décimo no se encuentra aquí por el momento — Hayato dio la cara en cuanto se obligó a salir de la estupefacción — salió desde ayer y…

—Él debería estar aquí poniendo todo en orden — dictaminó mientras se acercaba a paso calmado hacia todos ellos, los que detuvieron la intensa batalla campal que por alguna razón tenían — y ustedes trabajando como se debe

—Lo estuviéramos haciendo si es que un grupo de idiotas no hubiese hecho estupideces — a pesar de todo no perdía su porte altanero

—Explícate, Hayato — ante la orden todos se tensaron porque, mal o bien, tenían culpa de lo sucedido — ahora — extendió el sonido de cada sílaba para dar más rigidez a la orden

—Permítame decir que es mejor trasladarnos al estudio para hablar en calma. Además, usted debe descansar y…

—Me lo dirás mientras ingresamos — Reborn caminó junto al albino mientras jugaba con su patilla derecha. No auguraba nada bueno si el desastre era tan visible en la mansión — y no ocultes detalles

—No lo haré, Reborn-san

—Estamos muertos — susurró Lambo cuando vio a esos dos alejarse lentamente, obviamente de esa forma extendía la tensión en el ambiente — bien muertos

—Ahora me preocupa más el estado de Tsuna-nii — suspiró Fuuta — quiero disculparme con él

 

 

Furioso era poco para describir el estado del hitman número uno después de que se enteró sobre lo sucedido en esos días previos a su arribo. Por un lado, estaba la estupidez de los guardianes o amigos cercanos del castaño, por otro, estaba la falta de fortaleza y firmeza de su antiguo alumno y actual jefe Vongola.

Todos eran culpables, nadie se salvaría del castigo

Apretó los labios hasta formar una línea mientras admiraba el pulcro estante de libros en donde destacaba una pequeña evidencia de que alguien lo estaba usando para ocultar algo importante, diferenció un recetario mal ubicado que no debería estar ahí, Tsuna debió dejarlo de ese modo en un descuido. De esa forma meditabunda duró tan solo por unos cortos segundos antes de mirar a través del cristal y ordenar que en tres horas se llamara a Tsunayoshi para que volviese a casa.

Lo quería de vuelta lo más pronto posible para evaluar qué tan dañado estaba, pero debía priorizar las cosas  

 

 

—Hayato

—Dígame, Reborn-san

—… — Reborn sólo daría una orden más — No le digan que estoy aquísonrió de lado pues claro quería divertirse un poco y ver la reacción de Tsuna al verlo en su nueva apariencia adulta

—Como diga

—Ahora diles a todos — volteó para mirar al de cabellos platas — incluyéndote

—Sí — Gokudera tragó duro porque el azabache de patillas inclinó un poco su cabeza para ocultar su mirada debajo de la fedora y eso le daba mala espina

—Diles… que tienen cinco minutos de ventaja — sonrió sutilmente mostrando que no se iba a limitar en el castigo —. Y que les quede claro que con el jefe Vongola no se debe jugar, porque las consecuencias son nefastas

—Una vez más, me disculpo por mi fallo

—No desperdicies tiempo y ve — deslizó sus dedos por el libro mal colocado y lo sacó para ojearlo.

 

 

El asesino escuchó los pasos presurosos de Gokudera al salir y él deslizó las hojas hasta donde el separador marcaba. Una receta sencilla para crear chocolates se detallaba, la cual tenía diversas marquitas de esfero azulado que evidenciaban las innumerables veces que seguramente Tsuna la leyó. Su exalumno debió esforzarse demasiado y por eso… el castigo que les daría a quienes se atrevieron a impedirle avanzar, debería tener una retribución igualitaria

 

 

 

Continuará…

 

 

 

 

 


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